Vibración

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En esta perenne ebullición en su máxima pureza queda aún un girón de la consciencia pulsante, estructura traslucida en la que una sonrisa expandible preconiza el alejamiento, ultimo rescoldo de humanidad con sus conflictos y apetencias de trascendencia y de quien el vaho original, en su continuo rebullir, dispersará irremediablemente. Ahora, poco queda de lo que llenara un mínimo espacio con perezosa acción demoniaca.

En el momento del desastre el terror agitó los componentes; fue lento y penoso recuperar el equilibrio previo a la sublimación de un todo original en fuga. Quizá surgió un lamento ―o muchos, ya no lo sé― en este “Yo” que poco a poco abandona la memoria efímera. El pulsar de una melodía sosegó el instante final, éramos uno y todos, el propiciador de la combustión y los acogidos en la gran expansión.

El sendero es más luminoso en la fuga vertiginosamente delicada de motas coloridas que forman la inconmensurable gama derivada en gamas que los ojos no definen, tornasoladas las formas básicas que impelen sonidos entre fluidos esféricos manifestados por una capacidad en la cual, la experiencia por medio de los sentidos resulta burda, de una tosquedad incomparable a esta nueva realidad luminosamente diáfana e indescriptible con el lenguaje heredado.

Aquí, en esta condición, las más altas diferenciaciones empalidecen arruinadas por la vorágine al sucederse todo en todo momento, de estar en continua transformación con el saber propio de cada era y transitoriedad acunado por las esferas de infinita magnitud y las volutas gaseosas iniciales… Integrado al principio constante e inacabable, prístino y original, un pulsar de ti aún permanece en cada partícula de lo que fui.

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