El periodista estadounidense cuyo ‘delito’ fue escribir sobre la vida cotidiana en Irán

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Washington, D. C., 27 de febrero de 2019.- Acusado de espionaje y amenazado con ser ejecutado por hacer su trabajo de periodista, el corresponsal extranjero del diario The Washington Post, Jason Rezaian, todavía sufre de pesadillas a causa de los terribles 18 meses que pasó en la prisión de Evin, en Irán.

Como señala en su reciente libro de memorias, titulado “Prisoner: My 544 Days in an Iranian Prison” (Prisionero: Mis 544 días en una prisión de Irán), Rezaian, de 42 años, su esposa iraní y su colega periodista Yeganeh Salehi, fueron arrestados a punta de pistola y sometidos al confinamiento en solitario en julio de 2014.

Salehi fue liberado 72 días después. Como Rezian describe, él fue condenado en un juicio ficticio que pronto se convirtió en una pesadilla de leyenda, con los interrogadores del servicio de inteligencia iraní elucubrando teorías de conspiraciones y amenazándolo con ejecutarlo o desmembrarlo.

“Se hizo cada vez más y más absurdo. Yo era la causa de todos los problemas que la República Islámica tenía”, relata.

Rezaian, nacido en California, que también tiene ciudadanía iraní debido a su padre inmigrante, fue liberado en un canje de prisioneros en enero de 2016.

Le duele que otros estadounidenses sigan languideciendo en prisiones iraníes bajo acusaciones espurias. Uno de ellos es el estudiante de postgrado estadounidense Xiyue Wang, de la Universidad de Princeton, que estaba haciendo una investigación histórica cuando fue arrestado y sentenciado a 10 años por espionaje. Robert Levinson, un agente del FBI retirado, que desapareció luego de viajar a Irán hace casi 12 años. Una residente permanente legal en Estados Unidos, Nizar Zakka, fue arrestada en 2015 luego de ser invitada por el gobierno de Rouhani para hablar en una conferencia sobre la mujer y el desarrollo sostenible.

“Cada nuevo arresto ridículo es un recordatorio de que la captura de 52 personas, por cierto, es el movimiento característico con el que este régimen se estableció hace 40 años”, escribe Rezaian.

Se refiere a los 52 diplomáticos estadounidenses que estuvieron capturados durante 444 días luego de que los radicales asaltaran la Embajada de Estados Unidos en noviembre de 1979.

Como Rezaian describe en minucioso detalle, sus captores mintieron muchas veces y trataron de engañarlo, pero al mismo mostraban un interés en la cultura estadounidense. Su principal interrogador quería que Will Smith actuara de él en la película que Hollywood haría con el libro que inevitablemente Rezaian escribiría, de salir de Evin.

El fallecido padre de Rezaian, Taghi Rezaian, llegó a Estados Unidos desde Irán en 1959 para ir a la universidad. Conoció a su futura esposa, Mary Breme, y se convirtió en negociante de alfombras persas. La madre de Jason, su esposa y su hermano Ali, junto al editor y al director del diario The Washington Post libraron una incesante campaña denominada #FreeJason. (Liberen a Jason).

Así como sus captores estaban fascinados con la cultura estadounidense, Rezaian también estaba cautivado por la patria de su padre. Es eso lo que lo motivó a mudarse a Irán en 2009 como redactor independiente, pero luego en 2012 fue nombrado jefe de la oficina del Post en Teherán. Se encargó de cubrir no solamente la política, sino también la vida diaria de la gente.

Ante las exigencias de sus carceleros, de que “confesara” a cambio de su libertad, él contestaba siempre “yo no soy agente de nadie, excepto del Washington Post”.

La ironía, como más tarde David Ignatius, columnista del Washington Post, especializado en asuntos extranjeros, le dijo a Rezaian, que “tu trataste de mostrar a Irán como un lugar real… Estabas tratando de celebrar su cultura”.

Y ahora es un lugar al que ni Rezaian ni su esposa pueden regresar.

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