Animales y humanos somos capaces de sentir dolor físico y emocional

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Ciudad de México, 26 de septiembre de 2018.- El ser humano se ha considerado superior a otras especies por milenios, pero la realidad que es que es un animal en medio de otros muchos que coexisten sobre la Tierra. Así, para desmentir este falso argumento de superioridad, los científicos han intentado probar que, así como nosotros, los animales también son capaces de sentir dolor físico y emocional.

De acuerdo con Elizabeth Téllez Ballesteros, del Instituto de Investigaciones Filosóficas, la idea de la superioridad humana, que proviene del hecho de que nuestro cerebro es más grande que el de otras especies ha perdido credibilidad gracias a ciencias como la etología o las neurociencias, las cuales se han encargado de estudiar los fenómenos que ocurren en ese órgano tan importante, por un lado, y del comportamiento de los animales, por otro. La comunidad científica ha encontrado que, pese a las diferencias morfológicas necesarias, humanos y el resto de los animales tenemos la misma capacidad sensitiva.

El dolor es la respuesta a una amenaza y es una estrategia de nuestro cuerpo para mantenernos con vida. Somos capaces de sentirlo porque en nuestro cuerpo tenemos “nociceptores” que son receptores de estímulos nocivos que se encuentran por todo nuestro cuerpo, así al captar algún estimulo doloroso, la señal viaja hasta nuestra médula espinal, que manda una señal de regreso al nociceptor para enviar mensajes como “cuidado, te estás quemando”. Este es el primer nivel de percepción del dolor.

El segundo nivel de dolor produce, además alguna reacción emocional como el llanto, porque la señal viaja hasta el sistema límbico, ubicado en nuestro cerebro y es el sitio que se encarga de regular las emociones.

El tercer nivel de dolor ocurre al nivel de la corteza en el cerebro, provocando que el dolor que sentimos sea analizado por nuestro cerebro para entender por qué sentimos dolor, qué lo causó y cómo evitarlo.

“Estos tres niveles de percepción del dolor lo tienen tanto los humanos como los animales, y lo más sorprendente que se ha visto en pruebas es que los animales aprenden más rápido que los humanos a evitar esas situaciones que les causan dolor», dijo la especialista en bioética.

Otra evidencia científica para corroborar que la capacidad sensitiva de humanos y animales era la misma es la “sustancia P” que se libera después de que nos hemos lastimado. “Estas mismas sustancias son secretadas por los animales. Al igual que las sustancias para aliviar el dolor como la serotonina y la dopamina”.

Asimismo, los animales también son capaces de sentir el estrés. “Se ha observado que los animales encerrados en zoológicos en ocasiones mueven la cabeza para secretar sustancias que alivien el dolor que les causa el encierro, además de la frustración que sienten”, dijo.

Finalmente, puntualizó que todos sentimos dolor, pero lo comunicamos de maneras distintas: mientras algunos unos chillan otros lo hacen en silencio, pero aceptar que los animales pueden sentir dolor nos lleva a replantear nuestro esquema de relación con ellos.

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