“—La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”

Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha. Parte II. Capítulo LVIII.[1]

 

“Una libra de carbón (0.4536 kg.), cuando se consumía eficazmente, rendía más energía que la que gasta un ser humano en un día de trabajo.”[2] La tecnología aplicada a la producción masiva abjuraba del horrible pasado asentado en la esclavitud.

Para algunos seres los logros del pensamiento son resultado del “ocio fecundo y creador”, para otros, las satisfacción de las apetencias naturales es sólo motivo para la “dolce far niente”, la alegría del nada hacer degrada a la irracionalidad fundamentado en la convenenciera idea de un origen especial merecedor de todos los beneficios sin medida.

La obtención de lo ajeno bajo condiciones impuestas con las armas determina la vida opulenta para unos y la muerte ominosa para los otros junto con el desarraigo, la fragmentación o destrucción de las familias y la imposibilidad de remedio. Determinar con el triunfo bélico la benevolencia divina para el vencedor y la suerte abyecta para el derrotado son sólo una parte del discurso autojustificatorio. Los dioses pervertidos con las flaquezas humanas determinan los merecimientos de unos sobre otras comunidades debilitadas por las presiones externas y por sus intrigas y divisiones internas. Las entidades etéreas eligen, protegen a “sus elegidos”, en tanto el resto de la humanidad acatará la decisión a costa de sufrimientos y el holocausto de los suyos.

Los elegidos nacieron para ser los amos y los demás para servirles hasta la aparición de algún ser dotado con la protección de un dios de cuño nuevo o resurgido, para invertir la situación y hacer de los libres esclavos y de los hasta ahí esclavos, más y más esclavos.

Los esclavos son el botín de guerra, son cosas para exprimirles la fuerza y suplir cuando los beneficios magros determinan su caducidad.

Todas las grandes sociedades asientan su nacimiento, desarrollo y atractivo en las cercanías a espacios con agua abundante y en la sujeción laboral sobre otros. La esclavitud, aunado a los prejuicios en contra de los oficios manuales, mecánicos y labores agrícolas es la fuerza de trabajo barata, vergüenza social por su brutal cercanía con lo animal y hasta objeto sexual; un conjunto de vientres para acrecentar el capital laboral. El esclavo a más de su ignorancia es irremediablemente vicioso, flojo, levantisco, merecedor de su suerte, es una aproximación al ser humano sin conciencia de futuro.

El término que determina la sujeción forzada de un individuo por otro para realizar una actividad determinada considerada «baja» bajo la condición de «propiedad», aún posee dificultades para aceptar por esclavitud lo que generalmente entendemos por ella. Queda por defensa la aceptación de Aristóteles en ese sentido y tras él otros filósofos más de quienes, cuando así conviene valoramos alguno de los aspectos temáticos desarrollados y en otros pasajes los degradamos por arcaizantes. “… los griegos eran hombres y los bárbaros subhombres, creados para el uso de los hombres, lo mismo que las plantas y los animales. Era la opinión dominante de la época y si Aristóteles no se elevó por encima de aquélla, algunas excusas tuvo.”[3]

Ya la antigua Grecia y el Imperio Romano —en donde el hijo del esclavo no era hijo del esclavo sino una posesión más para el propietario— cimentaron su poderío, desarrollo económico (e intelectual) al rigor de la esclavitud, antecedidos por los Sumerios —donde su legislación, al parecer, menguaba los rigores y brutalidad—, el antiguo Egipto y continuado destacadamente por el comercio árabe en el mundo de la Edad Media, concatenadamente hasta nuestros días con un más o menos de crueldad según el grado de prejuicio o revanchismo de la sociedad encumbrada en su momento.

Los beneficios del comercio aportan el ocio para un sector de las sociedades triunfantes —y hasta para un reducido grupo de los «dominados»—, establece el principio del intercambio de ideas y en ello surgió la experiencia benefactora para los iguales mas no para la igualdad. El esclavo será y es un ser a rescatar si su inteligencia lo permitiera, pero, ante su incapacidad y desgano, es también motivo para protegerlo de sí mismo y de lo nefasto, todo en pos de su propio beneficio, para ello, el amo es quien sabe qué, cómo y cuándo castigarlo para su propio bien… y, esa diferencia la determina el mensaje divino del dios de los triunfadores, a la diferencia y al beneficiado la determinan los vencedores cuya carga ideológica les preserva de todo conflicto interno por contener el derrotero de los verdaderos valores de la cultura humana siempre milenarista: eterna e insubstituible.

Efecto de la apertura comercial desde y para el recién espacio «descubierto» por Cristóbal Colón, surge un activo y lucrativo comercio practicado por españoles, portugueses, ingleses, franceses, holandeses y los señores de los grupos humanos en África: el rapto y la venta de humanos. A manera de ejemplo quedan las cifras correspondientes a la exportación de esclavos en el ámbito español en lo ahora conocido por el nombre de América (no considerados los ingresados en los territorios anglos de los actuales Estados Unidos de Norteamérica ni en el portugués del Brasil), sólo al espacio español (en los inestables linderos norteños de Nueva España hasta lo comprendido en la República de Chile). Del año 1472 al 1870 llegaron a éstas tierras de 1’552,000 a 2’336,000 individuos forzados de raza negra. (Algunas otras fuentes minimizan las cifras y en otras el número es superior.) Queden los anteriores por una media de la realidad discutida y discutible. Cifras que de otra manera no concuerdan con las aportadas en la página «Esclavitud» en wikipedia.org respecto al destino de los esclavos presentado por actividad (ahí denominados «oficios») en cifras compactadas: Plantaciones de caña, 5’000,000; plantaciones de café, 2’000,000; criados, 2’000,000; minería, 1’000,000; campos de algodón, 500,000; campos de cacao 250,000 y construcción, 250,000 esclavos recibidos, es decir: 11’000,000 de personas forzadas cuya existencia quedaba refundida en un documento que avalaba la propiedad de ellos bajo la protección de alguien.

No obstante el sojuzgamiento de unos sobre otros, a la par, surgieron también las voces de seres que a contracorriente discutían acerca de la ausencia de valores humanos en dicha actividad. Ya el mismo Aristóteles enfrentaba opositores a su planteamiento, ésto queda implícito en la propia defensa de su afirmación en el cual equiparaba a los esclavos con los beneficios obtenidos del uso de las plantas y de los animales. Personajes encumbrados en los altares argumentaban en favor de la práctica, en tanto algunos otros en franca oposición a los intereses vigentes en sus sociedades oponían argumentos y resistencia al encadenamiento humano.

Cabe mencionar que la esclavitud de los negros en América presenta diferencias visibles entre el mundo hispano y el portugués e inglés, derivado de la legislación vigente por la reconquista cristiana católica frente al Islam.

En Las siete partidas de Alfonso X «el Sabio» (cuyo título original fue el de «Libro de las Leyes») queda escrito que la esclavitud es «la más vil cosa de este mundo después del pecado.»

«En la Segunda Partida, Título 23. De la guerra y de las cosas necesarias que pertenecen a ellas.: «Ley 1:  Los sabios antiguos que hablaron de hecho de guerra dijeron que guerra es extrañamiento de paz, y movimiento de las cosas quietas y destrucción de las compuestas; y aun dijeron que guerra es cosa de la que se levanta muerte y cautiverio a los hombres y daño y pérdida, y destrucción de las cosas. Y hay cuatro maneras de guerra: la primera llaman en latín iusta, que quiere tanto decir en romance como derechura; y esta es cuando el hombre la hace por cobrar cosas de ellos, la segunda manera llaman iniusta; que quiere tanto decir como guerra que se mueve con soberbia y sin derecho; la tercera la llaman civilis, que quiere tanto decir como guerra en que combaten no tan solamente los ciudadanos de algún lugar, más aun los parientes unos con otros, por razón de bando, así como fue entre César y Pompeyo, que eran suegro y yerno, en la cual guerra los romanos guerreaban los padres contra los hijos, y los hermanos contra los hermanos, teniéndose los unos con César y los otros con Pompeyo…

Partida 4. “Título XXII: De la libertad. Todas las criaturas aman y desean naturalmente  la libertad; pero más los hombres, y de éstos los que son de noble corazón…”

Partida 4. «TÍTULO 21: De los siervos. Ley 1: Servidumbre, es postura, o establecimiento que hicieron antiguamente las gentes, por la cual los hombres, que eran naturalmente libres, se hacían siervos y se sometían a señorío de otro contra razón de naturaleza.  Y siervo tomó este nombre de una palabra que es llamada en latín servare, que quiere tanto decir en romance como guardar: Y esta guarda fue establecida por los emperadores, pues antiguamente a todos cuantos cautivaban, matábanlos, más los emperadores tuvieron por bien y mandaron que no los matasen, mas que los guardasen y se sirvieren de ellos.  Y hay tres maneras de siervos: la primera es la de los que cautivan en tiempo de guerra siendo enemigos de la fe; la segunda es de los que nacen de las siervas; la tercera es cuando alguno que es libre se deja vender.  Y en esta tercera son menester cinco cosas: la una, que él mismo consienta de su grado que lo vendan, la otra que tome parte del precio, la tercera que sea sabedor que es libre, la cuarta, que aquel que lo compra crea que es siervo; la quinta, que aquel que se hace vender, que hay de veinte años arriba…»

Antecedida por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano propalada a partir del año de 1789, previa la Revolución Francesa y el posterior desarrollo de la denominada Revolución Industrial con su aporte de un nuevo orden económico, el trabajo esclavizado dejó de ser elemento rentable.

La primera abolición de la esclavitud surgió en el Bando de Libertad en Tungasuca (Cusco) el 16 de noviembre de 1780 aunque reprimido militarmente poco después. Haití fue el primer país latinoamericano donde quedó abolida la esclavitud en 1803, después de la abrumadora gesta de  Jean Jacques Dessalines que al final dividió la caja dorada española en dos países. En México  en el año de 1810, en Chile durante el año de 1811, en las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1813, Cuba hasta 1888, mismo año de abolición de la esclavitud en el Brasil.

«Es cierto que la campaña contra la esclavitud y el comercio de esclavos fue impulsada grandemente por devotos Cristianos, incluyendo al lego Evangélico William Wilberforce en Inglaterra y el ministro Unitario William Ellery Channing en América. Pero la Cristiandad, vivió confortablemente con la esclavitud durante muchos siglos, y la esclavitud estaba defendida en el Nuevo Testamento. Así que ¿cuál era la diferencia con los cristianos antiesclavistas como Wilberforce y Channing? No había ningún descubrimiento de nuevas escrituras sagradas, y ni Wilberforce ni Channing pretendían haber recibido ninguna revelación sobrenatural. Más bien, el siglo dieciocho había presenciado un rápido incremento de la racionalidad y humanitarismo que permitieron a otros —como por ejemplo, Adam Smith, Jeremy Bentham y Richard Brinsley Sheridan— oponerse también a la esclavitud, en campos que no tenían nada que ver con la religión…

«… (La esclavitud en el Islam). El Islam nunca sugirió, impuso o aceptó la esclavitud, sino que vino en una sociedad y en un tiempo en que estaba institucionalizado en todo el mundo. Incluso esta situación continuó en todas las sociedades hasta hace 100 años. La abolición comenzó en Europa y luego se extendió a los demás continentes, el americano, el asiático y el africano.

«En Inglaterra se declaró la abolición de la esclavitud en 1840; en Francia en 1848; en Holanda en 1865; en 1866 en Estados Unidos; 1890 en el Congreso de Bruselas se abolió en todo el mundo.

«En rigor la esclavitud fue nominalmente abolida, pero hoy existe de una manera solapada, más peligrosa, porque con la explotación de los pueblos se esclaviza sin argollas físicas visibles, aunque cada día se hacen más evidentes los efectos del encadenamiento moderno…

«4:(92) Y RESULTA inconcebible que un creyente mate a otro creyente, salvo que sea por error. Y quien mate por error a un creyente deberá liberar a un esclavo creyente y pagar una compensación a la familia de la víctima, a menos que esta renuncie a la misma como limosna.

«5: (89) ALLAH no os hará rendir cuentas por juramentos que hayáis pronunciado sin pensar, pero sí os hará rendir cuentas por juramentos que habéis pronunciado en serio. La expiación por romper un juramento será alimentar a diez pobres como soléis alimentar a vuestras familias, o vestirlos, o liberar a un ser humano de la esclavitud; y quien no pueda, deberá [en su lugar] ayunar tres días.

«El Profeta (s.a.s) animaba a los creyentes a manumitir a los esclavos diciendo:

“Todo hombre que liberta a un esclavo musulmán Dios salva del fuego por cada miembro de él igual miembro del primero.”[4]

«No es que a partir del descubrimiento de América no haya habido otro tipo de esclavos que negros. Los árabes, por ejemplo, se dedicaron con sus lanchas en el Mediterráneo a asaltar barcos y poblaciones. De ahí salían cautivos, que eran empleados en trabajos inferiores —como remeros en las galeras—, o en la agricultura o el servicio doméstico—.

Había una forma de salida sin exponer la seguridad propia y de algunos coaligados en el intento de fuga, el pago del rescate fijado según la importancia del personaje, en ello laboraba la orden religiosa de los mercedarios que lleva en su lema fundacional la misión propia: «Ordo Beatæ Mariæ Virginis de Redemptione Captivorum» fundada en 1218 por San Pedro Nolasco.

«Los árabes, que habían colonizado África durante años, tenían establecidas por todo el continente caravanas para el tráfico de la <<madera de ébano>>, como se llamaba a los esclavos negros.»[5]

«A diferencia de los esclavos de la antigüedad, los esclavos negros de la Edad Moderna se beneficiaron de un problema de conciencia que la esclavitud planteaba a los contemporáneos.

«… en la antigüedad se consideraba normal que el esclavo, procedente de un botín de guerra, fuera como una cosa y pudiera ser vendido como una cosa. Pero la trata de esclavos negros tropieza con la resistencia del cristianismo, para quien todos los hombres son iguales. De modo que, aunque se acepta la esclavitud por presiones e intereses económicos, la conciencia humanitaria del cristianismo supone ya desde un principio un freno.»[6]

«No se puede calcular seriamente el número de negros que cruzó el Atlántico. Pero hay que cifrarlo en más de una decena de millones; teniendo en cuenta, además, que la cifra desembarcada en América ha de aumentarse al menos en una cuarta parte, ya que las condiciones del tráfico eran absolutamente inhumanas y un crecido número de la <<mercancía>> moría durante la travesía. A pesar de esas pérdidas, el negocio era rentable para los traficantes.

«Pero a la hora de valorar el precio de este inmenso crimen hay que añadir otro sumando a la cuenta. Y es que para <<cazar>> unas docenas de esclavos, los cómplices, generalmente negros, de los mercaderes blancos, destruían innumerables vidas de adultos, mujeres y niños, quemaban aldeas y hasta ciudades enteras, así como bosques.

«De este modo, la esclavitud, la trata, contribuyó a disminuir muy notablemente la población africana. Y, de manera muy especial, entre 1700 y 1800, período en el cual saltaron el Atlántico tantos negros encadenados como en los dos siglos anteriores y el siguiente. El siglo XVIII fue la centuria de <<la madera de ébano>> de los asociados negros a quienes pagaban por realizar la caza, eran éstos: el Senegal y Gambia, un poco más abajo de las Islas Canarias, hasta el siglo XVII; Costa de Oro y su vecina Costa de los esclavos (en el golfo de Guinea, y que ocupa lo que hoy es Ghana, Togo, Dahomey y Nigeria), de donde salió el grueso de la mercancía en el gran siglo XVIII; los sustituyó el delta del Níger, el gran río del norte del África negra, y ahí se nutrieron los mercaderes del siglo XIX, ya que las condiciones geográficas del delta —islotes, manglares— facilitaban las operaciones de carga de los buques cuando la trata es ya un negocio ilegal, y hay que hacerlo a escondidas.»[7]

Siempre hay una justificación, de menos un motivo para cubrir con un manto de legalidad y de justicia las peores aberraciones humanas. Para los tiempos actuales resulta sumamente intrincado comprender el pasaje bíblico estudiado profusamente por linguistas e historiadores con múltiples y extrañas interpretaciones de inquietante significado. El hecho es que determinó un futuro inimaginado para los actores de aquel drama:

«20 Y comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña:

«21 Y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda.

«22 Y Châm, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y díjolo a sus dos hermanos a la parte de afuera.

«23 Entonces Sem y Japhet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros y andado hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos los rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.

«24 Y despertó Noé de su vino, y supo lo que había hecho con el su hijo el más joven;

«25 Y dijo:

«Maldito sea Canaán;

«Siervo será a sus hermanos.

«26 Dijo más: Bendito Jehová el Dios de Sem,

«Y séale Canaán siervo.

«27 Engrandezca Dios a Japhet,

«Y habite en las tiendas de Sem,

«Y séale Canaán siervo…»[8]

La suerte de los descendientes de Canaán, hijo de Châm uno de los tres hijos de Noé. Así queda que de Sem descienden los grupos judíos y árabes; de Japhet las razas blancas y de Châm (para otros, con mayor propiedad “de los hijos de Châm” —Cus, Mizraim, Put y Canaán—) los egipcios, etíopes, algunas tribus árabes y africanas y los cananitas, es decir, los seres de piel negra, porque quedó dicho: «Malditos seas Châm, tú y tus hijos esclavos serán de tus hermanos.» Cancelación para el derecho natural de este grupo de entre todos los seres: «Todos los hombres nacen iguales en derechos y en libertad».

El origen del término esclavo con dudas y aportaciones lingüísticas es una derivación de slavo/eslavo. El antiguo pueblo Slavo, del nordeste de Europa asentado en el espacio geográfico de la hoy Rusia, Polonia Bielorrusia, Ucrania, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Bosnia, Croacia y Serbia, por motivos de conquista del entonces poderoso Sacro Imperio Romano-Germánico, perdieron su libertad para convertirlos en objeto de comercio.

Hay tres grandes pasos humanitarios en contra de la esclavitud. Primero los motivos religiosos más o menos tendientes a un fin común en tanto participantes de la misma creencia; segundo, de rasgos ideológicos según el desarrollo habido en las sociedades en conflicto y posteriormente de mercado, reditúa un mayor beneficio productivo rentar la fuerza laboral de trabajo en el pleno y pujante desarrollo industrial que poseer seres humanos con todas “las obligaciones y gastos implícitos. Con ella, con la libertad, el antiguo esclavo y sus descendientes insertarán su capacidad en el conjunto productivo y en el consumo de la creciente producción y diversificación de satisfactores. Fue el caso durante Diocleciano. Dictada la manumisión de los siervos, pretendía arraigar a esta capa de la sociedad de su momento en la tierra a fin de aumentar la producción agrícola, el término siervo pierde su trágica identificación y deja sólo el sentido de «servir» sin la carga de persona forzada a realizar una o varias actividades en contra de su decisión sólo beneficiada con un mínimo para no perecer y producir más.

De los casos sonados en la historia, la revuelta encabezada por Espartaco, independientemente a manifestar un juego de poderes en su momento, da una visión de la crueldad de la práctica, cuando resulta mejor perder la vida que continuar en el servicio impuesto.

Otra visión. «Por debajo de todos, más abajo que todos, en el fondo de la sociedad, tenemos aquí al que llamamos, a falta de un término mejor, «esclavo», tlacotli (plural: tlatlacotin); ni ciudadano ni persona, pertenece como una cosa a su amo. Este rasgo de su situación lo asemeja pues a lo que se entiende por esclavitud, ya sea en la ciudad antigua de nuestro mundo, ya sea en los estados modernos hasta una época reciente. Pero muchos otros rasgos distinguen a la esclavitud mexicana de la esclavitud clásica… Cuando los españoles, después de la conquista, introdujeron en México la esclavitud a la usanza europea, los infortunados indígenas marcados al rojo vivo en la cara, arrojados al fondo de las minas, tratados con más rigor que los animales, tuvieron oportunidad de desear la suerte de los antiguos esclavos. No habían ganado en el cambio.

«¿Cuáles son, pues, las características de la situación del esclavo en México a principios del siglo XVI? Primero, trabaja para otro, ya sea como trabajador agrícola, ya sea en el servicio doméstico, o como cargador en las caravanas de los comerciantes. Las mujeres esclavas hilan, tejen, cosen o remiendan los vestidos en la casa del amo y muchas veces se cuentan entre el número de concubinas.

«El tlacotli no recibe remuneración por sus servicios. Pero se le da alojamiento, alimentos y vestidos coma a un ciudadano ordinario. ‘Los trataban como a sus hijos’ (aquí el autor remite a los Memoriales de Motolinia). Se cita el caso de esclavos que, convertidos en mayordomos, dirigen grandes casa y tienen a su mando a hombres libres.

«Además los tlatlacotin —y aquí nos salimos ya del marco de la esclavitud de nuestro mundo antiguo— podían poseer bienes, acumular dinero, adquirir tierras, casas y hasta esclavos para su propio servicio. Ninguna barrera se interponía al matrimonio de esclavos y ciudadanos. Un esclavo podía casarse con una mujer libre; con mucha frecuencia una vida se casaba con uno de sus esclavos que, por este hecho, se convertía en jefe de familia.»[9]

Cabe la aclaración. En toda traducción el sentido del vocablo llevado a otra lengua pierde un tanto o mucho sentido del peso emocional que posee el original. Cada palabra en cualquier lengua lleva en sí una carga significativa propia cuyo sentido adquirido en el uso constante provee al hablante con valores que en su propia lengua resulta arduo significar con otro término, cuánto y más para adaptar a una experiencia sujeta a otros rigores y tensiones cotidianas, con ello pierde los valores propios y adquiere ajenos a su esencia. Inclusive, aún entre los mismos hablantes de «la misma lengua» separados por las distancias determinantes en el pasado reciente, un mismo vocablo posee cargas culturales diferenciadas.

Es necesario recurrir al Diccionario de la lengua Náhuatl o Mexicana de Rémi Simeón[10], en su página 578 asienta:

Tlacotli o tlacutli s.v. Esclavo, sirviente, sirvienta; tlacotli ciuatl, mujer esclava; tlacotli oquichtli, hombre esclavo. Pl. tlatlacotli; tlatlacotin ciua, sirvientas; tlatlacotin oquichtin, sirvientes…

El estado de sujeción no era hereditario ni definitiva. Quedaba anulado por disposición del Uey Tlatoani, por la muerte del beneficiado, por disposición testamentaria, por compra de sí mismo, por reemplazo de algún familiar…

¿Cómo caía el individuo en la condición de tlacotli? Seguimos a Jacques Soustelle: Por conquista de guerra, por tributo (éstos por lo general corrían con la suerte nefasta de la muerte en la piedra de sacrifico), por alguna deuda, por la comisión de un delito, por rapto de un infante para su venta como esclavo, por interrumpir la huida de un esclavo hacia el refugio liberador del palacio real, por muerte de parto de la esclava de otro, por decisión propia derivada de deudas de juego, por pereza de trabajar su parcela, por ebriedad, por venta programada de un hijo a otro al llegar el primero a la edad de casarse, por asegurarse el sustento (mediante un servicio determinado: «realizar la siembra, recoger las cosecha, barrer la casa o transportar la leña»). La muerte del esclavo cancelaba la deuda y de ahí el cuidado por su buena condición por parte del «amo»… y según asienta el autor (páginas 84 y 85 de la obra citada), la renuncia voluntaria de la libertad entrañaba un acto protocolario a manera de garantía, con testigos y un ceremonial correspondiente.

Queda en la historia la muy discutida posición de fray Bartolomé de las Casas en el sentido de defender a los indios de los rigores de los españoles radicados en tierras que fueran de aquellos y su benevolencia en tanto los habitantes originales de estas tierras no tuvieron hasta ese momento la oportunidad de conocer la palabra de Dios, en tanto, a negros y moriscos bien merecido tenían tal castigo ya que, dada la oportunidad cerraron ojos y oídos a la verdad y rechazaron la buena nueva, de ahí la maldición que sobre de ellos pesaba en la tierra.

Y no era tranquila la sujeción de los negros a la forzada situación de esclavitud. Tan pronto les permitía una mínima oportunidad, huían de sus captores con el riesgo de castigos terribles —hasta la muerte— en su recaptura y, cuando la fortuna les era favorable, encontraban en los montes y en las selvas el refugio entre otros evadidos en donde formaron pequeños núcleos familiares. Eran denominados cimarrones o asilvestrados, respectivamente. Para el control de este riesgo constante surge la actividad del cazador de esclavos cuya finalidad era la de restituir al evadido a su legítimo dueño para recibir el castigo a la terrible falta. Éste personaje junto con el negrero era el mal necesario para las sociedades comerciales y agrícolas de su época: despreciable pero necesarios.

Abolición de la Esclavitud por (don) Miguel Hidalgo

La Abolición de la Esclavitud por Miguel Hidalgo, fue redactada y publicada en la ciudad de Guadalajara y en ella se decretaban los siguientes puntos:

  1. Que todos los dueños de esclavos deberán darles la libertad, dentro del término de diez días, so pena de muerte, la que se le aplicará por transgresión de este artículo.
  2. Que cese para lo sucesivo la contribución de tributos respecto de las castas que lo pagaban y toda exacción que a los indios se les exija.
  3. Que todos los negocios judiciales, documentos escrituras y actuaciones se haga uso de papel común, quedando abolido el de papel sellado.
  4. Que todo aquel que tenga instrucción en el beneficio de la pólvora, pueda labrarla, sin más obligación que la de operar el gobierno en las ventas para el uso de sus ejércitos, quedando igualmente libres todos los simples que se compone.

Fecha:

6 Diciembre, 1810[11]

 

Bando de (don) José María Morelos suprimiendo las castas y aboliendo la esclavitud.
Cuartel General del Aguacatillo, 17 de noviembre de 1810.

El Br. D. José María Morelos, cura y juez eclesiástico de Carácuaro, Teniente del Excmo. Sr. D. Miguel Hidalgo, Capitán General del Ejército de América.

Por el presente y a nombre de S.E., hago público y notorio a todos los moradores de esta América y establecimientos, del nuevo gobierno, por el cual, a excepción de los europeos, todos los demás habitantes no se nombrarán en calidad de indios, mulatos ni otras castas, sino todos generalmente americanos.

Nadie pagará tributo, ni habrá esclavos en lo sucesivo, y todos los que los tengan serán castigados.

No hay Cajas de Comunidad y los indios percibirán los reales de sus tierras como suyas propias.

Todo americano que deba cualesquiera cantidad a los europeos, no está obligado a pagarla; y si fuere lo contrario, el europeo será ejecutado a la paga con el mayor rigor.

Todo reo se pondrá en libertad con apercibimiento, y si incurriese en el mismo delito o en otro cualesquiera que desdiga a la honradez de un hombre, será castigado.

La pólvora no es contrabando y podrá labrarla todo el que quiera.

El Estanco de tabacos y alcabalas seguirá por ahora para sostener la tropa; y otras muchas gracias que concederá S.E. y concede para descanso de los americanos.

Que las plazas y empleos estarán entre nosotros y no los pueden obtener los europeos, aunque estén indultados.

Cuartel General del Aguacatillo, 17 de noviembre de 1810.

José María Morelos, Superior Rey de S.E.

Fuente: Ernesto Lemoine Villicaña. Morelos, su vida revolucionaria a través de sus escritos y de otros testimonios de la época. Universidad Nacional Autónoma de México. Primera edición. México, 1965. p. 162-163.

(Nota de Ernesto Lemoine Villicaña: Archivo General de la Nación AGN, ibídem (Operaciones de Guerra, t. 936, f. 118) (y otros dos ejemplares a ff. 120 y 121).

(Las mismas consideraciones que hicimos en torno al documento anterior, se aplican a éste, agregando aquí el testimonio que viene al dorso del texto del caudillo, firmado en Tilantongo, Oaxaca, por el cura del lugar, y que a la letra dice:

(«Certifico yo, el infrascrito cura de Tilantongo, notario del Santo Oficio, que este pliego de noticias comunicadas por el comandante de las tropas del Rey nuestro señor D. Fernando VII en la costa del sur, es el mismo original que recibió por el correo, a mi presencia, D. José Régules, capitán de la Compañía de Milicias de Nochistlán, remitido de Tlaxiaco por D. Manuel Sorsano Besares por vía de noticias plausibles interceptadas a los enemigos, y que en el citado Nochistlán se leyó a presencia de todos los vecinos de carácter y otros individuos de Yanhuitlán, de la misma clase, que conmigo estaban presentes.

(Y sin que nadie hubiese sacado copia, me lo franqueó dicho capitán D. José Régules, para el efecto de sacarla yo, como lo hice y remitirla al Illmo. Sr. obispo diocesano de este Obispado.

(Y que recelando yo que el bando del cura Morelos, insurgente, pudiese causar algún perjuicio si se extendiese, me he desentendido de devolverlo a su dueño y lo he tenido en mi poder casi olvidado, porque las ocurrencias de mi ministerio parroquial no me han permitido hacer mansión en la casa de mi habitual residencia, y lo paso en esta fecha a manos del señor comisario del Santo Oficio, Lic. D. Manuel María Megía, cura de Tamasulapam.

(Y para constancia, lo firmé en Tilantongo, a 17 días de enero de 1811.

(Maximiano Rivera» [rúbrica].)

 

Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Preámbulo

Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;

Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;

Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;

Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones;

Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad;

Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y

Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso;

LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.

Artículo 1

  • Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros…

culmina con:

Artículo 30.

  • Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.[12]

No obstante, las cifras en la actualidad, en los inicios del siglo XXI redondean en 10 millones de seres humanos los que todavía están sujetos a la vida en esclavitud, aunque, dada la dificultad para clarificar realidades semiocultas, el número fluctúa de los 12.7 millones a los 27 millones de humanos esclavizados: ventas forzadas en la vía pública por menores, niños reclutados por la fuerza para la guerra, mujeres raptadas y explotadas sexualmente… y una lista de términos con los cuales escudamos la práctica infamante para la humanidad y dolor para las familias afectadas.

«(EN BUSCA DE SOLUCIONES.) Diversos organismos oficiales, como el UNICEF y la OIT (Organización Internacional del Trabajo), diligentemente elaboran y ejecutan estrategias para la eliminación de la esclavitud moderna. Además, una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales, como Anti-Slavery International y Human Rights Watch, se han esmerado por lograr una mayor conciencia pública de la esclavitud contemporánea y por liberar a sus víctimas. Algunas de estas organizaciones abogan por el uso de etiquetas especiales que especifiquen que los artículos no se fabrican empleando mano de obra esclava o infantil. Otras agencias piden que se promulguen leyes en las naciones donde se originan los ‘viajes sexuales’, a fin de que las personas que tengan relaciones sexuales con niños puedan ser enjuiciadas al regresar a su país. Algunos activistas de los derechos humanos han llegado al extremo de pagar grandes sumas de dinero a traficantes y amos para liberar a tantos esclavos como les sea posible. Esto ha provocado controversia, pues dichas prácticas pudieran generar un lucrativo mercado e inflar los precios.»

En 1821, seis años después de que el Congreso de Viena proclamase solemnemente la abolición de la esclavitud, en los Estados Unidos surge la idea de solucionar prácticamente el problema de los esclavos liberados que vivían en el territorio de la Unión.

«Para ello se inspiran en la experiencia inglesa, que hacia 1790 había creado en Sierra Leona la ciudad de Freetown, llevando allí a los esclavos que apresaban sus barcos y devolviéndolos a la libertad. La experiencia inglesa había fracaso porque la idea de (la) que se partía era falsa: la de que cualquier lugar de África era un buen lugar para cualquier negro.

«En la Unión se construye una sociedad privada, la <<American Colonization Society>>. Compra también en Sierra Leona, en el golfo de Guinea, un trozo de territorio y funda una ciudad llamada Monrovia, en honor del presidente Monroe, entonces en el poder y autor de la doctrina que establece: <<América para los americanos>>.

«En total, unos 15,000 esclavos liberados en América y 5,000 liberados de las bodegas de los barcos negreros fueron a instalarse allí; mas, como había ocurrido ya en Sierra Leona, los nativos no los recibieron bien, de tal modo que muchos negros libertos prefirieron quedarse en la Unión. Sin embargo, el territorio fue denominado Liberia y se le preparó una Constitución, escrita en la Universidad de Harvard. En 1841 se nombró un gobernador. Después fue declarado autónomo y más tarde independiente.

«Tras la revolución de 1848, Francia imitó a ingleses y americanos, y con los esclavos capturados al buque negrero Elizia fundó Libreville, en el Gabón, que más tarde sería sede de la administración de la colonia francesa.

«Freetown y Liberville significan lo mismo: ciudad de libertad.

«Pero, generalmente, esas experiencias fueron fracasos o éxitos a medias. Los negros de (los) Estados Unidos (de Norteamérica) eran tan americanos como negros. En cualquier caso, ya no eran <<africanos>>. Su cultura, su mismo idioma, eran ya distintos, aunque danzas, cánticos, palabras y ritos recordasen la tierra natal perdida. De modo que fueron rechazados: se entendieron mal con los nativos.

«En este siglo (la primera edición del libro referido por Editorial Labor, S. A., lleva el año de 1991), durante la década de los 60s, en medio de las grandes luchas cívicas por conseguir la igualdad con los blancos, muchos jóvenes negros volvieron a África y fracasaron también.»[13]

Las grandes construcciones que enriquecen el pasado de la humanidad son obras levantadas con la fuerza de formidables conjuntos de esclavos. Desde el desmonte, la excavación, la cimentación, la tala de árboles y la vegetación en el espacio, la preparación del andamiaje, el traslado de los materiales, la preparación de los magros alimentos apenas de subsistencia, el desbastado y labrados de las piedras a veces traídas desde lejanas tierras, la preparación y horneados de las cerámicas rituales o para ornamento de la construcción, el fundido de los metales a fin de lograr las herramientas necesarias para la realización de la obra en sí y las adyacentes administrativas, para el resguardo de materiales, herramientas y animales y una guarnición para mantener el orden de los trabajadores son las bases para Las Pirámides de Egipto, los zigurats de Babilonia (entre ellos el dedicado al dios Bel, la metafórica Torre donde surgieron las múltiples lenguas humanas), el templo de Zeus… las impresionantes estructuras pétreas en la ahora América. Todas las maravillas del arte y la civilización orgullo del hombre en su momento y como herencia de su pasado, son obras surgidas mediante el trabajo forzado de seres definidos entre los grupos por laceraciones continuas y por la mutilación. Según el castigo impuesto al infractor y con dependencia a la labor específica de su competencia, la esclavitud era un muestrario de crueldad: amputaciones, de ahí que los hubiera deslenguados, enceguecidos, sin una o las dos manos, sin uno o los dos pies, carentes de orejas, desnarigados, castrados… a esos cautivos los diferenciaban las marcas en el rostro, en la espalda, en los hombros, en un muslo y las innúmeras cicatrices de golpes y castigos infligidos ante una falta, sino hasta la propia muerte.

En las historia para La Historia, los grupos humanos forzados, prescindibles, ajenos a la finalidad de la construcción, con su sudor y sangre levantaron lentamente las maravillas de la creación de los seres superiores. Sin derecho para adorar a sus propios dioses o preferir éste o el otro alimento, ajenos a la instrucción, a mantener abiertamente sus tradiciones, sumisos ante el temor a los castigos, hacinados, impedidos para formar gremios, apenas vestidos, toda esa cadena de sufrimientos individuales y en el anonimato dan lustre al desarrollo de la civilización.

¿Qué hace el ser humano en su lograda libertad —en el disfrute de un derecho natural de los seres vivos— cuando deja la sujeción, perdida la capacidad de elección y carente de los medios para vivir de su trabajo elegido libremente, sin educación, sin finalidad grupal? En este punto confluyen las respuestas del esclavista y el esclavo: más vale mantener las cosas como están porque al final, al menos hay un alimento y un lugar más o menos seguro para subsistir, mañana… El doctor Erich Fromm en su larga lista de estudios publicados plantea interminablemente las múltiples interrogantes acerca de la libertad grupal e individual, el gran temor de muchos para tomar una decisión responsable frente a las alternativas de la corta vida humana. La libertad es todavía una consecución aplazada y una responsabilidad no asumida y a veces, hasta evadida.

 

[1] Aguilar, S. A. de Ediciones. Decimoséptima edición, 1970.

[2] Geoffrey Bruun. La Europa del siglo XIX (1815-1914). Fondo de Cultura Económica.

[3] Mary Renault. Alejandro Magno. Traducción, Horacio González Trejo. Ediciones Folio, S. A., 2004

[4] Muy recomendable será una lectura cuidados a: La esclavitud en el Islam y en el Judeocristianismo.islamyciencia.com consultado el 8 de mayo del 2016.

[5] Isaac Montero. Abraham Lincoln. Apéndice 2, página 171. Biblioteca ABC, S. L., Colección Protagonistas de la Historia. Ediciones Folio, S. A. 2004.

[6] Ídem Página 174..

[7] Ibídem. Página 175:

[8] La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento. Antigua versión de Casidoro de Reina (1569) revisada por Cipriano de Valera (1602) y cotejada posteriormente con diversas traducciones y con los textos hebreo y griego. Librería T: S: E. L.F., páginas 8 y 9: Génesis. Capítulo 9.

[9] Jacques Soustelle. La vida cotidiana de los aztecas. Fondo de Cultura Económica. Traducción de Carlos Villegas, cuarta reimpresión, 1980.

[10] Rèmi Simeón Diccionario de la lengua Náhuatl o Mexicana. Decimocuarta edición en español de Siglo XXI Editores, S. A. de C. V., con traducción de Josefina Oliva de Coll.

[11] Tomado de jalisco.gob.mx Comisión Estatal para la Conmemoración de los Festejos del Bicentenario de la Independencia Nacional y Centenario de la Revolución Mexicana. Secretaría de Cultura de Jalisco. 7 de mayo del 2016.

[12] Tomado de la publicación emitida por la Sección de Servicios de Internet, Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, un.org el 6 de mayo del 2016.

[13] Isaac Montero. Abraham Lincoln. Apéndice 3. Páginas 181 y 182. Las <<Liberias>> de África. «Biblioteca ABC, S. L., Colección Protagonistas de la Historia. Ediciones Folio, S. A. 2004.»

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