Ciudad de México, 20 de febrero de 2020.- Los humanos hemos existido en el planeta desde hace unos 195 mil años, que si lo comparamos con la edad de la Tierra (aproximadamente 4 mil 567 millones de años), nuestra existencia es apenas un parpadeo que está ocasionando cambios abruptos en este planeta. Para empezar, el clima se está volviendo… algo extremo. A partir del inicio de este milenio se produjeron 10 de los años más calurosos jamás registrados desde nuestra aparición como humanos modernos y las inundaciones que ocurrían cada 100 y 500 años ahora suceden una vez cada 10 años. La era del Antropoceno es está, donde la actividad humana ha inducido cambios en la Tierra que antes ocurrían de forma pausada.

Los humanos tomamos decisiones con base en nuestro concepto de tiempo, lo que actualmente nos tiene enfrentando una de las mayores crisis ambientales. “En el mundo entero, los seres humanos mueven ahora más rocas y sedimentos que todos los ríos de la Tierra juntos: tanto a propósito, mediante actividades como la minería, como de forma involuntaria, cuando el ritmo de la Tierra que acelera la erosión por medio de la agricultura y la urbanización”, escribió la geóloga de la Universidad de Lawrence, Marcia Bjornerud.

En su libro “Conciencia del tiempo. ¿Por qué pensar como geólogos puede ayudarnos a salvar el planeta?”, la autora explica que nuestros hábitos tienen consecuencias que serán irreversibles. “Cuando la gente me pregunta si el planeta se acabará, solo les contesto: El planeta seguirá, ya en el tiempo geológico hemos visto que la Tierra se ha sobrepuesto a diversos eventos catastróficos y se recupera a lapsos de millones de años, los humanos son los que estamos en peligro”. Por lo que poner en práctica la conciencia del tiempo desde un punto de vista geológico puede transformar nuestras relaciones con la naturaleza, con nuestros semejantes y con nosotros mismos.

Los humanos como parte de una sociedad tecnológica, estamos convencidos de que la naturaleza es algo que está fuera de nosotros y no somos capaces de empatizar, ni de comunicarnos con ella, aun cuando la Tierra está hablándonos todo el tiempo. “Tenemos una relación casi autista con la Tierra, somos rígidos en nuestra manera de ser sabios y disfuncionales en otros aspectos porque, erróneamente, consideramos que estamos separados del resto del mundo natural”, se lee la opinión de Marcia Bjornerud.

En entrevista, Ricardo Barragán, director del Instituto de Geología de la Unam reveló que en el pasado geológico han ocurrido cambios climáticos similares a los de ahora y que si bien, estos cambios fueron naturales se dieron en lapsos de millones de años, mientras que nuestros hábitos de consumo a partir de la revolución industrial los han acelerado a décadas.

El libro hace énfasis en que los años fiscales y los periodos legislativos imponen una actitud con miras muy estrechas en lo concerniente al futuro. “En este sentido las políticas públicas con esta conciencia del tiempo geológico se hacen muy necesarias, porque podemos entender que estos cambios son naturales, y nos orienta para tomar decisiones con miras a largo plazo”, puntualizó. El libro recientemente publicado en México por la editorial Grano de Sal se presentó hoy.

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