Ciudad de México, 23 de septiembre de 2020.- Los índices de contaminantes atmosféricos en el Valle de México, durante el pasado confinamiento que abarcó de abril a, parcialmente, julio y agosto, se tomarán como referencia para mejorar la investigación y, con mayor conocimiento, enfrentar esos malos aires en las próximas temporadas invernal y primaveral, que van de mediados de noviembre a mediados de mayo, caracterizadas por clima seco e inversiones térmicas que favorecen la elevación de niveles contaminantes.

Lo anterior fue una conclusión a la que llegaron estudiosos medioambientales participantes en el Taller virtual “Hallazgos científicos sobre la calidad del aire durante Covid-19”, organizado por la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat), el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc) y la Comisión Ambiental de la Megalópolis (Came).

Amparo Martínez Arroyo, directora general del Inecc, resaltó que estamos en una nueva era en donde la academia, las organizaciones de la sociedad civil y las dependencias de gobierno deben trabajar en conjunto para encontrar soluciones basadas en el conocimiento y compartirlo con la sociedad, para tener una participación más informada.

“En el aire se reflejan todas nuestras actividades, pero durante la pandemia también se ha reflejado la ausencia de actividades y se pudo dar registro y medición de procesos relacionados con la calidad del aire. En México, la pandemia ocurrió en la temporada de generación de ozono y de incendios, lo que fue otra oportunidad de dar seguimiento”.

Destacó también que: “Con el cambio climático se esperan muchos eventos regionales y globales y esto también es un ensayo de respuestas y búsqueda de medidas de prevención”. Asimismo, recordó que es momento de demostrar que los estudios de calidad del aire deben ser integrales, donde las disciplinas y especialidades converjan.

Luisa Tan Molina, del Molina Center for Energy and Environment, MCE2, presentó una serie de preguntas científicas sobre la relación entre los procesos atmosféricos, calidad del aire y la emergencia sanitaria por la Covid-19. Una de las conclusiones que arrojó este ejercicio participativo es que existe evidencia de la relación directa entre la mala calidad de aire y su impacto en la salud de la población y, en especial, al incrementar la susceptibilidad ante la pandemia por Covid-19.

Horacio Riojas Rodríguez, director de Salud Ambiental del Instituto Nacional de Salud Pública, señaló que la contaminación del aire, además de afectar el tracto respiratorio, incide en algunas enfermedades del sistema neurológico, el corazón, la piel, e incluso el sistema reproductivo.

Oscar Augusto Peralta Rosales, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA-Unam), resaltó que pese al menor consumo de gasolinas por la disminución del uso de vehículos privados y de transporte público, el ozono no disminuyó en igual proporción, por lo que se debe poner mayor atención en otras fuentes contaminantes no móviles.

Iván Yassmany Hernández, también investigador del CCA-Unam, comentó que, pese a la reducción de actividades, durante la segunda fase de la pandemia, del 17 de marzo al 20 de abril, en términos generales la disminución de los principales contaminantes (NO2, PM2.5, PM10, SO2) fue del 16% y durante la tercera fase, del 21 de abril al 31 de mayo, mostró una disminución mayor del 30% en algunos de ellos.

Al inaugurar el evento, María Luisa Albores González, titular de la Semarnat, destacó el trabajo conjunto que desarrollan la dependencia a su cargo, la Secretaría de Salud, el Instituto Nacional de Salud Pública (Insp), el Inecc y la CAMe, para conformar una agenda en materia de calidad del aire y salud, la cual permitirá al gobierno federal estar preparado para identificar y prevenir escenarios en los que, debido al incremento de las actividades económicas y sociales, se eleven de manera simultánea los contaminantes del aire, la influenza estacional y ahora los contagios derivados por Covid-19.

Consideró que este taller de reflexión es un ejemplo de cómo en los episodios más difíciles, el conocimiento científico se convierte en una brújula para tomar mejores decisiones a favor de la población, por lo que exhortó a que las herramientas que se desprendan del mismo sean utilizadas para responder mejor a la emergencia sanitaria y sus desafíos en materia ambiental, poniendo siempre en el centro las necesidades de las personas.

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