El avestruz.
(La mayor de las aves vivas no es capaz de volar por tener un cuerpo pesado y las alas pequeñas. Sus patas recias con sólo dos dedos en cada una le permiten desarrollar veloz carrera. Vive en grupos de 10 a 15 individuos principalmente en el sur y este de África y en el Sahara. Mide hasta dos metros de altura y es una falsedad decir que esconde su cabeza en los agujeros del terreno cuando tiene miedo, en realidad la acerca al terreno para que su fino oído perciba las vibraciones, determinar la distancia y con ello saber si corre algún peligro.)
Raudo plumero viviente
la avestruz es en dos zancos,
sus ojos —dos universos curiosos—
y un pico grueso: sonriente.
Corre airosa con recia y galana presteza
sobre un mar de arena y guijarros,
son sus alas cortas para sus giros gallardos
que a su andar otorgan: incomparable belleza.
V. M. L. W.
—oo—
El aye-aye.
(Es la única especie de una de las seis familias de primates primitivos. Su cuerpo mide 41 centímetros y su cola 60 centímetros en promedio. Es el más raro de todos los lemúridos y vive en Madagascar, isla al este de África.)
Primo lejano.
(Fragmento.)
…
Dos kilos columpiados
entre ardilla y murciélago,
perfecto tiene el oído
dentro de aguzadas orejas
y un largo dedo para escarbar
en el tronco envejecido.
Él sabe que desde tiempo pasado
para los hombres es bicho horrendo
y que en su lomo peludo
transporta un futuro malhadado.
El aye-aye saca de su bolsillo
un grande y pulido espejo,
lo enfrenta al espectador asombrado:
—De los dos
¿cuál dirías tú que es el más feo?
V. M. L. W.
—oo—
El cuervo.
(Habitante de las tundras, bosque y desiertos del hemisferio norte, mide —por lo general— 60 centímetros. Considerado falsamente nefasto para los sembradíos, en algunas culturas es símbolo de la maldad, compañero en el ritual nocturno de las brujas, testigo en el fragor diabólico y por ello el hombre le aniquila de sus cercanías.)
Los cuervos.
(Canción.)
Un cuervo iba volando
planeando bajo el cielo,
y mirando a la tierra vio
un conejito en el suelo.
Sus movimientos miró,
notó que algo le ocurría
y de prisa descendió
poniendo en peligro su vida.
Estaba herido y gemía,
lloraba con desconsuelo,
le dolía la patita
atrapada en aquel cepo.
Le consoló con palabras,
y de nuevo alzando el vuelo,
fue a buscar al nido ayuda
sin pensárselo un momento.
Al poco rato volvió
con una bandada de ellos,
todos juntos con sus picos
lograron abrir el hierro.
Muchas gracias pajaritos
bueno ha sido vuestro gesto,
no sabéis como agradezco
me hayáis librado del cepo.
Y prometo nunca hablar
de los cuervos malas cosas,
pues a pesar de su fama
me han demostrado otra cosa.
Marisa Alonso.
—oo—
El dodo.
(También llamado dido o dronte, era un ave del tamaño de un guajolote. Vivía en la Isla Mauricio; el llamado dodo blanco en la Isla Reunión y el denominado solitario en la Isla Rodríguez. Poseía patas cortas, alas fuertes y un gran pico, no obstante, por lo corto de sus alas y el gran peso de su cuerpo le era imposible volar. Descubierta por los marineros portugueses en el año de 1507, en sólo 174 años (1681) el exterminio de esta ave fue total.)
Alicia en el país de las maravillas.
(Capítulo II.)
—Lo que quiero decir —expresó el dodo…— es que para secarnos sería conveniente organizar una carrera conjunta.
— ¿Qué es una carrera conjunta? —preguntó Alicia, no porque le importara mucho saberlo, sino porque el dodo había hecho una pausa al decir eso, lo que suponía la intervención de alguien.
— ¡Qué importa explicarlo! —replicó el dodo— la mejor manera de que se entienda es practicarla. (Sin embargo, si por casualidad, uno de estos días de invierno, alguien quiere practicar una carrera de este tipo, les diré cómo la organizó el dodo.)
En primer lugar, diseñó la pista para la carrera, marcando una especie de círculo (sin que importara la forma exacta, según dijo él mismo), inmediatamente se fueron colocando los participantes en esa línea; no hubo ninguna orden específica, como el tradicional “en sus marcas, listos…” sino que todo mundo se puso a correr a su antojo, de manera que no había forma de saber cuándo había que parar. Así corrieron más de media hora, y cuando el dodo consideró que ya todos se habían secado, gritó:
— ¡Se acabó la carrera!
Y entonces todos se agruparon a su alrededor, muy inquietos por saber quién había sido el ganador. El responder a esa pregunta no era cosa fácil, por lo que el dodo permaneció un buen rato con un dedo en la frente (posición que en muchas de las obras de Shakespeare significa un profundo estado de reflexión) mientras los demás guardaban un respetuoso silencio. Finalmente dijo:
—Todos han resultado ganadores, y por lo tanto todos recibirán premios.
Lewis Carroll.
—oo—
El dromedario.
(El dromedario habita desde el norte de África (Arabia) hasta la India, posee una sola giba, es más ligero y rápido en comparación con el camello bactriano que posee dos jorobas.)
Sólo un dromedario solo.
(Fragmento)
…
Un cansado dromedario
que en el desierto camina,
piensa que se encuentra solo
y lamenta su desdicha.
Sólo busca un rinconcillo
donde cobijarse
del cansancio del camino,
un sitio donde tumbarse.
(Reunidos poco a poco, una serpiente amarilla, una avispa, la rana, una oruga, la araña, un gusano patas cortas, un elefante, una parvada de pájaros gritones, las flores y las hojas de las aguas en el oasis, un flamenco, un avestruz y el caracol.)
¡Está lista la sorpresa!
¡El dromedario ha llegado!
¡¡¡Cielos santos!!! ¡¡¡Cuánta gente!!!
¡Nunca lo hubiera pensado!
¡Pase al abrevadero!
¡Le estábamos esperando!
Pase y no tenga miedo,
buen amigo dromedario.
Se quedan en el oasis
todos juntos, muy contentos
por si llega un nuevo amigo,
recibirlo y atenderlo.
María de Lourdes García Jiménez.
—oo—
El gorila.
(Habitante de las selvas africanas ecuatoriales, junto con los chimpancés, son las especies más parecidas a los humanos. Posee brazos proporcionados a la estructura humana aunque sus piernas son más cortas y en ellas, sus pies tienen un dedo pulgar más grueso que los restantes. Camina sobre sus cuatro extremidades y sus costumbres son casi terrestres. Cada grupo de gorilas está compuesto por aproximadamente 30 individuos dirigidos por un macho. Son de temperamento sosegado. Comparado con el chimpancé, su pelaje es corto, denso y negruzco y su alimento es básicamente vegetariano.)
Gorila.
(Fragmento.)
…
A un gorila no le perturba que otros animales tengan canciones tiernas porque para sus pequeños en su pecho con los puños hace tam-tom-tam-tam y si le ves hosco y gritón sólo pide con su tam-tam-tom que le dejen en paz con su familia entre los verdes retoños en los claros de su selva.
A quienes tiene en confianza les cuenta de su pasado y pone en jarras sus brazos para engañar con mal humor a los visitantes no invitados a sus juegos bajo el sol y al festín en aquel verdor.
A un gorila no le importa si hay gorilas blancos o amarillos, cafés o negros… altos, bajos, gordos, flacos, para él son todos sus hermanos nutridos con el aire puro, refrescados por el río que une los espacios en el prado compartido.
Los gorilas no tienen de más ni desean propiedad ajena: en la selva son iguales y todos cuidan de ella.
V. M. L. W.
—oo—
El sapo.
(Creatura de vida nocturna sumamente tímida. Oculto en las sombras durante el día, por las noches sale a comer. Vive cerca de las charcas y ríos en casi todo el mundo, preferentemente en las zonas tropicales. Un sapo tiene la piel gruesa, cuerpo robusto y por lo general posee verrugas; la rana, a diferencia, posee la piel tersa, es de menor tamaño y de complexión delgada, a la vez que en algunas de sus manifestaciones sus patas traseras están más desarrolladas para saltar.)
El sapito glo, glo, glo…
Nadie sabe dónde vive,
nadie en la casa lo vio,
pero todos escuchamos
al sapito glo, glo, glo…
¿Vivirá en la chimenea?
¿Dónde diablos se escondió?
¿Dónde canta cuando llueve;
el sapito glo, glo, glo…?
¿Vive acaso en la azotea?
¿Se ha metido en un rincón?
¿Está debajo de la cama?
¿Vive oculto en una flor?
Nadie sabe dónde vive,
nadie en la casa lo vio,
pero todos escuchamos
cuando llueve glo, glo, glo…
José Sebastián Tallon.
—oo—
La lechuza.
(Ave que habita casi todo el mundo. Tiene el cuello corto y movible y el suave plumaje que cubre todo su cuerpo hasta las gruesas patas le permite volar en silencio durante sus desplazamientos nocturnos.)
La lechuza.
(Fragmento.)
Sé que no es mala
cuando lanza el graznido,
es que de buena gana
la pobre hace el esfuerzo
para entonar el canto
que jamás ha tenido.
José Sebastián Tallon.
—oo—
Mariposa monarca.
(Cada año migra desde el Canadá y el norte de los Estados Unidos hacia la Florida y México para buscar mejor clima y en él reproducirse. Recorre en grandes grupos hasta 125 kilómetros sin detenerse y a la llegada de la primavera vuelan de regreso a los bosques del norte.)
La niña y la mariposa.
(Fragmento.)
…
Una mariposa bella
volando de rosa en rosa,
y de una en otra afanosa
corre una niña tras ella.
Su curso, alegre y festiva,
sigue con pueril afán,
y con airoso ademán
la mariposa se esquiva.
A veces con loco intento
quiere hacer presa en sus galas,
y en vez de tocar sus alas,
toca las alas del viento.
…
Ramón de Campoamor.
—oo—
Pez aleta de ángel.
(Este bello pez introducido en Madagascar para ornato en los ríos, revirtió a su anterior y modesta forma de carpín y eliminó a los restantes peces de los espacios dulceacuícolas.)
Un pececito aleta de ángel, agitado en su canal, veía en el océano de nubes a un halconcillo volar. Un día, de tanto ver y mirar, harto de su estrechez al “peregrino” pidió:
— ¡Ven y enséñame a volar!
Amanecía un día y en él llegaba la noche y el pececito aleta de ángel rogaba a aquel alado.
— ¡Ven y enséñame a volar!
Y aunque aquel no contestaba daba giros y tirabuzones mientras el pececito insistía:
— ¡Ven y enséñame a volar!
En tanto no descuidaba ningún momento para ejercitarse, hora tras hora agitaba sus aletas para acostumbrarlas al rudo trabajo entre las ondas del aire. Y un brinquito después de agitar las aletas, día tras día y de noche toda la noche cuando la luna llena venía. Aletear con la derecha, aletear con la izquierda tras mover la colita también es una manera, de prepararse para volar.
Un día después de una fuerte tormenta, con el canal agitado y rebosante, el pececito dio un gran brinco y vio que del otro lado del canal había un espacio inmenso; va para atrás y para adelante, toma impulso y brinca hasta que una tarde casi agotada la paciencia el pececito saltó el brazo de tierra para caer dentro de aquel gran espacio de agua en donde a lo lejos veía que el agua y el cielo eran una sola cosa:
— ¡Por fin estoy aquí! Con práctica y constancia llegaré a donde al agua es cielo y el cielo vive entre el agua y desde ahí ¡lograré volar!