Tlacaélel: La Historia con nuevo rostro.

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Antonio Velasco Piña muestra la imagen del líder reformador, administrador, estratega, sacerdote en formación durante el gobierno de Izcoatl y Cihuacóatl desde el año 13-carrizo (1427): Tlacaélel, la inteligencia tras el icpalli durante el mandato de Motecuhzoma Ilhuicamina, Axayácatl, (¿Tizoc y Ahuizotl?) el instaurador de «las guerras floridas», acompañado cercanamente de la bella Citlalmina. 1

(Ciuacoatl. [Cihuacóatl]s. “Mujer serpiente”, diosa llamada también Quilaztli, madre del género humano. Daba siempre a luz gemelos. El rey Itzcoatl le consagró un templo. [Clav.].

Ciuacoatl. [Cihuacóatl]s. Magistrado supremo que juzgaba en última instancia y cuyo poder igualaba casi siempre el del soberano, por cuya razón ha sido equiparado a un virrey o lugarteniente; rev[erencial]. ciuacoatzintli. R. ciuatl [mujer, hembra en general], coatl [serpiente, culebra, ombligo, vientre, gemelo]. 2)

«Porque no siendo rey, hacía más que si lo fuera… ya que no se hacía en todo el reino más que lo que él, Tlacaélel, mandaba.» 3

Para ubicar con el momento histórico del trascendental Cihuacóatl, recordemos a los Huey Tlatoani de los mexica:

Acamapichtli ―de 1375 a 1395―;
Huitzilihuitl ―de 1396 a 1417―;
Chimalpopoca ―de 1417 a 1427―;
Itzcoatl ―de 1427 a 1440―;
Motecuhzoma Ilhuicamina ―de 1440 a 1469―;
Axayácatl ―de 1469 a 1481―;
Tizoc ―de 1481 a 1486―;
Ahuizotl ―de 1486 a 1502―;
Motecuhzoma Xocoyotzin ―de 1502 a 1520―;
Cuitláhuac. (Sin el ceremonial correspondiente) ―1520―;
Cuauhtémoc. (Sin el ceremonial correspondiente) ―de  1520 a 1525―. 4

Don Miguel León Portilla, al hablar de los poetas de la cultura náhuatl aporta un dato familiar del personaje entre el mito y la historia: «… Hombres todos [en la poesía antigua], a excepción de Macuilxochitzin la poetisa hija de Tlacaélel, el gran consejero mexica del siglo XV, vivieron en su mayoría dentro del periodo final del esplendor azteca… «. 5

“La princesa Macuilxochitzin/Macuilxóchitl nació en México-Tenochtitlan hacia 1435 y vivió la buena parte del siglo XV. Fue hija de Tlacaélel… Desde pequeña recibió la mejor educación, también escuchó de la boca de su madre los antiguos consejos de los mexicas. Y, por supuesto, ella conocía las artes del bordado y del telar.

Elevo mis cantos,
Yo, Macuilxóchitl,
con ellos alegro al ‘Dador de la Vida’,
¡comience la danza!

¿A donde de algún modo se existe,
a la casa de Él
se llevan los cantos?
¿o solo aquí
están vuestras flores?
¡comience la danza!

“… El canto de Macuilxóchitl trata de la conquista mexica del año 1476. Era la intención de la poetisa dar gracias al ‘Dador de la Vida’ y preservar el cuento de la victoria de su pueblo.” 6 En otras anotaciones queda que el origen de Macuilxóchitl estuvo en alguno de los grupos chichimecas conquistados por los mexicas y que tras la derrota de aquellos, Tlacaélel solicita y le es concedida la adopción de la niña.

ab

“Para la administración de la gran ciudad y el vasto imperio que se encontraba bajo su control, los tlatoque mexicas contaban con un grupo de colaboradores que tenían atribuciones claramente definidas y estaban regidos por una estricta jerarquía. De gran importancia era el puesto del segundo en esa jerarquía, sólo después del tlatoani mismo, el llamado cihuacóatl, literalmente ‘la mujer serpiente’, con funciones relacionadas con la política, la economía, lo militar y lo religioso. En los hechos constituía el principal consejero del tlatoani y por lo menos uno de ellos adquirió poder e influencia tales que aparece en las crónicas como artífice de buena parte de los logros de los mexicas. Se trata del cihuacóatl Tlacaélel, quien ocupó el puesto desde el gobierno de su tío Itzcóatl y durante el de sus hermanos Chimalpopoca y Moctezuma Ilhuicamina.” 7

Tlacaélel nace en el año 10-conejo (1398), el inseparable compañero de Motecuzhoma Ilhuicamina fundamenta la significación mítico-religiosa de “las guerras floridas”. “La importancia de éste concepto por cuanto su culto requiere sacrificios humanos y, por tanto, la captura de victimas mediante la guerra. Consideran los mexica que el Sol que rige sus vidas tiene duración limitada y que su muerte, como sucedió con los otros cuatro soles anteriores, provocará grandes catástrofes. La única manera de aplacar la voluntad divina es ofrecer alimento a Huitzilopochtli, esto es, la sangre de los sacrificios, para lo que se emprenderán guerras de conquista con la triple misión de anexionar territorios, incrementar el comercio mediante la obtención de bienes y materias y conseguir prisioneros para el sacrificio. Desde un punto de vista funcional, el culto a Huitzilopochtli está en la base del éxito militar mexica, siendo un rasgo fundamental de su identidad como pueblo. Así, se amplía el antiguo Templo Mayor de Tenochtitlan dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc y, por inspiración de Tlacaélel, se borran los antiguos escritos que hacían referencia al humilde pasado mexica y se reescribe la historia, haciéndolos emparentar con la esplendorosa cultura tolteca y otorgando a los propios mexica una base ideológica para justificar y fomentar la conquista de los pueblos vecinos… Las fuentes nos ofrecen un testimonio de esta tergiversación de la historia azteca emprendida por Tlacaélel: ‘Se guardaba su historia. Pero entonces fue quemada; cuando reinó Izcoatl, en México. Se tomó una resolución, los señores mexica dijeron: ―No conviene que toda la gente conozca las pinturas (los códices). Los que están sujetos (el pueblo llano) se echarán a perder y andará torcida la tierra, porque allí se guarda mucha mentira, y muchos en ellas han sido tenidos por dioses’.” 8

“Múltiples fuentes asientan que ―Tlacaélel― fue el primer hijo del Segundo gobernante Huitzilihuitl, o al menos uno de los primeros hijos del Huey Tlatoani.

“Hijo legítimo, lo poseía todo ―el derecho por nacimiento, el brillo, el impulso, la capacidad para el trabajo arduo― todas las cualidades para hacerle un gobernante notable. Sin embargo, por razones conocidas tal vez sólo por él, prefirió impulsar desde detrás de la escena lo que más tarde sería el famoso Imperio Azteca…” 9 El mismo lazo familiar lo apoya el licenciado Antonio Velasco Piña: “fue hijo del segundo Huey Tlatoani: Huitzilihuitl” 10 y lo avala don Miguel León Portilla en su Toltecáyotl cuando asienta la promesa de los jerarcas mexica con los reacios al enfrentamiento con Azcapotzalco: “Los nobles, aconsejados por el sagaz Tlacaélel, hijo de Huitzilihuitl…”, exaltado tras el triunfo impensado de la nueva alianza sobre los bien armados, disciplinados, y preparados ejércitos de Azcapotzalco: “La atención se concentra ahora en lo que fue la sociedad mexica ya independiente de Azcapotzalco, aliada de Tetzcoco y Tlacopan, y en plan de decidida expansión. El pensamiento mítico-guerrero de sus sacerdotes y de figuras como Tlacaélel, que se convierte en el gran consejero de varios tlatoque mexicas, es factor clave en el todo social puesto que, en función de él, se concebirán las empresas que habrán de realizar los seguidores de Huzilopochtli…” para asentar después los títulos y premios tras la victoria otorgados a Tlacaélel, conocedor de los hombres de su tiempo, creador de un pueblo con consciencia de destino, endurecido con el trabajo duro, surgido voluntariosamente a una época de esplendor. En esta obra (Toltecáyotl) aporta un dato interesante: “… A la victoria sobre Azcapotzalco ―la muerte del señor Tezozómoc  gestó un conflicto en las casas reinantes de Azcapotzalco y de Tenochtitlan (encabezadas por abuelo y nieto), generó un problema interno en la sociedad  mexica que propició la muerte de Chimalpopoca junto con su hijo Teuetleuac en circunstancias sumamente confusas―, que marcó la plena prepotencia de los pipiltin [“señores”, diferenciados de los macehualtin o maceualtin: “vasallo, hombre del pueblo”], siguieron reformas ideológicas de gran trascendencia. En ellas desempeñó un papel clave el célebre Tlacaélel, medio hermano de Motecuhzoma Ilhuicamina y consejero de varios tlatoque mexica. Fue él, casi con seguridad, el instigador de la quema de los viejos libros o códices para introducir una nueva conciencia de la nueva historia…” 11

En su profuso y prolijo trabajo don Miguel León Portilla, asienta de pasada el año de nacimiento del significativo Cihuacóatl mexica: “Apenas electo el cuarto rey azteca, Itzcóatl, hacia 1427, se vio en la trágica disyuntiva de tener que aceptar servilmente la tiranía de Maxtlatzin de Azcapotzalco, o reaccionar contra él iniciando la guerra. Fue entonces cuando actuó por vez primera el joven Tlacaélel, de 29 años de edad. Exhortando públicamente a los aztecas que pensaban rendirse, dio principio a la guerra contra Azcapotzalco. Aliándose los aztecas con los también perseguidos texcocanos, después de varios hechos de armas, vencieron por completo a Maxtlatzin de Azcapotzalco.

“Victoriosos los aztecas, Tlacaélel tomó varias medidas que transformaron el pensamiento y la vida de su pueblo. Tlacaélel nunca quiso ser rey. Prefirió actuar sólo como consejero, primero de Itzcóatl y después de Motecuhzoma Ilhuicamina y de Axayácatl… Los otros reyes o tlatoque aztecas, Axayácatl, Tízoc,  Ahuízotl y Motecuhzoma II, prosiguieron en diversos grados y formas por el camino trazado por Tlacaélel. Y no deja de causar admiración el pensar, que gracias fundamentalmente a esa nueva visión del mundo, cimentada en la idea de la guerra, ese pueblo cuyo rostro tres siglos antes nadie conocía, llegó a convertirse en el señor supremo del antiguo mundo indígena. Tlacaélel se valió de los elementos de la antigua cultura tolteca que consideró útiles y provechosos, aunque les dio muchas veces un sesgo distinto.” 12

Las autoridades de la sociedad mexica de ese momento tenían un claro concepto de su historia, de la Historia que forjaban con sus actos: “Hay otro aspecto en relación con Chapultepec que es necesario señalar. Nos referimos a las figuras grabadas en piedra que los gobernantes mexicas mandan hacer en Chapultepec. Acudimos a fray Diego Durán, quien nos relata acerca de esto en el momento en que Moctezuma I le dice a Tlacaélel que por los trabajos que han pasado para engrandecer la nación mexicana, es menester se labren las figuras de ellos dos en Chapultepec: ‘… justo será quede en memoria de vos y de mi parte, para lo qual tengo determinado de que se labren dos estatuas, una mía y otra vuestra, dentro del cercado de Chapultepec, y que allí en la piedra que mejor pareciere á los canteros, quedemos esculpidos para perpetuar memoria, en premio de nuestros trabajos…’ Años más tarde, Axayácatl no quiere quedarse atrás y pide al mismo Tlacaélel que mande a labrar su figura en Chapultepec. El mismo Durán nos informa: ‘… viéndose así enfermo, rogó a Tlacaelel que, antes que muriese, lo hiciese esculpir junto a Moctezuma, el rey pasado, en las peñas de Chapultepec. Tlacaelel lo mandó esculpir, y acabado fue el rey avisado dello, y así malo se hizo llevar á ver su estatua, y vista se despidió de los señores todos, sintiéndose muy al cabo, y dice la historia que no pudo tornar a México vivo y que murió en el camino…’.» 13 (“Moctezuma II visita las imágenes de sus antecesores talladas en las piedras del cerro de Chapultepec. Daniel del Valle, óleo sobre tela. 1895. Museo Nacional de Arte.”, es el pie de grabado que ilustra el texto de Enrique Vela, Los tlatoanis mexicas… 14)

“Pero de todas las reformas emprendidas por Tlacaélel una de las más interesantes toca al nombramiento del gran tlatoani en el sistema electoral de los mexicas… Desde luego que, en el escuchar pareceres, en grado muy elevado importaron a Tlacaélel el de Nezahualcóyotl y, a la muerte de éste, el de su hijo Nezahualpilli, gobernantes aliados en Tetzcoco y ambos con fama de gran prudencia. Si damos crédito a lo que varias fuentes refieren, una de las cuales cité antes —en el sentido de que ‘no hacían más que lo que Tlacaélel aconsejaba’— hemos de aceptar que casi seguramente el nuevo método electoral de sondeos y consultas se empleó ya para elegir a Motecuhzoma Ilhuicamina, y a Axayácatl.” 15

“…Axayácatl fue hijo del príncipe azteca Tezozomoctzin y de una señora de Tlacopan llamada Huitzilxochitzin. Sus padres, conviene subrayarlo, no fueron reyes de Tenochtitlan. Tezozomoctzin, que era hijo de Motecuhzoma Ilhuicamina, aunque no fue tlatoani, tuvo en cambio tres hijos que si llegaron a serlo, Axayácatl, Tizoc y Ahuizotl. Y curiosamente, como lo nota el cronista azteca Alvarado Tezozómoc, siendo Axayácatl el más joven, fue el primero en alcanzar la suprema dignidad, gracias a la insistencia del poderoso y ya anciano consejero Tlacaélel… y contándose con el parecer de Nezahualcóyotl, se confiaba el mando a un ‘un mancebo valeroso’, de quien podía esperarse lo mejor. No pensaron lo mismo sus hermanos mayores, Tizoc y Ahuizotl, los que bien pronto hicieron público su descontento, según lo consigna Alvarado Tezozomoc: ‘Ellos, los hermanos mayores, en nada estimaban a Axayácatl, el menor, y hacían menosprecio de las conquistas de los mexicas en cualquier sitio, cuando Axayácatl las acometía y cautivaba en ellas… Y decían, ¿acaso es verdaderamente un hombre Axayácatl? ¿Acaso sabe hacer cautivos en la guerra…?… aunque Axayácatl era el menor, fue  sin embargo un gran guerrero que había vencido a los huexotzincas. Por eso a él se le eligió para gobernar primero… aquí en Tenochtitlan’… A lo largo de los trece años de su reinado pudo Axayácatl desvanecer con hechos las intrigas de sus hermanos y confirmar  la opinión de ‘mancebo valeroso’ que de él habían tenido Tlacaélel y Nezahualcóyotl. En tres guerras verdaderamente importantes para la nación azteca había de participar Axayácatl, la primera contra sus vecinos de Tlatelolco, la segunda con los matlatzincas de la región de Toluca y la última contra los purépechas de Michoacán. Y si bien es cierto que en la última Axayácatl hubo de conocer la derrota, en todas actuó siempre con la inteligencia y valentía de esforzado capitán…” 16

“… Todavía vivimos vuestros abuelos,
aún es poderoso nuestro lanzadardos;
conquistadores y sabios de tiempos antiguos:
¡Volved  vivir!” 17

Muerte de Tlacaélel.

“Queda registrada su muerte en el año 1487 u ocho caña (89/90 años), deja atrás a un sucesor de su alta posición, su segundo hijo Tlilpotoncatzin habido con una de sus nobles esposas: Maquiztzin.” 18

Hubo la narración extraña con sospecha de trasplante cultural acerca del cuerpo embalsamado de Tlacaélel, el Cihuacóatl, que vence una batalla ya muerto a la manera ―inventada, también― de Ruy Díaz de Vivar: “… y así por la fuerça de la enfermedad como por ser ya muy viejo y faltalle la virtud, de la qual enfermedad vino á  morir… su cuerpo fue quemado y sus ceniças enterradas junto á los sepulcros de los Reyes, haciéndole las osequias conforme á persona tal se deuian, dela mesma manera que á los reyes de hacían y sus grandeças pedían, porque fueron tantas y tan dinas de memoria como atrás queda dicho, y otras mas que la historia calla, especialmente una que otros autores refieren, que es que después de muerto lo embalsamaron los mexicanos, y poniéndolo en unas andas con su espada y rodela atada á las manos, con solo su apellido y nombre vencieron los mexicanos una batalla contra los de Tliliuhquitepec.”, aquí remite a la nota 1 de la página 382: “El P. José Acosta menciona en su Historia Natural y  moral de las Indias todos los sucesos principales en ésta se refieren á Tlacaelel, así como el sacrificio generoso del hermano de Motecuhzoma I,  que hemos visto en la pag. 146 (referencia a su no aceptación del título y honra como Huey Tlatoani). Torquemada impugna una y otra tradición como desnudas de fundamento: no obstante, transigiendo con la segunda, dejándola como punto controvertible, dice respecto de la primera: ―… ʽpero lo que no concedo, ni tengo por verdad, ni hallo color con que darle entrada, es todo lo que dice (Acosta) de un capitán general á quien llama Tlacaelel; porque hombre tan de cuenta como él lo pinta y tan gran guerrero y menospreciador del señorío y propiedad del imperio mexicano… y tan sabio en consejos había de ser muy conocido y celebrado de todos los escritores de aquellos tiempos, del cual ni de cosa que huela á el tal, no he oído ni sabido, ni ha habido que tal haya nombrado: perdóneme el P, Acosta, que este capitán yo lo tengo por fingido ó imaginario, y no tiene él la culpa, sino la mala y falsa relación que de esto tuvo, que yo la tengo en mi poder escrita de mano, con el mismo lenguaje y estilo que él la imprimió, etc.ʼ― Esta reminiscencia y la colación que he hecho de muchas páginas de la Historia de Acosta con el Anónimo que forma la tela de la del P. Durán, no se puede dudar que es el mismo á que se refiere Torquemada. Solamente en Tezozomoc he encontrado aquella tradición; que parece que este, Durán y el Anónimo, bebieron en una misma fuente. Torquemada (Monarquía, etc., Lib. II, cap. 54) conjetura que Tlacaelel era el famoso guerrero que antes había ocupado el trono de México con el nombre de Itzcohuatl; pero tampoco parece mejor fundado.― Él da fin á sus noticias con el reinado de Motecuhzoma I.” 19

Tlacaélel fue sacerdote blanco consagrado al culto de Quetzalcóatl por el anciano sumo sacerdote Centeotl: “Quetzalcóatl está relacionado con la sabiduría, ciencia y arte. Su color es el blanco como símbolo de pureza y altura de miras morales y estéticas. Su ave es el quetzal, símbolo solar, y su piedra es el chalchihuitl o jade, la piedra preciosa y sagrada más apreciada entre los indígenas. La presencia e influencia de Quetzalcóatl se presiente en toda Mesoamérica, y su culto bajo las advocaciones de Kukulcán, Votan y Gucumatz se extiende desde el norte de México hasta América Central.” 20

“Casi olvidado quedó, sin embargo, Tlacaélel en la historia novohispana y moderna de México. Cuando, hacia 1950, comencé a acercarme a nuestro pasado prehispánico, nadie indagaba, hablaba o escribía acerca de él… De la actuación de Tlacaélel como guerrero, sabemos que dispuso campañas militares y realizo muchas conquistas… Su actuación como capitán había salvado a Tenochtitlan de desaparecer absorbida por Azcapotzalco. Más tarde contribuyó a ensanchar los dominios mexicas, de mar a mar, y también por el norte y el sur.

“Como ideólogo, hizo posible la formación de una nueva imagen del ser de los mexicas, tanto en su conciencia histórica como en su concepción religiosa… Por consejo de él, Motecuhzoma Ilhuicamina reedificó y amplió el Templo Mayor de Tenochtitlan… Reorganizó… La posesión de la tierra… Aunque Tlacaélel fue muy reverenciado y temido, no hay indicios de que fuera considerado un tirano. Según los testimonios al alcance, se le consideraba, por encima de todo, valeroso, decidido, inteligente, sagaz y justo.” 21

Aunque sería un grave error considerar un mundo homogéneo en cuanto a la visión del mundo náhuatl. “…valiéndose precisamente de la poesía, formularon los tlamatinime [“los que saben algo, los que saben las cosas”: los sabios] una concepción sobre la divinidad, enteramente distinta a la impuesta a los aztecas por Tlacaélel. La concepción de la divinidad a que llegaron estos sabios de Texcoco, Huexoctzinco, Chalco y otras ciudades del mundo náhuatl… tiene sus más hondas raíces en el viejo pensamiento de los toltecas… como lo muestra el siguiente texto, que puede atribuirse verosímilmente a Tecayehuatzin, señor de Huexoctzinco. Se trata de una profunda meditación acerca del valor del hombre frente a la divinidad…:

Tú, Dueño del cerca y del junto,
aquí te damos placer,
junto a ti nada se echa de menos,
¡oh, Dador de la vida!
Sólo como a una flor nos estimas,
así nos vamos marchitando, tus amigos.
Como a una esmeralda,
tú nos haces pedazos.
Como a una pintura,
tú así nos borras.
Todos se marchan a la región de los muertos,
al lugar común de perdernos.
¿Qué somos para ti, oh Dios?
Así vivimos.
Así, en el lugar de nuestra pérdida,
así nos vamos perdiendo.
Nosotros los hombres,
¿a dónde tendremos que ir?

Por esto lloro,
porque tú te cansas,
¡oh, Dador de la vida!
Se quiebra el jade,
se desgarra el quetzal.
Tú te estás burlando.
Ya no existimos.
¿Acaso para ti somos nada?
Tú nos destruyes,
tú nos haces desaparecer aquí.

Pero repartes tus dones,
tus alimentos, lo que da abrigo,
¡oh Dador de la vida!
Nadie dice, estando a tu lado,
que viva en la indigencia.
Hay un brotar de piedras preciosas,
hay un florecer de plumas de quetzal,
¿son acaso tu corazón, Dador de la vida?
Nadie dice, estando a tu lado,
que viva en la indigencia. 22

baNotasba

1.- Antonio Velasco Piña. Tlacaélel, el azteca entre los aztecas. Editorial Jus, S. A. de C.V. Decima Primera Edición, 1979.
2.- Rémi Simeón. Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana. Siglo XXI Editores, S. A. de C. V. Decimoctava edición en español. 1994. Traducción de Josefina Oliva de Coll. Páginas 111, 112 y 114.
3.- Luis Leal. Códice Ramírez. colmex.mx visitado el 15 de octubre del 2017.
4.- Arqueología Mexicana número 13, Edición especial, Aztecas, página 15. Textos de Eduardo Matos Moctezuma y Felipe Solís Olguín.

José F(ernando) Ramírez. “Historia radicalmente mexicana, con fisonomía española.” Introducción. Página XII. Tlacaélel aparece en la página 39 de la Historia poco después de la elección de Itzcoatl (su tío) y previa a la guerra en contra de Azcapotzalco por la muerte a traición de su tercer tlatoani, Chimalpopoca y a un hijo de éste de nombre Teuetleuac.

5.- Miguel León Portilla. Trece poetas del mundo azteca. UNAM. Instituto de Investigaciones Históricas. historicas.unam.mx Visitado el 15 de octubre del 2017 página 14.
6.- Macuilxochitzin/Macuilxóchitl: poetisa mexica del siglo XV. La traducción al español a partir del náhuatl, Maculxochitzin Icuic, corresponde al doctor Miguel León Portilla. zocalopoets.com Visitado el 1 de marzo del 2018. Según esta información el original está en la colección de la Biblioteca Nacional de México.
7.- Enrique Vela. Los tlatoanis mexicas. La construcción de un imperio. Arqueología Mexicana, Especial 40. arqueologiamexicana.mx Visitado el 2 de marzo del 2018.
8.- Informantes indígenas de Sahagún. Las reformas de Tlacaélel. artehistoria.com visitado el 18 de enero del 2018.
9.- Zoe Saadia. Tlacaélel, el hombre que le dio su historia al Imperio Azteca. (Tlacaelel, the man who gave the Aztec empire its history) zoesaadia.com Visitado el 1 de marzo del 2018.
10.- “Tlacaélel. El azteca entre los aztecas. 1, 2 y 3.- México y los signos de los tiempos, de la Dirección General de Televisión Educativa dgtve.sep.gob.mx mexicosagrado.blogspot youtube 27:01 minutos cada programa, conducidos por Frida Ullrich García con la participación del licenciado Antonio Velasco Piña, publicado el 3 de noviembre del 2012. Visitado el 2 de marzo del 2018.
11.- Miguel León Portilla en su Toltecáyotl. Aspectos de la cultura náhuatl. FCE, segunda reimpresión, 1987, página 256 a 259.
12.- Miguel León Portilla. Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. FCE. Duodécima reimpresión, 1996. Páginas 46 a 49. “Tlacaélel: el hombre que hizo grandes a los aztecas.”
13.- Eduardo Matos Moctezuma. Chapultepec prehispánico en las fuentes históricas. historicas.unam.mx página 273. En Axayácatl, poeta y señor de Tenochtitlan, pagina 35, cita a Fray Diego Duran. historicas.unam.mx Visitado el 20 de marzo del 2018:

“Sintiendo (Axayácatl) cercana su muerte, ordeno entonces se esculpiesen en las peñas de Chapultepec tanto la efigie de Motecuhzoma Ilhuicamina como la suya propia. Y refiere Duran que, concluidas éstas el año siguiente, 2-Caña, 1481, ‘se hizo llevar a ver su estatua y a la vista de los señores se despidió de todos sintiéndose muy mal al cabo. Y dice la historia que no pudo tornar a México vivo y que murió en el camino en las mesmas andas que le traían. Murió mozo y de muy poca edad. Reino trece años y antes que muriese, murió Nezahualcóyotl, señor y rey de Tezcuco…’.”

“Ha bajado aquí a la tierra la muerte florida,
se acerca ya aquí,
en la Región del color rojo la inventaron
quienes antes estuvieron con nosotros.
Va elevándose el llanto,
hacia allá son impelidas las gentes,
en el interior del cielo hay cantos de lloro,
con ellos va uno a la región donde de algún modo se existe…”

Queda por fecha hipotética para el nacimiento de Axayácatl el año de 9-Caña ―1449― y la aceptada de 1481 para su defunción, así, el Huey Tlatoani mexica contaba con 32 años al morir.

14.- Enrique Vela. Los tlatoanis mexicas. La construcción de un imperio. Arqueología Mexicana, Especial 40. arqueologiamexicana.mx Visitado el 2 de marzo del 2018.
15.- Miguel León Portilla. Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. FCE. Duodécima reimpresión, 1996. Páginas 46 a 49. “Tlacaélel: el hombre que hizo grandes a los aztecas.” XII. Tlacaélel y el sistema electoral de los mexicas. Páginas 293 a 299.
16.- Miguel León-Portilla en Axayácatl, poeta y señor de Tenochtitlan, paginas 29, 30, 33 y 45, historicas.unam.mx Visitado el 20 y 24 de marzo del 2018.
17.- Miguel León-Portilla. Tlacaélel, un sabio poder detrás del trono. Letras Libres, página 28. Marzo del 2004. academia.edu Visitada el 20 y 21 de marzo del 2018. Palabras del canto que a él (Tlacaélel) y a Axayácatl les dirigieron los mexicas, en ocasión de e la única derrota sufrida por ellos [ante los purépecha].” Aunque el mismo don Miguel León-Portilla en Axayácatl, poeta y señor de Tenochtitlan, pagina 45, historicas.unam.mx Visitado el 20 y 24 de marzo del 2018 da origen al poema del siempre joven tlatoani con la ayuda de un poeta anciano:

Canto de los ancianos.

“… Todavía vivimos vuestros abuelos,
aún es poderosa nuestra lanzadera, nuestros dardos,
con ellos dimos gloria a nuestras gentes.
Ciertamente ahora hay cansancio,
ahora ciertamente hay vejez.
Por eso me aflijo, yo vuestro abuelo Axayácatl,
me acuerdo de mis viejos amigos,
de Cuepanáhuaz, de Tecale, Xochitlahua, Yehuaticac.
Ojala vinieran aquí
cada uno de aquellos señores
que se dieron a conocer allá en Chalco.
Los esforzados vendrían a tomar los cascabeles,
los esforzados harían giros alrededor de los príncipes.

Por eso yo me rio,
yo vuestro abuelo,
de vuestras armas de mujer,
de vuestros escudos de mujer.
¡Conquistadores de tiempos antiguos,
volved a vivir!”

(Ms. Cantares Mexicanos, Biblioteca Nacional de México, Fol.73 v.-74 v.)

18.- Zoe Saadia. Obra citada. De Tlacaélel y Maquiztzin nació inicialmente Cacamatzin, una hija (no especificado el nombre, salvo que sería esposa de Nezahualpilli), Tlacaélel (el joven) y el mencionado Tlilpotoncatzin. Macuilxóchitl, en otras referencias, hija adoptiva de Tlacaélel, nació en 1435 de origen chichimeca llevada a Tenochtitlan
19.- Historia de las Indias de Nueva España E islas de Tierra Firme por el Padre fray Diego Duran, religioso de la órden de Predicadores (escrito del siglo XVI). La publica con un atlas de estampa, notas e ilustraciones José F(ernando) Ramírez, individuo de varias sociedades literarias nacionales y extranjeras. Tomo I. México. Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante. Bajos de San Agustín núm. 1, 1867. Revisado el 18 de enero del 2018.
20.- Samuel Martí. Simbolismo de los colores, deidades, números y rumbos. Página 99 históricas.unam.mx Visitado el 12 de marzo del 2018.
21.- Miguel León-Portilla. Tlacaélel, un sabio poder detrás del trono, páginas 27 y 28.
22.- Miguel León Portilla. Los antiguos mexicanos… obra citada, páginas 140-141. Ms. Cantares mexicanos, fol. 12v.

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