Eslabones

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“… la secularización del arte es una de las metas del Renacimiento.” [i]
Paul Westheim.

“… yerran los teóricos del arte, partidarios del idealismo, cuando afirman que el arte vive en un mundo aparte, al margen de la sociedad y de la política. Tal arte no existe ni ha existido nunca…” [ii]
Ludovik Osterc.

 

La imagen del artista rupestre ―mago, sacerdote, hechicero― llega a nuestro presente en la lenta transformación de la evolución social por medio de la especialización, sea en el terreno de la representación gráfica o la transmisión oral manifiesta en la oración, el canto, la música, lo escrito, la adecuación de los espacios naturales (cuevas, grutas) en construcciones sagradas para la celebración de los ritos. Con la inclusión representativa o nominación de la vida natural en los espacios que recreaban las potencias mediante la síntesis simbólica de la vida sensible. [iii]

Las “diferentes” etapas del arte en la vida social, con antecedentes asumidos y propios en el sutil aporte humano, niega, en su lógica evolución, la de “generación espontánea”, forma acomodaticia para la comprensión de la complejidad del pasado remoto, del reciente y del presente inasible.

La Historia del Arte ―de las artes―, es un sendero a desbrozar, sinuoso e interminable para la sociología, la economía, la política, la historia… para análisis de las circunstancias medioambientales, de las visiones religiosas favorecedoras de sus expresiones o en franca oposición. Es un recorrido con avances y retrocesos, por conquistas de guerra, suma de creaciones con influencia de una a la otra en una espiral ascendente, labor demandante y dificultosa para definir un aspecto representativo con logros reconocidos u omitidos en el devenir de la humanidad en la multiplicidad de los asentamientos grupales en los cinco continentes e islas, sus aportes diferenciados, silenciados o exaltados, privilegiados o despreciados al rigor de una cultura dominante con su temática y expresión… En la Historia del Arte, los cortes en su continuidad son sólo la manera de asir la secuencialidad borrosa.

Ninguna etapa merece el menosprecio. Desde el paleolítico (magia, animismo, naturalismo), neolítico, la lenta y duradera guía de Egipto, Mesopotamia, Creta para encadenar con Grecia, con la obra durante el Imperio Romano, la imperial visión Bizantina (soportada por una economía vigorosa y centralizada en la administración de un poderoso emperador, controlador de los asuntos de la Iglesia triunfante); del sobrio y robusto Románico (en realidad una mixtura de del arte romano, de lo prerromano, lo germano y lo árabe); con el acopio y control de los monasterios (cerrados y autárquicos) surge la especialización disciplinada; la apariencia inconclusa del Gótico, el arte burgués, el Renacimiento cuna y origen para la expresión del Cinquecento… no hay fisura de uno a otro ni en la variada producción por venir, es, prácticamente, un encadenamiento del sentir y razonar humano hasta nuestro momento, con expresión distante a la simplificación y a la superficialidad.

La Historia del Arte, así englobadas las diversas expresiones, es un continuo [iv] apasionante en y para la vida del ser humano en su individualidad y pluralidad. No es, por lo tanto, uso inútil del ocio humano, sintetiza los esfuerzos en pugna, lo sagrado, la tranquilidad de la vida, lo de aquí y lo de allá; la esperanza y lo frustrante, la alegría y el dolor: la diversidad mental de los seres humanos en cada etapa de la Historia.

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El Renacimiento es una realidad con mayor complejidad a la de pintar bien, tallar con finura, esculpir delicadamente, versificar apasionadamente, fundir maravillosamente, escribir con donosura, lograr altas y elegantes construcciones vencedoras de la gravedad y adueñadas de la luz. No sólo son los nombres de sus artistas, de los sanguinarios políticos y eclesiásticos belicosos elevados al vigor de la verdad evanescente y la leyenda inasible, sus creadores no yacen enclaustrados en los compendios en donde todo queda empolvado.

Encapsulamos la era del Renacimiento [v] como la época de la invención, de la indagación, del anteponer la duda a toda afirmación acomodaticia acerca del organismo del hombre y su entorno, de lo que sucede en el espacio infinito y en la naturaleza circundante, de la nobleza campesina migrada a las ciudades, de las luchas del proletariado enfrentada a la pequeña y gran burguesía, de la degradación paulatina de la nobleza suplida por el dominio alterno de las familias; tiempos bulliciosos y violentos, en mezcolanza con etapas de tranquilidad social. Es momento para negar mitos y a la vez enriquecerlos, para quedar en una afirmación parcial, de establecer el intercambio monetario a larga distancia y del conocimiento de las lenguas lejanas para ilustrarse con el colorido que resultaba exótico o desconocido y encontrar un énfasis lejano a la experiencia del entorno y desarrollar el trafago mercantil… la prueba y el error en beneficio de la producción y el conocimiento de lo humano en sus dos pedestales. Fue un momento para la revalorización y recuperación del pasado, de lo mejor de la humanidad, de lo dicho y hecho en la pluralidad del tiempo y manifestaciones para heredar ―conscientemente o lo más cercano a ello― a la humanidad.

Tras el fluctuante poderío de una ciudad a otra a principios del siglo XV surge Florencia [vi] como “el espacio” dirigido por una poderosa tiranía velada, Era marcada por una fuerte influencia franciscana, dominica, de la novela caballeresca francesa ―leída con fervor en algunas zonas italianas― La Biblia y la vida de los héroes legendarios.

El Renacimiento, más que su aura gloriosa es sensualidad dirigida al ser humano en su materialidad, en el valor de su cotidianidad, también tenía, pese a nuestra visión en rededor de la pureza creativa, la plataforma para el lucimiento y trascendencia de los políticos de su momento: es el caso de las familias Strozzi, los Farnesio, los Albizzi; los Pazzi, los Peruzzi, los Bardi, los Colonna, los Sforza, Orsini o la familia Borgia (originaria de la población aragonesa Borja, en España); los odiados y enaltecidos Medici con su influyente Lorenzo… ―con el aporte poético de algunos de sus miembros― enfrentados, asociados, conjurados, traicionados unos contra los otros, unidos por frágiles lazos matrimoniales, destruidos entre ellos por afrentas políticas y personales, violadores de tratados aceptados y firmados, con miembros en el cardenalato y el papado, políticos, comerciantes, banqueros…. quién más, quién menos, contrincantes con mecenazgo en favor de las artes. Para los mecenas, las realizaciones de su momento poseían un valor de uso de sus contratados/protegidos.

Del poder en la corona y la nobleza surge el mutuo apoyo en la nueva burguesía y la producción con las agrupaciones de artesanos. Florece un nuevo clasicismo en las arte/pintura, escultura, arquitectura, literatura ―primordialmente― y la transformación artesanal en manufacturera; resurge lo griego; el pensamiento dual florece para desconcertar a los poderes y en el espacio religioso es búsqueda por el regreso a la pureza de los fundamentos en contra de la simonía y la corrupción generalizada. Fue una época convulsa que aportó la ignominia en la victoria y la virtud en las derrotas, con sus vergüenzas y grandiosidades ocultas, evidenciadas y hasta impuestas. Es momento para el desarrollo del talento humano en la suma del pasado materializado mediante el progreso en los talleres de los gremios en los cuales yacen cientos de nombres perdidos cuyo esfuerzo en colaboración con los grandes nombres queda en el anonimato. Como en cada época de esplendor humano, sólo un puñado de privilegiados aparece, casi a manera de gestación espontanea, para representar ―descartados― las tribulaciones alejadas a sus cualidades despreciables y esclarecidas de los grupos humanos.

Corresponde a un momento de auge del comercio marítimo (con el financiamiento y transportación en asuntos de las cruzadas) y terrestre para el desarrollo de la economía en los principales centros de control financiero, la concentración de la riqueza en unas pocas familias y la disponibilidad de granos y bastimentos, textiles, productos cerámicos y de la metalurgia ―herramientas y armamentos― la importancia para la comunicación oral entre los diversos productores y consumidores.

El arte no es espacio para la belleza o la fealdad en su concepto corriente y superficial, es un diálogo circular atemporal en armonía con el tiempo; es palabra comprendida, revestida, aliñada en cada acercamiento, redescubierta en cada exposición ―el “yo” transformado, la canción reiniciada―.

Un breve espacio temporal abarca el periodo humano denominado Renacimiento. Es más que una forma artística de expresión, es una manera libertaria del pensamiento; es la visión materialista del hacer humano que separa la teología de la filosofía, lo eterno espiritual de lo perecedero terreno en mutua influencia: el papel global ante el valor individual; es el momento del surgimiento del “humanismo” [vii]con sus mártires: Giordano Bruno (nacido Filippo Bruno, 1548-1600), el intelectual peregrino, el filósofo sin patria, el ardoroso predicador dominico con su apasionado discurso contrario a la depravación, pérdida de valores cristianos en el clero y las creaturas del siglo, sus textos influyeron en el comportamiento de Girolamo Maria Francesco Matteo Savonarola, con sus excesos y sus virtudes, opositor a todo placer extraído por medio de las artes, exaltado por virtuoso intemperante, ejecutado con el “garrote vil” y posteriormente arrojado a la hoguera (junto con sus seguidores, fray Silvestre Maruffi y fray Domenico de Pescia ―reivindicados posteriormente―) queda, en paralelo a las ideas de Martin Luther, como un anticipado del protestantismo y a la Reforma religiosa… Y por más luminosa que la vistamos, esta época tuvo sus propios demonios evidenciados en “El Principe”, escrito por su atormentado, dolorido, enfermo y desterrado Niccolô Maquiavelo, “el secretario florentino”, cercano al poder y por él destrozado junto al luminoso atrevimiento de pensar: Erasmo de Rotterdam, Thomas More, Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Leonardo da Vinci, William Shakespeare, Isaac Newton, Miguel de Cervantes Saavedra, Galileo Galilei, Michel de Nôtre-Dame, Nicholas Flamel, Filippo Brunelleschi, Johannes Gutemberg, Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi (Sandro Boticelli), Albrecht Dürer, Giovanni Boccacio, Francis Bacon, Benito Arias Montano, John Dee, (Theophrastus Phillippus Aureolus Mambastus von Hehenheim), Paracelso; Nicolas Maquiavelo, Joan Luis Vives, Filippo Brunelleschi, Michel de Montaigne, Donato di Niccolò di Betto Bardi (Donatello), Fra Angélico, Tommaso de ser Giovanni di Mone Cassai (Masaccio), Giussepe Arcimboldo, Lorenzo Ghiberti, Ambrogio Lorenzzeti (con mucha razón denominado el primer paisajista-naturalista), Rafael Sanzio da Urbino, Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni (Miguel Ángel); Nicolas Copérnico, Johannes Kepler, Tiziano, Vasari, Donato di Niccolò di Betto Bardi (Donatello)… y solo un puñado de la riqueza musical durante este periodo: Claudio Monteverdi, Leon Battista Alberti, Josquin des Prez, Giovanni Pierluigi da Palestrina, Orlando di Lasso, Antonio de Cabezón, Tomás Luis de Victoria, William Byrd [viii]… que muchos falten es referencia directa, es solo resultado de nuestra pereza mental e injusticia humana. En la pluralidad de sus intereses y actividades, sintetizan el concepto de “hombre del Renacimiento” aún en boga.

El Renacimiento no es una aportación explosiva brotada de una chistera ni armonía humana pese a los afanes reduccionistas, es la aportación en la continuación del naturalismo gótico que antepone la reflexión y representaciones simbólica devenido en la solución colorida de lo visible, de lo sensual y del lenguaje.

El arte renacentista es profundamente simbólico con raíces griegas fincadas en la visión platónica [ix]. Con su carga de humanismo el parecido del retratado importaba menos que los elementos y el valor del color, tono, artículos asociados y escenográficos impuestos en el cuadro, en la escultura, en el verbo, la obra demanda la comprensión del complejo valor intrínseco en cada uno de ellos. [x] “Resulta fácil descubrir la influencia de la idea platónica de la inmortalidad, y sobre todo en el Fedro hay ejemplos que nos pueden ayudar a comprender mejor la fuerza creadora de Miguel Ángel. De una comparación crítica semejante se deducen analogías sorprendentes. Es un hecho probado que Miguel Ángel no quería representar a Giuliano y a Lorenzo. Parece ser que llegó a decir que cuando pasaran mil años a nadie interesaría el aspecto físico que hubieran podido tener ambos hombres alguna vez. Quizá fue el mismo Miguel Ángel quien los llamo la vigilanza e il pensieroso [xi], apelativos que se generalizaron en el siglo XVIII…”. [xii] En el arte renacentista ―y en toda expresión artística― importa todo, la dirección compositiva, la forma, el escorzo, la tendencia lineal, el colorido y sus matices, la referencia a lo natural o la abstracción, la tersura o violencia de la expresión… todo cuenta, todo significa, así, resulta inquietante e incómoda la comprensión en el trabajo de Jheronimus van Aken (o Jheronimus Bosch o Hieronymus Bosch, o “el Bosco” [xiii]/[xiv]) dada la abigarrada muestra de figuras simbólicas, algunas extraídas a tradición alquímica. Esos trescientos o cuatrocientos años de labor humana, aun dan para fundamentar tesis, antítesis y síntesis en gran número y diferencias entre ellas, para desentrañar su influencia en las generaciones siguientes y todavía en la nuestra, aunque el discurso sea de corresponder a una labor rebasada y caduca.

Mas no todo es terso en el capítulo del Humanismo y Renacimiento ya que: “… Paracelso [xv]―quien escribiera en alemán― está considerado a la altura de Lutero por su influencia en la evolución del alemán. Por éso fue llamado despectivamente “Lutherus medicarum”, pero también fue llamado muchas cosas más: desvergonzado, patán, inculto, rompedor de muelas, doctor sabelotodo, sofista, piojoso, pseudo medico…”. [xvi]

“A medida que la sociedad y la economía se liberan de las cadenas de la doctrina de la Iglesia, el arte se vuelve también con rapidez progresiva hacia la realidad; pero, el naturalismo no es una novedad del Renacimiento, como no lo es tampoco la economía del lucro… El Renacimiento no fue ni siquiera tan hostil a la autoridad como pretenden la Ilustración y el Liberalismo. Se atacaba al clero, pero se respetaba a la Iglesia como institución, y a medida que disminuía la autoridad de ésta se la sustituía por la de la Antigüedad clásica… El individualismo del Renacimiento fue nuevo solamente como programa consciente, como instrumento de lucha y como grito de guerra, pero no como fenómeno… El Renacimiento no fue una cultura de tenderos y artesanos, ni tampoco la cultura de una burguesía adinerada y medianamente culta, sino, por el contrario, el patrimonio celosamente guardado de una élite antipopular y empapada de cultura latina. Participaban en él principalmente las clases adheridas al movimiento humanístico y neoplatónico, las cuales constituían una intelectualidad tan uniforme y homogénea como, por ejemplo, no lo había sido nunca el clero en conjunto…” [xvii]

La línea divisoria, el momento de surgimiento del Renacimiento es más asunto de teoría romántica e idea contaminada de política imperante, como todos los asuntos humanos. El Renacimiento difiere del Gótico en cuanto a que aquel es reacio a la adición de elementos del pasado reciente con su valorización de un detalle con respecto a otro detalle, de un símbolo a otro símbolo, en el Renacimiento, el valor está en el conjunto. El Gótico es propiamente simbólico, el Renacimiento es prioritariamente realista con sólido basamento alegórico.

Para desesperación del acomodaticio y mono factorial concepto, el Renacimiento surge de la tensión entre el burgo con sus más y sus menos en cuestión geográfica, de la transformación de las actividades artesanales y de la expresión individual. Lentamente con el patrocinio/mecenazgo el trabajo recae en alguno de los favorecidos separado del trato de “tú” dedicado a los criados. Es el momento para la diferenciación de aprendiz, colaborador, discípulo, maestro en un concepto ya cercano al concepto moderno del término. En este tiempo no es ya el taller en donde lentamente el pupilo logra una calificación de capacidad al ayudar al maestro desde la confección de los pinceles y preparado de colores y telas así como el trabajo de los fondos y bases ―en ocasiones y según la capacidad del ayudante, el trabajo integro―. Surge, así y entonces, por necesidad comercial y competencia entre los personajes influyentes, la garantía de origen: la firma.

Débese mucho el inicio y manifestación del Renacimiento al esfuerzo y delicada adquisición de textos por los libreros y bibliófilos de su momento, ejemplificados en su momento por Tommaso Parentucelli de Sarzana (después Papa Nicolás V, fundador de la Biblioteca Apostólica Vaticana), Vespasiano de Bisticci, Niccolò de’Niccoli, Gian Francesco Poggio Bracciolini… [xviii] Es el momento para el surgimiento ―por su carácter― del artista solitario, del longevo arquitecto, escultor, pintor (prácticamente por imposición del Papa Julio II) y sonetista Michaelagnelo Buonaroti (Caprese, Italia, 6 de marzo de 1475 [xix] -Roma, Italia, 18 de febrero del 1564): Miguel Ángel: difamado, malhumorado ante la pereza, la irresponsabilidad y toda manifestación contraria al trabajo.

Corre a manera de afirmación probada, la mínima preparación intelectual de Miguel Ángel. Contraria a ella queda la aseveración de que la experiencia la adquiere por vía del estudio sistemático y que a su pensamiento lo determina el tiempo transcurrido en el trato con quienes hoy llamaríamos “intelectuales” y de los artistas reunidos bajo el tutelaje de Lorenzo di Piero di Medici (“el Magnífico”), en su Academia de Arte. Lee a Platón, a Plotino…, conoce el latín, lee y conocer los textos de Petrarca [xx], de Dante, y disfruta el trabajo de Giovanni Bocaccio.

Miguel Ángel, el artista solitario de gesto agrio, culmina majestuosamente un  espacio temporal del que fuera heredero, de lo mejor hasta ahí propuesto por seres cuyo sacrificio y pasión crearon parte  para dar luz a su período y deja para otro reinicio lo mejor de su momento  en la tesis de la materialidad del hombre y su contraparte intangible imperecedera y meritoria de la aceptación de influencia y su admiración por los antecesores, el corto pero fructífero paso por el taller de los hermanos Ghiraldaio (Donatello y Davide), Jacobo Della Quercia, algo recibiría de Bertoldo di Giovanni, broncista y cincelador a quien Lorenzo de Medici colocó a manera de Director y Maestreo en su peculiar institución: de Marsilio Ficino (primer director de la Academia Platónica), Angelo Poliziano, y Cristoforo Landino, de Lorenzo Ghiberti [xxi]

El genio, si aceptamos el término para la complejidad de un carácter y energía descollantes, no surgen espontáneamente sin necesidad de otros, evoluciona lo aprehendido de sus antecesores y contemporáneos y en ello radica su grandeza.

El influjo del Renacimiento llegó al espacio de Nueva España a través de la pluma de Lope de Vega, de Miguel de Cervantes Saavedra y el pincel de “El Giotto”… los cromos impresos en Florencia pintados a mano y traídos a este espacio por regalo real. Ante ello, resulta superficial la afirmación de “Comprendo más el arte antiguo al moderno”. El Arte adquiere carácter de “elitista” por su complejidad discursiva sumada en cada paso de su evolución. Lleva a la superficie la expresión profunda sin perder su raíz intima sublimada en los códigos fincados en la abstracción, por y para la razón.

 “El arte, de la Edad Media quería explicar la existencia y elevar al hombre; el del Renacimiento aspiraba a enriquecer la vida y encantar al hombre…” Arnold Hauser. [xxii]

“Las cosas no se pintan exactamente como se ven, y esta libertad artística está muy fundada en la razón. Hay algunos que no comprenden este fenómeno…”

Miguel Ángel a Vittoria Colonna.

 ―oOo―

El arte ¿es una compensación? ¿un método catártico? ¿una propuesta para una vida mejor? ¿un sueño/anhelo compartido?

Dos grandes falacias acompañan el recorrido de la realización personal y del trabajo: la premisa de que el artista necesita del sufrimiento para la creación descansa en la afirmación de que todo dolor es el precio de la grandeza, es decir, que el artista ―cuando lo es― resulta un ser neurótico que sublima el dolor, por ello, para ello, a la insatisfacción continua habida en su realidad la suple con la creación que genera un malestar mayor según la incomprensión a su labor creativa y así: cuanto mayor sea la incomprensión más será la genialidad del sufriente; la deseada calificación de “loco” a manera de sinónimo de “genio” es una expresión fundada en la idea de que la creación provine de algún espacio distante a la reflexión, análisis y capacidad intelectual del artífice, el medio idóneo para la transmisión de alguna idea extraña a lo cotidiano: un iluminado, para enfatizar la inclinación a la enfermedad mental: la neurosis, en el campo exclusivo de las artes, es un rasgo de algunos individuos cuya introspección y aislamiento refuerzan la creación. Ser masoquista y por ello “artista” es un

Notas importantes.
[i] Paul Westheim. La calavera, pagina 59. Traducción de Mariana Frenk. Lecturas Mexicanas 91. Fondo de Cultura Económica. 1985.
[ii] Ludovik Osterc. El pensamiento social y político del Quijote, pagina 27. Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letra. 1975.
[iii] Arnold Hauser. Historia Social de la Literatura y del Arte. Tres tomos. Ediciones Guadarrama. Colección Universitaria de Bolsillo, Punto Omega. Traducción: A. Tovar y F. P. Varas-Reyes. Madrid, España, 2004.
[iv] Cabe establecer que la evolución del arte ―en sus complejas manifestaciones― no alcanza su madurez y trascendencia en el mismo momento en los múltiples y diferenciados espacios humanos.
[v] El Renacimiento abarca, teóricamente del 1300 al 1600, con sus más y sus menos en la geografía y el tiempo.
[vi] Firenze (en italiano), en su fundación, los romanos le llamaron Fiorentina: florecimiento.
[vii] Con la aplicación de los principios de Aristóteles, el teólogo Tomás de Aquino (1225-1274), fundamentó su “Teología básica de la Iglesia Apostólica Romana”. Debido a que los maestros del Renacimiento trasladaron el centro de atención de los temas teológicos a los logros de la humanidad, fueron llamados «humanistas», y el estudio de la literatura, el Arte y la Historia, es todavía conocido con el nombre conjunto de «humanidades». Isaac Asimov. Introducción a la Ciencia. Tomo I, Ciencias físicas, pagina 25. Editorial Orbis, S. A. 1985. Traducción de Jorge de Orus y Manuel Vázquez.
[viii] Para algunos estudiosos algunos de ellos son antecesores y otros son resultado de la Era Renacentista.
[ix] Esencialmente con su visión centrada en “El banquete” y “Fedro”.
[x] Ver, de manera ejemplificadora la semejanza en los rostros pintados por Leonardo da Vinci y el mensaje de cada uno de ellos en sus similitudes y diferencias; la simbología en la representación diferenciadora en los atributos que distinguen la imagen cada uno de los santos.
[xi] “Vigilancia y consideración.”
[xii] Heinrich Koch. Miguel Ángel, página 131. Biblioteca Salvat. Grandes Biografías. 1984. Traducción del alemán: Rosa Pilar Blanco Santos.
[xiii] Nacido en 1450, fallecido el 9 de agosto de 1516 en Bolduque, Países Bajos  El sobrenombre con su gentilicio implícito proviene de “Bolduque… en neerlandés: ‘s-Hertogenbosch, conocida también como Der Bosch, es una ciudad fantástica llena de preciosos monumentos antiguos y bellos museos, como Museo de Brabante del Norte, con obras de Vincent van Gogh y otros pintores, o el Jheonimus Bosch Art Center donde podrás aprender todo sobre el habitante más famoso de la ciudad: El Bosco. En el centro antiguo encontraras también bonitas tiendas, y además, Den Bosch es famosa por sus agradables cafes, terrazas y restaurantes: La ciudad ideal para disfrutar de un largo fin de semana.” Den Bosch. holland.com Visitado el 22 de noviembre del 2018. Den Bosch significa literalmente: El bosque.
[xiv] ¿Habrá alguien en la actualidad que entienda la simbología asentada en: “El jardín de las delicias”, “La carreta de heno”, “La nave de los locos”, “Las tentaciones de San Antonio”…? y “El Bosco” no era el único deschavetado en este planteamiento artístico.
[xv] Quede para ampliación de identificación que el nombre original de Paracelso fue: Theophrastus Phillippus Aureolis Bambastus von Hohenheim, nacido (¿el 10 de noviembre?) de 1493 en Einsiedein, Suiza y fallecido el 24 de septiembre de 1541 en Salzburgo, Austria.
[xvi] Víctor Roura. Codicia en Intelectualidad, pagina 100. Editorial Lectorum, S. A. de C. V. 2004
[xvii] Arnold Hauser. Obra citada, Páginas 335, 336, 337 y 387.
[xviii] Heinrich Bosh, op. citada.
[xix] La copia del acta de nacimiento y bautismo de Miguel Ángel (Michelagnelo Buonaroti), fija la fecha del 6 de marzo del año de 1474 aunque en la historia contemporánea queda fijo el año de 1475 derivado a una práctica de computo calendárico prevaleciente en Florencia en aquella época.
[xx] La publicación SaberVer, Lo Contemporáneo del Arte, dedicó su número 31 de la serie a la obra poética de Miguel Ángel. Queda la afirmación de que el conjunto poético llega alrededor de las 300 obras.
[xxi] “«Son tan bellas que podrían colocarse a la entrada del Paraíso». Así se expresó un día el gran Miguel Ángel, que no prodigaba los elogios, al detenerse a admirar la nueva puerta del Baptisterio florentino, última obra maestra de Lorenzo Ghiberti.” Vida y obra de Ghiberti Lorenzo. Historia, Puerta del Paraíso, Florencia.  historiaybiografias.com Visitado el 6 de marzo del 2019.
[xxii] Arnold Hauser. Historia Social de la Literatura y del Arte. Tomo I. Página 414. Ediciones Guadarrama. Colección Universitaria de Bolsillo, Punto Omega. Traducción: A. Tovar y F. P. Varas-Reyes. Madrid, España, 2004.

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