Washington, D. C., 3 de abril de 2019.- Antes de la Revolución islámica iraní de 1979, las mujeres iraníes iban logrando derechos como los de otras mujeres en otras partes del mundo. Cientos de ellas servían en los consejos locales electos y millones participaban en la fuerza laboral incluyendo juezas, funcionarias civiles, embajadoras y oficiales de policía.
La Revolución islámica iraní acabó con todos esos logros.
Durante las cuatro décadas pasadas las mujeres iraníes han luchado para recuperar algunas de sus libertades humanas básicas, entre ellas, lo que pueden estudiar y en qué lugares quieren trabajar. Pero la dura realidad para los 40 millones de mujeres iraníes es que la ley reconoce al esposo como jefe de la familia, y la esposa debe obedecerlo en todas las cuestiones, incluso en el empleo.
La economía iraní podría mejorar drásticamente si el régimen les permitiera a las mujeres participar plenamente en la fuerza laboral, con lo que el producto interno bruto iraní podría aumentar en un 40 por ciento, según un cálculo del Fondo Monetario Internacional.
“Queremos que el pueblo iraní tenga democracia y libertad y la libertad y las protecciones a los derechos humanos que queremos para todos en el mundo, afirmó el secretario de Estado, Mike Pompeo, el 23 de marzo.
