Adrianna Quintero, directora ejecutiva de Voces Verdes
Washington, D.C.- Sin lugar a duda, el huracán Harvey ha sido una catástrofe histórica. Además de ser un huracán con vientos devastadores, se convirtió en una tormenta tropical extrema la cual castigó a Texas con lluvias nunca vistas. Yo personalmente viví de primera mano un huracán devastador cuando el huracán Andrew azotó a Miami en agosto de 1992. Andrew llegó a Miami como un huracán de categoría 5, la más alta en la escala. Comunidades enteras fueron literalmente arrasadas. Miles de personas perdieron todo.
Tal como Andrew, Harvey ha sido un huracán devastador que dejó daños costeros derivados de los fuertes vientos y un aumento en el mar; sin embargo, a diferencia de Andrew, Harvey ha castigado a Texas con aguaceros casi permanentes de, al menos, 21 trillones de galones de lluvia. Las imágenes del sufrimiento humano son trágicas. Las historias de sobrevivencia y rescates por ciudadanos comunes y corrientes son esperanzadoras. Se han perdido vidas. Familias se han visto forzadas a dejar sus hogares, algunos han sido separados y miles se preguntan “¿qué vendrá después?”. Incluso, los albergues de emergencia han comenzado a inundarse y más inundaciones se esperan. La limpieza y reconstrucción quizá tomen años.
Huracanes como Harvey representan una amenaza inmediata y a largo término para la salud pública, ya que dejan en su camino enfermedades infecciosas, contaminación del agua, contaminación del aire, cortes de energía, moho, disrupción económica y laboral y estrés mental. Para la gente vulnerable como los niños y los ancianos o aquellos que tienen problemas de salud, estos impactos son todavía más severos.
Aún sin inundaciones, tener que abandonar nuestro hogar representa una disrupción física y mental ya que nos hace sentir vulnerables. La pérdida de un hogar también trae retos laborales y escolares. Para las comunidades de bajos ingresos, estos impactos son mucho más severos y permanentes.
Algunas de las comunidades más abatidas por Harvey son de bajos ingresos y comunidades de grupos étnicos como la comunidad de Harrisburg/Manchester donde el 97% de los residentes son personas de etnias y 37% de ellas viven en la pobreza. Incluso aquellos que no viven “oficialmente” en la pobreza, se ven afectados por otras injusticias ambientales que se empeoran con desastres como este. Un estudio realizado por Tejas y la Unión de Científicos Responsables, encontró que el 90% de la población en Harrisburg/Manchester, vive a una milla de una instalación industrial -muchas de las cuales ya han reportado el desecho de sustancias químicas peligrosas, mientras que algunos complejos de petróleo y gas que fueron dañadas por la tormenta han desechado más de dos millones de libras de químicos peligrosos causantes de cáncer, tales como el benceno y el óxido de nitrógeno que puede causar problemas como tos, resfríos, gripes y bronquitis, agregando nuevas amenazas a dificultades de Houston.
Los arrendatarios de bajos ingresos son también un grupo especialmente vulnerable ya que enfrentan la pérdida de sus hogares y pertenencias y cuentan con pocos recursos para reemplazarlos. Más allá de eso, la recuperación y reconstrucción de las viviendas para personas de bajos ingresos será la más difícil y, a la vez, una de las más importante tareas de recuperación para una región con tan altos índices de pobreza e inequidad. Para las comunidades de bajos ingresos que fueron impactadas el camino a recorrer será largo.
Aunado a lo anterior, Texas alberga a la segunda población más extensa de latinos con 9.8 millones de latinos en el área. Además, el área metropolitana de The Houston-The Woodlands-Sugar Land, es hogar a 2 millones 335 mil hispanos – el 36.4% de la población – muchos de los cuales enfrentan barreras económicas y de lenguaje que impiden su acceso a servicios y ayuda pública. Sin embargo, los que enfrentan la situación más extrema, son los inmigrantes indocumentados. Medidas antimigratorias de la Administración Trump han causado miedo entre la comunidad latina y aún entre aquellos que cuentan con estatus de protección gracias a la Ley Dream, la cual protege a jóvenes indocumentados quienes ahora temen buscar ayuda por temor de ser deportados. La mayoría de los inmigrantes indocumentados también temen solicitar cualquier tipo de ayuda por daños o pérdidas de propiedad y se verán forzados a comenzar de cero.
Así que una vez más, aquellos que tienen que luchar para superar y salir de la pobreza, aquellos que ya sufren discriminación, aquellos que batallan con enfermedades, son los que sufren más en estos desastres. Mientras que los desastres no discriminan por sí mismos, la manera en que se han desarrollado nuestras ciudades y políticas, sí lo hacen.
Todos tenemos responsabilidad cuando se trata de proteger nuestro entorno ambiental ya que todos dependemos de él. El cambio climático está provocando huracanes más intensos, más húmedos y más severos ya que el aire caliente mantiene más humedad, lo que alimenta una mayor precipitación en las tormentas, resultando en el incremento de lluvias y riesgos por inundación.
Políticas propuestas por la Administración Trump que ignoran la realidad del cambio climático nos ponen a todos en riesgo y el precio de ello puede ser visto en todo el mundo. En los Estados Unidos, el impacto del cambio climático es ahora claro, costoso y extenso. Mientras que aún puede ser muy pronto para afirmarlo, Harvey muy probablemente nos costará cientos de billones de dólares y una cantidad inmensurable de impactos humanos.
A pesar de que ninguna tormenta puede atribuirse al cambio climático, ignorar el hecho de que el cambio climático y el desarrollo inequitativo y no sostenible nos pone en mayor riesgo y es irresponsable. Solamente cuando enfrentemos la realidad y dejemos de depender en los combustibles fósiles y comencemos a desarrollar comunidades sostenibles y habitables para todos, sin discriminar por raza o estatus socioeconómico seremos realmente capaces de protegernos de los peores impactos del cambio climático y dejar de sacrificar, otro tajo de vidas, esperanzas y sueños.