Tití cabeciblanco, la mascota de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Edición 2018, que se celebran actualmente, en Barranquilla, Colombia, es la representación de uno de los primates más amenazados en el mundo.
Esta situación fue ocasionada por la tala de bosques, comercio ilegal de especies silvestres, factores muy comunes en muchas especies animales y vegetales en Latinoamérica, pero, además, existe otra causal más que ha concurrido para poner al Baqui en esa lista: su uso para investigación biomédica, todo lo cual llevó a que se declarara como especie en peligro de extinción en 1973.
La decisión de recurrir a él como símbolo de los Centroamericanos y del Caribe tiene como objetivo homenajearlo para llamar la atención mundial sobre el estado de conservación a esta especie.
El Proyecto Tití, una iniciativa que nació en 1985 en Sucre, en Colombia, indica que este mono tiene una distribución muy limitada, en el noroeste de Colombia, entre los ríos Atrato y Magdalena. El Tití habita principalmente en los Departamentos (Estados) de Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba y el noreste antioqueño.
Su hábitat de altura va desde el nivel del mar hasta los 1,500 metros, en los bosques húmedos tropicales, pero factores como la deforestación y comercio ilegal de especies silvestres han disminuido su población.
Esta afectación de su población data desde hace mucho tiempo, cuando entre los años 70 y 80 se exportaron unos 40,000 Titíes a Estados Unidos, destinados a investigaciones biomédicas. Se había encontrado que estos monos desarrollaron espontáneamente una enfermedad conocida como adenocarcinoma de colón, por lo que muchos de los individuos fueron a parar a laboratorios donde se estudiaba esta patología, por lo que desde 1973 el Tití cabeciblanco fue declarado en peligro.
Hoy, aprovechando que varias delegaciones internacionales están en Barranquilla para celebrar los Juegos, se espera que Baqui tenga un rol más allá del deporte: alertar sobre el peligro en el que se encuentra su especie.
