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Washington, D. C., 25 de agosto de 2020.- Durante cientos de años, los estadounidenses han tomado las calles para proclamar: “En esto creemos y se nos escuchará”. La vía pública como lugar de expresión colectiva fuera de las tres ramas del gobierno constituye un aspecto integral de lo que significa ejercer la libertad de expresión y lo que significa mantenerse unidos. No necesitamos fingir que siempre estamos de acuerdo o felices con nuestros gobiernos, sino que es nuestra responsabilidad hacer preguntas.

La más emblemática de estas asambleas de estadounidenses fue la marcha en Washington de agosto de 1963. Imagina una de las movilizaciones más grandes a favor de los derechos humanos en la historia de Estados Unidos. Todas aquellas personas reunidas para decir, esencialmente, “queremos justicia para todas las personas”.

Martin Luther King Jr. era un magnífico, experimentado y dotado orador. Muchos estadounidenses pueden evocar con facilidad el tono de su voz, arrolladora y persuasivamente sonora. Todos recordamos la frase: “Tengo un sueño”, pero existen otras partes de ese discurso que son de igual importancia, y que constituyen la esencia de una verdadera visión de progreso. “Siempre tendremos que conducir nuestra lucha en el plano alto de la dignidad y la disciplina”, afirmó. “No podemos permitir que nuestras protestas creativas degeneren en violencia física”.

Mis padres me llevaron a la marcha en un carrito de bebé. Me gustaría poder decir sinceramente que lo recuerdo con claridad, pero no es así. En cambio, sí sé que a medida que iba creciendo, este momento se transformó en la base de una reiterada historia familiar. Cada vez que recordaban la anécdota mis padres solían decir: “Uno nunca es demasiado joven para salir a marchar. Nunca se es demasiado joven para unirse por la causa de la libertad y el progreso”. Era algo de lo que estar orgullosos.

Al manifestarnos, de hecho, declaramos nuestra unidad y un aspecto fundamental de nuestra condición de estadounidenses.

* Este artículo fue redactado para ShareAmerica por la poetisa Elizabeth Alexander cuando era directora del Departamento de Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de Yale. En la actualidad es presidenta de la Fundación Andrew W. Mellon, el financiador más grande de Estados Unidos en arte y cultura. Una versión previa de este artículo fue publicada el 18 de junio de 2020.

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