Mutaciones virales, no siempre son malas

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Ciudad de México, 8 de abril de 2020.- La evolución de los virus es constante y veloz por eso nos sentimos abrumados, porque sus mutaciones genéticas ocasionan nuevas enfermedades, pero la verdad es que hay pocos tipos de virus y es muy raro que surja uno nuevo. En realidad, todos los virus que conocemos ahora son variantes de los preexistentes y están muy diversificados porque tienen la capacidad de infectar a varios grupos biológicos, pues hay para plantas, hongos o animales; sin embargo, entre más cercanos sean estos grupos, más rápida es la infección, explicó Antonio Lazcano Araujo para Conversaciones, en “Ciencia y el coronavirus” el nuevo portal del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, A.C.

No es de extrañar que los virus que atacan a un chimpancé brinquen hacia la población humana, porque a nivel molecular somos muy parecidos, los receptores de virus en ambas especies no son tan diferentes. Ahí tenemos el ejemplo del virus de inmunodeficiencia adquirida o VIH, al que le fue tan fácil brincar a nuestra especie porque tenemos los mismos receptores para ese virus, expuso el biólogo.

Así, los virus son viajeros sin pasaporte en la naturaleza pues están acostumbrados a brincar de una especia otra, ya que para ellos es un mecanismo de evolución. Siempre vemos a los virus como entes malignos en la biosfera, pero, en realidad, a veces son organismos simbiontes, es decir que se ayudan mutuamente, por ejemplo en la microbiota intestinal habitan virus y bacterias que han desarrollado un mecanismo de ayuda mutua, ahora indispensable en la nutrición de nuestro cuerpo.

Los virus son entidades que se meten a nuestras células y se multiplican aprovechando su maquinaria molecular, produciendo algunas veces una relación totalmente simbiótica con la célula sin matarla, pero en otras ocasiones sobre todo cuando brincan de una especie a otra pueden ser extraordinariamente dañinos. “Los virus generan distintas reacciones con su hospedero, a mi me gusta compararlos con prestamistas, el buen prestamista no ahoga a su deudor, prefiere que estemos atados a una deuda por años”, comentó el científico de la Unam.

Para ejemplificar las distintas reacciones, Lazcano relató la anécdota de los conejos en Australia, un continente en donde estos animales no existían y nunca evolucionaron con el ambiente. Así cuando se introdujeron al continente en el siglo XIX comenzaron a multiplicarse hasta convertirse en una peste tan grande que al no tener depredadores no se podía regular la población pues el ambiente no los había diseñado. Ante este problema, los humanos introdujeron un virus para matar a los conejos, lo que trajo una carnicería brutal.

Y pasado el tiempo se observó un fenómeno fascinante: la cepa de ese virus se había diversificado, y había conejos que cuando eran infectados inmediatamente morían y otros se veían medio débiles, pero sobrevivían; es decir, se dio una coevolución entre los virus y los conejos. “Lo que pasa con el Covid-19 y nosotros es una situación equivalente. Hay un virus que normalmente habitaba en murciélagos, brincó a otra especie de animal que aún no sabemos cuál es, y de ahí a los humanos”, dijo el científico mexicano con mayor número de publicaciones en las revistas Science y Nature.

La población humana, al igual que los conejos, no tenía memoria de esa infección por coronavirus y el resultado es la devastación que estamos viendo en este momento. Y hay personas que quedan ser infectadas y no sobreviven, otras sí y terceros que ni se dan cuenta que estuvieron infectados. Es un espectro de reacciones que tiene que ver con la condición subyacente.

Coevolución
Eventualmente, la coevolución entre el Covid-19 y los humanos se va a dar, pero tienen que transcurrir muchos años. “Si nosotros analizamos el ADN humano, nos daremos cuenta de que, en nuestro material genético, hay rastros de virus que nos infectaron en el pasado. Por ejemplo, los humanos somos placentarios, que si uno ve la placenta en un microscopio se da cuenta de que es una célula grandota con dos núcleos que estaba a punto de dividirse… pero no lo hizo”, mencionó el especialista en biología evolutiva.

El gen encargado de producir esa gigante célula es un gen que encontramos en los retrovirus como el del Sida, eso quiere decir que hace miles de millones de años, antes de que nos separáramos los chimpancés de los humanos, o los primates de los elefantes, o los elefantes, los primates y los ratones, ya nuestro grupo biológico había sido invadido por un retrovirus y los genes que traía fueron aprovechados por la evolución biológica. Este es un tipo de coevolución profunda, pero también existen otros virus que pasan por nuestro cuerpo sin pena ni gloria.

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