Amaneció tras la duna hoy un poco más alta por la nocturna tormenta de arena y, 27 minutos después, surgió el segundo sol con el máximo intervalo de la temporada fría. Quizás coincidentemente despuntaba el día también allá en casa, en la de origen, la distante en el espacio donde la vista errante no logra asidero. En algún momento perdió la tabla mental creada para participar en el lejano horario; ya los ritos en las antiguas horas aquí no significan nada, los recuerdos poseen apenas una débil referencia en este mundo con sus siete lunas nocturnas y las tres diurnas en secuenciales eclipses. Ahora las comodidades son diferentes y exigen un esfuerzo especial para adecuarlas al disfrute pleno en las severidades locales. Hoy, especialmente, el aire resulta denso e irrespirable y necesita la ayuda de la máscara y los cilindros. No importa. La agobiante gravedad del planeta invalidó el término sedentario, era extenuante el mínimo desplazamiento… Aún le llena el aliento el grato crujir de los sargazos con sus texturas y densidades múltiples anidados entre las sombras de los montículos arenosos de las costas, saboreó el licor extraído al musgo habido entre las porosidades de la superficie; de los enanos y abigarrados arbustos recolectaba las pequeñas esferas jugosas, precaria y efímeramente vencedoras en la brutal gravedad: por el alimento y la bebida no hay problema… Aquí el espectáculo de la naturaleza obliga a reconsiderar los ancestrales conceptos de belleza con todas sus variaciones: el destello lejano de las tormentas tras las dunas, el estallido del relámpago entre los anillos multicolores que rodean la parte estrecha de esta roca sombría en el cielo oscuramente denso y la crujiente llovizna sobre los mudables océanos de renegridas espumas fulgurantes 1. Esporádicas precipitaciones de hielo crujiente abrillantan el terreno en donde aún reaparecen con el impacto del lento y poderoso viento algunos elevados vestigios de la roca bruñida por la violencia primigenia de donde surgían las larvas de sus veneros tubulares a ras de la superficie, paralelos a los pocos ríos espesos, borboteantes, fluyentes lentamente en los canales que la erosión trazó en la parte superior de anchos taludes… 303.7 días-Tierra es la medida temporal en ese lugar. 151.34 horas para la rotación, 6.3058 días terrestres que distorsionan la tendencia biológica para el descanso, para satisfacer las necesidades físicas y las correspondientes para la labor física y mental. Así, al calendario lo integran 48.1617 días-Tierra para cerrar un año invariablemente con temperatura mínima de -200.00 en lo equivalente a la medianoche; una media de -190.80 al amanecer y atardecer, para disfrutar de una máxima de -181.70 al mediodía 2. A cada día el mismo ciclo y seccionar el tiempo con horarios resultaba fútil dado que los cronómetros con división de veinticuatro fracciones —incluidos los ajustes temporales automáticos— de nada sirven ahí. Al onceavo año de estancia son ya parte de esa naturaleza y aquella —de donde partieran— es ya únicamente el motivo para los extraños sueños que cada vez resultan con mayor simbolismo y tenuidad. Con el tiempo, inmersos en la necesidad de comprender el ritmo y circunstancias en este lugar pierden los viejos asideros, las dificultades exigen otro comportamiento, otra inventiva y soluciones para integrar un nuevo cúmulo de experiencias… En las primeras y eternizadas noches subía a la duna «oriental» para mirar al cielo cuajado de estrellas. Observaba y pensaba, suspiraba y maldecía. Esperaba el vislumbre de un destello del socorro prometido, de encontrar el pausado descenso de la nave salvadora para abrazar afectuosamente a los desconocidos tripulantes y con ellos regresar a la realidad de lo que fue… No hay colores acostumbrados, aquí la vista asume otros valores. Marcan la visión una delicada gama en duotono más allá del blanco y negro conocidos. Hay un negro destellante en el polvo de la superficie, la lobreguez mate arraigada en la parte baja de los cuerpos, la tenebrosidad que valora las sombras y un tono que es más que densidad de oscuridad o tiniebla referencial para llamar luminosidad a esa opacidad intermedia donde la negrura convive con la transparencia diáfana, un mínimo fulgor que contrasta con la negrura impenetrable; del otro lado del espectro está la claridad enceguecedora en los anillos donde el blanco transparente es más níveo y traslúcido que todo lo conocido y esa luminosidad exacerbada provee el mermado fulgor que apenas si da forma a los cuerpos. No es ausencia de luz hermanada a la mayor negritud, es otra armonía/contraste lejana a nuestras leyes de la óptica para diferenciar la sutil gama de oscuridades del «amanecer al anochecer» en la nueva comprensión de «mi tierra»… Aquí los sentidos exigen otros principios otras definiciones alejadas a lo convencional acostumbrado. Hay aromas, color y formas, sabores y texturas, sonidos aunque de otra naturaleza y otras dependencias para su función y determinación. Aquí los colores poseen volumen, sabor, textura, aroma y murmullos; la vista aspira los colores y las formas, inhala con fruición las rugosidades y tersuras y vibra con sus sonidos; los sabores crujen con su olor húmedo, poseen solidez jugosa y aromático sonido propio; en la sonoridad vibra un perfume al ritmo tonal de la oscuridad/luminiscencia, de la tersura o rugosidad en su impacto con el paladar; el tacto escucha la música de las estructuras, acaricia los aromas y volúmenes en la lengua y, un «algo» más allá de los sentidos discurre con flujo de anticipación. Allí no rigen las sensaciones en aislamiento, toda percepción es un todo sensorial graduado según lo demande la naturaleza de la premonición… Tras la estancia obligada y sus frustraciones, habituado al tiempo local (y luego de 9.1526 del cómputo original), es ya una creatura local. Despreciadas dos o tres preocupaciones añejas, a la distancia ya no resultan insalvables ni ingratas, porque son encadenamiento de luchas contraídas más por la costumbre que por la necesidad y aquí, las exigencias son en favor de la nueva vida. Hace tiempo, quizás a la mitad de su estancia, perdida la música de casa, aprehendió la obra de otro sonido y el silencio extraño pausados en una escala de dos tonos completos y uno medio: del pesado y oscuro al ligero y semiluminoso con el lánguido vibrar de un semitono en combinaciones que no son con justeza lo que resulta común en nuestra atmósfera… Lo que dejó allá con la esperanza de regresar ya no hala con su brutal dolor; el ahora es otra exigencia y las alegrías abundantes en asombros continuos. Ya no importan las preocupaciones y tensiones pospuestas, aquí, donde no hay mas salvación que una continuidad precaria surge la idea sin apremio. Cada uno de los doce peregrinos ocupa un gran espacio sin nombrarlo «mío» y, dadas las condiciones de gravedad en este lugar que limitan el desplazamiento constante, cada uno pide compañía esporádicamente, saben que aquí, lejanos a la Tierra madre, el olvido y la arena borrarán uno tras otro la última esperanza en cada uno de ellos, lejos de una diminuta roca azul que titila tenuemente en algún punto entre el abigarramiento en la gran cúpula. Aquí sólo inquietan algunos velos tenues, visibles apenas de reojo o cuando el sueño pesa en los párpados y que no tienen por voz mas que un sutil murmullo.

1.-17’000,000 kilómetros de superficie alargada. En lo correspondiente al sentido de «norte-sur» tiene 9’714,857.1430 (con sus danzantes y apenas veladas equivalencias a las familiares auroras boreales y australes), en la parte estrecha que para facilitar la comprensión denominamos «oriente-poniente» su diámetro es de ‘7285,714.2857 kilómetros.
2.- La equivalencia en temporada de altas temperaturas es -1000; -900 a -800 y -700 a -500 en su temporada de altas temperaturas.

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