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viernes, marzo 29, 2024

Colaboración, cooperación, innovación para detener la violencia basada en género

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María Caridad Araujo

Washington, D. C., 25 de noviembre de 2020.- A casi diez meses del anuncio de la Organización Mundial de la Salud sobre la llegada de la pandemia, es cada día más evidente el impacto particular que esta ha tenido en la vida de las mujeres. Junto a las pérdidas de vida causadas por el virus, la expresión más trágica de esta crisis es la intensificación de la violencia sexual y basada en género. Esto se debe no solo a los causantes directos de riesgo como el confinamiento, las restricciones de movilidad y el aislamiento, sino también a factores como la inseguridad económica, el cierre de escuelas, el aumento de las responsabilidades domésticas, la salud mental, el desempleo y los flujos migratorios masivos.

En Chile, las llamadas realizadas por mujeres a la línea telefónica de orientación sobre violencia intrafamiliar aumentaron un 70%, tan solo en el primer fin de semana de cuarentena. En México, se ha registrado un aumento de 60% en las denuncias de violencia sexual y basada en género durante la pandemia y, en Colombia, la línea de apoyo a las víctimas recibió 91% más llamadas que hace un año. Cifras similarmente alarmantes se han registrado en otros países de América Latina y El Caribe.

¿Hemos actuado con la suficiente firmeza para prevenir y atender esta otra pandemia? ¿Entendemos la seriedad de las manifestaciones físicas, sexuales y psicológicas que sufren las víctimas? Hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una oportunidad para que todos enfoquemos nuestros esfuerzos en esta problemática social y busquemos soluciones contundentes para su erradicación.

Acabar con la violencia sexual y basada en género en América Latina y El Caribe es imperativo e impostergable. No podemos esperar más. Se requiere una respuesta inmediata marcada por la colaboración, la cooperación y la innovación.

Todos cuentan
En primer lugar, tenemos por delante el desafío de diseñar y ejecutar iniciativas desde los diferentes espacios de acción. Tradicionalmente, los sectores de servicios sociales, salud, justicia y seguridad han sido los que han liderado iniciativas de prevención y atención a sobrevivientes de violencia. Sin embargo, una respuesta multisectorial alimentada por iniciativas en las áreas de transporte, empleo, infraestructura, tecnología y educación tendrá un mayor potencial de impacto.

Un programa de movilidad urbana sostenible del BID en Curitiba, Brasil, reconoció la dependencia de las mujeres al transporte público y mejoró su seguridad a través del análisis del entorno construido, intervenciones en infraestructura y campañas de concientización. Esto incluyó el levantamiento de información desagregada por género sobre la percepción de la calidad de la infraestructura de transporte; mejoras en la iluminación de las paradas, vías de acceso y estaciones del sistema; instalación de cámaras de seguridad dentro de los autobuses, estaciones y terminales; campañas de sensibilización para informar sobre los mecanismos de denuncia y las consecuencias de acosar a mujeres.

En Georgetown, Guyana, un programa de vivienda adecuada y accesibilidad incorporó auditorías femeninas o caminatas de seguridad para identificar los espacios percibidos como inseguros por las mujeres y niñas, que sirvió para el diseño de las calles y espacios públicos más seguros.

Estos dos casos ilustran la importancia de actuar para prevenir la violencia desde todos los espacios posibles, incluyendo el transporte, el entorno y la vivienda.

Una respuesta colaborativa
La atención de este tema requiere, además, promover alianzas y sinergias que sumen voluntades y experticias, de los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, el ámbito académico y las organizaciones no gubernamentales para ampliar el alcance y evitar duplicar esfuerzos.

Con el objetivo de promover acciones para prevenir, atender y reducir la violencia sexual y basada en género y promover la construcción de masculinidades saludables, el Banco ha establecido alianzas con organizaciones líderes en temas de masculinidad como Promundo y con gobiernos de países del Caribe como Trinidad y Tobago, Jamaica, Barbados, Bahamas y Surinam para llevar a cabo estudios sobre las brechas de género en educación y participación laboral; comprender los comportamientos y actitudes masculinas hacia el género y cómo estos afectan decisiones sobre la educación y la transición al trabajo; y entender las nociones de masculinidades y cómo estás se pueden modificar para promover relaciones respetuosas y erradicar los comportamientos violentos.

Diferentes resultados para acciones diferentes
Finalmente, la innovación juega un rol vital en la erradicación de la violencia sexual y basada en género. Debemos mejorar y adaptar respuestas a los contextos inciertos y desafiantes, por ejemplo, a través del uso de tecnología o a través de nuevos enfoques de trabajo que permitan expandir la escala de los servicios y hacerlo con calidad. En el contexto de la pandemia, el traslado de muchos servicios a plataformas digitales ha sido automático. Sin embargo, conocemos poco sobre cuán efectivos pueden ser cuando operan a través de estas plataformas.

En Honduras, una campaña de prevención en medios digitales televisivos y radiales, liderada por el Instituto Nacional de la Mujer (Inam) con el apoyo del BID, utilizó las ciencias del comportamiento para promover la búsqueda de apoyo por parte de las víctimas, prevenir el escalamiento de la violencia a niveles de femicidios, e informar buenas prácticas de prevención de la violencia contra la mujer. En un mes, la campaña en redes sociales alcanzó a más de 800 mil mujeres.

También en Honduras, en el contexto de la nueva realidad impuesta por Covid-19, el BID apoyó el desarrollo una plataforma digital, para conectar en línea a las mujeres que sufren violencia con los proveedores de servicios públicos para que puedan recibir la orientación, la atención psico-social y la asistencia legal requerida para hacer frente a su situación. Esta innovación permitirá probar la efectividad de un modelo que promete ser escalable.

Iniciativas con un enfoque multisectorial, colaborativo e innovador deben ser parte integral del plan de ataque para acabar de una vez por todas con la violencia sexual y basada en género que afecta a millones de mujeres, sus familiares y seres queridos. No solo porque es lo correcto, sino porque es una estrategia inteligente para promover el crecimiento y el desarrollo sostenible en toda la región.

* María Caridad Araujo, jefa de la División de Género y Diversidad del BID, donde lidera los esfuerzos para mejorar el acceso a servicios de calidad, oportunidades económicas y fortalecer la voz y representación de mujeres, pueblos indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad y Lgbtq. + comunidad. Como economista jefe de la División de Salud y Protección Social del BID, trabajó en programas de desarrollo infantil y reducción de la pobreza. Fue profesora en la Universidad de Georgetown y trabajó en el Banco Mundial. Tiene un doctorado en Economía Agrícola y de Recursos Naturales de la Universidad de California, Berkeley.

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