Los poblados de Altar, Sonora, y Ocampo, Coahuila, tienen un lugar primordial en la historia agraria de México. El primero de ellos por ser base de un importante desarrollo agropecuario regional; el segundo, por ser la sede del Pacto de Ocampo, el primer mecanismo político que el gobierno federal utilizó para controlar a las organizaciones campesinas nacionales y utilizarlas como voto útil en los distintos comicios electorales, nacionales o estatales.

Tienen en común que ambos municipios se ubican en los límites con Estados Unidos y, aunque pertenecen a dos entidades federativas diferentes, las dos se encuentran en pleno desierto mexicano donde el rigor del clima sólo lo conocen quienes los habitan o los que, por alguna razón, los han visitado.

Conocí a Altar durante una gira de trabajo en el verano de hace unas tres décadas; a Ocampo, pocos años después de que, en este lugar, el presidente Luis Echeverría creara en Pacto de Ocampo, el 24 de diciembre de 1974, sitio en el que Echeverría pasó la Nochebuena. A ambos poblados regresé algunas veces, en años posteriores.

Oficialmente, la media de temperatura es alrededor de los 20 grados centígrados, pero en verano supera los 40 grados centígrados lo que obliga a que el día laboral empiece a las 2 de la mañana y termine a las 8 am. Después de esta hora es común que, al asomarse a la calle, se divisen olas de calor como si fueran listones de color que cruzan a esas poblaciones.

Este inclemente calor podría ser más fuerte en los próximos años, a causa del cambio climático, ya que, según el estudio “México: un país altamente vulnerable”, indica que “los escenarios de cambio climático que se estiman para México en el periodo 2015 y 2039 prevén temperaturas anuales superiores debido a un incremento de 2 oC en el norte del país, mientras que en la mayoría del territorio podrían aumentar en 1 y 1.5 grados”.

El documento se conoció hoy, durante la inauguración del 2º Encuentro Nacional de Respuestas al Cambio Climático: Innovación en Ciencia y Tecnología, realizado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc).

El texto citado trae otros datos, verdaderamente preocupantes para México. Refiere, entre otros, “que entre 1970 y 2013, de los 22 ciclones de categoría 3 o más en la escala Saffir-Simpson que afectaron las costas mexicanas, 10 ocurrieron en los recientes 12 años, mientras de las sequías, en lo que va del sigo, se han presentado cinco importantes entre 2000 y 2013. En algunos casos, la sequía ha sido tan grave que han afectado grandes extensiones del país, como en 2011, cuando afectó al 90 por ciento del territorio nacional”.

En cuanto al nivel del mar, “también se ha elevado en muchas zonas costeras. De 17 sitios estudiados en el Golfo de México y el Pacífico, entre 1950 y 2000, se destacan elevaciones observadas en Ciudad Madero, Tamaulipas, hasta de 9.16 milímetros por año, y en Guaymas, Sonora, con 4.23 milímetros por año”.

Reseña, igualmente, los altos costos económicos y sociales del cambio climático en México. “Tan sólo entre 2001 y 2013, los afectados por fenómenos hidrometeorológicos fueron alrededor de 2.5 millones de personas y los costos económicos sumaron 338 mil millones de pesos”.

Las posibles soluciones o, al menos su menor impacto negativos entre la población, estarán las mesas de los debates esta semana dentro del encuentro nacional de respuestas al cambio climático en México.

Durante la inauguración, tanto el titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano Alamán, como la directora general del Inecc, Amparo Martínez Arroyo, y demás especialistas participantes, insistieron en el hecho de que el cambio climático es una realidad y que para darle respuesta se requiere de la población de la sociedad en su conjunto.

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