¿No oyes ladrar a los perros? 1

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“Juan Rulfo 2 comenzó a publicar sus cuentos en las revistas América, de la Ciudad de México y Pan, de Guadalajara, entre 1945 y 1951. Con excepción del primero ―La vida no es muy seria en sus cosas―, no incluido, los otros siete aparecidos en esas revistas los recogió en 1953 en la primera edición de El llano en llamas (nombre del cuento publicado en América en 1950), con ocho mas, inéditos, escritos como becario del Centro Mexicano de Escritores en el lapso de septiembre de 1952 a agosto de 1953.” 3: Nos han dado la tierra, Macario, Es que somos muy pobres, La cuesta de las comadres, Talpa, El llano en llamas, ¡Diles que no me maten!, El hombre, En la madrugada, Luvina, La noche que lo dejaron solo, Acuérdate, No oyes ladrar los perros, Paso del norte, Anacleto Morones y ya para la correspondiente al año de 1971, la enriquecen: El día del derrumbe y La herencia de Matilde Arcángel.

Tres títulos reúnen la obra de Juan Rulfo: El llano en llamas (1953), Pedro Paramo (1955) 4 y El gallo de oro (1956-1958, [1959, por su registro ante la oficina de derechos de autor]), después ya no había nada por contar y las elucubraciones van y vienen hermanadas a un sinfín de especulaciones, muchas de ellas sesudas y afirmativas que enmudecen al autor al cargarle con la aseveración del proponente, algunas llegan hasta la ofensiva de adjudicar la creación a plumas asociadas que emplearon el nombre de Juan Rulfo.

En busca del sustento familiar, Juan Rulfo combinó las ventas con su inquietud de fotógrafo itinerante, de ahí a que no resulte extraño su posterior acercamiento a la cinematografía mexicana en la cual participó como ayudante de guionista y algunos pasajes de su creación para otras más. Es el caso de la novela/cuento El gallo de oro para la filmación de Roberto Gavaldón, (con la participación de Carlos Fuentes y Gabriel García Marques en la adaptación correspondiente) en 1964, y nuevamente realizada en 1985 por Arturo Ripstein con el nombre de El imperio de la fortuna; aunque, Pedro Paramo es, por el momento, la obra con mayor número de expresiones: Carlos Velo, 1966, con la discutida personificación de Pedro Paramo por John Gavin; José Bolaños tituló su película: Pedro Paramo: El hombre de la Media Luna, 1976; Salvador Sánchez en 1981; una más proyectada por Mateo Gil… De su narrativa corta con arreglo fílmico quedan: Talpa de Alfredo B. Crevenna, 1955 ¿1956?; El rincón de las vírgenes, de Alberto Isaac (adaptación de Anacleto Morones y El día del derrumbe), 1972; Mitl Valdez, Tras el horizonte (adaptación de El hombre), 1984 y Los confines (tomados ¡Diles que no me maten!, Talpa y algo de Pedro Paramo), 1987; Fredy Sisso, ¡Diles que no me maten!, 1985; Roberto Rochin, Un pedazo de noche (cuento independiente aparecido en la revista Nueva Época, número 3 de septiembre de 1959, al parecer escrito en el año de 1940 que formara parte de una novela inconclusa: El hijo del desaliento) de 1995; Rafael Corkidi, Rulfo Aeternum, adaptación de La herencia de Matilde Arcángel;  y, Paso del norte del 2002…

Entends-tu les chiens aboyer? o Do you hear the dogs barking? (según corresponda al mercado de su distribución) fue una coproducción franco-mexicana con 82 minutos de duración catalogada para el año de 1975 dirigida por Françoise Reichenbach ―nacido en Paris, Francia el 3 de julio de 1921, fallecido en Neully-sur-Seine el 2 de febrero de 1993―, prestigiado por sus numerosos filmes documentales. La película, que finalmente quedará con el título de Ignacio, tiene por fundamento ¿No oyes ladrar a los perros? con la adaptación de Carlos Fuentes, Noël Howard, Jacqueline Lefebvre, Françoise Reichenbach. El reparto lo integran: Salvador Sánchez (Juan Dolores), Ahui Camacho (Ignacio), Ana De Sade (Jacinta), Salvador Gómez (Ignacio Mayor), Aurora Clavel (madre de José), Gastón Melo (José), Patrick Penn, Juan Ángel Martínez y Tamara Garina. ¡Si! Por fortuna, finalmente, el titulo quedó con el nombre de Ignacio porque entre este Ignacio niño y el de aquella creatura dolorosa de Juan Rulfo hay un abismo insalvable.

¿No oyes ladrar a los perros? o Entends-tu les chiens aboyer?  es más una obra de los adaptadores que de Rulfo 5. Hay materiales que no resisten la recreación, que  la recreación adolece del espíritu original o que la tentación y que por la necesidad de ampliación abandonan el aire que nutrió al original. Queda muy lejos del recorrido pedregoso hacia Tonaya,  ni siquiera brilla la Luna persistente, la que daba razón a la sombra alargada y tambaleante. En este rediseño de la triste situación de los dos personajes originales, el padre tiene nombre, la madre queda reencarnada y bautizada y hasta le surge una novia extraña a la letra del texto original. Ignacio, como trama es una vista al futuro de un Ignacio alejado de su polvo pueblerino, a quien no es el padre quien lo carga sino a esa parte extraña de la sociedad, sufridamente relegada. En la suma de narraciones entre el cuento vagamente referido, uno desconoce al Ignacio de Rulfo sobre la espalda envarada de su padre de ese otro Ignacio entre el humo de la gasolina quemada.

La música incidental es creación del griego Vangelis (Evángelos Odysséas Papathanassiou), previo a las descriptivas Carros de fuego (1980), Blade Runner (1982), 1492: La conquista del paraíso (1992)… y un etcétera impresionante. El original disco de vinyl (fechado en el año de 1975) contiene: Entends-tu les chiens aboyer? (o Ignacio) Parte I, 21:23 minutos; Entends-tu les chiens aboyer? (o Ignacio) Parte II, 18:24 minutos (39:47 minutos de duración.) Actualmente, el tema principal (Entends-tu les chiens aboyer?) posee, quizás, un vínculo más cercano con la serie Cosmos. A personal Voyage (Cosmos. Un viaje personal) de Carl Sagan, es más un conjunto de gases, esferas y estallidos galácticos, la referencia a un diminuto punto azul en el abigarramiento luminoso de la Vía Láctea y a la atmósfera reseca, hostil del planeta Marte que nulifican el asunto de dos seres paupérrimos en el misérrimo campo mexicano. En el fondo, en algunas de las notas musicales de ¿No oyes ladrar a los perros? o mejor dicho en la discografía de Vangelis, en el sonido de Entends-tu les chiens aboyer? yace la idea fundamental concentrada en la obra de Juan Rulfo, aunque viaje en el tiempo y espacio con otra finalidad. No obstante, la pieza incidental es de gran belleza en sí misma y enfatiza un poco del dolorido y agobiado paso del padre en el burlado ámbito postrevolucionario. En Ignacio (parte 1), queda una bella versión con coro para rememorar ese agobiante cuento de Juan Rulfo.

“La culpa” es un corto de la Argentina (Córdoba) del 2009  basado indudablemente en este cuento, con duración de 7:07 minutos en la serie de múltiples recreaciones audiovisuales para esta obra humanamente compleja, desafortunadamente los resultados son modestos, sin asomo de la atmosfera descrita por Juan Rulfo. El propio autor, al leer esta narración empleó 7:23 minutos; la adaptación radiofónica de ¿No oyes ladrar los perros? por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Radio Educación emplea 19:35 minutos 6  extensión discursiva ajena al tiempo y poco propicio para la narrativa cinematográfica literal y de ahí que las múltiples propuestas audiovisuales en pro de enriquecer la dinámica de esa expresión pierdan el ambiente doloroso que enmarca la tragedia humana privada de la luz de una luna cambiante de color que, en el cuento original es el cuarto personaje, persistente y mudo.

baNotasba

1.- Aquí, en un acto personal de barbarie por ser una creación ajena y registrada, con respecto al título del cuento desconectado de la narración, al establecer la referencia sin los signos correspondientes ―a mi parecer― resulta una afirmación improcedente. Quizás a partir de esa incertidumbre la designación llega al inglés (Do you hear the dogs barking?) y al francés (Entends-tu les chiens aboyer?), lo mismo que en el caso específico del cartel correspondiente para la difusión de la película, el titulo quedó: ¿No oyes ladrar los perros? (Cinematográfica Marco Polo / Conacine /Les Films du Prisme). Así, y por no volar en solitario, en la edición consultada en la página cch.unam.mx  a la portada la titulan ¿No oyes ladrar a los perros? correspondiente a librodot.com por ello aparecen los dos signos de interrogación en esta recuperación de la obra de Juan Rulfo, lo mismo en la versión de Radio Educación. En lo personal significa una precaria seguridad para le decisión, inclusive con el añadido de la preposición “a”, que, en un juicio personal sería lo correcto. En el párrafo de extracción original queda: “…Tu que llevas las orejas de fuera, fíjate a ver si oyes ladrar los perros”, lo cual, condiciona la redacción no así al título.
2.- Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, nacido el 16 de mayo de 1916 en Apulco y registrado en Sayula, Jalisco, falleció en la Ciudad de México el 7 de enero de 1986.
3.- Fondo de Cultura Económica (FCE), 1953, con 2,000 ejemplares. La camisa cuenta con un dibujo de Elvira Gascón. juan-rulfo.com Visitado el 16 de febrero del 2018.
4.- Inicialmente llevaba el nombre de “Una estrella junto a la luna” que en “La Letras Patrias”, número 1 (enero-marzo de 1954) encontrarán salida dos primeros avances del texto, otros dotarán al próximo libro con el nombre “Los murmullos”.  La primera edición de Pedro Páramo corresponde al Fondo de Cultura Económica en la colección Letras Mexicanas en el año de 1955. juan-rulfo.com Visitado el 21 de febrero del 2018.
5.- Parece el origen de Zona cero de Carolina Rivas, cortometraje con 27 minutos de duración del año del 2003 y de múltiples intentos por fijar, con el lenguaje cinematográfico las penosas horas de los tres personajes: el padre, Ignacio y el ocasional narrador.
6.- Este trabajo lo desarrollaron los actores Ernesto Gómez Cruz, Salvador Sánchez y Claudio Obregón, la asistencia técnica fue de Álvaro Mejía, los efectos a cargo de Víctor Hugo Cabrera, la musicalización fue de Ricardo Pérez Montfort, la asistencia general de Susana Vivanco, la realización técnica de Antonio Bermúdez, con la adaptación de Myriam Moscona, la dirección de actores de José González Márquez y la producción de Luis García López.

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