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Washington, D. C., 26 de agosto de 2021.- Una colaboración eslovaco-estadounidense llevó uno de los primeros largometrajes mudos del mundo a personas de toda Europa y Estados Unidos.

Cuando la obra maestra del cine Jánošík celebra su centenario, sus mensajes de libertad de expresión y democracia siguen teniendo resonancia, y la historia de la creación de la película pone de relieve la larga amistad entre Estados Unidos y Eslovaquia.

Desde mediados del siglo XIX, Chicago ha tenido una gran población de inmigrantes eslovacos que en un momento dado llegó a ser de 600,000 personas. En 1920, un grupo de estadounidenses de origen eslovaco fundó allí la empresa Tatra Film Corporation con planes de expandirse por Europa del Este, estableciendo oficinas en Praga, Bratislava y Žilina.

Seis meses después de crear la empresa, sus representantes viajaron a Eslovaquia para planificar su primer largometraje. Dos hermanos, Jaroslav y Daniel Siakeľ, actuaron como director y director de fotografía. Ambos habían emigrado a Estados Unidos en 1912 con su familia desde Eslovaquia.

Con el productor eslovaco Ján Závodný y František Horlivý, un director de teatro checo también de Chicago, los Siakeľ comenzaron a rodar la película Jánošík en Blatnica (Eslovaquia).

Las ondulantes colinas de la ciudad fueron el escenario perfecto para ambientar la historia del famoso forajido eslovaco Juraj Jánošík. Este héroe del siglo XVIII es conocido por sus aventuras saqueando las riquezas de los tiranos señores feudales y redistribuyendo la riqueza entre los campesinos empobrecidos. La película resultante fue una fusión de innovación cinematográfica estadounidense y eslovaca. La película se estrenó por separado en Eslovaquia y en Estados Unidos tan sólo seis meses después de concluir el rodaje.

Al principio, la película fue una de las más proyectadas de su época, pero más tarde se consideró perdida. En la década de 1960 se encontró una copia estadounidense, pero la versión eslovaca no se ha conservado.

Doscientos años después, Jánošík, que, según los estudiosos, existió en la vida real, representa la libertad de los gobiernos opresores y la libertad de expresión para muchos en Eslovaquia. E incluso ahora, cien años después de que su historia apareciera por primera vez en una película, su lucha contra la injusticia sigue teniendo resonancia para muchos.

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