Ciudad de México, 11 de octubre de 2019.- Más de la mitad de la población mexicana se encuentra altamente expuesta a riegos por fenómenos naturales (68%) y aunque nuestro país cuenta con el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que destina como mínimo 0.4 por ciento del gasto programable para atención, recuperación y reconstrucción, el aprobado supera al ejercido debido sobre todo a la ausencia de una gestión de riesgo de desastres (GDR) prospectiva.

Por ejemplo: de acuerdo con el Banco Mundial, en 2015, las pérdidas anuales por desastres asociados con ciclones tropicales, sismos, tsunamis e inundaciones en el planeta se estimaron en 314 mil millones de dólares (mmdd) en infraestructura urbana, cifra que podría aumentar a 415 mmdd para el año 2030. Para México esto supone un gasto equiparable a 71 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Y es que no todos los países tienen la resiliencia fiscal que se necesita para enfrentar los riesgos por fenómenos naturales, es decir, los ahorros reservados para cubrir el impacto de un desastre y los fondos para su recuperación; por lo que la Gestión del Riesgo de Desastres (GRD) que incluye acciones preventivas, de preparación y de mitigación del riesgo de desastres y también abarca trabajos de reacción, respuesta y atención a las víctimas se vuelve la mejor opción.

El GRD se enfoca en la causa del daño pues parte de la idea de que los desastres son una construcción social derivada de fallas en la interacción de las sociedades con su entorno natural y, como tal, el impacto negativo que generan puede prevenirse o disminuirse.

Cat Bond
En 2006, debido a una modificación en las reglas de operación del Fonden se permitió que México iniciara una estrategia de aseguramiento a nivel país ante desastres, posicionándolo como pionero en este tipo de mecanismos cuando emitió el primer bono catastrófico (Cat-Bond) soberano del mundo con cobertura para sismos.

En 2009, la protección civil en México fue elevada a instancia de Seguridad Nacional y se renovó el Cat Bond, el cual añadió al esquema los huracanes en el Atlántico y en el Pacífico. En 2012 y 2017 se emitieron Cat Bonds de nueva cuenta, y el más reciente aseguró al país por 360 mdd por tres años, el más grande en México hasta hoy.

Una de las críticas a los Cat Bonds mexicanos es que a pesar de que desde 2006 se ha adquirido este esquema y que se han presentado fenómenos que generan pérdidas considerables, solamente se ha cobrado en dos ocasiones: en 2015, por el huracán Patricia categoría 5, y en 2017, por el sismo del 7 de septiembre, categoría 8.2 lo que se debe a que otros eventos no han cumplido los parámetros establecidos por las partes.

El mayor reto desde el punto de vista de la GRD consiste en pasar de un esquema de gestión de desastres a uno de gestión integral del riesgo de desastres, es decir, de un diseño de atención reactivo a otro más completo y que incluya medidas prospectivas estratégicas a largo plazo. Es fundamental mejorar el entendimiento de los riesgos, fortalecer la prevención y la planificación para proteger a las personas, así como afianzar la gobernanza y la rendición de cuentas, para evitar la corrupción y garantizar que los recursos públicos que se invierten en protección civil se usen de forma correcta.

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