El críquet empieza a jugarse en las ciudades estadounidenses

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Washington, D. C., 18 de agosto de 2022.- Si esta primavera pasa por el barrio de Garland (Texas), en Dallas, y se acerca a un lugar llamado “Bass Park”, puede que vea algo inesperado.

Los niños juegan al fútbol y las familias pasean a sus mascotas, como es habitual. Pero mire de nuevo, y podría ver docenas de personas reunidas para un juego raramente presenciado por los estadounidenses: El críquet.

“El críquet ya es popular [en Texas], y está a punto de hacerse muy popular en Estados Unidos”, dice Kumaran “Kenny” Thirunavukkarasu, un antiguo jugador profesional de críquet que creó la Academia de Críquet de Texas en 2013 para fomentar este deporte en su estado de adopción. “Me gusta tanto el juego que no puedo hacer otra cosa”, confiesa.

Para muchos estadounidenses, el críquet es tan misterioso como el fútbol americano para los habitantes de otros países. Los historiadores creen que el críquet se originó en Inglaterra hace más de 400 años y se extendió a sus antiguas colonias, haciéndose especialmente popular en el sur de Asia y las Indias Occidentales.

El juego es parecido al béisbol, con jugadores que corren entre los puntos de un campo tras golpear una pelota con un bate. Pero a partir de ahí las similitudes terminan en gran medida. En cualquier caso, cientos de millones de aficionados repartidos por todo el mundo aman el críquet. Y ahora ese amor está floreciendo en Estados Unidos.

Si todo sale como está previsto, en los próximos años podría haber una Liga Mayor de Críquet en Estados Unidos, con equipos en ciudades como Dallas, San Francisco y Los Ángeles. La idea es importar jugadores profesionales de otros países con la esperanza de que, con el tiempo, más estadounidenses jueguen también a ese nivel competitivo.

Por ahora, el críquet sigue siendo más popular en ciudades con una gran población de inmigrantes del sur de Asia o del Caribe. Con frecuencia estas ciudades tienen prósperas economías locales basadas en la tecnología. Hemant Buch y su esposa, Kinjal, crearon en 2003 una de las primeras organizaciones de críquet de Estados Unidos, la Academia de Críquet de California, sin ánimo de lucro, en la zona de la bahía de San Francisco, donde vive casi medio millón de personas de origen sudasiático. La academia, sin embargo, está atrayendo a un mayor número de jugadores, ya que organiza programas en colaboración con los parques municipales y los departamentos recreativos de lugares como Cupertino (California), sede de Apple Incorporated, la empresa de tecnología de consumo que fabrica el iPhone.

“Tenemos bastante diversidad”, dice Buch. “Vi a una señora en un partido leyendo un libro de ‘Críquet para dummies’, que ni siquiera sabía que existía”.

Tanto la academia de Texas como la de California se centran en instruir a los niños porque, por la razón que sea, los jóvenes atletas tienden a aficionarse a este deporte. Los adultos que lo prueban no suelen hacerlo.

El críquet no es solo para niños, dicen las academias. De hecho, en julio, el equipo femenino de menores de 19 años de Estados Unidos venció a Trinidad y se convirtió en el campeón invicto del primer Campeonato Femenino de menores de 19 años “Estrellas en alza T20” de Críquet de las Indias Occidentales.

Es una vieja historia estadounidense. Lejos de los estadios y las luces, las comunidades de inmigrantes traen a Estados Unidos su amor por un deporte y lo popularizan entre sus conciudadanos. Buch dice que ve a los jóvenes jugando en las calles o en solares vacíos de la zona de la bahía, como él solía hacer.

Thirunavukkarasu dice que los jugadores más veteranos de su academia han encontrado en Dallas el tiempo y el espacio para jugar lo que siempre habían deseado. “Están haciendo realidad su sueño”, dice.

El autor de este artículo es el redactor independiente Tim Neville.

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