Vulnerabilidad de ciclistas en México

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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren en promedio 50 mil ciclistas por una lesión causada por el tránsito (LCT). Este dato aparece en el estudio titulado “Análisis de las lesiones causadas por el tránsito sufridas por ciclistas en México”, publicado en la Gaceta Médica de la Academia Nacional de Medicina de México, institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

Las ciudades son un ecosistema en el que intervienen factores para su óptimo funcionamiento, siendo sus sistemas de transporte vial uno de los principales.

“En conjunto, según el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, en las 30 ciudades más grandes del país se cuenta con un registro nacional de 477 kilómetros de infraestructura ciclista, equivalentes a 0.8 kilómetros por cada 100 mil habitantes”. Dicha infraestructura toma en cuenta a sistemas como ECOBICI, MIBICI y Huizi (en Toluca), entre otros, todos concebidos con la idea de volver el trayecto de los ciclistas por las ciudades más seguro.

Aun así, los accidentes de ciclistas son constantes, con lesiones que van desde daños físicos crónicos hasta severos traumatismos craneoencefálicos y la muerte.

¿Por qué sucede esto?
De acuerdo con el estudio, muchos de los ciclistas accidentados no llevaban casco al momento del accidente, y aunque la falta de uso de casco no está directamente relacionada con la muerte, sí tiene una fuerte influencia en el porcentaje de protección que tendrá el ciclista al momento del accidente.

“Cuando ocurre una colisión en bicicleta, el ciclista por lo general es despedido del vehículo. Si la cabeza golpea un objeto, por ejemplo, el suelo, se detiene el movimiento de la cabeza, pero el cerebro, que tiene su propia masa, continúa desplazándose hasta que golpea el lado opuesto del cráneo. Los resultados de este tipo de lesión son diversos, desde un TCE leve hasta un TCE grave que puede causar la muerte.

“Los cascos aportan una capa adicional a la cabeza y, de ese modo, protegen de las formas más graves de TCE, ya que, según la evidencia disponible, el uso de cascos para bicicleta reduce el riesgo de TCE entre un 63 y un 88 por ciento”.

Pese a esto, y aunque es parte del conocimiento general que el casco es una medida de seguridad básica, miles de ciclistas salen a diario sin él.

En México no está legislado el uso del casco como obligatorio. Los expertos siguen debatiendo si conviene o no hacerlo con opiniones encontradas, que van de la idea de que el volverlo una medida obligatoria desmotivará a los ciudadanos para usar la bicicleta como medio de transporte hasta la afirmación de que el uso de casco disminuirá el número de muertes de ciclistas por una LCT.

Independientemente de lo anterior, no se puede culpar sólo a los ciclistas que no llevan la protección adecuada, existen otro tipo de medidas que, de aplicarse en conjunto, volverán a las vialidades un lugar cohabitable entre automóviles y bicicletas.

Las principales son la construcción de ciclovías para que los ciclistas tengan su propio espacio de tránsito; reducir la velocidad de los vehículos motorizados por medio de semáforos, topes o estrictas regulaciones en cuanto al límite de velocidad; aumento de la promoción del uso de la bicicleta como medio de transporte, que en sí mismo llega a disminuir el riesgo de las lesiones –a esto se le conoce como “seguridad en números”– y, finalmente, generar estrategias educativas que fomenten conductas viales más seguras en los ciudadanos así como la instalación de luces y dispositivos reflectantes.

El uso de la bicicleta como principal medio de transporte tiene múltiples beneficios, tanto a nivel ambiental como en la salud; sin embargo, es importante tomar en cuenta que también conlleva riesgos y responsabilidades. Todos podemos intervenir en el fortalecimiento de una cultura ciclista con pequeñas acciones diarias, entre ellas: el uso del casco obligatorio, no por mandato legislado, sino por costumbre individual de protección.

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