Científicos crean pez Frankenstein cultivado en laboratorio

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Dr. Mercola

Estados Unidos, 30 de mayo de 2023.- La base de la promoción de «alimentos frankestein» por parte de los fabricantes de alimentos es la afirmación de que la carne y el pescado cultivados en laboratorio, a base de plantas o impresos en 3D, son métodos de producción de alimentos humanos, sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. No obstante, de lo que la industria nunca habla es del consumo de energía y agua que se requiere para estas creaciones y sus posibles efectos sobre la salud humana.

Lo que la industria de la carne falsa no dice es que sus productos no son alternativas saludables a la carne natural, más bien, es otro nombre para los alimentos ultraprocesados, con ingredientes transgénicos y pesticidas, diseñados para parecerse lo más posible a la carne. Las evidencias científicas demuestran que consumir alimentos ultraprocesados puede acortar su esperanza de vida y aumentar el riesgo de padecer enfermedades crónicas.

Uno de los actores fundamentales en esta agenda agrícola es la Fundación Bill & Melinda Gates. El deseo de Bill Gates de que se generalice la carne sintética está ligado al control del suministro de alimentos. Ante la pregunta de si cree que las carnes de origen vegetal y cultivadas en laboratorio podrían ser una solución global a las proteínas, respondió que en los países pobres «será necesario utilizar la genética animal», y en los de ingresos medios y superiores, sí, y que la gente puede «acostumbrarse».

En los últimos años, Bill Gates posee más tierras de labranza en Estados Unidos que cualquier otro agricultor privado, ya que compró 270,000 acres, y gran parte de ellas se consideran algunas de las tierras más ricas del país. El futuro de esas tierras de cultivo está por verse. En la actualidad, Bill Gates actúa como el dueño y permite que los agricultores sigan trabajando la tierra, “incluso, si esas prácticas son perjudiciales para el medio ambiente”.

Cuando se posee la tierra, también se posee el agua que se encuentra debajo de ella y con las vastas extensiones de tierra que tiene puede cultivar toda la soya transgénica necesaria para crear la carne falsa que quiere que el mundo consuma.

Para quienes controlan recursos como los alimentos y el agua, el control del suministro de alimentos forma parte del «reconstruir mejor» y el poder es ilimitado. Las carnes falsas no procuran su salud ni el medio ambiente, sino que son una herramienta para sustituir a los agricultores, ganaderos y pescadores por un producto alimentario ultraprocesado que se pueda controlar.

La carne ultraprocesada cultivada en laboratorio no es una opción saludable y, además, su producción trae consigo muchos problemas medioambientales y de contaminación. Lo irónico es que la verdadera ola del futuro no se encontrará a través de la tecnología, sino del retorno a las prácticas de agricultura regenerativa que han sido probados y valorados a lo largo de los siglos.

Compañía alimentaria imprime filetes de pescado
Study Finds le llama al producto de carne falsa más reciente «Faux-let o’fish», en referencia al primer filete de pescado cultivado que se produjo mediante tecnología de impresión 3D por la empresa Steakholder Foods, de Israel. La empresa presume de que la producción no daña el medio ambiente ni las especies marinas y conserva el sabor y la textura del pescado real. La empresa usa las mismas declaraciones de propaganda que otras de carne falsa y alega que es una solución «sostenible» que protegerá la seguridad alimentaria.

Mihir Pershad, ceo de Umami Meats, se refirió al producto como «el primer filete entero de pescado cultivado del mundo». La referencia a la carne cultivada se ha utilizado para describir productos cultivados en laboratorio mediante agricultura celular. Durante este proceso para producir la «carne», lo primero que se hace es extraer una pequeña muestra de tejido del animal, que se coloca en un entorno controlado y recibe nutrientes.

Se permite que las células crezcan y se multipliquen hasta convertirse en tejido muscular que se procesa en productos cárnicos. La empresa dice que es una «solución sin sacrificios» para elaborar productos del mar y una «alternativa a la agricultura y la pesca industrializadas». La empresa celebró la producción de pescado impreso en 3D con una degustación en la que participaron el ceo de Steakholder Foods, Arik Kaufman, el ceo de Umami Meats, Mihir Pershad, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Tanto Mihir Pershad como Benjamin Netanyahu son miembros del Foro Económico Mundial.

Steakholder Foods afirma que la producción del mero impreso en 3D es sólo un paso en el camino hacia el uso de tecnologías de biotinta y bioimpresión para facilitar la impresión de diversas especies. La empresa no hace afirmaciones sobre el valor nutritivo del filete Frankenstein.

¿Cómo funciona la impresión 3D de alimentos?
La impresión 3D también se denomina fabricación aditiva, ya que el proceso construye un objeto tridimensional agregando capas de material para formar un producto tangible y sólido. En el caso de la impresión 3D de alimentos, casi cualquier cosa en estado pastoso o líquido puede utilizarse. En 2023, la mayoría de las impresoras 3D de alimentos se utilizan en restaurantes gourmet para producir acentos intrincados; también es posible que los panaderos los usen para producir decoraciones comestibles para pasteles de boda.

Alt-Steak ha producido carne vegetal impresa en 3D por medio de «alt-muscle» (proteína vegetal de chícharos y soya), «alt-fat» (grasas vegetales) y «alt-blood» (colores y sabores etiquetados como «naturales» por el fabricante, aunque no se menciona cuáles pueden ser todos esos ingredientes «naturales»), que se imprimen de forma simultánea. Stakeholder Foods cultivó células de mero recolectadas por Umami Meats como materia prima para el pescado falso impreso en 3D.

David Humbird es un ingeniero químico de la Universidad de Berkeley que pasó más de dos años investigando el proceso de cultivo celular. En declaraciones a un periodista de The Counter, habló del tipo de entorno estéril que requieren estas células para evitar la pérdida de células y tejidos debido a la presencia de bacterias y virus.

«[Las células animales] crecen tan despacio que si encontramos alguna bacteria en un cultivo… bueno, entonces sólo tenemos un cultivo de bacterias. Las bacterias crecen cada 20 minutos y las células animales se atascan a las 24 horas. Va a acabar con el cultivo en unas horas con un evento de contaminación. Hay casos documentados en los que los operadores enferman el cultivo y ni siquiera se debió a que los operadores estuvieran enfermos. sino que había una partícula de virus en un guante. O porque no se limpió bien alguna superficie. Los cultivos no tienen sistema inmunológico. Si hay partículas de virus que pueden infectar las células, lo harán y si las células mueren, el producto ya no sirve, solo queda desecharlo”.

Fuerzas Armadas recurren a productos imprimibles
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos usan la Dirección de Alimentación de Combate del Departamento de Defensa para desarrollar raciones militares que optimicen el desempeño de un soldado. En el Laboratorio de Ingeniería y Análisis de Alimentos, los científicos están utilizando barras impresas en 3D para cubrir los requisitos nutricionales de los soldados.

Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos plantean la hipótesis de que estas impresoras puedan sincronizarse algún día con sensores portátiles que determinen las necesidades nutricionales de una persona en tiempo real y después creen raciones suplementarias, según sea necesario. Hod Lipson, de la Universidad de Columbia, piensa que podrían darle a las personas la oportunidad de personalizar sus propios experimentos culinarios en casa, creando sabores y texturas que no se han probado nunca.

En 2019, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (Darpa) anunció el proyecto ReSource que esperaban que convirtiera los desechos militares, como el plástico, en alimentos y agua. En noviembre de 2021, anunciaron que ya se había completado la Fase 1.

El director del programa ReSource comentó el trabajo de esta forma: «Parte de lo que hace especial a Darpa es que desprotegemos las tecnologías para permitir la innovación científica». No resulta extraño que, ya que los militares están dispuestos a alimentar a sus soldados con plástico y desechos, acepten células animales, vegetales y de pescado impresas en 3D.

Malas elecciones: Carne y pescado cultivados en laboratorio
En noviembre de 2021, el Good Food Institute (GFI), un grupo sin ánimo de lucro que respalda la industria de las proteínas alternativas, publicó un análisis tecnoeconómico de la carne cultivada, en el que afirmaba que ésta podría ser viable, en términos económicos, en 2030. Diversos expertos han rebatido esta afirmación con preocupaciones que van desde la producción hasta el costo. Joe Fassler, redactor jefe adjunto de The Counter, comparó la ciencia detrás de la carne cultivada en laboratorio y las afirmaciones de la industria sobre las células que se necesitan para producir carne o pescado impresos en 3D. La contaminación es un problema.

Joe Fassler escribió lo siguiente: “Si, incluso, una sola partícula de bacteria puede estropear lotes y detener la producción, las salas limpias pueden convertirse en una condición previa básica y necesaria. Tal vez, no importe si los gobiernos terminan por permitir que las instalaciones de carne cultivada produzcan con especificaciones de calidad alimentaria, los críticos dicen que las células son tan vulnerables que es probable que necesiten protección para sobrevivir».

Los costos son otro problema. David Humbird le dedicó dos años a preparar un análisis de los retos a los que se enfrenta la industria. Si una instalación produjera cerca de 6.8 kilotones al año, no podría alcanzar un precio competitivo en costos. De acuerdo con el análisis, la carne cultivada costaría $17 dólares por libra si se produce en un reactor de 20,000 litros y $23 dólares por libra para un reactor más pequeño.

No obstante, $17 dólares por libra es para el puré unicelular, que solo se usa para productos de carne molida. David Humbird calcula que, para cuando el producto tipo carne picada llegue a la tienda de comestibles, costará 40 dólares la libra, y alrededor de 100 dólares una hamburguesa de cuarto de libra en un restaurante.

El análisis de David Humbird fue rebatido por el de GFI, que utilizó datos secretos y patentados que brindaron 15 empresas privadas y demostró que la industria podría reducir los costos de producción de $10,000 dólares por libra en 2023 a $2.50 dólares por libra en los próximos nueve años. El informe del GFI da a entender que la carne cultivada estará disponible en los supermercados en la década siguiente. Joe Fassler habló con Paul Wood, antiguo ejecutivo de la industria farmacéutica, que se mostró indignado por el informe TEA del GFI, que «hacía poco por justificar el aumento de la inversión pública» y «traficaba más con ilusiones que con ciencia».

Paul Wood contrató a Huw Hughes, un antiguo colega de Pfizer y consultor privado que ha trabajado en múltiples centros de cultivo de células a escala, para que revisara con detenimiento el análisis del GFI. De acuerdo con Joe Fassler: “Huw Hughes concluyó que el reporte del GFI proyectaba reducciones de costos poco realistas y dejaba sin definir aspectos clave del proceso de producción, mientras que subestimaba demasiado el gasto y la complejidad de construir una instalación adecuada».

En su reseña, Hughes escribió que «no se define un producto terminado como apto para el consumo, por lo que estimar el costo de un producto de consumo aceptable es un desafío». Aun así, estimó que el costo de 1 kilogramo de producto de cultivo celular para consumo humano costaría más de $8,500 a $3,600 dólares por kilogramo. Agregó: «para fines comparativos, el precio al mayoreo de la carne de pollo en Estados Unidos es de $3.11 dólares».

Industria de alimentos falsos respaldada por el gobierno es todo un desastre
El 12 de septiembre de 2022, Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, firmó una «Orden Ejecutiva sobre el Avance de la Innovación en Biotecnología y Biomanufactura para una Bioeconomía Americana Sostenible, Segura y Confiable». La orden hace de la biotecnología una prioridad nacional en todas las agencias y ramas del gobierno, que, según lo que afirman, se utilizará para «mejorar» la seguridad alimentaria, la sostenibilidad y la innovación agrícola en Estados Unidos.

A finales de marzo de 2023, el presidente Biden, que también es miembro del Foro Económico Mundial, amplió el plan en un informe de «Objetivos audaces para la biotecnología y la biofabricación en Estados Unidos». De acuerdo con el informe, la industria alimentaria va a estar dirigida por la biotecnología y las «mejoras» que podemos esperar son más carnes cultivadas en laboratorio y alimentos vegetales obtenidos por bioingeniería.

En otras palabras, los contribuyentes pagarán para que el gobierno financie a empresas privadas dedicadas a la producción de alimentos falsos. Basta con echar un vistazo a las subvenciones agrícolas para reconocer que el resultado final es previsible. Las subvenciones agrícolas se destinan casi de forma exclusiva a las grandes explotaciones de monocultivos de ingredientes básicos modificados mediante ingeniería genética que se utilizan en los alimentos procesados.

Esto significa que la industria de alimentos procesados está financiada por el gobierno y crece con el dinero de los contribuyentes, todo esto mientras la salud pública se deteriora de manera drástica. Lo mismo ocurrirá cuando el gobierno subsidie la próxima industria de alimentos procesados: carne y pescado cultivados e impresos en 3D.

A medida que el gobierno de Estados Unidos se mueve a toda velocidad para aprobar carnes cultivadas en laboratorio, un informe de identificación de peligros alimentarios por la Agencia Británica de Normas Alimentarias (FSA) y Normas Alimentarias de Escocia, que se publicó en marzo de 2023, advierte que existen «vacíos considerables en el conocimiento» sobre la producción de carne a base de células.

De acuerdo con lo que informó Food Safety News: «El informe de la FSA reveló que hay varias etapas de desarrollo para producir carne cultivada y en cada una se utilizan diferentes productos químicos y biológicos, formulaciones de medios, aditivos y suplementos. Es necesario evaluar el riesgo de contaminación de cada insumo, ya que cualquier componente indeseable que permanezca en el producto final debe tener un nivel de exposición aceptable o ser seguro y de grado humano».

Entre los posibles problemas detectados por la FSA figuran la contaminación, el uso de antibióticos o productos químicos tóxicos para la salud humana durante la producción, la contaminación cruzada de una línea celular con otra, las nuevas enfermedades y reacciones alérgicas a las nuevas proteínas y, sobre todo, las deficiencias nutricionales.

Impulsar la fabricación de alimentos no reduce las emisiones por arte de magia
La carne sintética es el epítome de los alimentos ultraprocesados y parece ingenuo pensar que no tendrá efectos sobre la salud que se asemejen a los de otros alimentos ultraprocesados, como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la depresión. A pesar de que defensores de la industria de alimentos falsos afirman que es sostenible y respetuosa con el medio ambiente, una revisión de la industria, que se realizó en 2022, reveló que los alimentos ultraprocesados: «… representaron entre el 17% y el 39% del consumo total de energía relacionado con la alimentación, entre el 36% y el 45% de la pérdida total de biodiversidad relacionada con ella, hasta un tercio de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, el uso del suelo y el desperdicio de alimentos y hasta una cuarta parte del consumo total de agua relacionado con la alimentación entre los adultos de varios países de ingresos elevados».

La industria afirma que al fabricar más alimentos ultraprocesados y aumentar su consumo, podría reducir como por arte de magia las emisiones de gases de efecto invernadero a pesar de ser una gran productora de las mismas emisiones en la actualidad. Como se indicó en un artículo del Journal of Cleaner Production de septiembre de 2022: «Los alimentos ultraprocesados son productos insostenibles; se han asociado a malos resultados sociales y de salud y requieren recursos medioambientales finitos para su producción… son responsables de una cantidad significativa de energía relacionada con la alimentación [y] de emisiones de gases de efecto invernadero».

El aumento del consumo de alimentos procesados empeorará las desigualdades económicas, ya que lo que hace es desviar el dinero de los pequeños agricultores a las empresas transnacionales que dependen de trabajadores mal pagados. La seguridad y la equidad alimentarias que pretenden no se sustentan en la realidad y todo eso se pagará con el dinero de los contribuyentes.

En última instancia, la respuesta a la seguridad alimentaria no se encuentra en un sistema alimentario centrado en la biotecnología y controlado de arriba abajo, sino en un sistema descentralizado que conecte a las comunidades con los agricultores que cultivan alimentos reales de forma sostenible y los distribuyen en la localidad.

Las estrategias que pueden ayudarnos a conseguirlo se trataron en el simposio «Attack on Food» (Ataque a la alimentación), organizado por Children’s Health Defense el 4 de marzo de 2023. La soberanía alimentaria se trató, sobre todo, a partir de las tres horas y 45 minutos. Esta sección incluye estrategias efectivas sobre cómo cultivar y conservar sus propios alimentos, cómo apoyar a los agricultores locales y los mercados agrícolas, así como soluciones legislativas más amplias para combatir la guerra contra los alimentos. Entre otras cosas, Thomas Massie, el representante de Estados Unidos, puso de relieve la vulnerabilidad del suministro de alimentos, que se patentó durante la pandemia.

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