ShareAmerica

Washington, D. C., 4 de mayo de 2020.- El Día de la Victoria en Europa, cuando los países aliados en la Segunda Guerra Mundial aceptaron la rendición de Alemania, fue celebrado como un feriado festivo en muchas partes del mundo.

La ocasión desató celebraciones emotivas e incontenibles el 8 de mayo de 1945 en gran parte de Europa, América del Norte y otros lugares. Cientos de miles de personas salieron a las calles de Londres y París, bailando y encendiendo fogatas. Pero dado que la guerra todavía estaba en curso contra Japón en Asia, algunos líderes plantearon una nota de advertencia. Uno de ellos fue el presidente Harry Truman.

Al anunciar la rendición nazi, Truman dijo: “nuestra victoria está solamente a la mitad”, al recordar a los estadounidenses que muchos de sus vecinos estaban lamentando la muerte en combate de esposos, hijos y hermanos. Truman pidió a los estadounidenses que se “abstuvieran de celebrar con el fin de enfocarse en la tarea que quedaba por delante en el Pacífico”, recuerda la historiadora Judith B. Gerber, en su ensayo en el Diccionario Histórico de la década de 1940.

Truman, que había asumido el cargo apenas semanas antes debido al repentino fallecimiento de su predecesor Franklin D. Roosevelt, fue cauto porque la lucha seguía en curso con Japón.

Sin embargo, según comenta Gerber, muchos estadounidenses ignoraron la petición de Truman. Aunque hubo solo unos pocos encuentros organizados, los estadounidenses estallaron en celebraciones espontáneas.

Alegría y alivio
Nueva York fue, con diferencia, el lugar de la celebración más grande del Día de la Victoria en Estados Unidos. Las multitudes se congregaron en Times Square y miles marcharon por la Quinta Avenida, bajo una lluvia de confeti.

Incluso, antes de la declaración oficial de la victoria las autoridades de Nueva York sabían lo que se venía, y estaban preparadas. Unos días antes del anticipado anuncio del Día de la Victoria el diario The New York Times dijo a sus lectores que 15,293 oficiales de policía estarían de guardia “para asegurarse de que los celebrantes se mantuvieran bajo los límites de una sana y razonable alegría”.

Manhattan no fue el único lugar de Nueva York en celebrar la ocasión. En Brooklyn, Queens y el Bronx, se ofrecieron servicios religiosos y acciones de gracias se realizaron en los salones de cada municipio. El clero protestante, católico y judío, junto a las organizaciones de veteranos de guerra, participaron. Se ofrecieron servicios especiales en “muchos centros de negocios además de los que se celebraron en iglesias y sinagogas”, informó el diario The New York Times.

Otras grandes celebraciones de la victoria tuvieron lugar en San Francisco y Baltimore, y en Hawái, con desfiles con bandas y flotantes, según Gerber.

Mantener el curso
Mientras tanto varias ciudades de Estados Unidos conmemoraron el Día de la Victoria de una manera más calmada, cumpliendo el consejo de Truman. De costa a costa, los estadounidenses llenaron los centros religiosos para rezar.

Las iglesias de Chicago ofrecieron servicios especiales, informó el diario Chicago Daily Tribune. Los líderes gubernamentales y laborales pidieron a los trabajadores permanecer en sus puestos y las tiendas de licores fueron cerradas por 24 horas.

En Nueva Orleans “no hubo celebraciones frenéticas” y la misma calma prevaleció en Dallas, Boston y Denver, de acuerdo a Newsweek. El tono en Atlanta fue “sombrío, de reflexión”, mientras que en Los Ángeles el alcalde proclamó “esto no es un feriado”.

En Virginia, en la sede del Tercer Comando de Servicios, en Fort Myer, el general Philip Hayes pidió “una nueva dedicación al trabajo de ganar la guerra en el Pacifico”.

Richard L. Strout, corresponsal del diario Christian Science Monitor, dijo que en la capital de la nación “la alegría es casi demasiado profunda y terrible como para describirla con palabras”, pero que “todavía queda Japón al que hay que enfrentar”. Es más “el presidente Truman ha hecho un llamado urgente para no rebajar los esfuerzos ‘hasta que la batalla sea ganada’”.

El Día de la Victoria coincidió con el 61 cumpleaños de Truman. Aunque el nuevo presidente instó a los estadounidenses a atemperar su emoción hasta que terminaran las hostilidades (lo que ocurrió tres meses más tarde, en agosto, cuando Japón se rindió), sí dijo a los reporteros que ese era el mejor cumpleaños que había celebrado.

Anuncio

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí