Agricultores: Depongan el individualismo, acérquense a los extensionistas competentes, huyan de los intermediarios y actúen como eficientes solucionadores de sus problemas

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Polan Lacki,
Ingeniero agrónomo, conferencista internacional

Curitiba, Brasil.- Reiterados estudios señalan que, en promedio, los agricultores latinoamericanos están recibiendo apenas el 15% de los precios que los consumidores pagan por los alimentos en los supermercados, carnicerías, verdulerías y fruterías. Del otro 85% se apropian los crecientes eslabones de las cadenas de intermediación; algunos necesarios, pero otros prescindibles, abusivos y hasta parasitarios.

El contenido de este artículo está fundamentado en la siguiente realidad que es cada vez más evidente e inocultable: de los endeudados, desfinanciados, burocratizados y politizados gobiernos latinoamericanos es muy poco o casi nada lo que los productores rurales pueden esperar. Consecuentemente, sólo les queda la alternativa realista de tomar en sus propias manos la solución de sus problemas de acceso a los insumos, de producción, de administración de las fincas, de incorporación de valor agregado y de comercialización de las cosechas, haciendo algo similar a lo que ya hicieron y siguen haciendo muchos productores rurales, a través de su propio, solidario/cooperativo y eficiente esfuerzo. En este artículo demuestro que proponer a los agricultores y ganaderos que ellos mismos asuman un eficiente protagonismo en la solución de sus problemas económicos “no es el fin del mundo”, porque ellos podrán hacerlo adoptando de manera gradual y correcta la mayoría de las diez medidas muy concretas que propongo a continuación:

Primera medida – Cambios radicales en las actitudes de los productores rurales, en el sentido de reemplazar la infructífera espera de ayudas paternalistas gubernamentales, por el eficiente y organizado protagonismo de los propios agricultores y ganaderos en la solución de sus problemas económicos. Porque la capacidad (operativo-institucional, financiera y política) de los desfinanciados gobiernos latinoamericanos para solucionar los problemas de todos los productores rurales por la vía del paternalismo es mínima, por no decir casi nula. En vez de seguir esperando por las improbables, insuficientes e ineficaces ayudas materiales y financieras de sus gobiernos, recomiendo que los productores rurales se asocien inmediatamente a una buena cooperativa agrícola que ya esté proporcionando asistencia técnica a sus asociados, porque debido a la globalización de los mercados el conocimiento adecuado, actualizado e inteligible por los agricultores es el insumo más imprescindible y más eficaz para mejorar la competitividad y la rentabilidad en la agricultura y en la ganadería. En el caso de que dicha cooperativa aún no exista en el municipio o en la región, los productores rurales podrán formar un grupo pre-cooperativo con unos 10 o 20 agricultores solidarios y en conjunto contratar o asociarse a un extensionista (agrónomo, zootecnista, veterinario o técnico agrícola, que preferentemente tenga «más cayos en las manos” que títulos académicos colgados en las paredes de su oficina). Este extensionista deberá tener real capacidad teórica y especialmente práctica para mejorar la eficiencia del grupo solidario en la obtención de los insumos, en la producción propiamente tal, en la administración de las fincas y en la comercialización de las cosechas. En el caso de que los recursos de este incipiente grupo cooperativo no sean suficientes para pagar el sueldo/salario del extensionista, los productores rurales no deben renunciar a esta irreemplazable aspiración educativa; deben solicitar/reivindicar que la alcaldía municipal, alguna ONG u otra institución de apoyo al agro lo contrate y lo ponga a disposición del grupo solidario recién constituido, porque en este mundo tan globalizado y competitivo un muy eficiente asesoramiento técnico a los productores rurales es absolutamente imprescindible para que todos ellos puedan empezar, inmediatamente, a adoptar las próximas nueve medidas que les permitirán mejorar su rentabilidad.

Segunda medida – Es necesario, por no decir imprescindible, que los productores rurales aumenten los aún bajísimos rendimientos promedio latinoamericanos, por hectárea y por animal, descritos en los próximos ítems a, b, c, d, e, f y g, como la más eficaz medida para reducir los costos por kilogramo producido, porque en el marco de la globalización de los mercados, los productores rurales no podrán sobrevivir económicamente:

a. Mientras sigan cosechando, en promedio, apenas 6,000 kgs de maíz por hectárea, porque dentro y fuera da América Latina tendrán que competir con muchos productores rurales que ya está cosechando diez, doce y hasta más de 16 toneladas por hectárea.

b. No podrán sobrevivir económicamente mientras sigan cosechando, en promedio, apenas 2,400 kilogramos de trigo por hectárea, porque en los países latinoamericanos existen muchos productores que están cosechando más de 7,000 kg/ha. Algunos productores chilenos ya están cosechando 9,500, 10,600 y hasta 12,000 Kg/ha. En Alemania y en Francia el rendimiento promedio nacional ya es superior a 8 toneladas de trigo/ha.

c. No podrán sobrevivir económicamente mientras sigan cosechando apenas 20 toneladas de papas por hectárea, porque los productores eficientes están cosechando cuarenta, cincuenta y hasta más de sesenta toneladas por hectárea. En Bélgica, el rendimiento promedio nacional es de 49 toneladas/ha

d. No podrán sobrevivir económicamente mientras sigan cosechando apenas 900 kilogramos de frijol por hectárea, porque tendrán que competir con los productores eficientes que ya están cosechando 3,700 kg /ha

e. No podrán sobrevivir económicamente mientras sigan cosechando apenas 74 toneladas de caña de azúcar por hectárea, porque tendrán que competir con los productores eficientes que ya están cosechando más de 300 toneladas/ha

f. No podrán sobrevivir económicamente, mientras sus vacas al estar cuantitativa y cualitativamente mal alimentadas, sigan teniendo un ternero cada 21 meses y produciendo 4 litros de leche al día, porque tendrán que competir con muchos productores eficientes cuyas vacas tienen regularmente un parto cada 13 meses y cada una de ellas ya está produciendo en promedio 40 litros de leche al día. Las vacas del desértico Israel producen en promedio 12,000 litros de leche por lactancia y las latinoamericanas apenas 1,200 litros; es decir, diez veces menos. Informes describen que las súpervacas del Estado de Wisconsin en los Estados Unidos producen 87 litros de leche al día.

g. No podrán sobrevivir económicamente, mientras sus novillos sigan llegando al peso de abate/sacrificio a los 40 y hasta a los 48 meses de vida, porque tendrán que competir con ganaderos muchísimo más eficientes cuyos novillos, mejorados genéticamente, bien alimentados y sanos, alcanzan el peso de sacrificio a los 24 meses, otros a los 20 meses, otros a los 18 meses y los novillos súperprecoces ya están listos para ser sacrificados a los 16 meses y los híperprecoces a los 14 o 13 meses de vida. En virtud de los crecientes tratados de libre comercio sobrevivirán económicamente apenas los productores rurales eficientes; los ineficientes, lamentablemente, tendrán que dedicarse a otras actividades en los centros urbanos con el complicador adicional de que dichos centros urbanos no tienen las más mínimas posibilidades de acogerlos en condiciones dignas.

Tercera medida – A efectos de que todos los productores rurales puedan empezar, inmediatamente, a incrementar estos bajísimos rendimientos recomiendo la siguiente y muy sencilla estrategia: Empezar la modernización/intensificación productiva introduciendo aquellas muchas innovaciones de bajo o cero costo, cuya adopción no requiere de recursos materiales ni financieros adicionales a aquellos que los productores rurales ya están utilizando (ya sean propios o de terceros). Con esta actitud realista y pragmática de hacer lo posible inmediatamente, en vez de seguir ilusionándose por improbables ayudas paternalistas gubernamentales, incluso los productores rurales más pobres podrán empezar a incrementar los rendimientos por unidad de tierra y de animal y, por ende, mejorar los ingresos familiares. Sin embargo, reconozco e insisto que deberán hacerlo por etapas, paso a paso; partiendo de lo posible para llegar a lo deseable.

Los productores rurales podrán empezar esta «eficientización” productiva introduciendo aquellos mejoramientos que, para ser adoptados, requieren mucho más de conocimientos adecuados que de créditos abundantes, como por ejemplo: a. Medidas para mejorar la eficiencia en la ganadería vacuna: antes del parto recoger la vaca a un local seco y limpio, asistirla durante el parto, desinfectar el ombligo del recién nacido, garantizar que tome 4 litros de calostro en las primeras cuatro o cinco horas de vida, separar el ternero de la madre desde el primer día de vida y mantenerlo con ella apenas durante el amamantamiento, asegurarse que la ubre quede completamente vacía/drenado después de cada ordeña o amamantamiento, con el objetivo de estimular que la próxima secreción de leche reinicie inmediatamente, destetar el ternero a los cuatro meses de vida con el objetivo de estimular su desarrollo ruminal, adoptar medidas de higiene antes, durante y después de la ordeña, vacunar y eliminar los ecto y endoparásitos de los animales, mejorar la productividad y la calidad nutricional de las pasturas, si posible adoptar el pastoreo rotativo, almacenar alimentos/forrajes que abundan y suelen ser subaprovechados/desperdiciados en los meses más productivos (almacenar estos excedentes como granos, ensilaje o heno) de modo que los animales estén, cuantitativa y cualitativamente, bien alimentados y se mantengan productivos durante los 365 días del año, elaborar raciones balanceadas utilizando para tal fin los ingredientes que pueden ser producidos en sus propias fincas, tales como: maíz, sorgo, soya, alfalfa, guandul (Cajanus cajan), leucaena, algarrobo, etc. b. Medidas para mejorar la eficiencia en la agricultura: Mantener el suelo permanentemente cubierto con nuevos cultivos o con los rastrojos de la cosecha anterior, jamás quemar dichos rastrojos, hacer test de germinación de las semillas, si necesario inocular las semillas de las leguminosas, regular/calibrar la sembradora para asegurar la cantidad adecuada de matas por hectárea, sembrar con velocidad adecuada y siguiendo las curvas de nivel, recoger e incorporar al suelo los estiércoles, diversificar las especies producidas para reducir riesgos de clima, de plagas/enfermedades y de mercado; en la diversificación siempre incluir gramíneas con elevado potencial para producir un rápido y abundante crecimiento radicular que permita mejorar la porosidad y promover la “descompactación” del suelo, adoptar la rotación de cultivos y el eficientísimo sistema integral/completo de siembra directa, eliminar las plantas invasoras antes que ellas perjudiquen los cultivos, de ser posible adoptar el manejo integrado de plagas, de enfermedades y de yuyos, de modo que los pesticidas sean el último recurso y no el primer y, mucho menos, el único recurso para evitarlas o eliminarlas, reducir las pérdidas( físicas y de calidad ) que ocurren durante la cosecha y en el almacenaje, no dedicarse apenas a la etapa más pobre del negocio agrícola que es la etapa de producción propiamente tal y, finalmente, producir especies más nobles o sofisticadas que sean consumidas por los compradores que tienen poder adquisitivo más elevado.

Estas 29 medidas elementales recién sugeridas son muy eficaces para empezar a mejorar la productividad de la agricultura y de la ganadería, pero ellas no son suficientes. Sin embargo, afortunadamente esta limitante «no es el fin del mundo», porque ella puede ser contrarrestada a través de la siguiente solución: después que los productores rurales adopten de manera correcta las medidas de esta primera etapa, aumentarán los ingresos familiares con los cuales podrán financiar la segunda etapa de intensificación productiva. Esta nueva etapa les permitirá aumentar aún más sus ingresos y utilizarlos para sembrar más hectáreas, ampliar el rodeo y mejorar su genética, fertilizar e irrigar las pasturas, renovar la maquinaria agrícola, adoptar la agricultura de precisión, incorporar valor agregado a las cosechas, etc. Con la diferencia de que, adoptando esta estrategia gradualista de autodesarrollo, los productores rurales utilizarán para la nueva etapa de intensificación productiva los recursos financieros que ellos generaron dentro das sus propias fincas (en vez de endeudarse con los bancos o con los usureros). Fue adoptando esta modesta, pero muy eficaz estrategia de partir de lo posible para llegar a lo deseable y de producir más y mejor con menos recursos, que muchos ex-pobres rurales de todos los países de América Latina dejaron de ser pobres.

Cuarta medida – Reemplazar la cantidad por la productividad de los factores de producción. Cultivar menos hectáreas de tierra bien fertilizada y criar una menor cantidad de animales bien alimentados para que ambos mejoren su productividad/rendimiento. Con tal propósito sugiero utilizar/mantener con fines productivos apenas la cantidad de animales que los ganaderos puedan alimentar adecuadamente, durante los 365 días del año. Como regla general, será económicamente mucho más conveniente utilizar/ocupar apenas una hectárea de tierra y mejorar su producción forrajera para alimentar adecuadamente una vaca genéticamente mejorada, que podrá producir 40 litros de leche al día, en vez de ocupar 10 hectáreas de tierra escasa y de bajísima productividad forrajera para mantener en ellas 10 vacas cuantitativa y cualitativamente mal alimentadas, que en conjunto producirán los mismos 40 litros que podrá producir una única vaca mucho más productiva ocupando menos de una hectárea de tierra. El mismo principio se aplica a las actividades agrícolas al cultivar menos hectáreas de tierra, pero volverlas más productivas. Aumentar los ingresos familiares a través del incremento de la productividad y del cooperativismo (para comprar los insumos y vender las cosechas en conjunto con otros productores para reducir la excesiva intermediación ), es especialmente importante, porque la gran mayoría de los productores rurales latinoamericanos está constituida por minifundistas; consecuentemente, dicha mayoría necesita estar muy bien capacitada para poder contrarrestar la insuficiencia de sus pocas hectáreas de tierra y sus pocos animales de producción.

Quinta medida – Reemplazar los añejos y equivocados monocultivos de granos, tubérculos o raíces, que producen apenas una o dos entradas de dinero al año. Recomiendo adoptar la diversificación productiva para obtener cosechas e ingresos familiares en varias épocas del año. Será conveniente diversificar la producción agrícola y, si posible, diferir/escalonar las fechas de las siembras. A través de la diversificación, además de los cultivos extensivos los agricultores podrán producir, aunque en pequeñas cantidades, algunas especies de frutas y hortalizas, criar pequeños animales y algunas vacas lecheras con el doble objetivo de obtener frecuentes/permanentes producciones de alimentos para la familia y para los animales, además de tener entradas de dinero en distintas épocas del año. Los productores de vacunos, cabras y ovejas deberán, en primerísimo lugar, mejorar la productividad y calidad nutricional de las praderas/forrajeras para volverse menos dependientes de la adquisición de raciones balanceadas industrializadas.

Sexta medida – Realizar, también en forma gradual, la denominada reconversión productiva, que consiste en reemplazar las especies tradicionalmente cultivadas por los agricultores pobres e adquiridas por los consumidores también pobres (mandioca/yuca, maíz, papas, camote/boniato, calabaza, arroz, frijol ). En su lugar, podrán producir especies/rubros que son adquiridos por los consumidores de poder adquisitivo más elevado. Porque es muy difícil que esta gran mayoría de agricultores pequeños y pobres que dispone de minúsculas superficies de tierra y que produce especies consumidas por los pobres pueda sobrevivir económicamente por más elevada que sea la productividad dos sus actuales cultivos. Porque estas siete especies recién mencionadas generan ingresos monetarios muy bajos por hectárea y por año. Les sugiero analizar la posibilidad y /o conveniencia de reemplazarlos por algunos otros rubros más “nobles” o sofisticadas que son adquiridos por los consumidores que pueden y están dispuestos a pagar precios más elevados, tales como algunas de las siguientes especies que suelen tener precios de venta mucho más elevados: brócolis, alcachofas, jitomates-cereza, melones y sandias, frutillas/fresas, piñas, anonáceas, higos, hortalizas orgánicas, pollos y huevos camperos.

Séptima medida – Reducir las lamentables (porque algunas son fácilmente evitables) pérdidas de granos, hortalizas y frutas, que ocurren antes, durante y después de la cosecha. En el caso de los granos, además de regular/calibrar correctamente la cosechadora para reducir las pérdidas durante la cosecha, los agricultores podrán evitar la incidencia de micotoxinas y los elevados daños provocados por gorgojos y roedores. También podrán reducir las pérdidas de hortalizas y frutas que abundan en las épocas de cosechas y se pierden por no transformarlas en las muy apreciadas conservas artesanales tales como pulpas de frutas, de tomates y de otras hortalizas, jaleas, compotas, mermeladas, o las que se pierden por no deshidratar las frutas, exponiéndolas directamente al sol o utilizando secadores solares. Varias frutas secas/deshidratadas tienen excelente sabor, gran aceptación y elevados precios en los mercados, tales como: piñas, duraznos, ciruelas, mangos, higos, manzanas, papayas y peras.

Lo propuesto en estas siete medidas podría y debería ser ejecutado por los propios productores rurales con mínimo o nulo apoyo material y financiero de sus gobiernos. Sin embargo, ellos no lo hacen porque las siguientes instituciones educativas no les proporcionaron los conocimientos ni las habilidades para que ellos quieran y sepan hacerlo de manera correcta: las facultades de educación/pedagogía y escuelas normales, las escuelas primarias/fundamentales rurales, las facultades de ciencias agrarias y los servicios de extensión agrícola. En resumen, es en el interior de estas cuatro importantísimas, pero muy deficientes instituciones educativas que están silenciosamente instaladas, las causas más profundas del subdesarrollo agrícola y rural de todos los países latinoamericanos, sin excepción.

Octava medida – Mejorar la presentación visual de las cosechas sometiéndolas a un sencillo «maquillaje» antes de comercializarlas. Como, por ejemplo: lavarlas, clasificarlas por tamaño, fraccionarlas y envasarlas. Utilizando la mano de obra familiar los agricultores podrán hacer un maquillaje tan elemental como el que realizan los supermercados antes de vender las frutas, las hortalizas, las raíces/tubérculos y los granos leguminosos. Es gracias a la adopción de este maquillaje de bajísimo costo que los supermercados suelen duplicar o triplicar los precios de venta de los recién mencionados alimentos. Entonces, si los empleados de los supermercados pueden ser entrenados para hacerlo, es evidente que las familias rurales también podrán ser capacitadas con idéntico propósito, pero lamentablemente poquísimas veces alguien las motiva y capacita para que quieran e sepan hacerlo.

Sin embargo, es necesario reconocer que la adopción de algunas de estas ocho medidas recién descritas requiere inversiones de costo más elevado, que cada pequeño agricultor no podrá realizarlas individualmente. Por este motivo será necesario que ellos adopten la novena y la décima medidas, ambas descritas a continuación.

Novena medida – Adoptar la denominada integración vertical del negocio agrícola, en vez de dedicarse exclusivamente a la etapa de producción propiamente tal. Porque la única etapa del negocio agrícola a la cual la gran mayoría de los agricultores actualmente se dedica (aquella que va desde la siembra hasta la cosecha), es la que exige más trabajo, es la que está más expuesta/vulnerable a riesgos/incertidumbres de clima, plagas/enfermedades y de comercialización y es la menos rentable de todas. Por esta razón, recomiendo que los productores rurales depongan el individualismo, se organicen en grupos cooperativos/solidarios para que puedan ampliar la escala de producción que les permita asumir la ejecución de algunas etapas más ricas /más redituables del negocio agrícola (aquellas que ocurren antes de la siembra y después de la cosecha), porque es especialmente en estas dos etapas, que los productores rurales podrán mejorar mucho más su rentabilidad.

Ejemplificando, los porcicultores podrán cultivar en sus propias fincas o en tierras arrendadas los ingredientes con los que son fabricadas las raciones balanceadas, en vez comprarlas de las grandes multinacionales que las fabrican. Adicionalmente, a través del mismo grupo solidario podrán adquirir un triturador de granos, una balanza y un mezclador de los ingredientes de las raciones y elaborar ellos mismos las raciones destinadas a alimentar los cerdos de todos los integrantes del grupo solidario, comprando apenas los suplementos vitamínicos y minerales. Posteriormente, con estas raciones fabricadas por el grupo solidario podrán alimentar sus cerdos con costos incomparablemente más bajos. Con el propósito de que los porcicultores, los avicultores y los productores lecheros adopten esta autoproducción de raciones será conveniente advertirlos con la siguiente información: que el componente alimentación incide hasta en un 80% en los costos de producción de cerdos y de pollos y hasta en un 50% en la producción de leche. Posteriormente, cuando los cerdos estén listos para ser faenados, en vez de venderlos vivos al primer intermediario que aparezca en la finca los criadores podrán, en forma individual o grupal, faenar los cerdos que criaron, procesarlos/industrializarlos en forma artesanal y transformarlos en los muy apreciados jamones, salames, longanizas, chorizos, mortadelas u otros ahumados y embutidos y, finalmente, podrán venderlos sin intermediación, directamente a los supermercados y/o a los consumidores finales. Al adoptar apenas estas dos medidas de verticalización de su negocio (producir ellos mismos las raciones balanceadas e industrializar artesanalmente los cerdos para incorporarles valor), serán los porcicultores y no las multinacionales que fabrican las raciones balanceadas ni los frigoríficos que normalmente industrializan los cerdos, quienes se beneficiarán/apropiarán de toda la riqueza que los criadores produjeron en sus pequeñas fincas.

Décima/última medida – Deponer el individualismo que está destruyendo económicamente a los productores rurales, expulsándolos del campo y transformándolos en miserables de las periferias urbanas. Les conviene juntarse con sus vecinos a través de grupos solidarios para ampliar la escala de producción, para reducir/diluir los costos fijos en maquinaria e instalaciones, para incorporar valor agregado a las cosechas y para fortalecer el poder de negociación en la adquisición de los insumos y en la comercialización de las cosechas. Los siguientes tres ejemplos demuestran claramente que, en virtud del mencionado individualismo (que debería haber sido desestimulado en las actitudes de los niños cuando ellos frecuentaron las escuelas primarias/fundamentales rurales), los agricultores se convierten en los principales causantes de sus fracasos económicos:

  • Primer ejemplo – Ellos pagan precios innecesariamente elevados por los insumos porque los adquieren con alto valor agregado, siempre en forma individual, en minúsculas cantidades, del último eslabón de una larga cadena de intermediación y los adquieren en la peor época del año cuando todos acuden a comprar y los precios aumentan.
  • Segundo ejemplo – Cuando comercializan sus cosechas obtienen precios muy bajos porque hacen exactamente lo contrario de lo que hicieron al adquirir los insumos; porque venden sus cosechas al primer intermediario que aparece en la finca, en pequeñas cantidades, sin incorporar valor agregado. Adicionalmente, las venden en la peor época del año, cuando todos los productores rurales necesitan comercializarlas para poder liquidar sus deudas y los precios se deprimen.

El individualismo los volvió extremadamente frágiles y los condujo a la siguiente actitud de sumisión: cuando compran los insumos adoptan la actitud habitual/convencional de preguntar al vendedor ¿cuánto cuesta? Pero cuando los agricultores se convierten en vendedores de sus cosechas, en vez de determinar el precio de venta, siguen preguntando a los compradores ¿cuánto me pagan? En virtud del individualismo, los productores rurales nunca son formadores de precios, siempre son pasivos tomadores/’’aceptadores” de precios que les imponen los vendedores de insumos y los compradores de sus cosechas.

  • Tercer ejemplo – Económicamente apenas se justifica poseer individualmente una moderna cosechadora de granos si el agricultor cultiva superficies superiores a 300 hectáreas. Desafortunadamente, muchos productores rurales que cultivan 20 o 30 hectáreas, «estimulados» por simpáticos y convincentes vendedores se endeudan innecesariamente al adquirir una sofisticada cosechadora individual de altísimo costo, que la utilizan pocos días al año. Cometen esta incoherencia en vez de formar un grupo solidario y adquirir una buena cosechadora que proporcione servicios eficientes a todos los integrantes del grupo solidario.

Este frecuente y muy equivocado gasto en maquinaria sobredimensionada genera consecuencias económicamente desastrosas en contra de los propios agricultores. Porque, en muchísimos casos, el dinero que ellos mal gastaron al adquirir la cosechadora individual, es el dinero que más adelante les hará muchísima falta para adquirir lo que es mucho más prioritario e indispensable, como por ejemplo: para comprar semillas mejoradas, fertilizantes, inoculantes, pesticidas, antiparasitarios, sales minerales; para mejorar la genética de los animales o para renovar, fertilizar e irrigar las pasturas/praderas. Debido a este individualismo, aparentemente inofensivo, los agricultores están adoptando estos tres procedimientos equivocados, todos ellos contrarios a sus propios intereses económicos. Es necesario que ellos depongan este individualismo autodestructivo y empiecen a adoptar la solidaridad con sus vecinos. Ojalá que inicien a hacer algo similar a lo que hicieron y siguen haciendo, con extraordinario éxito, las cooperativas agroindustriales de las provincias/estados brasileños de Paraná, de Santa Catarina y de Río Grande do Sul y en menor escala las cooperativas de los estados de São Paulo, Minas Gerais y Goiás.

Para concluir: un ofrecimiento y una solicitud. Las personas que luego de analizar críticamente este mensaje deseen recibir otros artículos de mi autoría, todos gratuitos vía-email, podrán contactarme a través del siguiente E-mail Polan.Lacki@onda.com.br

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