Carlos Felipe Jaramillo*, Jhannes Zutt**

Publicado originalmente en Valor Económico

Washington, D. C., 20 de mayo de 2023.- Brasil es afortunado. Hoy en día son pocos los países capaces de brindar a sus habitantes una vida mejor y gestionar los impactos del cambio climático en simultáneo.

En un contexto en el que el mundo está dejando atrás rápidamente los combustibles fósiles para volcarse a la energía limpia, Brasil lleva la delantera. Más del 80% de su electricidad ya proviene de fuentes renovables, como la energía hidroeléctrica. En cambio, en China sucede todo lo contrario: más del 80% de la electricidad proviene del carbón, el gas y el petróleo. La realidad es similar en otros países.

En un mundo en el que el cambio climático se está acelerando, Brasil se encuentra en una posición sólida para controlar su futuro. Este es el mensaje central del nuevo informe del Banco Mundial sobre el clima y el desarrollo de los países (Ccdr), dedicado a Brasil. En los Ccdr se examina la manera en que los países pueden seguir desarrollándose mientras hacen frente al cambio climático. Su objetivo es ayudarlos a decidir qué medidas deben tomar para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y, al mismo tiempo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del cambio climático, como las sequías, las inundaciones o las tormentas.

En el Ccdr de Brasil se proponen dos medidas clave: Brasil debe aprovechar su ventaja en materia de energía renovable para convertirse en una potencia de energía limpia, y debe implementar un plan para proteger la Amazonia en beneficio de los habitantes de esa región y del país en su conjunto.

El camino de Brasil para convertirse en una potencia de energía limpia es claro. Satisfacer las futuras necesidades de energía con energía limpia no le costaría más que los planes actuales destinados a expandir el uso de combustibles fósiles. Si bien los costos iniciales de generación, transmisión y almacenamiento de energía serían más elevados, se recuperarían totalmente con el ahorro en combustible y costos de explotación en las etapas posteriores. La electrificación del transporte y la industria mediante el uso de energías renovables, incluido el hidrógeno verde, tampoco aumentaría los costos para la economía.

Con un mayor uso de energías renovables, Brasil también sería más resiliente al cambio climático. El Ccdr muestra que, aunque las precipitaciones erráticas hagan realidad las perspectivas más pesimistas para la energía hidroeléctrica, la opción más económica para el país sigue siendo un sistema eléctrico basado en la energía renovable y el almacenamiento.

Asimismo, con una economía basada en la energía renovable, Brasil está bien posicionado para competir en el creciente mercado mundial de bienes y servicios verdes. En efecto, ya es competitivo en varios productos necesarios para dejar atrás los combustibles fósiles, como piezas para turbinas eólicas, y motores y generadores eléctricos. Por otra parte, también podría producir equipos para energía solar, generar y exportar hidrógeno verde, y explotar sus importantes depósitos de minerales relacionados con el clima.

En resumen, Brasil puede y debe desarrollar su enorme potencial energético verde. Pero para ser ecológico, también necesita reducir considerablemente sus emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de su combinación de energías verdes, sigue siendo uno de los 10 principales países emisores. ¿A qué se debe este fenómeno?

En este sentido, la historia del país también es excepcional. Brasil es un gran emisor de gases de efecto invernadero, no porque use combustibles contaminantes, sino porque continúa talando bosques para obtener madera y expandir la agricultura. Entre 2000 y 2020, el 76% de las emisiones del país provino de este tipo de cambio en el uso de la tierra. Un bosque en pie absorbe carbono; la tala de un bosque lo libera.

Dado que el 21% de la selva amazónica ya ha sido talado, el resto se está acercando rápidamente a un punto de inflexión, más allá del cual su ciclo vital de transpiración, evaporación y precipitaciones se romperá irremediablemente. Esto tendrá impactos devastadores en toda América Latina y, en particular, en Brasil. A medida que los bosques den paso a sabanas tropicales, ya no habrá suficiente humedad para sostener el ciclo hidrológico del que dependen la agricultura, la energía hidroeléctrica y el suministro de agua urbano del país.

Mucho se ha dicho sobre la necesidad de proteger el bosque restante haciendo cumplir las leyes ambientales y ello sigue siendo una prioridad urgente. En cambio, se ha dicho menos sobre la necesidad de eliminar los incentivos para su destrucción sin dejar de proteger los puestos de trabajo y garantizar la seguridad alimentaria. La Amazonia también se puede proteger si se produce más alimento en las tierras que ya están destinadas a la agricultura y esto es posible en Brasil.

Un plan de desarrollo adecuado para la región amazónica incluiría inversiones para seguir impulsando la productividad agrícola y hacerla más resiliente y sostenible. Combinado con la aplicación estricta de las normas sobre el uso de la tierra, dicho plan ayudaría a los agricultores a hacer un uso más adecuado de las tierras agrícolas existentes, en lugar de agotarlas con prácticas improductivas y luego reemplazarlas por nuevas tierras talando y quemando más superficie boscosa. En tal sentido, la asistencia técnica, los servicios de extensión, las reformas del programa de crédito rural y las mejoras en el riego serían de gran ayuda.

También se necesitan inversiones para mejorar los servicios básicos, proporcionar infraestructura sostenible y respaldar los medios de subsistencia de las personas que viven en la cuenca amazónica. Por ejemplo, se podría hacer más para aprovechar el potencial de la bioeconomía de la Amazonia para brindar sustento, incluso, para muchos pueblos indígenas. La expansión de las áreas protegidas podría generar oportunidades para el ecoturismo, la gestión forestal sostenible y la recolección sostenible de productos no madereros.

El cambio climático está modificando profundamente la manera en que las personas vivirán en todo el mundo. Brasil se encuentra en una posición afortunada que le permite ayudar a contener el cambio climático y brindar una vida mejor a sus habitantes. Convertirse en una potencia de energía verde y proteger al mismo tiempo la Amazonia son dos formas importantes de alcanzar esos objetivos.

* Carlos Felipe Jaramillo, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe
** Johannes Zutt, Director a cargo de las operaciones en Eritrea, Kenya, Rwanda y Somalia del Banco Mundial.

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