Después de los sismos ocurridos en septiembre pasado, los sismólogos mexicanos han enfatizado la imposibilidad de predecir este fenómeno natural, a la vez que la mejor herramienta contra el desastre es la prevención.

Pero… ¿por qué no se pueden predecir los sismos? Miguel Ángel Santoyo, sismólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), explicó que lo anterior se debe a que no se tiene la información estadística suficiente sobre los sismos registrados en el planeta a lo largo de su existencia.

Si los científicos tuvieran un registro histórico de muchos miles de años podrían generar quizás una estimación estadística de cuándo, dónde y de qué tamaño podrían ocurrir los sismos. “No obstante, no tenemos ese registro y no hay forma de obtenerlo”.

La historia sísmica que poseen los científicos es muy corta con respecto a esos posibles ciclos sísmicos, si es que los hay. “El periodo de tiempo del que tenemos registro es tan corto, que ni siquiera estamos seguros de que existan los ciclos sísmicos o no”.

Por ejemplo, dice, está el caso para cada segmento de la subducción de las placas de Cocos o de Rivera en la Norteamericana -tres de las cinco que interactúan en territorio mexicano- donde los científicos han registrado intervalos de incertidumbre del mismo tamaño que el supuesto periodo de recurrencia. “Es como decir que la recurrencia de sismos en la región es de 50 años, con una incertidumbre de más o menos 50 años. Por ello, con el conocimiento actual, no es posible predecir ningún tipo de terremoto”.

La única certeza que tienen los científicos es clara: los sismos y grandes terremotos seguirán ocurriendo, porque así ha sido a lo largo de la historia. “Cuándo, dónde y de qué tamaño, no lo podemos saber, pero seguirán y lo hemos visto estas dos semanas”.

La geometría de las placas de Cocos o de Rivera y su interacción con la Norteamericana, pero también con la del Pacífico y del Caribe, puede producir muchos tipos de sismos en distintos lugares de las zonas de contacto o ruptura.

“Los sismos del 7 y del 19 de septiembre -aunque no están relacionados- tuvieron mecanismos de falla muy similares, los dos ocurrieron dentro de la placa de Cocos y a una profundidad aproximadamente igual”. Esto no sólo permite entender el origen y mecanismo de los terremotos, sino además establecer puntos de instalación de sismógrafos y sensores, así como acciones de prevención, como alertas y mejoramientos en infraestructura.

Proliferación de la vida
Pero los científicos también saben que detrás de la dinámica que provocan los sismos, está la otra cara de la moneda, una muy alejada de la tragedia humana. El especialista en dinámicas de grandes terremotos explica que la tectónica de placas es la productora de la geomorfología de la Tierra y es gracias a ésta que tenemos corrientes oceánicas, que circulan por todo el planeta, clima, atmósfera y los mecanismos que generan lluvias y vientos.

“Si no existiera esa dinámica planetaria no habría vida en la Tierra, al menos no como la conocemos. La vida se sostiene en parte por la tectónica de placas, para que entre otros factores pueda haber montañas y no se aplanen con los efectos erosivos del agua, el Sol y la lluvia. De no ser por esta dinámica, todo estaría detenido”.

El investigador de la UNAM -institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico- aclara que, si bien no es el único factor, la tectónica de placas -la misma que genera los sismos, mas no los sismos en sí- ayuda a que la vida se mantenga y haya permitido la biodiversidad que conocemos.

“Es muy generalista, pero una parte de la tectónica sí contribuye al mantenimiento de la dinámica de la vida. No hay duda, sin tectónica probablemente no habría seres humanos”, concluyó.


Instala Cdmx Consejo Científico para la reconstrucción
El gobierno de la Ciudad de México (Cdmx) anunció la creación de un Consejo Científico para la Reconstrucción de la Ciudad de México, después de las afectaciones del sismo del 19 de septiembre. Este organismo estará conformado por instituciones académicas y gubernamentales.

Entre las acciones que el Comité Científico -que contará con un financiamiento inicial de 50 millones de pesos- está la evaluación de las temáticas en el tema de repoblación urbana, regulación de construcciones y reglamentos en la materia, revisión de protocolos de seguridad y cultura de uso de seguros, por mencionar algunas.

El Comité Científico Asesor está integrado por instituciones de educación superior del país y por centros de investigación nacionales, con el propósito de realizar estudios orientados a la formulación de recomendaciones de políticas públicas para la reconstrucción, recuperación y transformación de la Cdmx en su zona metropolitana. Este acuerdo se acompañará de un anexo técnico donde se especificarán los estudios e investigaciones puntuales a realizar.

A la instalación del Consejo acudieron algunos de los rectores de instituciones académicas que forma parte de éste: Enrique Graue Wiechers, de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam); David Fernández Dávalos, de la Universidad Iberoamericana (UIA); Eduardo Abel Peñalosa Castro, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y Enrique Fernández Fassnacht, director del Instituto Politécnico Nacional (IPN). También acudieron representantes del Centro de Investigación y Docencias Económicas (Cide) y del Instituto Tecnológico Autónomo de México (Itam), entre otros.

Mediante este Consejo, academia y gobierno fortalecerán la capacidad de resiliencia de la urbe ante cualquier sismo, dijo el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera.

“Resiliencia no es solamente que podamos reponer o sobreponer la emergencia, también es aprender como ahora estamos aprendiendo para las futuras generaciones; salir fortalecidos de esta prueba en la que a todas y a todos nos llena de emoción cuando recordamos este 19 de septiembre”, agregó.

Fernández Fassnacht señaló que esta iniciativa representa un paso importante para avanzar en las muchas tareas que gobierno, sociedad civil e instituciones de educación superior deben llevar a cabo de manera coordinada.

“La reconstrucción de lo dañado y sobre todo la construcción de una ciudad más segura y habitable, requiere de mecanismos que permitan coordinar adecuadamente los esfuerzos colectivos”, comentó.

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