De Gabriel Rodríguez Alberich (gabi@gabi.is) y Real Academia Española con © 2014 extraemos: grotesco/grotesca (del italiano grottesco, derivado de grotta, gruta). Como adjetivo: perteneciente o relativo a la gruta (estancia subterránea artificial), ridículo y extravagante. Irregular, grosero y de mal gusto. Columna grutesca. Artífice grutesco. Porque imita los que se encontraron en las grutas, nombre con el que se conocen las imágenes encontradas en los baños de Tito y Livia en Roma, en las ruinas del Domus Aurea de Nerón en Roma, en la Villa Adriana en Tívoli y en diversos edificios de Herculano y Pompeya. Adjetivo en Arquitectura y Pintura: Se dice del adorno caprichoso de bichos, sabandijas, quimeras y follajes. Usase también como sustantivo masculino. La Primera aparición de este término fue en 1617, en el Vocabularium Hispanicum Latinum et Anglicum copiossisimum (John Minsheu), y la primera aparición en español queda en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española en el año de 1734. Benvenuto Cellini, en su autobiografía, determina que al término grottesca o grottesche se le utilizó a partir del hallazgo, en 1480, de unas salas abovedadas de la Domus Aurea sepultadas unos diez siglos antes. Giovanni Nanni o Annio da Viterbo (1432-1502) pintor del siglo XV, autor de Antiquitatum variarum, 1498, copió de las primeras ruinas citadas y generalizó en su tiempo el gusto por estos dibujos. En cuanto al origen de aquellas antiguas pinturas, parece que hayan sido inspiradas en los fantásticos animales que representaban las telas de la India y de Persia.
En el espacio de la filosofía queda el fundamento en el Libro VII La República, parte de suma importancia en “Los Diálogos”, obra de Aristocles (Atenas o Egina, ca. 427–347 a. C.) —mejor conocido por su sobrenombre de Platón, apodo cuyo significado en español es algo cercano a “el que tiene anchas espaldas”, derivado a su gran afición y práctica del pugilato— contiene la metáfora de la caverna o cueva de las sombras de donde extraemos el conocimiento de nuestra existencia en los dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo inteligible (sólo alcanzable mediante el uso exclusivo de la razón).
Grutesco (del italiano grottesco, y este de grotta —gruta—) es un motivo decorativo derivado de la decoración de las «cuevas» descubiertas en la Roma del siglo XV y que posteriormente se han identificado como habitaciones y pasillos de la Domus Aurea (el palacio que Nerón hizo construir tras el gran incendio del año 64). Fueron muy utilizados en el arte del Renacimiento y se divulgaron por toda Europa. Consiste en la combinación de elementos vegetales («follajes», guirnaldas), vasijas, cornucopias, panoplias, figuras humanas y teriomórficas («bichas», centauros, sátiros, putti), animales fantásticos y seres mitológicos («sabandijas», «quimeras»), mascarones, bucráneos, etcétera, que se relacionan de manera caprichosa y rellenan de forma profusa el espacio a fin de extirpar el horror vacui en composiciones simétricas.
Los puti (plural de puto —“niño” en lengua italiana—) son motivos ornamentales consistentes en figuras de niños, frecuentemente desnudos y alados, en forma de Cupido, querubín o amorcillo. Son abundantes en el Renacimiento y Barroco italiano y español, y forman parte de la recuperación de motivos clásicos típica de la época.
El desvelamiento de sus complejas decoraciones murales causó sensación en Roma e interesaron a pintores como Botticelli, Filippino Lippi, il Pinturicchio, Rafael, Giovanni da Udine, il Morto da Feltre, Bernardo Poccetti, Marco Palmezzano o Gaudenzio Ferrari. Algunos pintores del Pleno Renacimiento, como Leonardo da Vinci o Miguel Ángel (en la bóveda de la Capilla Sixtina), Andrea Mantegna (en la bóveda de la Cámara de los Esposos), realizaron estudios de cabezas «grotescas», deformadas como caricaturas, estilo en el que destaca el siempre olvidado e insuperable Giuseppe Arcimboldo —o Arcimboldi— quien a más de múltiples estudios al respecto basó su producción artística con el uso de esas imágenes. En la misma época Quintin Metsys lo llevó a una imagen titulada “Mujer grotesca”. Llevadas un tanto al extremo, las composiciones oníricas de El Bosco son frecuentemente identificadas con lo grotesco. En España destacan las figuras del puto del Peinador de la Reina, en la Alhambra de Granada, obra de Julio de Aquiles correspondiente al segundo tercio del siglo XVI. El tratamiento grotesco de los monstruos es recurrente en ciertos temas artísticos e innumerables representaciones místicas, destacadamente en las referentes a las tentaciones de San Antonio. Tales obras en éste estilo o manera preceden al prerromanticismo de comienzos del siglo XIX incluidos Los caprichos o las pinturas negras de don Francisco de Goya y Lucientes, la obra de Edvard Munch, de Egon Schiele, de Otto Dix, de José Gutiérrez Solana… para encontrar refugio profundo en el surrealismo.
En cuanto a la condición de estilo extravagante de lo grutesco (definidos sus motivos como ridículos, chabacanos, vulgares o absurdos) abarcó toda manifestación de lo irregular, grosero y de mal gusto. Ampara lo relativo a las cuevas artificiales, a decoración con rocalla o rocaille en jardinería e interiores respectivamente y denominación para los estilos posteriores al Rococó del siglo XVIII. Muy anterior es la utilización de monstruos en el arte medieval (gárgolas, canecillos); mientras que la fase final del Renacimiento, el Manierismo, tiene algunos ejemplos destacados de ello como es el caso del Parque de los monstruos de Bomarzo. Lo grotesco terminó por definir una categoría estética diferenciada de la idea clásica de belleza opuesta al concepto de lo sublime.
El grutesco es un motivo decorativo a base de seres fantásticos, vegetales y animales, complejamente enlazados y combinados formando un todo. Es un tema asociado al Renacimiento y suele estar formado, en su parte superior, por una cabeza o torso humano o animal que se acabe en un juego de plantas o elementos vegetales por abajo.
Lo grotesco es más que la visión de lo falible en la vida y en el conocimiento exteriorizado, es lo inminente, el espejo en el cual aparece la imagen invertida, distorsionada y por tanto, irreconocible.
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