Martien van Nieuwkoop*, Monique Eloit**

 

Washington, D. C., 15 de mayo de 2021.- En caso de pandemia, los miles de millones de dólares en prevención tienen un valor de billones de dólares para la recuperación. ¿Pero cómo traducimos esa simple idea en una acción eficaz que salve vidas?

Los países, las partes interesadas influyentes y las instituciones han fracasado en gran medida a la hora de tomar medidas preventivas, a pesar de la evidente necesidad después de los brotes del síndrome respiratorio agudo grave (Srag) y de gripe aviar. Las consecuencias son claras, y el mundo está pagando el precio de no haber aprovechado las oportunidades pasadas para hacer de la prevención una prioridad.

En marzo de 2021, 26 jefes de Gobierno y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) instaron a otros líderes mundiales a construir una arquitectura sanitaria internacional más sólida para proteger al mundo de futuras pandemias y otras crisis de salud.

Un elemento central de su llamado es establecer un nuevo tratado que apunte a fomentar el compromiso de los países de abordar mejor enfermedades como la Covid-19, el ébola, la gripe y el Srag, y cualquier nueva amenaza sanitaria que aceche en el futuro inmediato. Debemos promover un enfoque inclusivo que una a los Gobiernos y a la sociedad para responder a crisis futuras con mayor eficacia. Esto incluye la defensa del concepto «Una salud», que subraya la interdependencia de los animales, los seres humanos y su entorno en materia de salud.

Alrededor del 75% de las nuevas enfermedades infecciosas provienen de los animales y la mayoría de ellas se deben a actividades humanas y su impacto en el medio ambiente. Por lo tanto, aplicar la perspectiva de «Una salud» es fundamental: impulsa a las partes interesadas de todos los sectores a comprender mejor las nuevas enfermedades infecciosas y a enfrentar las causas fundamentales.

El tratado propuesto representaría una señal muy necesaria de compromiso político de alto nivel para proteger al mundo de las crisis sanitarias. Sería aún más eficaz si el tratado respaldara explícitamente la prevención y destinara un financiamiento considerable a ese fin, incluido el control de los riesgos de salud derivados de los animales.

Las estimaciones de la crisis de la gripe aviar y de la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos son argumentos convincentes para invertir en prevención, con rentabilidades de las inversiones que oscilan entre el 44% y el 88%, lo que está muy por encima de las rentabilidades disponibles en casi todos los demás gastos públicos y en los mercados de capital privados.

Cálculos recientes de los costos de la prevención, que incluyen el seguimiento y la prevención de la propagación de enfermedades provocada por la pérdida y la fragmentación de los bosques tropicales y el comercio de especies silvestres, fluctúan entre USD 18,000 millones y USD 27,000 millones anuales un periodo de 10 años. Según las proyecciones económicas de enero del Banco Mundial, la economía mundial se contrajo un 4.3% en 2020 debido a la Covid-19. Eso supone una pérdida de alrededor de USD 3.6 billones en bienes, servicios y otros productos. No incluye las diversas formas en que las personas se vieron afectadas por la recesión, como por ejemplo muertes, la propia enfermedad, la pérdida de los medios de subsistencia o la interrupción de la educación.

En otras palabras, ¡el costo anual de la prevención es inferior al 1% del costo de la actual pandemia!

Sin embargo —de alguna manera—, el argumento económico, aunque convincente, no ha logrado persuadir a la comunidad internacional para que movilice financiamiento de forma continua.

¿Cómo sería la prevención eficaz?
Los servicios veterinarios, desde el nivel comunitario local hasta la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), tienen un papel fundamental a la hora de abordar los riesgos de pandemia en las causas de origen. Al mejorar la salud y el bienestar de los animales, cumplen la misión esencial de proteger a las poblaciones humanas de las enfermedades animales, y viceversa. Esta responsabilidad es cada vez más compartida por la comunidad en general, ya que las nuevas enfermedades son, en gran medida, impulsadas por numerosos factores como el cambio climático, el uso de la tierra, la expansión agrícola, los sistemas alimentarios, la urbanización y los conflictos.

En la actualidad, los líderes buscan soluciones a través de diferentes iniciativas. En noviembre de 2020 se puso en marcha el Panel de Expertos de Alto Nivel para el Enfoque «Una Salud», propuesto por Francia y Alemania. El Grupo de los Siete (G-7) tiene como objetivo reconstruir mejor, aprendiendo de lo que ha funcionado bien para estar mejor preparados ante futuras pandemias y amenazas a la salud pública. El Consejo Europeo apoya la idea de un tratado sólido sobre las pandemias. Bajo la presidencia italiana del Grupo de los Veinte (G-20), los países están reflexionando sobre la necesidad de alinear su política exterior con sus enfoques nacionales de «Una salud», ofreciendo incentivos para que otros países adopten las mismas medidas. Debemos asegurarnos de que estas propuestas multilaterales estén coordinadas y proporcionen enfoques equitativos e inclusivos. El éxito solo es posible con un financiamiento sostenible.

Para ser realmente eficaz, el tratado propuesto por los líderes mundiales debería ir acompañado de la creación de un servicio global de apoyo al enfoque “Una salud”. Este servicio, como parte de un ecosistema más amplio de mecanismos de financiamiento, podría aumentar y, lo que es más importante, sostener el gasto público, las inversiones privadas y aprovechar los recursos financieros para la prevención de enfermedades, sirviendo a los intereses de todos y protegiendo vidas y medios de subsistencia a escala mundial. Dado que un sistema mundial eficaz de “Una salud” es tan sólido como su eslabón más débil, este fondo debería fortalecer las capacidades de prevención en los países que más necesitan ayuda, generalmente los países de ingreso bajo y mediano.

Las pandemias no reconocen fronteras; invertir en prevención es el máximo bien público mundial. Dejamos el trabajo inconcluso cuando no actuamos durante los brotes anteriores. Si no aprendemos de nuestros errores tras las pandemias pasadas, pagaremos el precio cuando, y no en caso de que, suceda la próxima pandemia. La acción coordinada de la comunidad internacional es una necesidad indispensable. El Banco y la OIE, junto con otros asociados clave, analizan opciones para una arquitectura de financiamiento que proporcionará apoyo sostenido a las acciones eficaces del enfoque “Una salud” en todo el mundo para prevenir las enfermedades zoonóticas.

En pocas semanas, el G-20 celebrará la Cumbre Mundial de la Salud, una oportunidad para alcanzar acuerdos multilaterales concretos sobre la prevención de futuras crisis sanitarias en el mundo. Es hora de actuar con decisión y adoptar un enfoque proactivo y preventivo frente a las nuevas enfermedades para construir un sólido sistema mundial de “Una salud”. Solo así podremos romper el ciclo de pánico y falta de atención. La única manera de socavar los efectos de futuras pandemias.

Aprovechemos esta oportunidad para hacer de la prevención de enfermedades zoonóticas una prioridad, y comprometámonos con la creación de un mundo más sano, más seguro, más justo y más sostenible.

* Martien van Nieuwkoop, Director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Alimentación y Agricultura
** Monique Eloit, Director general of the World Organization for Animal Health

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