¡Abajo el telón!

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Esta noche al caer el telón de Río 2016, la delegación deportiva mexicana prepara sus maletas para el regreso a casa. En sus bolsillos traerá sólo 5 medallas olímpicas: 3 platas y 2 cobres, cero oros.

Como la realidad siempre es más terca que las palabras, puede sintetizarse que la participación mexicana en Río 2016 fue un fracaso. No más, no menos.

Cuatro años antes, en Londres 2012, la cosechas mexicana fue mejor: 1 oro, 3 platas y 3 bronces. Las comparaciones siempre son odiosas, pero también necesarias para una evaluación real de los hechos.

A Londres viajaron 102 deportistas quienes participaron en 23 disciplinas deportivas, México quedó en el lugar 39 del Medallero Olímpico; a Río 2016 lo hicieron 126 deportistas participantes en 27 disciplinas, México quedó en el lugar 65 del Medallero.

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O sea, en cuatro años de preparación olímpica, México aportó más deportistas, pero cosechó menos medallas. No avanzó; retrocedió. Es la realidad, mientras otros países sí lo hicieron. En el medallero general están los datos.

En el imaginario popular dos imágenes quedaron grabadas de esta participación olímpica en México: la del boxeador chihuahuense Misael Rodríguez boteando en la Ciudad de México para conseguir el pasaje que lo llevará a competencias internacionales, una; la otra, los fajes que, a plena luz del día, le daba Alfredo Castillo, director general de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), a su novia en turno, allá en el paradisíaco Río de Janeiro, como el más enamorado imberbe en luna de miel.

Castillo, un burócrata sin oficio ni beneficio alguno, ha sido señalado como un fracaso en las diversas encomiendas gubernamentales que se le han encargado. En su carácter de jefe de la delegación olímpica mexicana exhibió una total inmadurez no propia de un funcionario, sino de un adolescente.

Desde siempre se ha dicho que las federaciones deportivas que existen en México son auténticas mafias. Eso no es un secreto, pero para organizarlas o, al menos, hacerlas responsables de sus labores está la Conade, que es una organización gubernamental que recibe presupuesto y todos quienes trabajan en ella perciben salarios. No es una institución sin fines de lucro, ni una ONG o una IAP.

Ni siquiera vale la pena analizar la desafortunada explicación que dio Castillo sobre el papel de la Conade la cual, a su modo de ver, es sólo una agencia de viajes. Si es así, entonces que la ponga a competir con los negocios similares y que tanto él como sus asesores y demás trabajadores le entren a la competencia comercial en este rubro; de lo contrario, puede ser denunciada de realizar competencia desleal frente a sus similares.

Para cerrar con broche de oro, los integrantes de la delegación olímpica mexicana, en su regreso de tierras cariocas, tal vez no tengan oportunidad de ver lo que sucede en México, pero esta misma noche, exactamente después de caer el telón de Río 2016, Carmen Aristegui, una de las mayores críticas en medios informativos del presente régimen gubernamental, presenta un documental sobre la vida intelectual y los conocimientos y saberes de Peña Nieto.

En política, nada es casual.

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