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Los millones de niños que viven en calles de las ciudades y barriadas pobres de todo el mundo con frecuencia son tratados como delincuentes y como una amenaza, incluso cuando los trabajadores sociales y entidades caritativas tratan de tenderles una mano.

Los expertos dicen que la tarea se complica por las drogas y el alcohol, que se agrava por el hecho de que incluso experimentados profesionales en el campo del tratamiento de drogas pueden no saber qué hacer a favor de esos niños.

Actualmente, países de Asia del Sur y América del Sur están recibiendo ayuda de un programa que entrena a cientos de profesionales sobre cómo tratar a los niños con drogadicción y abuso de substancias.

En el Departamento de Estado la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley ha trabajado con las Naciones Unidas y con investigadores académicos, y luego se integró al Plan Colombo, organización dedicada al desarrollo de Asia y el Pacífico, para redactar el programa.

Trabajadores sociales, psicólogos, educadores callejeros y otros participantes de Afganistán, Pakistán, India, Bangladesh, Brasil, Perú, Chile y Paraguay han recibido esta capacitación, que pronto será ofrecida en Argentina.

Tratar con chicos requiere capacidades especiales

“Enseñamos a los profesionales cómo hablarles a los chicos”, dice Hendrée Jones, profesora de la Universidad de Carolina del Norte. “En muchos países se tratan los desórdenes de uso de substancias como algo moral o de justicia penal. Es una cuestión médica, que requiere tratamiento médico”.

El Departamento de Estado invitó a Washington a líderes de ambas regiones en el campo del tratamiento contra las drogas para que aprendan uno del otro y para dramatizar la urgencia tanto de los niños de las calles como la de aquellos expuestos a las drogas por la adicción de sus padres.

Shaista Naz, de la Fundación Dost, que dirige las instalaciones residenciales de tratamiento en Peshawar, Pakistán, que reserva 135 camas para niños dijo que “tratar con chicos requiere capacidades y experiencia especiales. No es lo mismo que tratar con adultos”.

Es posible que los niños comiencen inhalando pegamentos y otras substancias, luego fuman marihuana, para después pasar a otras drogas más duras, el opio es barato en Asia, la cocaína en América del Sur, dijo Jones.

La necesidad de consejeros es enorme y el abastecimiento es poco

La pediatra María Carmen Sánchez de Molina, del Centro para el Control de Adicciones en Asunción, Paraguay, dijo que nadie quiere trabajar con los chicos. Aunque el problema es más grave entre los adolescentes ya que según indica comienzan a los cinco años con marihuana, y luego siguen con crack.

Recibió capacitación en 2013 y dijo que aprendió a explorar la manera en que los niños piensan y se concentran. Entre sus herramientas figura la manera de enseñarles a meditar.

“Los chicos que crecen en las calles no tienen límites. Estallan cuando están furiosos. Nosotros les enseñamos a controlar sus emociones”, explicó Jones. Los consejeros también hacen que los niños participen en juegos, “lo que les permite la oportunidad de tener una infancia”.

Marilú Posada, presidenta del Instituto Mundo Libre, en Lima, Perú, dijo que “a veces, estos niños son como sombras en el pavimento, a los que muchos ven pero no importan a nadie”.

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