Don Beltrán: Luego,  si vos

obráis afrentosos hechos,

aunque seáis hijo mío,

dejáis de ser caballero;

luego, si vuestras costumbres

os infaman en el pueblo,

no importan paternas armas,

no sirven altos abuelos.

Juan Ruiz de Alarcón.

La verdad sospechosa.

Literatura española y mexicana, Editorial Kapelusz Mexicana, S. A. de C. V., 1968.

 

La información en la literatura médica al alcance del profano varía extraordinariamente en las cifras. Algunos escritos asientan la cantidad de 200 millones, otros registran 250 millones, algunos más suben a 300 millones y otros determinan la inconmensurable cantidad de 500 millones de espermatozoides y éstos corresponden del 5% al 10% de componentes en el total en cada eyaculación. Las variaciones posiblemente resultan de los factores en la muestra humana estudiada según sea la edad, la alimentación, el estado físico, el estado anímico, las tensiones y el cansancio previos al contacto sexual.

En el contenido del semen hay 30 componentes diferentes, con tales propiedades, cada espermatozoide deberá nadar de 8 a 10 centímetros para llegar al óvulo con una velocidad media de 18 centímetros por hora, lo cual da un promedio de 30 minutos para ubicarse adecuadamente a la espera de la ovulación con una sobrevivencia de 4 a 5 días en un medio sumamente ácido: todos en pos de una incierta oportunidad.

Todos los seres humanos de cualesquier pigmentación epidérmica, chaparrones o altos, flacuchos o robustos, sumamente inteligentes o de limitada capacidad mental, con nariz prominente o roma, con globos oculares hundidos o a la portuguesa —sean de color exótico, miopes, astigmático o estrábicos—, de cabello ensortijado o lacio —calvos o acharolados de frente amplia—, considerados guapos o feos, enanos o de altura desmesurada para inscribir en el Guinness, con lunares o pecosos, antes de la adquisición de alguna de las religiones heredadas, desgarbados, con o sin escolaridad, de nivel económico alto o desesperadamente precario, orejones o con orejas negroides… todos resultamos de la proeza de un espermatozoide en unión a un óvulo desarrollado emitido tras 28 días de compleja maduración con tiempo de vida de 24 a 48 horas y con su propia carga genética.

Y esa unión, con todas las dificultades para su consecución y considerado la menor de las  posibilidades (1: 200’000 000) quizá no fuera la óptima para lograr al ser más apto con los componentes para reiniciar el proceso hacia una vida: de la vida mía, de la de usted, de la de los reyes en el planeta, de los presidentes en este mundo de la(s) democracia(s), de los jerarcas de las iglesias, del ganapán, de Beethoven, Goethe, Fernández de Lizardi, Piaf, Ortega y Gasset, Francisco González León, Hitler, Jaime Torres Bodet —otro Jaime, Sabínes—, Hipatia, Napoleón, Louis Pasteur, los Curie, Harrison, Jacob Bronowski; Freud, Jung, Adler, Lakan; Newton y Einstein, Goitia, Amanda del Llano, Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl, Mendeléyev, el mismo Gregor Mendel, Hortensia, los amigos, nuestra madre, nuestro padre, los hermanos, todas las santas vírgenes y la anciana vendedora de las frutas de por allá en el mercado, de… pero aquí estamos con nuestra conciencia, prejuicios, dudas, temores, alegría y penas; con nuestro sumamente parco saber e ignorancia monumental, con nuestras debilidades y fortalezas, con nuestros intereses particulares y desprecios; en ese sentido todos somos iguales, el resultado de un esfuerzo en el que incrustó sus potencialidades uno sólo de los millones de espermatozoides brotados en una eyaculación que, para su fortuna y la propia encontró y sumó sus propiedades a las de un óvulo madurado con el poder para el encadenamiento de los elementos químicos habidos en la Naturaleza.

Un rasgo diferenciador es poca cosa con respecto al origen mismo de todos, de ahí lo aberrante de enorgullecerse por ser “alguien especial” cuando quedará la duda permanente y sin respuesta de ¿y si en aquel azar fuera otro el espermatozoide y otro el óvulo? ¿Y si no hubiera óvulo en el momento de compartir? La realidad personal no hallaría asunto de discusión porque no sería este “Yo” quien intentara la comprensión, estaría otro —quizá con óptima potencialidad en sus capacidades o desmesuradamente lerdo— pero, esta encrucijada es personal y cada ser humano que fue, es y será, poseyó, posee, poseerá la oportunidad para discurrir hacia las metas imposibles: la felicidad, la sabiduría, la eternidad.

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