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La arqueóloga Emily Boak ha descubierto una variedad de estructuras afganas utilizando herramientas de alta tecnología.

La investigadora de la Universidad de Chicago, de 23 años de edad, ha descubierto 100 caravasares no conocidos, o sea, enormes posadas protegidas para alojar a los mercaderes que recorrían la «Ruta de la seda». Utilizando una subvención de dos millones de dólares del Departamento de Estado, Boak, como miembro de la Asociación de elaboración de mapas del patrimonio afgano, tuvo acceso a imágenes comerciales satelitales, datos aéreos del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos e incluso datos de satélites espías de las décadas de 1960 y 1970.

En Afganistán, un país donde prácticamente no se ha podido hacer trabajo arqueológico desde la invasión soviética en 1979, esas imágenes aéreas y de satélites están desentrañando los misterios del patrimonio cultural y ayudando a los investigadores a hacer mapas de cientos de lugares no descubiertos antes.

Luego de dedicar tiempo a estudiar las imágenes los investigadores han comenzado a hallar los lugares de las posadas caravasares, según Boak.

La «Ruta de la seda» era una antigua red de vías comerciales que vinculaban una vasta área de la región indopacífica. Los productos, artesanos y el conocimiento del este de Asia y de la India viajaron por Oriente Medio hasta llegar a Europa y viceversa. Los caravasares eran posadas con estructuras rectangulares en torno a un gran patio central, con frecuencia del tamaño de una cancha de fútbol americano, donde grandes grupos de mercaderes y camellos hallaban descanso. El equipo de Boak ha encontrado posadas que estuvieron en uso desde el siglo XVI hasta el XVIII.

«La gente transportaba de todo, desde sedas a gemas, especias, madera de la India, porcelana de China», dijo Boak. «Y también está la carga menos exótica, como pescado seco. Las posadas también eran importantes espacios sociales. «Si alguien necesitaba información sobre un viajero específico de un país concreto, o si buscaba noticias de lugares lejanos, con frecuencia iría a averiguarlo en un caravasar cercano», comentó Boak.

«Era un sistema de hospedaje que hacía posible ese comercio».

Desde el aire las rutas y los canales de imperios perdidos forman un rico tejido. «Uno le halla sentido a los puntos del mapa para ver como ese sistema completo se conectaba», dijo Boak.

La Asociación de elaboración de mapas del patrimonio afgano está vinculada al Museo Nacional de Afganistán y a la Universidad Politécnica de Kabul para la preservación del patrimonio cultural afgano y para capacitar a la próxima generación de estudiantes afganos de arqueología.

Boak dice que los mapas por satélite han permitido a su equipo triplicar los sitios arqueológicos publicados en el país, pero que todavía queda mucho por descubrir. «Apenas hemos cubierto una fracción de Afganistán», dijo Boak. «Hay otros miles de sitios que registrar».

¿Sabías que puedes utilizar imágenes de satélite para ayudar a los arqueólogos a proteger lugares antiguos? Visita la plataforma GlobalXplorer de la arqueóloga espacial Sarah Parcak que permite observar lugares y frenar a los saqueadores.

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