«Su silencio había salvado al virrey; en cambio el virrey le había perdido abandonándole.»
José Ortiz Monasterio. Historia y ficción: los dramas y novelas de Vicente Riva Palacio, página 264. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia.

De don Antonio de Benavides (o Benavidez a la usanza antigua y que aún en algunas referencias contemporáneas le respetan la «z») marqués de San Vicente resulta más o menos conocida la fecha de su muerte, no obstante, quedan en la incertidumbre, además de elementos constituyentes de su historia personal, la fecha de su nacimiento, el lugar de procedencia y lo escueto de su nombre contrariada la acostumbrada serie de apellidos que acompañaban a los varios nombres al uso de su época y que, de resultar cierta su impostura, con ello, algo de flaca inventiva le quedaría por imagen.

En uno de los muros de la Iglesia de la Compañía de Jesús en Puebla de los Ángeles, un conjunto de seis mosaicos informa:

«En el arco principal de esta fachada, estuvo colgada por orden de la Inquisición, la cabeza de don Antonio de Benavidez (el Tapado), falso visitador de España ejecutado el 12 de julio de 1684.

Museo Regional del Estado»

En lo general, la mayoría de las crónicas concuerdan: «…en el año de 1683, desembarcaba en Veracruz Don Antonio de Benavides, Marqués de San Vicente, mariscal de campo y visitador de la Nueva España enviado por el rey español; personaje legendario e incógnito al que por razones nunca explicadas, el entonces virrey de México Don Tomás Antonio Manríquez y Aragón de la Cerda 1, marqués de la Laguna, mandó aprender […] a quien todos los habitantes a su paso por veredas y caminos desde Xalapa hasta la ciudad de México, llamaban, debido a ciertos malignos rumores, ‘el Tapado’. Después del inquisitorial juicio a que fue sometido en la Sala del Crimen de la Ciudad de México donde le imputaron delitos nunca probados, finalmente el 4  (sic ¿errata por el 14?) de julio de 1684 fue ahorcado en la Plaza de Armas, de donde después sus verdugos descolgaron su cuerpo para cortarle manos y cabeza (de acuerdo con la sentencia), que una vez enviada [cabeza y mano derecha] a Puebla fue exhibida al pueblo en la entrada principal del Templo de la Compañía de Jesús… Benavides, supuesto espía o enviado de su Alteza María Ana de Austria, quien pensaba en reinar [en] América tras un levantamiento dirigido por ella…» 2

Antonio de Benavides «… fue un personaje misterioso que llegó a la Nueva España pretendiendo ser visitador general, gobernador de la colonia y gobernador del castillo de Acapulco, nombrado por la corte en España. Desembarcó en Veracruz el 22 de mayo de 1683, casi al mismo tiempo que el pirata Lorencillo y sus hombres invadieron y saquearon el puerto (esto fue la noche del 17 al 18 de mayo). Es posible que fuera un mensajero confidencial o un inspector enviado por la reina regente Mariana de Austria, pero fue incapaz de establecer sus credenciales.

«Fue arrestado en Cuetlaxcoapan (Puebla), acusado de estar en contubernio con los piratas. Desde allí fue conducido a la Ciudad de México sujetado con grilletes. Una vez allá, fue llevado al cadalso el 12 de julio de 1684 en la plaza mayor. A la hora de su ejecución se observó un eclipse de sol. La gente común, que había dado al marqués su apodo del Tapado (cubierto u oculto), vio el eclipse como una señal de Dios de que un hombre inocente estaba a punto de ser ejecutado. Sin embargo, las autoridades continuaron con el ahorcamiento. Después de la ejecución y por motivos desconocidos, la cabeza de Benavides fue llevada a Puebla y exhibida en la puerta de la iglesia de La Compañía de Jesús.» 3 Abunda la información: «A la entrada se observa una placa en talavera que cuenta: «En el arco principal de esta fachada, estuvo colgada por orden de la inquisición la cabeza de Don Antonio de Benavidez (El Tapado), falso visitador de España, ejecutado el 12 de Julio de 1684.” 4

Una historia desacredita a la Historia: “…Similar es la historia de Benavides [aquí el autor refiere el caso del Lic. Vena y de doña Beatriz su esposa —a la postre también falsa—sin aportar mayores datos y con el extra en la leyenda del deambular nocturno de doña Beatriz 5]… En medio de la invasión pirata en Veracruz a manos de Lorencillo y Tampico por Darien y Juan Chaquez (Jean Jacques). El veintiuno de mayo de 1683 el Virrey, alarmado, publicó un bando solicitando que todos los hombres entre los quince y los sesenta años de edad se alistaran al combate. Esa agitación permitió un nuevo embuste, a manos de Benavides.

“En Puebla, cuando Lorencillo y los piratas se retiraban de Veracruz después de saquearlo, la audiencia ordenó apresar a Antonio de Benavides, cuyas cartas sí llegaron, pero eran falsas; la gente comenzó a llamarle “El tapado” y el 4 de julio [¿?] la multitud de la capital pudo verlo. Pese a las torturas este oidor nunca quiso referir la causa de su llegada a la Nueva España. El virrey vigesimoctavo, Tomás Antonio Manríquez de la Serna lo entrevistó personalmente y nunca se hizo público el contenido de sus cartas, pero poco antes de un año nuestro oidor era castigado con la pena de muerte y su cabeza, como ya referí, puesta al aire como escarmiento, en Puebla, a la vez que sus manos eran también mostradas al escenario público y a los aires de julio en la capital de la Nueva España…

“Las cartas también mienten o nunca llegan. Este es, sin duda, un antiepistolario. Sus historias —formadas con palabras— nos permiten entender otra cara —distinta, pero no completamente nueva— de nuestro rostro. Como diría Joao Ubaldo Ribeiro, un gran novelista brasileño: el secreto de la verdad reside en que no existen hechos, sólo existen historias.” 6

Y la historia da para un apartado en donde cabe lo suprahumano: «… Tanto se había hablado de Benavides, tan misteriosa había sido su conducta, y tan impenetrables la misión que traía y la causa de su prisión, que la gente comenzó a llamarle el Tapado, y este sobrenombre se popularizó tanto y con tanta rapidez, que la noche del día 10 de junio multitud de curiosos se dirigían a las calles del Reloj, y entre todos ellos no se oía hablar de otra cosa que, del Tapado, que debía llegar en aquella misma noche… Nadie, a pesar de la claridad de la luna, pudo ver otra cosa que un hombre embozado en una gran capa negra, que caminaba montado en una mula haciendo ruidos sonoros y extraños y en medio de un grupo de alguaciles a caballo.

«Ese hombre era el Tapado…

«Don Antonio de Benavides fue encerrado en un calabozo, y el día 11 de junio legos y religiosos le tomaron su primera declaración y se le consignó a una sala del crimen para que se le torturase, se le juzgase y se le exorcizase.

«Se había descubierto que su cuerpo y sus acciones estaban controlados por un espíritu maligno del Averno. En vano se procuró, con conjuros en latín y arameo y con biblias y demás objetos sacros a mano, obtener de él una contestación (sic) que diese alguna información sobre sus antecedentes, sobre su misión, sobre el objeto que le traía al mundo tangible; los esfuerzos de los buscadores y de los inquisidores se estrellaron contra el frío desprecio y mofa de aquel extraño y misterioso daemon, a quien no arredraban ni los tormentos, ni la amenaza de exorcismo ni la de la lamentable posibilidad de mata[r] al vivo al que poseía.» 7

Curiosamente la fantasía anterior queda con suma cercanía que tildarla de coincidencia le negaría la desventura: «Gobernaba entonces en México el Excmo. Sr. D. Tomás Antonio Manríquez de la Cerda, marqués de la Laguna y conde de Paredes, vigésimo octavo Virrey, y que había tomado posesión del gobierno en 30 de noviembre de 1680, y a su prudencia y sabiduría confiaron los oidores el desempeño de una empresa en la que ellos habían comenzado con tan poco éxito.» 8

Cuatro horas de conversación del virrey con el prisionero dejaron en el rostro de don Antonio Manríquez el gesto demudado, sudoroso y pálido, así atravesó la cárcel, los pasillos del palacio para llegar a sus habitaciones y resguardarse en ellas. A nadie dijo nada, a nadie dedicó la atención, mudo él y El Tapado, lo ahí y entonces dicho aún es un misterio.

Queda asentado que para evitar el tormento don Antonio de Benavides intentó el suicidio del que le recató su carcelero para, posteriormente sujetarlo al suplicio acostumbrado para arrancarle una confesión que no lograron.

«Benavides sufría el tormento con una energía y presencia de ánimo que no se desmentía ni por un solo instante, y nada supieron los oidores de nuevo, y el dolor no arrancó al Tapado la confesión más insignificante.

«Y sin embargo, espantoso debió haber sido el sufrimiento de aquel hombre, porque si la fortaleza de su alma venció al dolor, su cuerpo no pudo resistir tan duro tratamiento: nada confesó; pero al día siguiente todo México sabía que iban a sacramentar al Tapado que estaba moribundo á consecuencia del martirio que le habían hecho sufrir los señores de la Sala del Crimen…»

Recuperado del tormento, un año después —el lunes 10 de julio— quedó del conocimiento público la sentencia de muerte para El Tapado quien estaba ya en Capilla para tres días. «… La fúnebre comitiva hizo aquella especie de paseo que se acostumbraba hacer con los reos, y en cada esquina el pregonero con voz atronadora publicaba el nombre del ajusticiado, su crimen y la pena que iba a sufrir…

«… Después de esto, los sacerdotes se retiraron y los verdugos descolgaron el cadáver, y conforme a la sentencia le cortaron las manos y la cabeza: una mano se  clavó en la horca, y la otra y la cabeza fueron enviadas a Puebla.

«En estos momentos, cuando en la plaza resonaban los martillazos del verdugo que enclavaba en la horca la mano, el sol que había ido palideciendo se eclipsó totalmente, la muchedumbre, impresionada con el espectáculo, sintió un terror supersticioso al ver que el sol se obscurecía, y huyó despavorida en todas direcciones…»  9

«… El más impenetrable misterio vela toda esta historia.  ¿Quién era el Tapado?  ¿a qué vino a México? ¿qué habló con el virrey? Nadie lo supo. Quizá algún día el casual encuentro de algún ignorado expediente, en México o en España, arroje la luz sobre este, hasta hoy, sombrío episodio de nuestra historia colonial.» 10

De la obra literaria del nieto del insurgente don Vicente Guerrero, importante por más que algunos críticos desorbitados la minimicen queda: “El tema principal de Calvario y Tabor es la lucha por la independencia y contra la Intervención Francesa en Michoacán, en Monja y casada lo es el tumulto de 1624 y la caída del virrey como antecedente del potencial revolucionario del pueblo, en Martín Garatuza la supuesta conjura de los criollos para derrocar al gobierno español, en Los piratas del Golfo los imaginados planes para arrebatar a España las islas del Caribe y la Nueva España, en Las dos emparedadas el fallido intento de El Tapado para liberar a México del yugo hispánico, en La vuelta de los muertos la fracasada rebelión de los indios contra la corona española y, por último, en Memorias de un impostor la soñada revolución del irlandés Lampart.” (aquí remite a la nota con número 18 que dice:) “18. José Ortiz Monasterio, México eternamente. Vicente Riva Palacio ante la escritura de la historia, México, fce/Instituto Mora, 2004, p. 99; más pormenores y referencias sobre las novelas pueden consultarse en mi trabajo Historia y ficción. Los dramas y novelas de Vicente Riva Palacio, México, Universidad Iberoamericana/Instituto Mora, 1993; para la vida del autor véase mi bosquejo biográfico “Patria, tu ronca voz me repetía…” Biografía de Vicente Riva Palacio y Guerrero, México, iih-unam/Instituto Mora, 1999. Ver también: El libro rojo. 1520-1867. Por: Vicente Riva Palacio, Manuel Payno, Juan A. Mateos y Rafael Martínez de la Torre. Tomo I. Páginas de 410 a 427. México. A. Pola, Editor, calle de Tacuba, núm. 25. 1905. 11

Y con insistencia nada baladí en cuanto a esta información, por sus implicaciones y personajes: «Don Tomas Antonio Manrique de la Cerda y Aragon, Conde de Paredes, Marques de la Laguna, entró á el gobierno el dicho año de 1680, dió las más activas providencias para socorrer á la Vera Cruz atacada por Nicolas Agramon y Lorenzo Jacome, sin poder evitar que saqueasen y robasen, mandó prender y ahorcar a Don Antonio Benavides, Marques de San Vicente, á quien llamaban el Tapado, por fingirse Visitador del Reyno, gobernó hasta 1686.» 12

«El Exmo. Señor Don Thomas Antonio de la Cerda, y Aragon, Conde de Pardes, Marqués de la Laguna, cafado con la Señora Doña María Luifa Manrique de Lara, y Gonzaga, entró en el Gobierno a 30 de Noviembre de el año de 1680: dió con baftante prontitud las Ordenes necefarias para focorrer á Vera-Cruz, luego que tuvo noticia de la entrada de Nicolao Agramón y Lorenzo Jácome, que la faquearon, y robaron a 17 de Mayo de el año de 1683, por no haber podido llegar a tiempo el remedio; y en el mifmo prendió, y ahorcó, por Vifitador fingido, a Don Antonio Benavides, intitulado Marqués de San Vicente, y llamado el Tapado.» 13

«Un detalle de la ejecución sumamente notable fue el eclipse solar que ocurrió en el momento y que el vulgo interpretó, asegura Riva Palacio, como una señal divina: ‘Todos pensaron que la muerte de un inocente indignaba a Dios, y que el eclipse era la prueba del desagrado con que la divinidad había visto el sacrificio’.»  14 Contrasta con la aseveración: «Después de un año de prisión, el 10 de julio de 1684, don Antonio de Benavides fué condenado a muerte, y el 14 fué ejecutado en medio de la plaza Mayor de la ciudad. Ahorcáronle y le cortaron la cabeza y las manos; una mano se clavó en la horca en México y la otra con la cabeza fueron enviadas a Puebla. En el momento de la ejecución de Benavides hubo un eclipse total de sol, y aquella coincidencia espantó terriblemente a los vecinos de la ciudad, al extremo de que en un instante quedó desierta la plaza donde se había apiñado una multitud inmensa para contemplar la ejecución.

«La verdad sobre los antecedentes y misión que traía a México don Antonio de Benavides fué siempre como un misterio impenetrable; unos supusieron que era un agente de los piratas; otros que era sencillamente un impostor audaz, y otros sostenían que era un comisionado de la corte de España encargado de promover en la colonia una revolución.» 15

Una más: «El el 22 de mayo de 1683 Antonio Benavides, marqués de San Vicente, desembarcó en Veracruz. Mejor conocido más tarde como El Tapado, declaraba ser visitador general y gobernador de Nueva España, enviado por la reina Mariana de Austria. Fue arrestado en Cuetlaxcoapan (Puebla), acusado de ser uno de los piratas de Lorencillo. Fue encadenado y llevado a Ciudad de México. El 12 de julio de 1684 fue conducido al cadalso, pero cuando apareció se produjo un eclipse de sol. A pesar de que la gente interpretó este hecho como un signo del descontento de Dios con la ejecución de un inocente, fue ahorcado de todos modos.» 16

No obstante la finalidad en otro beneficio, para los fines de este tema tomemos las anotaciones referente a la construcción del convento y del colegio del Espíritu Santo por los jesuitas en Puebla de los Ángeles: «Hay otros dos datos históricos que demuestran que en esa época [19 de julio de 1647] existía ya la iglesia de la Compañía [de Jesús] y son: el primero, la exposición de la ‘Cabeza del Tapado’ frente a la puerta de dicha iglesia y el segundo el entierro solemne en la [antesala de la] sacristía de la misma de la Princesa del Gran Mogol llamada Mirra en su gentilidad y después de bautizada, Catarina de S. Juan, o la China de Puebla como generalmente se le decía por cariño.

«En el ‘Diario’ de Robles se lee ‘1683 Junio. Dia 1.o bajaron a un calabozo á D. Antonio Benavides, fingido visitador.’

«Julio día 12. [En la capital del virreinato] Ahorcaron á D. Antonio Benavides (alias el tapado) que se disfrazó de visitador del reino: le cortaron la cabeza que llevaron a Puebla, y una mano se clavó en la horca.

«Parte de este diario está inserto en el ‘Calendario Histórico para 1858. Propiedad de M. Murgía, Editor’ páginas 40 y 41. en lo relativo a este hecho.

«Los religiosos jesuitas pidieron al Alcalde Mayor el 20 de Julio del año de 1683 que se quitara de frente a la puerta de la iglesia de la Compañía la cabeza del ajusticiado que se colocó allí.» 17

Entonces: ¿Falseó las cartas de representación o jamás llegaron? ¿Le investían los intereses de un grupo en el poder en España, concretamente los de Mariana de Austria o era sólo un vivales más que aprovechó el desajuste en la casa reinante española? ¿Cuál fecha corresponde a la realidad, el día 12 o 14 de julio de 1684? Y el eclipse ¿sucedió antes, durante o después de la ejecución y mutilación?

Un paréntesis musical.

«… junto con los castellanos, venían los andaluces, los extremeños y los asturianos, de modo que, al mismo tiempo, se infiltró por todos los rincones de nuestro suelo la savia española de todos los rumbos de la península. Lo mismo la danza prima asturiana que los romances y corridas andaluces, todas tomaron posesión en nuestros poblados y comenzaron a diseminarse.

«El dato más antiguo que con referencia a este género de composiciones encuentro, es el que aparece en la obra del padre Andrés Cavo Los Tres Siglos de México, en la cual se dice que el día 19 de agosto de 1684, salieron unas Coplas al Tapado, de las cuales se vendieron seis resmas 18, lo que indica un gran éxito editorial.

«El Tapado, quizá llamado así porque encubrió durante algún tiempo su verdadera personalidad, fue don Antonio Benavides, quien se disfrazó de Visitador del Reino, se hizo llamar Marqués de San Vicente, Mariscal de Campo, Castellano de Acapulco y otros dictados; fue juzgado por la Inquisición y, condenado a ser decapitado, su cabeza fue enviada a Puebla y colocada en el arco central del templo de la Compañía; su mano, probablemente la derecha, fue clavada en la horca. Como el suceso era digno de notar, a raíz de la ejecución salieron a la venta dichas coplas. Estas, posiblemente, debieron haber sido cantadas y llevadas a todas partes del país por los cancioneros de entonces, de feria en feria, tal y como se acostumbró durante la vida colonial y se sigue aun acostumbrando, como continuación de los usos establecidos por los colonizadores hispanos.» 19

Y un detalle que pese a su cortedad merece atención especial por su vital importancia: «Después de ejecutado Benavides, el pueblo se dio a la tarea de diseminar por caminos y lugares públicos las ‘Coplas del Tapado’, versos que por la fecha de su aparición serían el primer antecedente del corrido mexicano, que ya el Diccionario de Autoridades, publicado en 1729, consigna como el inicio del género.» 20  No deja de atraer la atención la afirmación un poco más arriba en donde don Jesús Flores Escalante asienta por fecha del ahorcamiento y el corte de manos y cabeza «el día [martes] 4 de julio de 1684». Aquí la fecha no corresponde a las dos citadas en las fuentes. Por si atrajera la atención y a fin de corroborar la información variada disponible, el día 14 de julio del año de 1684 correspondió al viernes, pese a que el mismo don Vicente Riva Palacio asienta en su «El Tapado», en el Libro Rojo: «Pero el lunes 10 de julio de 1684 se supo que el Tapado había sido condenado a muerte, y que había sido puesto en capilla, y como una ejecución de justicia era en aquellos tiempos un espectáculo público muy concurrido, todos comenzaron a disponerse para asistir a ésta que, según las leyes y la práctica, debía verificarse tres días después, es decir, el miércoles 14 (sic).»

Para aumentar la confusión en la fecha del suplicio final tomemos de Héctor Noejovich Ch.: «El cabildo remitió al Tapado con grilletes en los pies a los tribunales de la capital y no obstante que la poetisa Sor Juana Inés de la Cruz, quien gozaba del favor virreinal, pidió su indulto fue ahorcado el 12 de julio al año siguiente de haber pisado tierra [esto es 1684]. Se dice que al ejecutarse la sentencia se oscureció el cielo por un eclipse solar, el pueblo azorado recordó los sermones del Viernes Santo, cuando a la muerte de Cristo el cielo protestó ante el castigo a un inocente… No se sabe lo que movió a la Décima Musa a impetrar la malograda benevolencia del virrey para salvar de la horca al Tapado…» 21 Y de la importancia del hecho histórico y de su interés social queda esta afirmación en el trabajo de Ignacio Arellano en el mismo sentido: «Sor Juana (Inés de la Cruz) aprovechando el primer cumpleaños del hijo del virrey, pidió infructuosamente el perdón de Benavides… 22

Los marqueses y condes.

«Los III marqueses de la Laguna y luego condes de Paredes, vivieron sus primeros años de matrimonio en el Puerto de Santa María, donde don Tomás de la Cerda ocupó los cargos de general del Mar Océano y capitán general de las Costas de Andalucía que antes había desempeñado su padre, el VII duque de Medinaceli, hasta su muerte el 7 de marzo de 1671. En 1679 fue elegido gobernador de Galicia, pero no llegó a ocupar el cargo porque Carlos II lo designó como virrey y capitán general de Nueva España. En agosto del mismo año de1679, falleció la madre de doña María Luisa, y la marquesa de la Laguna heredó el título de condesa de Paredes. Seis meses más tarde, todavía en España, falleció el hijo varón de los marqueses sin haber cumplido los dos años. Los XI condes de Paredes, en compañía de su única hija, se embarcaron entonces hacia Nueva España, donde llegan el 30 de noviembre de 1680. El virreinato fue todo, menos tranquilo: se sucedieron las rebeliones de las tribus de Nuevo-México, los tumultos de Antequera de Oaxaca, la lucha contra los piratas, la incesante amenaza de las costas por las escuadras del obispo de Brandemburgo, las de Francia, de Inglaterra y de Holanda, el ataque de los franceses al puerto y ciudad de Vera-Cruz el 18 de mayo de 1683, la pérdida de Campeche tomada por el pirata Lorencillo en 1685. A todo ello hay que añadir que su hija única fallece en 1680, si bien el 5 de julio de 1683 les nace otro hijo varón, en quien se siguió la sucesión de la familia. Por fin, el 16 de noviembre de 1686, finalizó el gobierno del conde de Paredes, cuando llegó [don Melchor Portocarrero Lasso de la Vega] el [III] conde de la Monclova como nuevo virrey.» 23 Así pues, resulta una familia cercana tanto en la corte como en la persona de Mariana de Austria y, curiosamente, el asunto de don Antonio de Benavides no aparece en esta semblanza que, aún por corta, tendría su trascendencia por el trasfondo mismo.

Es a María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, marquesa de la Laguna y condesa de Paredes de Nava, Lisy en las dedicatorias a quien ofrece sor Juana Inés de la Cruz gran parte de sus poemas y pensamientos a partir del ceremonial de investidura de los nuevos virreyes.

La reina Marianna.

María Ana, Mariana o María Anna de Austria (1634-1696), hija de Fernando III de Habsburgo y de María Ana de Austria, segunda esposa y después viuda de su tío Felipe IV de España, a más de una vida estrujada en los conflictos políticos, en su retiro lleva una vida de recogimiento y religiosidad con destello de tranquilidad. Ella, a la reina, es a quien retrata don Diego de Velázquez y Silva además de pertenecerle el rostro en el espejo al fondo del galerón en «Las meninas» del mismo pintor cortesano español. Regente durante la infancia de Carlos II.

Mariana de Austria aparece con vestimenta de viuda —no es hábito de monja ni mucho menos de la orden franciscana como suele determinarse—, sola en la habitación, sin la cohorte habitual de los altos personajes y con un perro a sus pies, al fondo un pequeño grupo rodea a Carlos II, sobrenombrado «el hechizado», su hijo de cuatro años por entonces y de quien era regente. Carlos fue la última testa coronada de la casa de Austria, quien pese a las restricciones físicas exaltadas por sus detractores y minimizadas por sus defensores, reinó por 35 años la vastedad del Imperio. Este óleo corresponde a la autoría de Juan Bautista Martínez del Mazo (162-1667), discípulo y yerno de don Diego de Velázquez. En situación similar la representó Juan Carreño de Miranda (1614-1685) en un reducido salón de fondo neutro en el Salón de los espejos del Alcázar de Madrid realizado por Juan Bautista Martínez del Mazo.

La mujer y reina, monarca y cortesana, el ángel y demonio, heroína y mártir, María y Eva, todas en una, muere el 16 de mayo de 1696 entre las once y las doce de la noche de un terrible tumor canceroso en el pecho cuyo tamaño —al decir de los informantes— era semejante al de una cabeza pequeña. Su época convulsa jalonada por la pluralidad de intereses de la Europa de su momento aportan todavía más tensión a decidirse si algo de veracidad hay en la soterrada afirmación del interés personal de María Ana de Austria en el espacio de Nueva España. Para la anterior y al rigor de copiosa información, vale el esfuerzo de ojear y hojear el aporte de Laura Oliván Santaliestra con la dirección de la doctora María Victoria López-Cordón Cortezo en la Memoria para optar al grado de doctorado. 24

Frente a los datos asentados surgen otras interrogantes: ¿El vigesimoctavo virrey —don Antonio de la Cerda y Aragón, conde de Paredes y marqués de la Laguna— era parte de la conjura ideada en favor o por la propia María Ana (o Mariana) de Austria cuyo principal agente fue don Antonio de Benavides? Así, en el fingimiento de Benavides de ser «visitador» enviado por el rey ¿carga con la pena de falsear el origen (la reina-viuda en vez del rey) y en esperar de la postrer salvación que no llegó? ¿Era éste sólo el rostro visible de la conspiración de «México por doña María Ana de Austria» a quien el virrey favorecería para finalmente sacrificarle para salvación del estado de las cosas en Nueva España?

Los piratas.

De forma por demás escueta la ficha afirma que los piratas comandados por Juan Chaquez y el mulato (¿?) Lorencillo atacaron el Nuevo Puerto de Veracruz. Sucedió en una sociedad dividida en la cual los peninsulares detestaban a los nacidos en tierra americana y los nacidos en Nueva España reprochaban a los venidos de España su prepotencia y soberbia

En el espacio temporal correspondiente a la gestión del 28o virrey Don Tomás Antonio Manrique de la Cerda, marqués de la Laguna, hay otros aportes con un poco más de detalles: «En 1683, el célebre pirata Agramont, guiado por el negro Lorencillo, invadió a Veracruz y la saqueó completamente. En ese mismo año sopló en México un terrible huracán. En 1684 fue ahorcado el marqués de San Vicente, que se llamaba don Antonio Benavides, y le decían el Tapado. Este suceso quedó envuelto en el misterio…» 25

«… Y entre el saqueo habían tomado rehenes y ahora la única manera de librarse de ellos era pagando el rescate que pedían… Estaba claro que en un pago no había victoria, sin derrota y sometimiento, debilidad manifiesta; que sin el relumbrón de las armas y el tronar de la pólvora, sin los enemigos muertos no había gloria que contar…» Es el reproche a la mezquina actividad del virrey distraído por esfuerzos privados que Mónica Lavín pone en boca de doña María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga.  26

El Diario de Xalapa, con firma de Alberto Calderón P.  asienta que el robo de esclavos libres, mulatos y negros llegó a la cifra de 1500 y el rescate solicitado por los piratas a fin de respetar la vida de los españoles y demás cautivos fue de ciento cincuenta mil pesos. 27

Y si en el asunto de don Antonio Benavides quedan incontables dudas e interrogantes, en el caso de la invasión por los piratas al puerto de Veracruz, asociados reales o circunstanciales con «el visitador», el monto en confusiones crece todavía más. ¿El pirata «Lorencillo» era un negro —según el decir de don Manuel Payno— o era un mulato según don Vicente Riva Palacio Guerrero — cuyo nombre fue Lorenzo Jácome—?

Queda aceptado que el sobrenombre del pirata mencionado para el ataque de Veracruz  («Lorencillo»), debíase a su corta estatura lo cual concuerda con la apariencia del pirata Laurent Graff, (o Laurens Cornelis Boudewijn de Graaf o Laurent de Graff), filibustero neerlandés quien también queda en las historias de piratas  con el remoquete de «Lorencillo» debido a su baja estatura: «Por su educación como marino tuvo grandes desavenencias con Nicolas van Horn y Michel de Grandmont, filibusteros que trataban con gran crueldad a sus prisioneros. En julio de 1685, por su asalto a Campeche, entonces parte de la provincia de Yucatán recibió el título de caballero. Fue lugarteniente en Saint-Domingue. Participó en la ocupación francesa de Luisiana (Louisiane) en 1699. Vivió como granjero en Mobile, lugar donde murió en 1704.»  28 (Otra versión ubica el lugar de su muerte en Cabo Haitiano [Cap-Haïtien, o Le Cap] en el transcurso del mismo año). Por el contrario, el Diario de Xalapa determine su muerte transformado en pacífico granjero en Alabama en 1704.  Ya en una información más cercana a la leyenda, Antonio Francisco Rodríguez Alvarado le casa en segundas nupcias con Marianne (Anna, Anne) Dieu-le veut (tomado de su grito bélico: «Dios lo quiere») a quien el mismo de Graaf le matara el marido en un duelo por disputas de juego. Las fuentes varían, otros afirman que Marianne retó a duelo a de Graff por insultos y que éste, incapaz de reñir con una mujer, en vez de ello, le propuso matrimonio.

En el texto institucional «Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa», con encabezado de «La piratería», en el apartado de «Lorencillo» 29 queda: «El 17 de marzo de 1683 once naves a cargo del holandés Laurens de Graff apodado Lorencillo ingresó a la ciudad de Veracruz acompañado por los filibusteros Grammont y Van Horne.

«En la ciudad de Veracruz, ya instalada frente a San Juan de Ulúa, se produjo la única [en realidad fue la segunda] y sangrienta ocupación que sufrirá la ciudad durante la colonia.

«Hombres, niños y mujeres encerrados en la iglesia sufrieron vejaciones, torturas y muerte, cinco días después, los piratas se retiraron a la Isla de Sacrificios con 17 rehenes por los que se pagó el rescate.

«La brutal ocupación de Veracruz significó un jugoso botín y pese a la cercanía de la guarnición española en San Juan de Ulúa sólo participaron como testigos de la matanza.

«Gracias a su éxito, Lorencillo (llamado por los españoles: El conde, el Hombre superior de la cabellera de oro, el diablo mismo…) fue nombrado almirante en Santo Domingo, y luego de atacar Campeche se sumó a la marina francesa de Louis XIV con el cargo de Laurente Cornille, Señor de Graff, Lugarteniente del Rey en la isla de Santo Domingo, Capitán de fragata ligera y Caballero de San Luis.»

Según Wikipedia, los filibusteros Michel de Grammont (o Grandmont), Nicholas van Hoorn, Jan —Yankey o Janke— Willems, asociados con Laurence de Graff, con sus fuerzas combinadas (de 600 a 1000 hombres, las cifras varían) conquistaron Veracruz. Resulta pertinente recordar que casi un siglo antes, el 16 de septiembre de 1568, la ciudad-puerto de la Vera Cruz sufrió la violencia de las fuerzas comandadas por John Hawkins. En ambas ocasiones la población y sus autoridades confundieron las velas de las naves con las propias de la flota española, de ahí su pasividad y vulnerabilidad. En el saqueo de 1683 hicieron 6 000 prisioneros (¿?) por los que exigieron rescate. Grammont, nombrado gobernador de la isla de La Española por el rey francés, antes de asumir su cargo, desapareció en el mar en el transcurso de abril de 1685 y en su última misión.

Por su parte Renato Gutiérrez Zamora, en su ¿Quién fue Lorencillo? 30 defiende y discrepa un tanto de la historia oficial: «… los piratas que asaltaron el puerto de Veracruz el 18 [¿?] de mayo de 1683, gritando vivas al rey de Francia, iban mandados por un francés llamado Nicolás Agramont y eran conducidos por un mulato, Lorenzo Jácome, conocido por ‘Lorencillo’… Van Hoorn estaba comprometido con Laurens de Graaf y Michel de Grammont en la captura de Veracruz en 1683. Después del saqueo de Veracruz, los dos se retiraron a la isla de Sacrificios con prisioneros donde planeaban esperar el pago de un rescate. Impaciente porque los pagos no llegaron de inmediato, Van Hoorn ordenó la ejecución de una docena de prisioneros y envió sus cabezas a Veracruz como advertencia. De Graff estaba furioso, los dos discutieron y luego pelearon un duelo. Van Hoorn recibió una herida menor y fue devuelto a su barco con grilletes. La herida pronto se volvió gangrenosa y Van Hoorn murió poco después.

«Un acontecimiento muy notable vino a conmover a Nueva España, cuando gobernaba D. Antonio de la Cerda y Aragón, y fue la expedición del filibustero Lorencillo. A las cuatro de la mañana del martes 18 de mayo de 1683, se oyeron muchos disparos y el veloz zumbido de las balas, y muchos gritos de: ¡Viva el rey de Francia! Despertados los vecinos de Veracruz, apenas pudieron vestirse y vieron pasar banderas de lis al eco de las cajas de guerra, y unos seiscientos piratas que se apoderaron al momento de la plaza de armas, de los baluartes y de todas las calles… El general de los filibusteros en tierra se llamaba Nicolás Agramont; pero el que por su ascendiente dominaba a todos era el almirante Lorenzo, conocido más bien por el diminutivo… Agramont fue quien tuvo a su cargo esta colonia de infelices, y no se puede referir lo que pasaron entre hambres, sed, desnudez, sustos, sobresaltos y desconsuelos; cada instante una novedad funesta, cada hora un pesar, cada día una catástrofe. Lorencillo reconvino a su camarada Agramont por su rigor para con los prisioneros [¿en Veracruz o ya en la isla de Sacrificios?], con lo que vinieron a las manos, y el primero, quitándole el bastón que asía el otro que estaba ebrio, se lo tiró al mar, y empuñando las espadas, Lorencillo lo tendió a sus pies, y envió después preso a un buque.

«Por su parte, don Miguel M. Lerdo de Tejada, en sus Apuntes históricos de la heroica ciudad de Veracruz (reedición de la Secretaría de Educación Pública, México, 1940), dice en la p. 297 del primer tomo: ‘Sin embargo, ese estado de seguridad no fue de larga duración para Veracruz, pues en 1683 no existió ya sólo el peligro para las embarcaciones que hacían el comercio con aquel puerto, como sucedía anteriormente, sino para la misma población, la cual fue atacada el día 17 de mayo por una escuadrilla de piratas, compuesta de once velas y unos mil hombres de desembarco, a las órdenes de un famoso filibustero inglés o francés de apellido Agramont, acompañado de un tal Lorenzo Jácome o Graban, conocido vulgarmente por su pequeña estatura con el nombre de Lorencillo, que era el que conducía la expedición como práctico, por haber vivido algunos años antes en Veracruz, de donde se fugó a Jamaica por haber cometido allí un homicidio.’

«Más adelante, don Miguel transcribe la Invasión del enemigo en la nueva ciudad de Veracruz el día 17 de mayo de 1683, escrita por el bachiller don Agustín Villarroel, theniente de cura y sacristán mayor de la santa iglesia parroquial de la dicha ciudad, en la que se lee:

«Los invadentes fueron tres solemnes Piratas que juntaron una Armada de once Embarcaciones, con nueve Piraguas en que venían mil y doscientos hombres. El General de ella para la mar se llamaba Nicolás Banoren, el Almirante el Capitán Lorenzo, y por General de tierra venía Monsiur Ramón.

«Aquí comienza el enredo, pues al pie de la página hay una nota que identifica al último con Agramont. Sin embargo, más adelante describe el pleito del general Nicolás Banoren con Lorencillo, de donde resulta que, o el pleito no fue con Agramont, o (lo que parece más probable) que Agramont no es ‘monsiur Ramón’, sino Nicolás Banoren. Don Carlos María Bustamante publicó un extracto del diario de don Juan Antonio Rivera, capellán del Hospital de Jesús Nazareno de México (transcrito por Lerdo de Tejada) sobre las providencias tomadas para auxiliar a la plaza de Veracruz, y allí se asienta que ‘Lorencillo’ había reñido con el general Agramont’. En la monumental obra México a través de los siglos, tomo 2, libro 2o, cap. 15, p. 639, se asienta: Mandaban aquella expedición como general Nicolás de Agramont, a quien otros llaman Banoven; Lorenzo Jacomen, mulato fugitivo de la justicia, famoso con el nombre de Lorencillo, y un francés a quien sólo se da el nombre de Mr. Ramón. (Con una nota al pie añade: Algunos historiadores dicen que Lorencillo era flamenco y se llamaba Laurent Graff; otros, y la tradición en Veracruz le llaman Lorenzo Jácome, mulato fugitivo de la justicia en América.)

«Don Germán Arciniegas, en su hermosísimo libro Biografía del Caribe (Buenos Aires, 1947), nos dice en la p. 247 que un holandés y un francés, Van Horn y de Grammont, asaltaron a San Juan de Ulúa, pero no menciona a Lorencillo. Finalmente, Héctor Pérez Martínez, en su estudio Piraterías en Campeche (núm. 6 de la Enciclopedia ilustrada mexicana, México, 1937), dice en p. 45: ‘El 31 de marzo de 1685 desembarcó [en Campeche] el renombrado pirata Laurent Graff, conocido por Lorencillo, holandés de origen… La escuadra de Laurent Graff se presentó en Campeche, inopinadamente, el año de 1685. El lugarteniente del pirata holandés era el caballero Grammont, nacido en París el año de 1650… El pirata [Grammont] se retiró a la isla de la Tortuga, donde recibió poco después la visita de dos filibusteros de gran renombre: Van Horn y Laurent Graff, a quienes se ofreció como simple voluntario para participar en la empresa que se organizaba contra Veracruz… Van Horn era holandés… Laurent Graff, flamenco español, era de grande estatura [¿?], el rostro regular, sin parecer afeminado; los cabellos de un rubio dorado sin ser rojos, y el bigote, levantado a la española, le daba un aire marcial mezclado a cierta coquetería que no careció de encanto… Tales eran los hombres a quienes se asoció el caballero Grammont; mas poco después del asalto a Veracruz, Laurent Graff, que tenía viejas rencillas con Van Horn por cuestiones de intereses [al parecer, antes de establecer contacto en beneficio de intereses comunes, Van Horn le asaltó un barco robándole los bienes y la nave], las liquidó asesinando a su compañero. Quedaron, pues, Lorencillo y Grammont y ambos realizaron el asalto de Campeche…’

«Algunos autores imprecisamente informados —entre ellos don Nicolás León, don Manuel Payno y Hubert Howe Bancroft— han confundido lamentablemente a Laurent Graff con un malhechor tabasqueño que hacia los años de 1750 (¿errata por 1650?)—según testimonio de don Justo Cecilio Santana— cometió en Jalpa algunos desmanes y anduvo huyendo de la autoridad, mereciendo, por comparación seguramente de sus acciones con las del auténtico, que el pueblo, haciendo un diminutivo de su nombre, Lorenzo, le llamase Lorencillo. Quien más se confunde es Bancroft, pues asocia el nombre de Lorencillo, el tabasqueño, al apellido Jácome, propio de un pirata que, afirma [Diego López] Cogolludo, en julio de 1652 asaltó Zizamtún [o Zizamtum] cometiendo allí algunas fechorías…

«¿Qué podemos deducir de toda esta maraña de datos contradictorios?

«En primer lugar: el caballero Grammont no es Nicolás de Agramont, como podría deducirse de la similitud de apellidos. En cambio, Van Horn, Nicolás Banoren o Banoven y Nicolás de Agramont parecen ser uno solo, y es el pirata que fue herido o muerto en riña con Lorencillo (no asesinado), después del saqueo de Veracruz.

«Probablemente el caballero Grammont es el ‘Monsiur Ramón’ de que nos habla el bachiller don Agustín Villarroel, de quien seguramente está tomada la versión de México a través de los siglos.

«No parece lógico que Van Horn, teniendo viejas rencillas con Laurent Graff, se hubiera juntado con él para ir en busca del caballero Grammont y planear el asalto a Veracruz. Lo más natural es que el disgusto entre los dos hubiera surgido de manera accidental, y más teniendo en cuenta que Van Horn o Agramont estuviera ebrio, según la versión que da don Marcos Arróniz. En cuanto a Laurent Graff o Lorenzo Jácome, hagamos unas consideraciones. No eran los piratas personas que se condolieran de la suerte de los que tenían la desgracia de caer en sus manos. Si uno de los motivos del pleito entre Lorencillo y Agramont fue la reconvención hecha por el primero al segundo por su rigor para con los prisioneros, cabe pensar que Lorencillo tendría alguna simpatía por los habitantes del puerto de Veracruz, hipótesis que encajaría con lo que dice Lerdo de Tejada, de que había vivido algunos años en la ciudad, y hasta había servido de práctico a la escuadra pirata para arribar al puerto, cuya entrada no era nada fácil por los bajos que se encuentran frente a él. Por otra parte, el apodo de ‘Lorencillo’ no quedaría a un hombre de aventajada estatura (¿?), como Laurent Graff, según lo pinta Pérez Martínez. Por todo ello me inclino a creer —continúa la exposición de Renato Gutiérrez Zamora— que se trata del mulato Lorenzo Jácome, como lo afirma la tradición veracruzana, y no del holandés o flamenco español (ambas nacionalidades le da Pérez Martínez en el mismo libro) llamado Laurent Graff.»

Recapitulación: Al mando de la flota expedicionaria venía el almirante Laurent Graff, o Laurens Cornelis Boudewijn de Graaf o Laurent de Graff alias «Lorencillo»; el General de ella para la mar era Nicolás Banoren, Nicholas van Hoorn o van Horn; y por General de tierra venía Monsiur Ramón, Michel de Grammont, o Grandmont y el otro Michel Agramont —si es que en verdad no es el mismo personaje—. Queda pues la posibilidad extrema de que contrataran o fuera un ofrecimiento personal el apoyo de un práctico —mulato o negro— en el espacio veracruzano, lo cual remitiría a Lorenzo Jacome o Jacomén.

Si los piratas —¿eran sencillamente piratas, o corsarios o…? 31/32— atacaron y tomaron Veracruz de la noche del 17 al amanecer del 18 de mayo y don Antonio de Benavides desembarcó en el puerto de Veracruz el día 22 de mayo del año de 1683, esto es, recién abandonada por los invasores ya que éstos pusieron velas hacia la isla de Sacrificios cinco días después de la toma lo cual da el 21 o 22 de mayo a más tardar 33. Así ¿don Antonio venía con la flota invasora y le dejaron en tierra con alguna misión en favor de la corona francesa? ¿Su barco atracó en tierra firme sin la molestia de ninguna de las once naves de los facinerosos?

A fin de conciliar las fechas y los nombres quede que, en el Calendario manual para el año del Señor de 1827, arreglado al meridiano de México 34: «… Invasión a Veracruz por Nicolás Baronen, almirante Lorenzo y Monsieur Ramon, en la noche del 17 al 18 de mayo de 1693 [¿?], siendo virey D Gaspar de la Cerda conde de Galve (sic).» Con apego a la cronología virreinal, Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, octavo conde de Galve y 300 virrey en Nueva España, ejerció de 1688 a 1696 y es bajo su administración cuando la población de la capital de Nueva España incendia el Palacio desesperada ante la escasez de maíz en la hambruna de 1692 derivada a las muchas lluvias del año anterior. Las fechas, pues, lo alejan del momento de los hechos aquí asentados. 35

En las historia para la Historia de Nueva España que antecediera a la Historia de México con sus vaivenes, queda para ese momento en conjunción de la trágica suerte de «El Tapado», don Antonio Benavídez, la apetencia real o adjudicada a la reina viuda regente Marianna de Austria y la segunda toma por los piratas del Puerto y Ciudad de la Nueva Veracruz, aún queda mucho por desbrozar y desvelar para comprender,  porque, por otra parte, aún corre la tradicional afirmación de que fue en la Iglesia-Convento de la Merced el lugar en donde los piratas encerraran a los habitantes cuando, al parecer, fue en la iglesia Parroquial —hoy Catedral— el sitio de prisión para las seis mil personas sujetadas (aquí también el número parece exagerado ¿caben seis mil seres humanos —contados los niños— en ese espacio?) con el añadido de uno o varios barriles con pólvora para volar la construcción y los ahí recluidos si los agresores no recibían el rescate exigido.

Colofón.

«… Los defensores de las escasas fortificaciones y los soldados del palacio del cabildo fueron derrotados luchando contra los invasores con poca resistencia. Entre ellos estaba el propio alférez Diego Martínez, quien, antes de morir destruyó la bandera de España para que no se la tomara el enemigo… Los habitantes fueron liberados dos días después cuando se le exigió la localización de sus bienes aun por confiscar… y la huida a algunos ciudadanos los llevaron como rehenes y para más tarde abandonarlos en una isla cercana [de Sacrificios]. Al llegar la noticia a la ciudad de México ya era demasiado tarde. [En agosto, la Armada de Barlovento traía] algunos barcos enemigos [capturados] en alta mar y recuperar parte de los bienes robados. De este desastre, el virrey español hizo responsable al gobernador Luis de Córdoba, primero lo condenó a la pena de muerte y más tarde la conmutó por una deshonrosa expulsión a España.» 36

Así en adelante quedan hermanadas las historias:

«… D. Thomas Antonio de la Cerda, Marquez de la Laguna, Conde de Paredes, entró en el govierno el 30. de Noviembre año de 680. vino con fu Efpofa Doña Maria Luifa Manrrique de Lara, y Gonzaga Condeza, luego que llgò vino la nueva del rebelion del Nuevo Mexico, acudió al remeidio con Soldados, y hazienda de fu Mageftad aunque no fe ha podido refutar, y el año de 83, en 17 de Mayo entró en la Vera-Cruz, y fucedio el faco de Nicolao Agramont, y Lorenzo Jacome, y aunque fe procuró el focorro por lo dilatado del camino llegò tarde. y affi no furtio efecto la diligencia. Governò con afiftencia a lo que toca à lo devoto, y a lo politico; configuio el tener heredero de fu cafa cõ el nacimiento feliz del Señor D. Jofeph à 5. de Iulio del año 683. que fue de todos celebrado. En efte año vino D. Antonio de Benavides, que fe intitulò Marquez de S. Vicente y Maefe de Campo, dio à entender venia por Caftellano de Acapulco, y cargos grandes, fue preffo, y hallado fer todo fantafia lo ahorcõ, y llamaronle el tapado.» 37

Notas:

1.- La esposa de don Tomás Antonio Manuel Lorenzo Manríquez y Aragón de la Cerda y Enríquez de Ribera, III Marqués de La Laguna de Camero Viejo (Cogolludo, 24 de diciembre de 1638-Madrid, 22 de abril de 1692, en España), vigesimoctavo virrey de Nueva España (1680-1686), María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga es quien aparece con el nombre de Lysi en la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 12 de noviembre de 1648-17 de abril de 1695, Ciudad de México). A ella dedica: «Divina Lysi mía: / perdona si me atrevo / a llamarte así, cuando / aun de ser tuya el nombre no merezco…» María Luisa cubrió los gastos correspondientes a la edición de Inundación castálida del año de 1689, autoría de la monja jerónima. (Inundación castálida de la única poetisa, Musa Decima, sor Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa en el Monasterio de San Jerónimo en la Imperial Ciudad de México, que en varios idiomas y estilos fertiliza varios asuntos con elegantes, sutiles, claros, ingeniosos, útiles versos, para enseñanza, recreo y admiración.)

Soneto I.

Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos decolores
es cauteloso engaño del sentido;

éste en quien la lisonja ha pretendido
causar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:

es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;
es un resguardo inútil para el hado;
es una necia diligencia errada;
es un afán caduco, y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

(Sor Juana Inés de la Cruz. Obras escogidas. 12 de noviembre de 1980. Día Nacional del Libro. Asociación Nacional de Libreros. Primera Edición, 1980). Aquí, en lo personal, hay una cercanía con el soneto Amor constante más allá de la muerte de don Francisco [Gómez] de Quevedo [Villegas y Santibáñez Cevallos] (14 de septiembre de 1580, Madrid-8 de septiembre de 1645, Villanueva de los Infantes, España.)

2.- Jesús Flores y Escalante. Nuestro mero mole: Breve historia de la comida mexicana. Páginas 118 y 119. Penguin Random House Mondadori, S. A. de C. V., 2004 Consultado el 26 de febrero y el 11 de julio del 2017.

3.- wikipedia.org Consultado el 26 y 27 de febrero del 2017.

4.- travelbymexico.com

5.- Manuel Payno y Flores. La sevillana. Biblioteca Virtual Universal. biblioteca.org.ar y en Tres episodios mexicanos. Ediciones Lotería Nacional. 1947, tomado de «El libro rojo». bibliotecadigital.tamaulipas.gob.mx Visitadas el 20 de octubre del 2017.

6.- Pedro Ángel Palou. Las cartas que nunca llegaron o el falso visitador.  Julio – Agosto de 1992. Número 60. yliakazama.com Consultado el 27 de febrero del 2017. Para el autor doña Beatriz era «su mujer», diferente a lo asentado por don Manuel Payno.

7.- Francisco Miguel Ortiz Delgado. El libro rojo de los vampiros. Ediciones Áltera, Madrid [España], 2015. (La narración con gran cercanía a la resguardada en cdigital.dgb. uanl.mx con firma de don Vicente Riva Palacio y tomado de El libro rojo, fin del Tomo I, adquiere un tono propio para un espectacular guion de terror de la cinematografía.)

8.- Vicente Riva Palacio. El tapado. El libro rojo. cdigital.dgb. uanl.mx consultado 19 de octubre del 2017, que, por antigüedad y seriedad parece la fuente.

9.- Ídem, páginas 426 y 427.

10.- Ibídem, página 427. Para don Vicente Riva Palacio, cuya firma aparece al final del texto consultado, la muerte de don Antonio de Benavides fue el día 14 de julio de 1684 en la horca plantada en la Plaza de Armas. Páginas 426 y 427. cdigital.uanl

11.- memoriapoliticademexico.org y cdigital.dgb.uanl.mx Consultados el 26-27 de febrero del 2017.

12.- Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o américa: es a saber: de los Reynos del Perú, Nueva España, Tierra-Firme, Chile, y Nuevo Reyno de Granada… escrito por el Coronel Don Antonio de Alcedo, Capitán de Reales Guardias Españolas. Tomo II. Con licencia: Madrid, en la imprenta de Manuel González. MCCCLXXXVII.

13.- Portada: Historia de Nueva-España. escrita por su esclarecido conquistador Hernan Cortes, aumentada con otros documentos, y notas, por el ilustrissimo señor Don Francisco Antonio Lorenzana, Arzobispo de México. Páginas 26 y 27. Con las licencias necesarias. En México en la Imprenta del Superior Gobierno del Br. D. Joseph Antonio de Hoga en la Calle de Tiburcio. Año de 1770.

14.- José Ortiz Monasterio. Historia y ficción: los dramas y novelas de Vicente Riva Palacio, página 264. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia.

15.- México á través de los siglos, Capítulo XV (1680-1689), página 641.

16.- Tomás Antonio de la Cerda y Aragón, dictionnarie.sensagent.leparisien.fr, consultado el 20 de marzo del 2017.

17.- Antonio Carrión, coronel, (Socio corresponsal de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y miembro de varias sociedades literarias del extranjero). Historia de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles (Puebla de Zaragoza), página 179. cdigital.dgb.uanl.mx Consultado el 23 de octubre del 2017.

18.- Sin ejemplificar de más quede que una resma (de papel) corresponden a 500 hojas, aunque con variables en la historia pues se habla de resmas de 480 hojas. Entre un más y un menos, Las coplas o corrido del Tapado vendieron de 2880 a 3000 copias, algo realmente a destacar en la época.

19.- Vicente T. Mendoza. El romance español y el corrido mexicano: estudio comparativo. Página 126.

20.- Jesús Flores Escalante. Asociación Mexicana de Estudios Fonográficos, 1994. Brevísima historia de la comida mexicana: la mesa prehispánica, mestiza y criolla en el entorno de la música.

21.- Héctor Noejovich. Ch. América bajo los Austrias: economía, cultura y sociedad. Página 247. Fondo Editorial PUCP, 2001.

22.- Ignacio Arellano. «El teatro en la Hispanoamérica colonial», página 219. Universidad de Navarra. Colección Biblioteca Indiana. 2008.

23.- Diego Crespí de Valldaura Cardenal. Tesis doctoral: Nobleza y Corte en la regencia de Mariana de Austria (1665-1675), página 128.  Programa de doctorado: POP de Historia Moderna. Real decreto 56/2005 de 21 de enero. repositorio.uam.es Consultado el 20 de marzo del 2017.

24.- Laura Oliván Santaliestra.  Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII. Departamento de Historia Moderna de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, en el año del 2006.

25.- Manuel Payno. Compendio de Historia de México. Páginas 81 a 82. Colección Autores del siglo XIX, Coordinación General de Innovación en Tecnologías Educativas Biblioteca Digital.

26.- Mónica Lavín. Yo, la peor, página 274. Random House Mondadori, S. A de C. V. Octava reimpresión, octubre del 2010. La frase íntegra que en la historia de sor Juana Inés de la Cruz da un encadenamiento de interpretaciones quedó en el arco recién terminado de la enfermería conventual y, dicen sus biógrafos, trazó sus letras con la propia sangre extraída a con un pinchazo en uno de sus dedos: «Yo, la peor de todas», aunque otras referencias colocan esta confesión en el libro del convento. Hay una película argentina fechada en 1990 que provoca algunas notas periodísticas un tanto desorbitadas y otras gratamente propositivas.

27.- Alberto Calderón P. Pirata Lorencillo, sanguinario saqueador del puerto de Veracruz. Domingo 15 de enero de 2017. Por su parte, Nélida Galván Macías en «Leyendas mexicanas«, Selector, 1996, en el capítulo correspondiente a Lorenzo Yácome y el asalto pirata, nos muestra a un Lorencillo que antes de su asunción a la piratería fue un «humilde pescador» del Barrio de la Caleta que vivía pobremente con su hermano Manuel, quien, para consternación de ambos y la historia «se hizo novio de una mujer a quien Lorenzo también amaba y así comenzó a sentir envidia por su hermano, hasta convertirse en un misántropo, borracho y pendenciero.» Después vienen los trágicos hechos de intento de asesinato a Manuel y la desafortunada puñalada al padre de la novia, escena previa a su inclusión en las huestes invasoras.

28.- Wikipedia. Laurence de Graaf. Visitado el 23 de octubre del 2017.

29.- «Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa». «La piratería», apartado «Lorencillo» sanjuandeulua.inah.gob.mx Visitado el 23 de octubre del 2017.

30.- Renato Gutiérrez Zamora. ¿Quién fue Lorencillo?  Páginas 141 a 145. historiamexicana.colmex.mx Visitado el 23 de octubre del 2017. Inserta párrafos completos del texto de Marcos Arróniz, en su Manual de historia y cronología de Méjico (Librería de Rosa y Bourel, París, 1859), dice en la p. 123.

Resulta interesante la revisión de la Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España: que estaba escribiendo el p. Francisco Javier Alegre al tiempo de su expulsión. Volumen 3. Imprenta de J. M. Lara, 1842-309 (¿?) páginas. En esta obra, el padre Alegre identifica a uno de los corsarios con el nombre de Lorenzo Jacome. (Páginas de la 31 a la 40).

31.- Contraria a la imagen romántica impuesta a los depredadores a través de la literatura, la pintura, la cinematografía y los personajes de caricaturas, para una claridad en el tema recordemos de manera sumamente escueta que: pirata: persona dedicada a asaltar indiscriminadamente a los barcos mercantes en alta mar o a robar en las ciudades y poblaciones costeras, algunos de ellos aprovecharon las circunstancias para transformarse en «negreros»; corsario: personaje que se dedica a robar y destruir naves (piratas o comerciales) enemigas con el permiso —corso— de una nación y bajo las leyes de la guerra; filibustero (del holandés «Vnj buiter», el que captura el botín, en inglés «free booter» y en francés «flibustier» aún en discusión): grupo humano sin ideología ni bandera que sobre naves ligeras saqueaba las ciudades y poblaciones costeras para su beneficio; hermanos de la costa: asentados principalmente en la Isla de la Tortuga, eran una comunidad sin jerarquías —»Sin prejuicios de nacionalidad ni de religión»— de ex marinos comerciantes, generalmente de origen protestante —inglés, francés, holandés…, aunque no faltaran españoles y sujetos al «Imperio en donde nunca se pone el sol» de los siglos XVI y XVII— que aprovecharon los conflictos de interés económico a partir de la apertura y trasiego de riquezas y mercancías de América a España y viceversa; bucanero: inicialmente eran cazadores de cerdos y reses salvajes o asilvestradas asentados en la parte oriental de la entonces paradisíaca isla de La Española (actualmente Haití y República Dominicana). Su nombre proviene de bu canear, esto es, ahumar la carne para su conservación y así venderla a los barcos y flotas navegantes en el Mar Caribe. A más de la carne así preservada —técnica aprendida de los amerindios arawak—, la gran demanda de los cueros favorecía sus actividades. Su capacidad para disparar bajo circunstancias difíciles les llevó posteriormente a embarcarse en grupos especializados de tiro certero.

En todas estas variantes de los también llamados «perros —lobos o buitres— de la costa» todos los estratos sociales encontraban espacio y lugar: segundones, delincuentes evadidos, colonos inconformes, desterrados, ensotanados rebeldes, bastardos ignorados, soldados degradados, marinos abandonados y desempleados, carpinteros, esclavos fugados y en un largo etcétera, todos los afectados o empobrecidos en el espacio social de su tiempo con el deseo de hacerse de una riqueza expedita. En algunos casos y sujeta su inclusión a la perspectiva social, un pirata convertido a corsario recibía, a más de la aceptación de su nación, el membrete de patriota o héroe y hasta título de «señor».

32.- De resultar cierto o de menos cercano a la verdad lo expuesto por quien firma su aporte como uluapa sr. veracruz antiguo, las banderas ondeantes en la invasión a Veracruz en el año de 1683 fueron la blanca con flor o flores de lis correspondientes a la casa reinante de Francia lo cual coincide con lo dicho por don Marcos Arróniz (ver nota 30) en cuanto a que la turba invasora corría por las calles portuarias con el grito de ¡Viva el rey de Francia! Una segunda bandera sería roja, relacionada con los ingleses y una tercera con franjas rojas y amarilla, sin especificar si eran verticales u horizontales ni el número de ellas, identificada provisionalmente con la empleada por los catalanes. Esta información elimina el apostrofe de «piratas» a los invasores para dejarles el no menos infamante de corsarios, que en ello hay diferencias. En lo general coincide con lo expuesto por Joan-Marc Passada i Casserres — Fundació Reeixida, quien aporta algunos detalles más en su trabajo «Una bandera catalana enmig du’n atac pirata” inh.cat Visitado el 25 de octubre del 2017.

33.- Don Vicente Riva Palacio les demora sólo tres días en tierra veracruzana, suficiente para abandonarla destruida, ensangrentada y vejada su población. A la vez, identifica también a «Lorencillo» con «…el de la faz torva Lorenzo Jaquemin… que en sus venas sangre de la africana gente rencorosa…». Extraído de «El Parnaso Mexicano» Segunda Serie II. Poesías escogidas de varios autores. Coleccionadas bajo la dirección de Vicente Riva Palacio por Francisco J. Arredondo. Edición, introducción e índices Manuel Sol. Coordinador de la obra José Ortiz Monasterio. Consejo para la Cultura y las Artes, Universidad Autónoma de México, Instituto Mexiquense de Cultura, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. 2006.

34.- Calendario manual para el año del Señor de 1827, arreglado al meridiano de México. Impreso en la oficina testamentaria de D. Mariano Ontiveros, 1826-40 pages.

35.- Sólo para concretar: don Tomas Antonio de la Cerda… fue el 280 virrey del 7 de noviembre de 1680 al 16 de junio de 1686; el 290 virrey, don Melchor Portocarrero Lasso de la Vega… ejerció del 16 de noviembre de 1686 al 20 de noviembre de 1688 y es, entonces, don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza… el 300 virrey del 20 de noviembre de 1688 al 27 de febrero de 1696.

36.- Joan-Marc Passada i Casserres, op. cit.

37.- R. P. Fr. Avgvstin de Vetancvrt. Teatro mexicano. Descripcion breve de los svcessos exemplares, historicos, politicos, militares y religiofos del nuevo mundo Occidental de las Indias… En Mexico por Doña María de Benavides viuda de Juan Ribera, 1698. Tres volúmenes. books.google.com.mx Visitado el 25 de octubre del 2017.

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