Gato

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Para María de Lourdes López Wario,
por iniciar el tema.

Los alfabetos poseen un signo especifico y peculiar: en algunos espacios le identifican con cuadrilla, almohadilla (primordialmente en España), numeral ―un signo semejante en música define al sostenido―, ahora con afanes de lo bilingüe lo designamos hashtag; es nuestro extrañado término de “gato” que establece el espacio del juego infantil con el mismo nombre: Gato.

Hace 12 millones de años apareció en el conjunto de la vida el felis catus; 100 especies de compañeros, asociados ancestrales de los humanos repartidos en el mundo salvo la Antártida: ariscos, retozones, independientes, silenciosos, agiles, de paso mesurado  elegante, a menos que por su horizonte transite alguna gatita de “no malos bigotes” que trastorne su prudencia, de ahí, acusado de lubricidad inmoderada que, aunada a su representación en los rituales demoniacos de las brujas, son argumentos suficientes, poderosos y sólidos para descargar en él la violencia visceral; ante el ignorado pacto natural de mutuo acuerdo, su nombre derivó en peyorativo en la actividad doméstica.

Designado miztl en náhuatl; katu en tzetzal; miis en maya; misitu (o misiku) en purépecha; chitú en mixteco; mixi en otomí; chiid en mixe; mixtsu en wixarika; xit en zapoteco; miüs en huave; yiluu en trique; chiti en chinanteco; misitón en totonaco; mish en chontal…[1]

Cat en inglés; chat (sha) en francés; katze en alemán; gato en español y portugués; mao (māo) en chino; neko en japonés; ko-yang-i (go-yang-i) en coreano; kot (koshka) en ruso; katt en sueco; katt (ka) en noruego; gatto en italiano; kat en neerlandés; (pronúnciese) cod en árabe; kot en polaco; koĉka (cochka) en checo; at (ket) danés; gat (ga) en catalán; Гάτα (gá-ta) en griego; bi-li en hindi; pisicá (pi-si-ca) en rumano; me-i en tailandés; con-méo (con-me-o) vietnamita; kedi (kede) turco; kucing (kuching) en indostano; pōpoki (popoki) en hawaiano…[2]

A lo mexicano llamamos a estos sagaces felinos: micho, michito, michi, morro o morrongo, minino…, de la estructura animal sagrada para las dinastías egipcias surgen: Don Gato (el de la Pandilla), Silvestre, Tom (compañero y antagonista del enojoso Jerry), Garfield, la comercializada Kitty, Los Aristogatos, Félix, El gato con Botas, El gato de Cheshire, Azrael compañero de Gargamel, … para el “Libertas sine labore” romano, por diversas razones queda asentado el Día Internacional del Gato el 20 de febrero, el 8 de agosto o y/o el 29 de agosto.

Durante las largas noches de fiebre desmesurada nos cierra el camino un gato negro semejante al Pluto de Edgard Allan Poe, a la vez, de un amplio enlistado de canciones con énfasis en estos mamíferos surgen los maullidos en la partitura de Giacomo Rossini, “Duetto buffo di due gatti” [Dueto de los gatos]”; nos retrata en tono azul nocturno la canción de Gaetano “Toto” Savio y Giancalo Bigazzi puesta en español por el brasileño Roberto Carlos: “Un gatto nel blue” o el “peludo, funámbulo y necio” en “Mi niñez” de Joan Manuel Serrat. Jocosa es la imagen del sagaz felino en la canción de Salvador “Chava” Flores [Rivera]: “El gato viudo” y la ternura un tanto dolorosa de “Di ¿por qué?” con el Micifuz del veracruzano don Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri ”y, quede otra vez en tipografía la evanescente estructura del “No-Gato” protegido entre páginas de un libro arrumbado y de un periódico.

Pero ningún gato es más importante que aquel que calentara los pies de mamá y atestiguara nuestra transición de la infancia a la adolescencia, ellos ―los pequeños compañeros peludos― permanecen en el recuerdo con el cariño  de cada uno.


[1] Tomado de bunko/pet. Arantxa González Rentería. Visitado el 2 de enero del 2024.

[2] Tomado de bunko/pet. Zamira Leticia Gaxiola Barraza. Visitado el 2 de enero del 2024.

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