Washington, D. C., 4 de junio de 2023.- Cuando las generaciones futuras compartan la historia de la contaminación causada por los plásticos, incluirán imágenes de tortugas asfixiándose con desechos plásticos, alejarán el zum para mostrar playas y comunidades saturadas de basura y harán una panorámica de informes médicos que exponen la presencia de microplásticos en el torrente sanguíneo de una persona promedio. Este es un relato que comenzó como una crisis ambiental y rápidamente se transformó en una crisis económica y sanitaria. Y es uno que se entrecruza con la triple crisis planetaria a la que nos enfrentamos hoy: de la biodiversidad, del clima y de la contaminación. Estamos a punto de escribir el siguiente capítulo importante de esta historia.
Sabemos que la contaminación causada por los plásticos debe acabarse. De los 460 millones de toneladas de plástico producidas en 2019, se desecharon 353 millones de toneladas. Tirar este desecho incluye algo bueno (el reciclaje, aunque a nivel mundial es menos del 9%), algo malo (el 50% termina en basureros no administrados) y algo horrible (el resto simplemente acaba contaminando el medio ambiente).
Sabemos que evitar, minimizar, mitigar y desechar adecuadamente los desechos plásticos no es sencillamente tener un buen sentido cívico. Se trata de una necesidad. Demasiados municipios no pueden permitirse únicamente gestionar las actuales cargas de basura, que los empujan a la bancarrota y ponen a prueba su contrato social.
Más allá de las comunidades llenas de basura, los microplásticos están literalmente “cayendo” del cielo y se encuentran en las cimas de las montañas y en nuestros océanos. Los microplásticos y los productos químicos tóxicos (aditivos en los productos plásticos) se han introducido en nuestros alimentos y en nuestros cuerpos y los efectos en la salud a largo plazo están por verse.
Ahora sabemos que no podemos simplemente reciclar para solucionar la contaminación causada por los plásticos, que tiene su propia serie de desafíos. En el camino de salida de este tipo de contaminación se deben priorizar estrategias como reducir nuestro consumo general de plásticos de un solo uso y aumentar la reutilización, que ofrece la mejor oportunidad para un cambio a gran escala. También debemos averiguar cuál es la mejor manera de actuar en la etapa posterior de los desechos residuales (y, a menudo, tóxicos). Las tres etapas del ciclo de vida del plástico (anterior, intermedia y posterior) están incluidas en las recientes conversaciones de la segunda sesión del Comité Intergubernamental de Negociación para elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos, por ejemplo, en el medio marino (INC-2).
Dos temas son el hilo conductor de los debates del INC-2:
• Primero, ¿cómo es el éxito? Parámetros sólidos y flexibles en el área de los plásticos permitirán a los países y las empresas establecer objetivos, evaluar los puntos de referencia y cuantificar los avances. Los datos de mejor calidad pueden además atraer inversiones. Será fundamental garantizar que estos parámetros sean adecuados para los países con pocos datos, con poca capacidad y escaso presupuesto para monitorear o rastrear la contaminación causada por los plásticos.
• Segundo, ¿dónde encontrarán los países financiamiento adicional para cumplir con los objetivos y compromisos establecidos en el marco de un nuevo instrumento para poner fin a la contaminación por plásticos? Los presupuestos nacionales no serán suficientes. El financiamiento público y el capital privado internacionales serán claves para tener éxito. El primero debe ser accesible a un precio adecuado y focalizarse adecuadamente. Se puede usar para ayudar a orientar las políticas y fortalecer los mercados. El capital privado puede traducirse en innovación tecnológica y ser recaudado a través de esquemas de responsabilidad ampliada del productor, tarifas e impuestos.
Cuando el mundo busca soluciones viables para la crisis de la contaminación por plásticos, quiero abogar por otra consideración clave: esto es, que las soluciones no penalicen a los países o a las comunidades pobres de cada país. Los plásticos han sido una gran ayuda para el desarrollo, ofreciendo a menudo maneras portátiles, disponibles y baratas para que las comunidades tengan acceso a bienes básicos y recursos, generen riqueza y contribuyan al crecimiento. En muchas comunidades y para muchas microempresas y empresas pequeñas, los plásticos de un solo uso suelen ser la única forma disponible y asequible para seguir con su vida cotidiana, hacer negocios y ganar dinero. Debemos diseñar soluciones teniendo en cuenta las necesidades y realidades de las comunidades más pobres, para asegurar una “transición justa”.
La gestión de los desechos plásticos pondrá a prueba el concepto de que es posible que las economías funcionen para todos, en todas partes, y que el crecimiento económico puede ayudar a poner fin a las crisis ambientales, en lugar de causarlas. La gestión de los residuos plásticos es el siguiente paso hacia las economías verdes, resilientes e inclusivas (economías circulares) del mañana.