Retal

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Era tan largo el camino y tan poco el tiempo para caminarlo en solitario y siguió la ruta con su silencio por guía: nada más esperaba cuando los sueños eran presencias reemplazadas.

―2―

Yo soy el maíz sacrificado, amasado y moldeado en miles de rostros. Soy amaranto y miel; un destello en las ondas del rio y el canto contenido en las cañas; el árbol central de donde surgen los cuatro senderos, el hacedor del día, el compañero durante la noche, el lucero vespertino, el lucero matutino, el enjambre de luminarias sujetas a una piel de jaguar; soy un conejos, una hormiga roja, una hormiga negra, ajolote y aquel que hoy es un colibrí; soy la púa del maguey y la víctima, el pedernal y el emisario sobre la piedra del sacrificio; soy todos y cada uno de los dedos del relámpago; estoy en la hierba recién llovida de la tierra prieta en los montes. Soy algo del vapor volcánico y de ceniza nutricia en el viñedo; estoy en la ofrenda aromática del café enclaustrado en una taza; soy también aquel beso vacilante cuyo vigor abandonado hace años quizá ya olvidó la niña que deslumbró un día parvulario; soy la última morona de un pan bendito y el agua para bautizar la sed. Soy lo que siempre estuvo aquí y en el sendero de la fuga estelar…

―3―

Algo de mi está en el son, en las letras de aquel libro, en la lluvia intermitente, en el cálido fragor de las cuerdas de una guitarra, en la empolvada valija ya sin destino, en el papel pomposamente denominado documento que da fe de mi nacimiento y aquel otro que dictamina una capacidad para una actividad profesional. ¿Algo de mi queda en el canto del pájaro, chozno de aquel otro que me despertara de un sueño nebuloso de la primera inquietud? ¿Un pulso de mí quedará en la estrella/caracola abrazada por la espuma que rememora el fragor de la creación, del polvo que dibuja el viento, en el rugir del llanto, en el picotear del ave, en el asombro de otros ojos que miran a la luna?

Sólo estaré aquí hasta que estos rasgos, el color de piel, la estatura, el tono de voz… y el nombre, edad, señas particulares, pierdan toda referencia de unidad/exclusividad, asuman otras formas y destinos.

―4―

En el profundo viento del viento soy el Viento;
en el insondable sonido del sonido soy el Sonido;
en la abismal piedra de la piedra soy la Piedra;
en el interior rio del rio soy el Rio;
en lo recóndito de la eternidad soy el Inicio.

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