México vive un año eminentemente político. En estos momentos, los candidatos a puestos de elección popular, que abarcan desde Presidencia de la República hasta Congreso de la Unión, Congresos estatales y algunos gobernadores y presidentes municipales ya andan en campaña, pese a que, oficialmente, son tiempos de precampañas. El Instituto Nacional Electoral (INE), réferi de la contienda electoral que se dará el próximo 1 de julio, tiene una bolsa económica por 6 mil 778 millones de pesos para repartir entre los partidos políticos y candidatos independientes. «Es el presupuesto más alto de la historia que el Estado Mexicano destinará a financiar la política», dijo el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova.

Sin embargo, «en México, la confianza en los partidos políticos y diputados está por debajo del 20 por ciento», incluso más bajo que «la confianza en la policía que está por debajo del 34 por ciento, es el diagnóstico de la organización Oxfam México, al presentar su estudio: «México Justo: Propuestas de políticas públicas para combatir la desigualdad».

La investigación, realizada en los países de América Latina, indica que «México está dentro del 25 por ciento de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo. Las brechas entre ricos y pobres son tan marcadas que vive el hombre más rico de América Latina junto con más de 50 millones de personas pobres».

Entre las causas de esta desigualdad es el sistema político mexicano que mantiene los privilegios de unos cuantos en contra de la mayoría de los ciudadanos. Ni siquiera el trabajo formal es capaz de romper con tal desigualdad, porque el salario mínimo (actualmente de poco más de 4 dólares al día) se mantiene deprimido y, en tales circunstancias, es más fácil que empobrezca al trabajador en lugar de elevar su capacidad adquisitiva, lo que ya ha sucedido en los últimos 10 años.

Con datos duros y reales, recogidos mediante investigaciones en campo en todos los países de Latinoamérica, Oxfam México identificó cinco elementos en los que resulta indispensable incidir para combatir la desigualdad: corrupción, política social, gasto en bienes públicos, política laboral y sistema tributario mexicano.

La investigación de Oxfam México arroja datos que son hasta anecdóticos. Por ejemplo, «En el caso de Estados Unidos, incluso la persona norteamericana más pobre resulta ser más rica que el 57 por ciento de la población mundial» y, en movilidad social, apunta que «quienes tienen tez morena y están en los grupos más pobres de la sociedad tendrán mayor dificultad para mejorar la situación económica en la que nacen, comparados con sus pares de tez blanca y quienes nacen en los estratos más ricos, pero con piel morena».

Oxfam México presentó un decálogo para tratar de incidir en superar esas desigualdades, entre cuyos principios están consolidar un sistema a social universal efectivo; incrementar los recursos de las cinco entidades federativas más pobre de México: enfocar los recursos a incentivar la matrícula escolar en el nivel medio superior, y una nueva política industrial para que la clase trabajadora mexicana pueda insertarse en el mercado internacional con empleos dignos y de calidad, entre otros.

En cuanto a la inseguridad, otro de los temas que más preocupan a la región latinoamericana, y sobre todo, la interrelación de este fenómeno social con el narcotráfico, Rocío Stevens, directora de Movilización Pública de Oxfam México, comentó que Oxfam no abordó este tema en específico en la investigación, aunque consideró que es resultado de la falta de oportunidades laborales y estudiantiles que enfrentan los jóvenes en México.

El panorama mundial tampoco es halagüeño. «La crisis de la desigualdad es mundial. El 27 por ciento del crecimiento mundial ha quedado en manos del 1 por ciento más rico, mientras que la mitad de la población más pobre sólo recibió el 12 por ciento. De 1988 a 2013, la riqueza del 10 por ciento más pobre sólo aumentó 217 dólares PPA. El 10 por ciento más rico incrementó 4,887 dólares PPA», indica la investigación.

Explica que «aunque de 1995-2016 la pobreza disminuyó, muchas personas que han salido de la pobreza corren el riesgo de volver a ella. Los salarios son en extremo precarios y no se premia el mérito, sino el origen de las personas. Esto hace que la movilidad social intergeneracional se vea del todo mermada. Aunado a lo anterior, la desigualdad actual se debe más al clientelismo, los monopolios y las herencias que a las diferencias de esfuerzos entre las personas».

El objetivo del estudio es proporcionar «una ruta desde la sociedad civil para ofrecer soluciones a una sociedad que demanda un país (México) más justo, instituciones más transparentes y gobiernos más eficientes y derechos políticos, económicos y sociales para todos».

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