Drones para detectar enfermedades en los viñedos

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Washington, D. C., 29 de abril de 2019.- Aunque ya ha terminado la temporada en el Viñedo Mircesti, en Moldavia, Silvia Ganciariuc sigue trabajando intensamente en los campos, podando las viñas.

Parece que queda mucho para el verano, pero los trabajadores saben que pronto llegará la época de la cosecha. Pronto el equipo completo estará trabajando más horas para cosechar las uvas a medida que van madurando.

El vino es algo intrínseco a la cultura moldava y la economía moderna de Moldavia. Aporta ingresos para más de 200,000 personas y constituye el cinco por ciento de todas las exportaciones del país.

Sin embargo, la industria vinícola de Moldavia enfrenta una grave amenaza: una enfermedad incurable y que se disemina rápidamente conocida como flavescencia dorada de la vid. Es muy contagiosa y puede arrasar rápidamente con un viñedo completo, poniendo en riesgo el medio de vida de muchos moldavos.

Arcadie Fosnea, propietario de los viñedos Mircesti, no tiene tiempo para recorrer sus hileras de viñas para revisar cada planta en busca de indicios de la enfermedad. Afortunadamente, esta temporada no tendrá que hacerlo.

En asociación con el gobierno de Moldavia, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) ha creado un programa piloto utilizando drones aéreos para vigilar los viñedos del país y detectar la enfermedad antes que se difunda.

Los drones están equipados con cámaras especiales que pueden captar información sobre la enfermedad infecciosa en cada planta. Esta tecnología reemplaza a los métodos manuales existentes para detectar la enfermedad y puede mejorar hasta en un 85 por ciento la exactitud de la detección

El Viñedo Mircesti es el principal empleador en Mircesti. Ahora con el proyecto de los drones en marcha hace poco que Fosnea les dijo a sus empleados que tiene previsto duplicar su fuerza laboral, impulsando la economía y abriendo la oportunidad al crecimiento del empleo, la estabilidad y la autosuficiencia del pueblo.

“Todos en el pueblo quieren tener un trabajo en la población”, dijo Fosnea, al referirse a las personas de su comunidad que se han visto obligados a trasladarse o viajar a grandes distancias en busca de trabajo.

Luego de una larga jornada de trabajo en los campos, Ganciariuc y su amiga Valentina se abrigan frente al fuego y gozan de unos minutos de descanso, antes de terminar un largo día.

“También nos permitimos tomar un vaso de vino de Moldavia porque trabajamos en los viñedos y sería una vergüenza no servirnos un poco”, festeja Valentina.

Una versión más extensa en inglés de este artículo está disponible en la publicación Usaid/Exposure.

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