Ciudad de México, 6 de junio de 2018.- De acuerdo con cifras de la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión (Incytu), del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, se estima que la temperatura media del planeta podría aumentar entre 1.4 y 5.5 grados centígrados en los próximos 100 años y los primeros efectos ya se dejan sentir, particularmente en la disrupción del clima y las temperaturas extremas.

A lo largo de la República Mexicana, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ha registrado en los últimos días temperaturas que alcanzaron los 50 grados centígrados por lo que el Consejo nacional para la Prevención de Desastres Naturales (Cenapred) promueve constantemente medidas de prevención.

El cuerpo humano no está preparado para soportar semejantes temperaturas. De hecho, los expertos de Organización Mundial de la Salud (OMS) prevén que para 2030, el cambio climático provocará 250,000 muertes adicionales cada año a causa del paludismo, enfermedades diarreicas, golpes de calor y desnutrición.

La OMS afirma que la temperatura ambiente óptima para el organismo es entre 18 y 24 grados centígrados, cuando la temperatura promedio del cuerpo es entre 36 y 37 grados centígrados. Si el cuerpo se calienta hasta 40 grados centígrados, el cerebro le dice a los músculos que trabajen menos y comienza la fatiga; a los 41 grados centígrados, el cuerpo deja de funcionar.

El aumento de la temperatura es una de las consecuencias directas del cambio climático y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc) estima que hay 1,385 municipios en México, afectados por el mismo, cuya causa principal, 95 por ciento, son las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), y el aumento del asfalto en la ciudades empeora la situación.

La oficina Incytu explica que una de las estrategias para mitigar el cambio climático busca aumentar la captura de las emisiones GEI en repositorios naturales (océanos, bosques, suelos), pero éstos escasean cada vez más en las grandes urbes, que, poco a poco, se van quedando sin áreas verdes, bajo la invasión de las construcciones de metal y las carreteras de asfalto, generando islas térmicas.

Paulina Ordoñez Pérez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), explicó que la diferencia de temperaturas en la misma urbe se debe a la cantidad de construcciones que hay en una determinada área debido a que el asfalto es un material que absorbe más radiación que otros recubrimientos.

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