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jueves, abril 18, 2024

La calva del cura

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Hidalgo joven. Pintura colonial realizada sobre una placa de marfil.

Y aquí aparece briosa y vital el arma de los escépticos; la paradoja. ¿Cuál cabello de menos hace una calva?

Por generaciones asumimos por real la imagen oficial de quien en vida apareciera en el registro con el nombre de Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor  1, nacido en la Hacienda de Corralejo —cercana a Pénjamo, en el hoy Estado de Guanajuato— el 8 de mayo de 1753 y muerto por fusilamiento en Chihuahua, el 30 de julio de 1811; en reducción, don Miguel Hidalgo y Costilla y en mengua escolar: “el cura Hidalgo”.

La historia mexicana acepta por una primera y verdadera imagen del cura de Dolores —sin mayores dudas ni investigaciones personales— la firmada por el pintor Joaquín Ramírez —alumno de Pelegrín Clavé— realizada durante 1865, a petición del entonces director de la academia de San Carlos, Santiago Rebull, durante el imperio de Maximiliano, obra realizada al óleo sobre tela en formato de 156 por 240 centímetros.

Una antigua imagen del cura Don Miguel Hidalgo y Costilla. (Fuente: themis.umich.mx)

En “La construcción del héroe en España y México (1789-1847)” dentro del capítulo “Hidalgo en su estudio” (página 205) Fausto Ramírez asienta: “Manuel Francisco Álvarez, un estudiante de arquitectura durante los años en que Joaquín Ramírez estudiaba el ramo de pintura en la Academia de San Carlos, publicó un breve texto epistolar y memorioso acerca de este cuadro de su condiscípulo. Es tardío (fue redactado en 1909), pero en mi opinión confiable. Dice Álvarez que Ramírez, ‘…no queriendo ir al palacio, lo pintó en su estudio de su casa de la calle de los Siete Príncipes núm. 15. Ramírez quiso inspirarse convenientemente y al efecto se procuró cuantos datos pudo para hacer el retrato. El Lic. D. Felipe Sánchez Solís […] facilitó a Ramírez una pequeña estatua de Hidalgo, que […] al decir de los contemporáneos, fue tomada del mismo cura Hidalgo y la encontraban parecida. Ramírez también trató a la hermana del cura, quien le proporcionó muchos datos y sobre todo lo presentó con su hermano, asegurando que éste era muy parecido al héroe de Dolores.

Un europeizado Hidalgo por Luis Montes de Oca.

‘[…] Trasladado el retrato al Palacio Nacional, fue de toda la aprobación de Maximiliano, quien sentado muchas veces en un sillón frente al cuadro, lo contemplaba, y decía: «he aquí mi bello Hidalgo».” (Aquí remite a la nota 29 donde amplía: “Manuel Francisco Álvarez: El pintor Joaquín Ramírez y el retrato de Hidalgo, Ciudad de México, Carranza e Hijos Impresores, 1910, pp. 3-4.) Cabe mencionar que el propio Álvarez cuando fue regidor del Ayuntamiento de la ciudad de México, en 1875, mandó sacar una copia del cuadro al excelente pintor Tiburcio Sánchez (también condiscípulo de Ramírez y de Álvarez) para colocarla en el Salón de Cabildos de aquel edificio, donde todavía se encuentra, y en muy superior estado de conservación que el original. A Ramírez se le habían pagado mil pesos por el retrato de Hidalgo; a Sánchez, $350 por la copia…”).

Estatuilla de madera policromada realizada —supuestamente— en vida del expárroco de Colima, de San Felipe Torresmochas y finalmente, de Dolores, hoy Estado de Hidalgo.

Una discrepancia importante para con la historia conocida. Don Miguel Hidalgo y Costilla era el segundo hijo en el matrimonio de don Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga. Queda por cosa cierta que estudió junto con su hermano (primogénito) José Joaquín (nacido en 1751, fallecido en 1803) en el Colegio de San Nicolás Obispo, en Valladolid, Michoacán, de quien, a su muerte, heredó el redituable curato de Dolores; durante 1756 nace el tercero de los hermanos, José María Mariano Cesáreo (de quien sólo queda dicho que murió “muy pequeño”); en 1759 nace José María de la Trinidad, quien al parecer dejó truncos sus estudios de medicina y militara en las fuerzas virreinales; Manuel Mariano, licenciado en derecho nacido en 1762 y muerto en 1809. Del segundo matrimonio (o habido fuera del matrimonio, en este asunto las fuentes discrepan)3 de don Cristóbal formado con Rita Toribia Peredo Ramírez, nació José Félix María Anno quien menor en nueve años a su medio hermano Miguel, también falleció por fusilamiento en Chihuahua. De un tercer (o segundo) matrimonio con María Cecilia de Olmos habrá sólo un hijo, Cristóbal Mariano Dimas nacido entre 1771 y 1774. Un cuarto (o tercer) matrimonio dará por hijos de don Cristóbal con Gerónima Rosalía Ortiz Bracamonte y Origel a: Ana Josefa Joaquina nacida en 1777, ésta media hermana eligió la vida conventual) y falleció a edad avanzada; en 1780 nace María Guadalupe; Juan Nepomuceno Pascual Ramón nace en 1781; María Vicenta Anastasia Gertrudis nace en 1783 y en 1784 nacerá María Agustina Lucía fallecida a corta edad.

Hidalgo por Claudio Linati. “Trajes civiles, religiosos y militares de México (1828)”

Por lo tanto, de ser cierta la afirmación que dice: “…fue tomada del mismo cura Hidalgo y la encontraban parecida. Ramírez también trató a la hermana del cura, quien le proporcionó muchos datos y sobre todo lo presentó con su hermano, asegurando que éste era muy parecido al héroe de Dolores.”, cabría suponer que fuera María Guadalupe o María Vicenta (85 y 82 años respectivamente para ese momento) y que el «hermano conocido» por Ramírez sería Juan Nepomuceno con 84 años de edad, medio hermano de resultar cierta la genealogía anterior.

Por otra parte queda por antecedente que “Correspondió a Joaquín Ramírez realizar el retrato de Hidalgo en 1865, para lo cual se basó en una escultura de madera atribuida a Silvestre Terrazas, pero también existía un retrato de Antonio Serrano realizado 20 años después del fusilamiento de Hidalgo y él había conocido a un hermano del héroe, a quien la familia le atribuía

Primer retrato de Miguel Hidalgo. Periódico IRIS, publicado en el año de 1826.

enorme parecido.” 4, al parecer, la referencia a Joaquín Ramírez viene de trasmano, además, las edades posibles de las (medio) hermanas y del (medio) hermano, prometen poco de veracidad, por longeva que fuera genéticamente la familia, que no es la misma situación para el trabajo de Antonio Serrano, porque en esa época, 34 años antes, las medio hermanas y el medio hermano —quizás Juan Nepomuceno “… muy parecido al héroe de Dolores”— que convivieron juntos después del fusilamiento del cura rebelde, frisaban la cincuentena de su vida.

Y surge el detestable “pero”: queda en la iconografía una litografía de 15 x 21.5 centímetros a color, autoría de Linati De Prévost, publicada en 1828 en “Trajes civiles, militares y religiosos de México”: “Años más tarde, será Linati quien ofrecerá una nueva versión de Miguel Hidalgo. El rostro adusto desaparece y la imagen se dibuja con espíritu romántico, propio de la época, en función del público para quien fue pensado. Hidalgo vestido extravagantemente (¿), no está considerado manifiestamente para los mexicanos, sino concebido y diseñado para los lectores europeos que gustaban de mirar a México como país exótico. Ataviado con traje de chinaco, sable en la cintura y un sombrero cuyas plumas lucen los colores de la bandera, con la mirada puesta en la cruz, en actitud de súplica o mostrando el crucifijo en señal de emprender la guerra santa, esta nueva litografía se enfrenta a la primera representación que se publicó en El Iris. Ambas imágenes están lejos de poseer rasgos comunes, en ellas no está todavía el héroe que reconoceremos como al protagonista de la gesta de independencia, aunque el rostro presagie ya ciertos rasgos distintivos.” 5 En esta imagen del Hidalgo chinaco, el amplio sombrero cubre la parte superior de la cabeza y sólo muestra una melena cana.

Hidalgo por Antonio Serrano. (Derecha).Hidalgo ¿por Juan Nepomuceno?, 1840.

Otro más: “En el Calendario Histórico y Pronóstico Político por el Pensador Mexicano, para el Año Bisiesto de 1824, que publicó el periodista y literato José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), se encuentra una minúscula estampa con la imagen de don Miguel Hidalgo, realizado por Luis Montes de Oca (…). No es la representación del héroe garboso, no el Pater Patriae, pero sí el insurgente, vestido con un traje provisto de elementos militares al estilo francés (como son, por ejemplo, el bicornio empenachado y el sable que cuelga de una gran banda ceñida a la cintura), que empuña la bandera con el águila de Tenochtitlán posada sobre un nopal y devorando a la serpiente, y con la consigna ‘Libertad’. Estos símbolos pertenecen al imaginario colectivo mexicano, y ya venían desde antes del grito de Independencia. Por otra parte, en este aguafuerte tiene mayor peso la leyenda que al pie de la letra dice: ‘El muy honorable ciudadano Miguel Hidalgo y Costilla Generalísimo de las armas mejicanas: primer héroe que tremoló el estandarte de la libertad del Anáhuac en el pueblo de Dolores el día 16 de Septiembre de 1810. Fue víctima de la tiranía en 30 de Julio de 1811, su talento, valor y amor patrio harán eterna su memoria’.” (Ramírez, 2003: 194). 6

Hidalgo por Joaquín Ramírez, 1865.

“Una iconografía muy diversa precedió a aquella que se va haciendo grande, la que devendría en oficial, la que el pintor Joaquín Ramírez realizó en 1865, a petición del director de la academia de San Carlos, Santiago Rebull, durante el imperio de Maximiliano. El pintor lo plasma entonces de cuerpo entero y nos presenta un retrato de un hombre con fuerza, serio, viejo, de pie, con la experiencia de los años, aunque en realidad el cura de Dolores que dio el “grito” era un hombre en plena madurez con 57 años. En esta nueva representación, aparece erguido, se alza frente a nuestros ojos con la grandeza del héroe. Posa delante de una mesa que exhibe el acta de abolición de la esclavitud, firmada en Guadalajara. Al fondo le cobija y acompaña el cuadro de la Virgen de Guadalupe; el reloj marca 5 minutos antes de las 6 de la mañana, hora en que sonó la campana de la iglesia de Dolores en ese venturoso día en que arengó a los fieles, invitándolos a unirse a una causa justa. El hombre mira de frente, muestra seguridad en sí mismo, da la cara al pueblo.” 7

Hidalgo por Joaquín Ramírez, 1865.

Al amparo del fervor patrio inicia la controversia de si la imagen realizada por Joaquín Ramírez a solicitud de un mexicanizado Maximiliano corresponde a la que poseyera en vida el héroe iniciador de la Independencia. Bajo el principio de que las autoridades de Nueva España destruyeron todas las imágenes del cura rebelde, en la historia paralela a media voz aparece la propagada imposición monárquica del rostro de un desconocido cura y botánico belga del séquito de Carlota por modelo para la imagen definitiva de Hidalgo, tras la añagaza corrieron un exgobernador y un literato mexicano. Otra versión declara que la mencionada efigie manifiesta los rasgos de algún sobrino nieto del sacerdote libertario (incluso dan nombre propio: Benjamín, nombre que no lleva ningún descendiente del “Padre de la patria” hasta donde da la información consultada), de quien supuestamente Jiménez tomó por la cercanía de parentesco y semejanza (¿?) en edad.

Don Miguel Hidalgo y Costilla. Grabado realizado en acero por José Villegas. Primer Timbre Postal en México (1856).

Lo que hasta el momento resiste la exigencia histórica es la evidencia de una estatuilla de 18 centímetros de altura, realizada en madera pintada a mano, realizada durante la tercera década del siglo XIX —veinticinco años antes de la llegada de Maximiliano— y una ilustración inserta en el libro «Historia de México» del historiador y político Lucas Alamán, quien aún adolescente en Guanajuato, asistió a varias cenas y tertulias en las que platicó y convivió de forma frecuente con Hidalgo. Alamán no desacredita esta representación de Hidalgo.

Aquí cabe preguntar ¿qué tan avanzada era la calvicie de Hidalgo? Porque en la imagen de Linati De Prévost el sombrero cubre la parte superior de la cabeza del personaje, en la extraña y otra más de carácter romántico —a favor de la curiosidad europea— el bicornio impide una visión del mismo y por demás queda la inquietante afirmación de Guillermo Brenes Tencio 8 “Dícese que un pintor llamado Juan Nepomuceno Herrera encontró dicha copia y la reprodujo en 1840, actualmente en el Museo Regional de Guanajuato Alhóndiga de Granaditas. Tampoco se sabe quién fue exactamente Inchaurregui, que hizo la reproducción del misterioso original perdido, ni Juan Nepomuceno, que hizo la copia actual de la copia igualmente de paradero desconocido. Los rasgos de este retrato del cura, por cierto, como los del anterior, reflejan las concepciones de 1830 – 1840, no las del lapso 1800 – 1810 (Rodríguez, 9 2006: 261 – 262). En esos años, mientras más calvo un individuo más brillante se creía que era. Así que, para dejar ver el tamaño de su inteligencia, aparece totalmente calvo. Su escaso cabello es fino, gris, casi níveo, sin ningún ornamento simbólico que lo acompañe, salvo el alzacuello y la levita negra, bajo la cual oculta su mano derecha. Su rostro, representado de semiperfil y sobre un fondo neutro, es descarnado, marchito, y sus ojos son tristes, no vivaces y penetrantes.” (El subrayado es mío.)

No es posible dejar de lado la ya conocida descripción aparecida en “Revolución del cura Miguel Hidalgo hasta la muerte de éste y de sus compañeros” por Lucas Alamán, en el Capítulo I, primera parte, describe en primera persona por serle cercano el trato —que no la amistad ni la admiración—: “Era muy afecto a la música y además de haberla hecho aprender a los indios de su curato, en donde había formado una orquesta, hacia ir la del batallón provincial de Guanajuato a las frecuentes diversiones que en su casa tenía.

“La proximidad del lugar de su residencia a aquella capital, hacía que fuese a ella frecuentemente y permaneciese largas temporadas, lo que me dio ocasión de verlo y tratarlo muy de cerca.

“Era de mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, como que pasaba ya de sesenta años (en realdad Hidalgo murió a los 58 años, por la época de la narración tendría 56 años), pero vigoroso, aunque no activo ni pronto en sus movimientos; de pocas palabras en el trato común, pero animado en la argumentación a estilo de colegio, cuando entraba en el calor de alguna disputa. Poco aliñado en su traje, no usaba otro que el que acostumbraban entonces los curas de pueblos pequeños.” Aquí el editor remite a la nota 12 en la cual aclara: “Era este traje un capote de paño negro con un sombrero redondo y bastón grande, y un vestido de calzón corto, chupa y chaqueta de un género de lana que venía de China y se llamaba Rompecoche (por su resistencia, añadido personal lo mismo que los subrayados.)

Y el historiador amplía su testimonio: “En Guanajuato, el cura Hidalgo se alojaba en casa del de aquella ciudad, Dr. D. Antonio Labarrieta, y como este comía diariamente en casa del intendente Riaño, lo hacia también Hidalgo, y por este motivo, teniendo mis padres mucha amistad con el intendente, tuve ocasión de ver y tratar frecuentemente a Hidalgo, que visitaba también mi casa. Cuando estuvo en Guanajuato en Enero de 1810, con motivo de haber pasado a aquella ciudad el obispo Abad y Queipo, siendo aquella la estación de los coloquios o pastorelas, especie de comedias caseras que se hacen en las familias para solemnizar el nacimiento del Salvador, concurrió a una de estas diversiones en casa de mis primos los Septienes, en donde estaba alojado el obispo, y uno de los cuales estaba casado con la hija única del intendente y vi sentados en el mismo canapé a este, al obispo y al cura Hidalgo, con una jovialidad, que prueba que ninguno de los tres preveía lo que iba a suceder, nada más que siete meses después.”

Pasada la etapa de la ilusión, la del febril tránsito, la de los triunfos seguidos de fracasos, la de la enemistad con los amigos, la caída brutal a diez meses del inicio tras una pequeña escaramuza, le aprisionan traicioneramente en Acatita de Baján junto con sus correligionarios.

Viridiana Vera García asienta: “Antes de la ejecución militar debía procederle la degradación eclesiástica. Así Hidalgo escoltado y encadenado fue llevado ante el juez eclesiástico Fernández Valentín y en la ceremonia se le despojó de sus grilletes y lo vistieron con sus ropas eclesiásticas. En un altar arreglado con un crucifijo, una plataforma con cuatro sillones y dándole la espalda al público dio comienzo la ceremonia.

“Lo hincaron ante el juez y con un cuchillo rasparon las yemas de los dedos de don Miguel Hidalgo al tiempo que exclamaba: ‘Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, con la unción de las manos y los dedos (Molina, 2009, p.88*). Por considerarlo indigno de su profesión le fueron retirados los atavíos sacerdotales para despojarlo de todo orden, beneficio y privilegio clerical. Posteriormente con unas tijeras le cortaron el cabello para no dejar huellas de su tonsura,10 signo de su sacerdocio. Consumada la degradación, lo pusieron de rodillas ante el juez y le leyeron la sentencia en la que era condenado a pena de muerte.” 11 (El subrayado es mío.)

Sandra Molina Arceo sigue casi palabra por palabra con algunos otros detalles: “Se le despojó de los grilletes y lo revistieron con las prendas eclesiásticas; Hidalgo echó en el cáliz un poco de vino, puso sobre la patena una hostia sin consagrar, y con el vaso sagrado entre sus manos se puso de rodillas a los pies del juez. Quitándole el cáliz y la patena, Fernández Valentín pronunció las palabras de execración, y con un cuchillo raspó las palmas de sus manos y las yemas de sus dedos, y dijo: ‘Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste con la unción de las manos y los dedos’.

“Acto seguido le fue quitando uno a uno los ornamentos sacerdotales, hasta que al despojarlo de la sotana y el alzacuello, dijo: ‘Por la autoridad de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la nuestra, te quitamos el hábito clerical y te desnudamos del adorno de la Religión, y te despojamos, te desnudamos de todo orden, beneficio y privilegio clerical; y por ser indigno de la profesión eclesiástica, te devolvemos con ignominia al estado y hábito seglar’. Al retirarle las prendas sacerdotales, se halló en su pecho un escapulario con la imagen de la Virgen de Guadalupe, de la que se despojó él mismo, pidiendo se mandara al convento de las Teresitas de Querétaro, quienes se lo habían obsequiado.

Se le cortó el pelo hasta no dejar seña alguna del lugar de la corona, pronunciando el ministro las siguientes palabras: ‘Te arrojamos de la suerte del señor, como hijo ingrato, y borramos de tu cabeza la corona, signo real del sacerdote, a causa de la maldad de tu conducta’. Consumada la degradación, se le hizo poner de rodillas ante el juez Abella, quien leyó la sentencia condenándolo a pena de muerte.” 12 (Los subrayados anteriores son míos.)

Por su parte en la “Colección de documentos para la Historia de la Guerra de Independencia de Juan E. Hernández y Dávalos, Tomo I, sólo esclarece el orden de la vestimenta y el despojo de ésta, sin añadir los pasos correspondientes a la privación de los servicios de su ministerio. disponible en: 13

«Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir que recibiste con la unción de las manos y los dedos». Enseguida le fue quitado cada uno de los ornamentos sacerdotales y al despojarlo de cada uno pronunció unas palabras rituales de execración. Después le quitó la sotana y el alzacuello, pronunciando estas palabras solemnes: «Por la autoridad de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la nuestra, te quitamos el hábito clerical y te desnudamos del adorno de la religión y te despojamos, te desnudamos de todo orden, beneficio y privilegio clerical; y por ser indigno de la profesión eclesiástica, te devolvemos con ignominia al estado y hábito seglar». Enseguida con unas tijeras le cortó un poco de pelo de la cabeza y un peluquero siguió la operación cortándole todo el cabello, de modo que no se le conociese la corona, pronunciando el Ministro estas palabras: «Te arrojamos de la suerte del Señor, como hijo ingrato, y borramos de la cabeza tu corona, signo real del sacerdocio, a causa de la maldad de tu conducta». 14

“El proceso degradatorio se llevó a cabo el 29 de julio de 1811 en una de las salas del Hospital Real de Chihuahua, y consistió en rasparle la piel de la cabeza, que había sido consagrada, como cristiano y sacerdote, con el santo crisma.

“También le arrancaron la yema de los pulgares e índices de las manos que habían sido consagradas el día de la ordenación.

“Después lo entregaron al gobierno español para que lo fusilaran, sin ninguna de las prerrogativas y beneficios eclesiásticos, en que antes se amparaba cualquier reo.”  15. (Subrayados míos.)

Así, después de todo, sea que la cabeza fuera raspada o pelada por corte de tijeras, algo de cabello habría entre la frente amplia y la coronilla del cura de Dolores según queda en antecedentes cercanos a la historia real.

“A partir de entonces, todos los intentos que se hicieron por tener una imagen del héroe fueron sofocados por las autoridades coloniales. En tales circunstancias, la ausencia de un retrato de Hidalgo es explicable. Pedro García, quien estuvo al servicio del héroe desde que era niño, comenta que ‘la guerra encarnizada a la memoria de Hidalgo y a sus ideas’ fue sin cuartel, y que se recrudeció a partir de su aprehensión, enjuiciamiento y ejecución.

“… ‘Se prohibió hablar de Hidalgo en ningún sitio, pues esto era un gran delito que se castigaba con rigor. Esta es la razón porque no se encuentra en todo el país un retrato que siquiera se le parezca, pues la prohibición duró cerca de diez años. Se siguió un espionaje tremendo. Nadie estaba seguro de hablar dentro de su casa’.” 16

“…En 1821 los restos de Hidalgo serían exhumados en Chihuahua y trasladados a la Catedral Metropolitana de la ciudad de México. A la postre desde 1925 reposan en el monumento del Ángel de la Independencia, Recibiendo finalmente el reconocimiento de héroe y dejando en el olvido el de sedicioso.” 17

ANEXO:

DECRETO DE EXCOMUNIÓN CONTRA EL CURA MIGUEL HIDALGO.

Decreto lanzado por el obispo Manuel Abad y Queipo. (Obispo de Michoacán de 1810 a 1815) «Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y de los santos cánones, y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines: de todos los santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción, y de los santos mártires y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos y electos de Dios: “Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, ex cura del pueblo de Dolores. “Lo excomulgamos y anatemizamos, y de los umbrales de la iglesia del todo poderoso Dios, lo secuestramos para que pueda ser atormentado eternamente por indecibles sufrimientos, justamente con Dathán y Habirán y todos aquellos que le dicen al señor Dios: ¡Vete de nosotros, porque no queremos ninguno de tus caminos! Y así como el fuego es extinguido por el agua, que se aparte de él la luz por siempre jamás. Que el Hijo, quien sufrió por nosotros, lo maldiga. Que el Espíritu Santo, que nos fue dado a nosotros en el bautismo, lo maldiga. Que la Santa Cruz a la cual Cristo, por nuestra salvación, ascendió victorioso sobre sus enemigos, lo maldiga. Que la santa y eterna madre de Dios, lo maldiga. Que San Miguel, el abogado de los santos, lo maldiga. Que todos los ángeles, los principados y arcángeles, los principados y las potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigan. Que sea San Juan el precursor, San Pablo y San Juan Evangelista, y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo juntos, lo maldigan.  “Y que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por su predicación convirtieron al mundo universal, y la santa y admirable compañía de mártires y confesores, quienes por su santa obra se encuentran aceptables al Dios omnipotente, lo maldigan. Que el Cristo de la santa Virgen lo condene. Que todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se encuentran ser amados de Dios, lo condenen. Y que el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, lo condenen. “Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la casa o en el campo, en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua, y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mintiendo o cantando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes; en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos. “Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levanten contra él. “Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!”

Tomado de forocristiano.iglesia.net

Notas:
1Fe de bautismo de Miguel Hidalgo y Costilla. “En la capilla de Cuitzeo de los Naranjos, á los diez y seis de Mayo de setencientos cincuenta y tres: el bachiller D. Agustin Salazar, teniente de cura, solemnemente bautizó, puso óleo y crisma y por nombre, Miguel, Gregorio, Antonio, Ignacio, á un infante de ocho dias, hijo de D. Cristóbal Hidalgo y Costilla y de doña Ana Maria de Gallaga, españoles conyuges, vecinos de Corralejo; fueron padrinos D. Francisco y Doña Maria de Cisneros, á quienes se amonestó el parentesco de obligacion, y lo firmó con el actual cura. Bernando de Alcocer.”
2 Editores Manuel Chust Calero y Víctor Íñiguez, El Colegio de Michoacán, Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, Publicacions de la Universitat de València, Universidad Veracruzana, 2003. Corresponde a las páginas 263 y 264 en “Foro de Guanajuato: nuevas interpretaciones de la Independencia de México”, coordinado por José Luis Lara Valdés. Serie Independencia de la Comisión Estatal para la Organización de la Conmemoración del Bicentenario del inicio de la Independencia Nacional y Centenario del inicio de la Revolución Mexicana. Guanajuato, 2010.
3uppenjamo.edu.mx
4Carlos Martínez Assad. jornada.unam.mx/2007/09/29
5revistabicentenario.com.mx
6Ídem
7 Ibídem
8 Miguel Hidalgo a la luz del arte: Iconografía del Héroe Nacional – Padre de la Patria Mexicana (Siglos XIX y XX).
9 Se refiere a Rodríguez Moya, Inmaculada. 2006. El retrato en México, 1781 – 1867: Héroes, ciudadanos y emperadores para una nueva nación. Sevilla: Consejo Superior de Investigaciones Científicas –Escuela de Estudios Hispano – Americanos –Universidad de Sevilla – Diputación de Sevilla.
10Hay tres tipos básicos de tonsura: Tonsura céltica o escocesa (de una oreja a otra y sólo en la parte delantera de la cabeza. Común en las Islas Británicas (incluidos escoceses, bretones e irlandeses, ejemplificada en la imagen de San Columba); tonsura griega (comprendía toda la cabeza) y tonsura romana. Tonsura parcial y circular realizada en la coronilla y usual hasta Paulo VI. tonsura s. f. 1 Ceremonia de la iglesia católica en la que se concedía a un hombre el grado preparatorio para el sacerdocio. 2 Ese grado. 3 Corte de pelo en forma de círculo rasurado que llevaban algunos religiosos en la coronilla: la tonsura se hacía en la ceremonia de preparación. Coronilla. Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.
11¡Y fueron excomulgados! Viridiana Vera García. El discurso independentista y la nueva mujer mexicana. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Dirección de Fomento Editorial y la Asociación de Mujeres Periodistas y Escritoras de Puebla (AMPEP), 2010.páginas 148 y 149. *Remite a S. Molina Arceo. “La muerte del cura” en “Relatos e historias de México, pp.85-89. Julio del 2009.
12bicentenario.gom.mx
13pim.unam.mx/catalogos
14bicentenario.gob.mx
15Viridiana Vera García. Obra citada, página 151.
16García, Pedro. “Con el cura Hidalgo en la guerra de independencia, México.” SEP/80-Secretaría de Educación Pública, 1982, p. 151. Citado por el Dr. José Herrera Peña  en “El Retrato de Hidalgo”. (themis.umich.mx) Referido también por Guillermo Brenes Tencio en “Los rostros de Hidalgo. Iconografía del Héroe Nacional, Padre de la Patria mexicana. Siglos XIX y XX.
17Viridiana Vera García. Obra citada, página 151.

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