La fibra óptica está por todos lados, tan sólo hay que pensar en cómo el celular que usamos no funcionaría sin ella, sin embargo, cuando uno habla de fibra óptica lo primero que piensa es en eso, en telecomunicaciones, dejando de lado sus miles de usos alternos.

En la charla titulada “Hilos de luz: las fibras ópticas y sus aplicaciones (algunas)”, realizada en el Museo de la Luz como parte del ciclo de conferencias Charlas con los especialistas, Juan Hernández Cordero explicó qué son y cómo funcionan estos pequeños y misteriosos tubos que transmiten luz e información y abordó sus posibilidades desde ángulos alternativos.

El especialista del Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), dijo que lo primero que hay que saber es que la luz, al igual que el sonido, es una onda y como tal se la puede no sólo medir, sino encausar con las llamadas guías de onda.

“De lo que se encarga una guía de onda es de confinar la energía que lleva la onda y permite que se propague en una dirección preferencial”, dijo el integrante del Sistema Nacional de Investigadores.

La fibra óptica consiste en tubos dieléctricos de diferentes tamaños, la mayoría milimétricos, que se encargan de transmitir la luz por un espacio de kilómetros. Para entender el funcionamiento de la fibra óptica es indispensable tener en mente el fenómeno de reflexión total interna, que explica que algunos materiales pueden llegar a encerrar la luz cuando ésta entra en contacto con ellos y se refracta (cambia de dirección) en su interior en lugar de atravesarlos.

Dijo que, si bien la luz codifica información por medio de pulsos que luego son decodificados por un receptor, no sólo sirve para usar el preciado Internet. La fibra óptica se utiliza para medir la presión de gases o la estabilidad de estructuras civiles.

Sin embargo, una de sus aplicaciones más útiles y novedosas se encuentra en el campo de la medicina. Con la fibra óptica se hacen endoscopías, se mide la presión del corazón, se hacen cirugías con láser, se administran medicamentos que se activan con luz para que su acción sea más focalizada, se mide el espesor de las placas de colesterol en los vasos sanguíneos con la llamada tomografía por coherencia óptica e incluso se puede hacer mapeo y reconstrucción de tejidos.

“Actualmente, estamos participando en un proyecto para hacer sondas de fibra óptica y analizar el tejido cerebral. El proyecto se basa en usar láminas de material cerámico que es transparente pero que tiene la misma resistencia que el cráneo”, adelantó.

La razón de esto es que hay muchos padecimientos cerebrales en los que se necesita hacer una craneotomía, que implica quitar un pedazo de hueso para hacer diagnóstico, pero si ya se dejan puestas las placas de cerámica “se tiene acceso directo con técnicas ópticas al cerebro para hacer diagnóstico y terapia del tejido cerebral”. El proyecto comenzó hace dos años en una colaboración del IIM con Rubén Ramos y otros de sus colegas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada y de la Universidad de California.

La fibra óptica es una de las tecnologías más importantes y útiles de nuestro siglo, y tiene alcances muchas veces inimaginable.

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