Dr. Mercola

Estados Unidos, 30 de abril de 2023.- En los últimos años, se ha comprendido mejor el verdadero costo de las prendas de vestir económicas y la denominada «moda rápida» y, con ese conocimiento, se ha hecho un llamado para hacer el cambio.

Las investigaciones revelan que la industria de la ropa es una importante fuente de contaminación ambiental -según algunas estimaciones, es la quinta industria más contaminante del mundo- y el consumo excesivo tan solo es uno más de estos problemas. Por lo que, aunque en el pasado, la industria de la moda ha maniobrado considerablemente para pasar desapercibida, tanto los ecologistas como los expertos de la industria ambientalmente conscientes han empezado a atenuar verdaderamente estos problemas.

Como lo señaló la fundación Ellen Macarthur: «Ha llegado el momento de hacer la transición a un sistema textil que dé mejores resultados económicos, sociales y ambientales. El informe ‘A new textiles economy: Redesigning fashion’s future’, delinea una visión y establece ambiciones y acciones, fundamentadas en los principios de una economía circular —con el plan de atenuar el impacto negativo y captar una oportunidad económica de 500 mil millones de dólares, al transformar verdaderamente la manera en cómo se diseñan, venden y utilizan las prendas de vestir».

En el pasado, realmente no pensaba mucho acerca de la ropa que vestía y me sorprendió enterarme del daño para la salud y el medioambiente que se producía a causa de la «moda rápida». Ahora, me he dedicado a apoyar y comprometerme con el movimiento responsable y regenerativo de «Care What You Wear», a través de desarrollar la Playera Ecológica ([o Dirt Shirt] ropa orgánica cultivada y confeccionada en los Estados Unidos) -y Sito: ropa orgánica producida responsablemente fuera de los Estados Unidos.

Este año, considere seriamente limpiar su guardarropa. Recuerde que ser un consumidor consciente no solo se limita a los alimentos y productos para el hogar. Sus prendas de vestir podrían constituir una fuente de sustancias químicas peligrosas y los artículos de moda rápida fabricados a bajo costo tienen enormes consecuencias en el medio ambiente y las personas que trabajan en la industria. Como consumidor, sus elecciones le ayudarán a orientar a la industria de la ropa hacia procesos de fabricación más humanos y ambientalmente saludables.

Venta de prendas de vestir se encuentran en sus máximos niveles
De acuerdo con el informe presentado, creado por la Iniciativa de Fibras Circulares, impulsada recientemente por la Fundación Ellen MacArthur, si bien, la venta de prendas para vestir se encuentra en sus máximos niveles, el uso de ropa ha disminuido dramáticamente, lo que es lógico si consideramos que, una sola persona puede usar muchas prendas de vestir en un año. Además, es posible que la mayoría de nosotros tengamos un conjunto de ropa que realmente nos gusta y que terminamos utilizando repetidamente.

Entre 2000 y 2015, la venta de prendas para vestir alcanzó sus niveles máximos, al duplicarse la cantidad de 50 mil millones a 100 mil millones de unidades. Como resultado, disminuyó significativamente la cantidad promedio de veces que se utiliza una prenda para vestir antes de ser descartada. Como señala el artículo presentado, «el crecimiento constante de la producción está intrínsecamente relacionado con un menor uso de cada artículo, lo que ocasiona a una extraordinaria cantidad de desperdicio».

Las estimaciones sugieren que más de la mitad del total de las compras de ropa se desecha en menos de un año. Por increíble que parezca, una empresa de moda británica les recuerda a sus clientes que ¡un vestido solo permanece en el guardarropa de una mujer por cinco semanas!. Como señaló Lucy Siegle, quien hizo esta contundente observación, «ahora, la forma en que nos vestimos, prácticamente, es muy diferente a como se comportaban las generaciones anteriores, para quienes una prenda de vestir podría utilizarse durante décadas».

El resultado de tratar la ropa como un artículo desechable, de un solo uso, es un problema de desperdicio que se ha extendido rápidamente y es difícil de solucionar. Cada segundo, los basureros queman el equivalente a un camión de basura lleno de ropa, y ya que, por lo general, los tejidos fueron teñidos o tratados con sustancias tóxicas, básicamente, son desperdicios tóxicos. Menos del 1% de los tejidos descartados son reciclados y reutilizados. La creciente contaminación plástica y química es otro efecto secundario de la moda rápida.

«El uso de sustancias posiblemente riesgosas en la producción de tejidos tiene un impacto importante en la salud de los agricultores y trabajadores de las fábricas, así como en el medio ambiente circundante. Recientemente, se ha estimado que, durante el tiempo de uso, se elimina medio millón de toneladas de microfibras de plástico, al lavar las prendas de vestir, las cuales terminan en el océano y, finalmente, entran en la cadena alimenticia…», señala la fundación.

Introducción de una nueva economía textil
Para abordar estos inconvenientes, el informe presentado muestra una nueva modalidad de economía textil en la que los tejidos «vuelven a entrar en el ciclo económico, después de ser utilizados, y nunca son desechados». Las cuatro piedras angulares de esta nueva economía involucran:

• Eliminar las sustancias tóxicas utilizadas en la producción textil y rediseñar los materiales para evitar el desprendimiento de microfibras
• Cambiar la forma en que se diseña, comercializa y utiliza la ropa, para evitar la moda desechable
• Mejorar el reciclaje de tejidos
• Hacer una transición a insumos renovables, para evitar el desperdicio de recursos que no se renuevan

La diseñadora de moda, Stella McCartney, quien coorganizó la presentación del informe, indicó: «Lo que realmente me entusiasma de ‘una nueva economía textil, a través de rediseñar el futuro de la moda’ es que, proporciona soluciones a una industria que emite una increíble cantidad de desperdicios y es nociva para el medioambiente. El informe proporciona una guía para que podamos crear mejores negocios y regenerar el medioambiente. Esto abre el debate que nos permitirá encontrar una manera de trabajar juntos para renovar nuestra industria y el futuro de la moda y del planeta».

Campaña Care What You Wear
De hecho, simplemente, debemos comenzar por preocuparnos acerca de qué tipo de ropa compramos, y es por eso que participo y hago contribuciones, que provienen de mis Playeras Ecológicas -hechas de algodón 100% orgánico con certificación Gots, cultivado de manera sostenible en Texas- para la campaña Care What You Were.

Para obtener más información sobre este proyecto, visite los sitios web dirtshirt.org y changingclothes.org. Ya han quedado atrás los días en que la moda se fundamentaba en la apariencia. Actualmente, se ha suscitado un cambio real hacia la moda que también hace el bien en y para el mundo.

Según explicó Marci Zaroff, fundadora de la primera fábrica textil certificada orgánicamente en los Estados Unidos: «Esto no es tan diferente del Movimiento Farm to Table, sobre el cual las personas señalan: ‘¿De dónde provienen mis alimentos? ¿Cómo se cultivan y producen?’… Hemos despertado nuestro principio interno. Hemos despertado ese deseo de saber lo que ponemos e introducimos en nuestros cuerpos, como una extensión de nosotros mismos. No solo es lo que comemos; también, se trata de que, lo que utilizamos es parte de nosotros. Tenemos que pensar en los tejidos de la misma manera en como lo hacemos con los alimentos». El resultado de esto es que, las prendas de vestir hechas con responsabilidad, con tintes que no son tóxicos (o sin tintes) y materiales orgánicos, también es algo satisfactorio. Existe una diferencia real en la calidad y cuando una prenda de vestir es de excelente calidad, disminuye la necesidad de desecharla después de utilizarla varias veces.

De hecho, a menudo, la ropa de alta calidad mejora con el uso, en vez de convertirse en prendas deficientes y deformadas, decoloradas, desgastadas y que no se ajustan bien al cuerpo, después de algunas lavadas.

El problema con el cuero
Otros diseñadores y científicos textiles han abordado los problemas de la industria de la moda desde otro ángulo, al crear tejidos que no involucran fibras convencionales, tales como el algodón, cáñamo o sintéticos en lo absoluto.

En un artículo reciente de Hakai Magazine, Heather Pringle y Amorina Kingdon exponen una serie de ideas novedosas para la industria, tales como el colágeno cultivado en laboratorio y el cuero kombucha -desarrollos generados por la creciente conciencia del devastador impacto ocasionado por el cuero, en el medio ambiente y la salud de los trabajadores.

«Tan solo en los Estados Unidos, los consumidores invierten casi 30 mil millones de dólares anuales en calzado y esa cifra no incluye lo que las familias gastan cada año para adquirir muchos otros artículos de cuero, incluyendo bolsos, guantes y chamarras…», escriben Pringle y Kingdon. «Solamente, entre 2012 y 2014, los fabricantes a nivel mundial, produjeron casi 1,800 millones de metros cuadrados de cuero más ligero… para la industria de la moda… Gran parte de este cuero fino provino de pequeñas curtidurías en países en desarrollo, donde los costos laborales son mínimos y, con frecuencia, las regulaciones sobre salud ambiental y laboral son deficientes».

Industria del cuero envenena las vías fluviales
Nuestra historia de amor por los productos de cuero tiene grandes consecuencias ambientales. Solo por poner un ejemplo, en Bangladesh, al menos, 200 curtidurías se abarrotaron en una zona industrial de Dhaka, donde las sustancias químicas tóxicas a base de ácidos fluyeron libremente en el río Buriganga. Cada año, aproximadamente 22,000 litros cúbicos de residuos tóxicos ingresan en este río que desemboca en la Bahía de Bengala.

Como era de esperarse, la industria del cuero ha destruido toda la vida silvestre del río Buriganga, y ahora sus aguas amenazan la salud de cualquiera que ingrese en ella. Además, se informa que, el área a largo de las costas del Este de Bangladesh se encuentra contaminada por metales pesados, a más de 200 kilómetros de distancia.

En un esfuerzo por abordar la devastación ambiental que se ha producido, a principios de este año, el gobierno de Bangladesh ha reubicado la industria del cuero de Dhaka a un lado del río Dhalishwari, y ha prometido que este nuevo sitio estaría equipado con una planta de tratamiento de agua adecuada. Desafortunadamente, los planes para abrir la planta se retrasaron y ahora los habitantes de la zona temen que las fábricas de cuero también contaminen el río Dhaleshwari.

Nuevas alternativas para el cuero
Por desgracia, el cuero respetuoso con el medio ambiente es difícil de conseguir. El poliuretano y el cloruro de polivinilo (PVC o «vinipiel») son alternativas deficientes ya que, ambos son tóxicos por sí solos.

Claro que no se mata a ningún animal pero los trabajadores que fabrican estos cueros sintéticos «veganos» son expuestos a sustancias químicas cancerígenas y cuando son desechados, se filtran dioxinas tóxicas en el medio ambiente.

Ahora, los científicos de Modern Meadow, en New Jersey, trabajan en cuero biofabricado, hecho de colágeno cultivado en laboratorio. Mientras tanto, los investigadores australianos experimentan con un tejido similar al cuero, hecho de fermento de kombucha. Aunque aún están lejos de estar listos para la industria de la moda, estos primeros ensayos demuestran que «si existe la voluntad, hay una manera» de encontrar alternativas.

Cuando compre ropa orgánica, asegúrese de que tenga un Certificado Gots
Recuerde que, el hecho de que consiga un tejido que alguien le haya indicado que es orgánico no significa que sea tal. Por otro lado, un tejido con certificación Gots, es monitoreado en cada fase del proceso, desde que es cultivado hasta que es empaquetado. Incluso, las etiquetas colgantes deben cumplir con los estándares de reciclaje.

En otras palabras, para que un tejido sea certificado por Gots, todas y cada una de las fases -no solo una o dos- de la cadena de suministro, deben ser certificadas según esos estándares. La industria de la ropa orgánica aun es bastante pequeña y no siempre es fácil encontrar ropa orgánica cultivada de manera sustentable. Eventualmente, el concepto de la Playera Ecológica se expandirá para proporcionar ropa interior, además de camisetas y otros tipos de prendas de vestir, con certificación Gots.

Ahora, he elegido usar calcetines y ropa interior de la marca Sito (Suelos Íntegros para Tejidos Orgánicos), ya que esta respalda nuestra misión global para mejorar la producción de tejidos y eliminar la moda rápida. La marca Pact también fabrica ropa interior orgánica con certificación Gots. Otras empresas de ropa que ofrecen prendas de vestir orgánicas incluyen prAna/Patagonia, Outerknown y Eileen Fisher, así como marcas más pequeñas como Zady, Bead & Reel, Shop Ethica y Modavanti.

Afortunadamente, en este punto, hay muchas razones para creer que la tendencia de la ropa sustentable continuará extendiéndose y, a medida que las personas comiencen a presionar a través de sus compras, cada vez más compañías se unirán a este movimiento. Sin embargo, es importante evitar los errores cometidos por la industria de alimentos orgánicos, en la cual los estándares débiles o deficientes han creado lo que se puede describir como una industria orgánica falsa.

La clave es impulsar certificaciones con estándares orgánicos firmes, para evitar que las empresas escatimen para obtener mayores ganancias. Hoy en día, el estándar platino que debe buscar es la certificación Gots.

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