Inclusión financiera en comunidades vulnerables desde la intervención universitaria

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Ciudad de México, 30 de julio de 2024.- Las cifras son alarmantes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (Enif) 2021, en México el 54.1% de las personas de 18 a 70 años (45.2 millones) ahorran informalmente. De los cuales, las mujeres fueron el grupo poblacional con mayor porcentaje de ahorro informal: 54% (23.9 millones de mujeres). Un crecimiento significativo considerando que, en los años anteriores 2018 y 2015, los hombres lideraron este rubro.

Podemos observar que existe un segmento de la población mexicana con retos en el acceso a los servicios financieros formales, situación que los margina de las oportunidades que ofrece el sistema bancario disminuyendo sus posibilidades de emplear los productos financieros para salir de la pobreza y precariedad económica. En la Ciudad de México, por ejemplo, de acuerdo con datos del 2021, el 47.3% de la población entre 18 y 70 años (3.2 millones) se han empleado algunas de las siguientes formas de ahorro informal: auto ahorro en casa, tandas, con familiares o personas conocidas, cajas de ahorro, comprando animales o bienes o prestando dinero. Lo anterior, se manifiesta—también—a nivel nacional.

La educación financiera —por su parte— también presenta áreas de oportunidad importantes en la población mexicana. Siguiendo con los valores que enmarca la Enif (2021), solo el 22.5% de la población de 18 a 70 años lleva un registro de sus ingresos o gastos y los de su hogar. En ese mismo segmento poblacional se observó que el 64.6% prefiere gastar el dinero que ahorrarlo para el futuro. Lo anterior, muestra que una parte de la población mexicana no poseen los conocimientos básicos para administrar sus ingresos de manera eficiente, realizar inversiones inteligentes o planificar su futuro financiero, lo que los deja expuestos a situaciones de vulnerabilidad económica.

En las colonias vulnerables de la Ciudad de México esta no es una realidad ajena. Existen poblaciones que, por ejemplo, a pesar de tener una cuenta bancaria limitan su uso a la recepción y retiro de efectivo, dejando de lado otras opciones como el ahorro, crédito o inversión. Por otra parte, también es una realidad que, dado sus ingresos y fuentes, mayormente se vean limitados —cuando no excluidos— de la banca tradicional, así las familias que carecen de acceso a servicios financieros formales se ven obligadas a recurrir a mecanismos informales, como préstamos con usureros o el uso de tandas, que los atrapan en un círculo vicioso de endeudamiento y limitan sus posibilidades de progreso

En este contexto, ¿cómo pueden aportar las universidades a la inclusión financiera de las familias en las colonias vulnerables con acceso limitado a los servicios financieros formales? La inclusión financiera no solo se trata de abrir una cuenta bancaria; es un proceso integral que busca empoderar a las personas y familias para que tomen control de su vida financiera.

Por tanto, es importante iniciar este proceso a través de la educación financiera, de tal manera que las personas aprendan a:

  • Gestionar sus ingresos y gastos de manera responsable: elaborar presupuestos, identificar gastos innecesarios y establecer metas financieras.
  • Ahorrar para el futuro: planificar para eventos imprevistos, emergencias médicas o la realización de proyectos personales.
  • Acceder a crédito de manera responsable: entender los términos y condiciones de los productos crediticios, comparar ofertas y evitar el sobreendeudamiento.
  • Invertir ahorros: explorar diferentes opciones de inversión para hacer crecer su patrimonio a largo plazo.

Las universidades cuentan con capital humano de alto valor: investigadores, docentes y estudiantes, por tanto, tienen la capacidad y el compromiso de contribuir a la educación e inclusión financiera de las poblaciones excluidas. Esto se puede lograr mediante la implementación de proyectos de impacto social que generen estrategias para un cambio social significativo. El punto de partida de estas estrategias debe ser la formación y capacitación en temas financieros, dirigida a poblaciones vulnerables que se encuentran en situación de desventaja, debido a la falta de conocimiento y la desinformación en el sistema financiero formal.

Un ejemplo de esto se lleva a cabo en el Centro Comunitario Santa Lucía, ubicado en la Alcaldía Álvaro Obregón, en la Ciudad de México. La Universidad La Salle, a través de su modelo de intervención socioeducativa, ofrece formación financiera a la población de las colonias vulnerables de Santa Lucía, que enfrentan desafíos, tanto en el acceso como en la gestión de productos financieros tradicionales. Este proceso implica el diagnóstico de la situación, el diseño personalizado de soluciones, la implementación y el monitoreo, así como la evaluación a corto y mediano plazo de los resultados. Equipos interdisciplinarios de la institución participan para asegurar la correcta implementación de la estrategia de cambio social.

La inclusión financiera no es un lujo; es una necesidad básica para las familias que habitan en colonias vulnerables de la Ciudad de México. Brindarles acceso a servicios financieros formales y educación financiera es fundamental para romper el ciclo de pobreza y abrirle las puertas a un futuro de oportunidades y seguridad económica. Por tanto, es un compromiso que nos involucra a todos: desde el gobierno y las instituciones financieras hasta las organizaciones sociales e Instituciones de Educación Superior (IES). En conjunto, podemos construir una ciudad más incluyente y próspera, donde todas las familias tengan la posibilidad de alcanzar su máximo potencial.

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