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Durante la presentación del Informe sobre Trata de Personas 2017, el Departamento de Estado distinguió a ocho personas por sus incansables esfuerzos para combatir la trata de seres humanos.

Estos héroes provienen de todo el mundo y son desde oficiales de aplicación de la ley hasta activistas sindicales y, desde periodistas hasta trabajadores religiosos.

Ellos se han dedicado a poner fin al flagelo de la esclavitud moderna. A continuación la historia de dos de ellos.

“Me fortalecí”
Tras ser obligada a trabajar como esclava sexual durante casi 20 años, Alika Kinan, de Argentina, decidió luchar. Con éxito buscó hacer justicia contra sus tratantes y ahora trabaja para ayudar a otras víctimas ofreciéndoles servicios básicos como tratamiento médico, vivienda, educación y capacitación laboral.

Hasta 2012, Kinan fue víctima de la trata de personas, como lo fueron su madre y abuela. Como muchas otras, dijo, no se consideraba una víctima. Eso cambió un día cuando se encontraba en la Corte por un cargo de prostitución. Una fiscal argentina la convenció de que ella era una víctima de trata y que necesitaba cambiar su vida.

“Cuando yo me reconozco a mí misma como una víctima, empiezo a pedir ayuda”, expresó Kinan. “Empiezo a tocar y a romper las puertas no solamente de fundaciones muy conocidas en Argentina, sino también del propio Estado nacional, provincial y municipal”.

Kinan ha trabajado también con funcionarios del sistema judicial de Argentina para enjuiciar a los tratantes de personas. En noviembre de 2016, tras ayudar con la declaración de culpabilidad de sus tratantes, se convirtió en la primera persona en la historia de su país en obtener un reconocimiento por daños como víctima en un caso civil de trata de blancas.

Una elección sencilla
Cuando niña, Boom Mosby estuvo rodeada de abusos. “No podía ayudar a nadie, ni siquiera a mí misma”, expresó Mosby, “y ese sentir se quedó dentro de mí”. Una vez adulta y con su propia compañía, pensó que su fe le hacía un llamado para ayudar de una manera en la que no pudo hacerlo antes.

Fundó el Proyecto HUG, que es la sigla de esperanza, comprensión y gracia en inglés, así como el significado de la palabra “amor” en tailandés.

Mosby sigue una estrategia que se centra en la víctima – “el cliente es nuestro jefe, a pesar de que sea joven, tan joven como si tuviera tres años de edad”, expresó Mosby. A través de su proyecto, estableció el primer centro para la defensa infantil en el sureste asiático, el cual apoyó más de 81 casos de investigación y el arresto de 20 tratantes. Asimismo, ella trabaja con el Grupo Tailandés de Protección Infantil contra Delitos en Internet para desarrollar procedimientos normativos para la investigación y enjuiciamiento de delitos cibernéticos contra niños.

“Al final, cuando uno enfrenta la maldad de la trata de seres humanos, se tiene que hacer una elección: hacer algo o no hacer nada”, concluyó Mosby.

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