Investigadores y académico de todo el mundo tomaron las calles en varias ciudades del planeta para rechazar la política internacional que privilegia las economías del libre mercado sobre la ciencia, a la que se le ataca con recortes financieros y menosprecio casi total, en algunos casos.

La Marcha por la Ciencia coincidió con el Día de la Tierra, celebrada hoy y convocada en más de 500 ciudades. Su epicentro se tuvo en Washington donde participaron decenas de sociedades científicas ajenas a partidos en una afluencia que combinó activistas políticos y apoyadores de la ciencia.

Los distintos medios informativos dieron puntual atención a algunos hechos en particular, como lo sucedido en Ginebra, Suiza, donde los manifestantes portaron letreros que decían: «La ciencia, una vela en la oscuridad» y «la ciencia es la respuesta».

Mientras que en Londres, Inglaterra, físicos, astrónomos, biólogos y celebridades realizaron la marcha frente a las instituciones de investigación más famosas de la capital inglesa. Los participantes llevaban carteles que mostraban imágenes de una hélice doble y símbolos de química.

En Washington, las pancartas mostraron un toque de enojo, humor y complicadas referencias científicas, según información del diario mexicano Reporte Índigo, que notificó a un pequeño de sólo siete años llevaba un cartel con la leyenda: «Sin taxonomía no se condonan impuestos». (La taxonomía es la ciencia que clasifica a los animales, plantas y otros organismos).

Según los organizadores, la marcha tenía connotaciones políticas, pero era ajena a los partidos para promover la comprensión de la ciencia y defenderla de diversos ataques, como los recortes gubernamentales propuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entre ellos una reducción de 20% al Instituto Nacional de Salud.

Los investigadores participantes en la marcha dijeron que les preocupaba el rechazo público y político hacia los avances científicos, entre ellos el cambio climático y la seguridad de las vacunas.

Otras voces
Las protestas iniciaron en Australia y se fueron extendiendo a lo largo del día por más de 600 ciudades de Asia, Europa, África y América para culminar con la más multitudinaria, la de Washington.

Bajo el lema “Science, not Silence” (“Ciencia, no silencio”), decenas de miles de personas se congregaron en Washington para participar en esta, que es la primera marcha de ese tipo, a nivel mundial, y que se extendió hasta convertirse en una protesta universal, marcha que no debe ser entendida como una protesta por los recortes en la ciencia del presidente Trump, sino como una reivindicación del importante papel que debe jugar la Ciencia en la sociedad, insistieron los organizadores.

Sin embargo, el nombre de Trump sobrevoló todas las marchas, celebradas en ambiente festivo y en las que los participantes portaban pancartas con frases como “Liberad el planeta”, “La Ciencia es global”, “Amamos la Ciencia”, “Einstein fue un refugiado”, “No hay planeta B” o “El hielo no tiene agenda”.

La protesta, iniciada en Australia y Nueva Zelanda, se extendió luego a Sydney, Brisbane, Camberra, Perth, Auckland y Wellington.

Según se iba despertando el mundo, se unieron manifestantes en Tokio, Hong Kong, Ciudad de Ho Chi Minh, Seul, Lukla (Nepal) o Nueva Delhi, con actos que mezclaban la reivindicación de la ciencia con la celebración del Día de la Tierra.

En Nueva Delhi importantes personalidades, desde el primer ministro, Narendra Modi, hasta premios Nobel de la Paz como el Dalái Lama -exiliado en la India- o Kailash Satyarthi, remarcaron la necesidad de proteger la naturaleza para las nuevas generaciones.

La protesta se extendió por Oriente y llegó a Europa con un claro carácter científico. Científicos, universitarios y público en general se manifestaron con ese lema en Burdeos, Clermont-Ferrand, Grenoble, Lille, Lyon, Montpellier, Marsella, Niza, París o Toulouse.

En Londres, defensores de la ciencia marcharon por las calles de la ciudad desde el Museo de la Ciencia hasta la plaza del Parlamento, en Westminster, para expresar su preocupación por lo que consideraron una “tendencia alarmante” entre los políticos a desacreditar la investigación científica.

Un “Picnic científico” con la presentación de diversos experimentos en el Parque Sigmund Freud marcó el inicio de la marcha en Viena, y unas 20 ciudades alemanas se unieron a la protesta global con acciones para defender la autonomía de la ciencia y oponerse a la llamada postverdad y a la postulación de que lo que se ha llamado “hechos alternativos”.

Desde Friburgo, en el suroeste del país, hasta Greifswald, en el noreste, muchas ciudades universitarias se sumaron a la protesta coordinada por la Sociedad Helmholtz, que también se desarrolló en Colonia o Berlín, donde se reunieron unas 11,000 personas, según los organizadores.

A orillas del lago Lemán se celebró la marcha en Ginebra, donde pedían que el acto de hoy fuera el “inicio de un gran movimiento de defensa de una ciencia al servicio de todos”, una idea que apoyó el ex director general del Centro Europeo de Física de Partículas (Cern), Rolf Heuer.

Desde Lisboa, el comisario europeo de Investigación, Ciencia e Innovación, el portugués Carlos Moedas, pidió que los científicos “no tengan miedo de gritar” para defender la ciencia, a favor de la que se manifestaron centenares de personas en la capital lusa.

En Zagreb, los científicos aprovecharon para denunciar la falta de medios para la ciencia y la educación en Croacia. Postura similar tomaron los españoles, donde miles de científicos participaron en marchas celebradas en las principales ciudades -como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia o Bilbao- para exigir que el conocimiento científico esté en el centro de las decisiones políticas.

En América, los defensores de la ciencia comenzaron a dirigirse a las protestas convocadas en todos los puntos del Continente.

Desde Buenos Aires hasta Vancouver, actos de reivindicación de la ciencia estaban convocados en Antofagasta y Santiago, en Chile; Porto Alegre, Brasilia, Río de Janeiro o Curitiba, en Brasil; Bogotá, Medellín o Cali, en Colombia; San José de Costa Rica; Urcuqui, Ecuador; Ciudad de México, Guadalajara o San Luis Potosí, de México, o Ciudad de Panamá.

Pero el grueso de las protestas se concentra en Estados Unidos, con más de 400 ciudades participantes en actos de defensa de la ciencia pero también para aumentar la concienciación sobre la importancia del Día de la Tierra y para protestar contra los recortes propuestos por Trump en los presupuestos de ciencia e investigación.

Alzan la voz, Academias en la Marcha por la Ciencia, en México
En México, el marco del Día Internacional de la Tierra se llevó a cabo esa protesta para destacar la importancia de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI) en el desarrollo de las naciones.

Las Academias Mexicana de Ciencias, de Ingeniería y Nacional de Medicina de México realizaron una conferencia de prensa en el Palacio de Minería de la Ciudad de México, donde el presidente de la Academia de Ingeniería, Jaime Parada Ávila,
resaltó que los avances en ciencia, tecnología e innovación son determinantes “para impulsar la economía y la sociedad del conocimiento”.

Durante su participación, el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Jaime Urrutia Fucugauchi, explicó que los orígenes de la marcha fueron en Estados Unidos, como una manifestación frente a algunas políticas de su gobierno y se transformó en pocas semanas en un evento global más incluyente.

La importancia es que «ahora la ciencia, innovación y tecnología son los elementos que impulsan a las economías en el mundo. Estamos en el paso de las economías de libre mercado a las economías de la sociedad del conocimiento y el reto para las naciones es cómo incrementamos las capacidades humanas en las comunidades científicas, infraestructura y el sistema educativo para formar parte de esta nueva sociedad”.

Señaló que la responsabilidad de la comunidad científica es mucha porque «tiene el poder de transformar al planeta de forma global» y hay que «usar la ciencia, la innovación y la tecnología para el bien común».

Antonio Arias Montaño, de la Academia Nacional de Medicina, dijo que estamos en un momento crítico en el que debemos defender la importancia de la ciencia y de la investigación científica en todo el mundo y en nuestro país. “Debemos difundir la importancia de la ciencia al Estado mexicano, de tal manera que se aumente el apoyo a la investigación científica pues en este siglo se ha identificado que la investigación científica es fundamental para la medicina moderna».

Recordó que los avances en la farmacogenómica, con el fin de individualizar los tratamientos farmacológicos, el desarrollo de nuevos medicamentos, y los nuevos diagnósticos moleculares son prueba de los avances de la medicina moderna que se han logrado gracias a la investigación básica y clínica.

«Hay dos aspectos desde la investigación que nos preocupan: La reducción de los apoyos del Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) a la investigación básica y la situación de las becas, pues como sabemos, este año no aumentaron, dos aspectos que consideramos perjudiciales a la investigación. Necesitamos más investigación, más científicos y más centros de investigación», concluyó.

La directora de la Facultad de Ciencias de la Universis Nacional Autónoma de México (Unam), Rosaura Ruiz, mencionó que es tiempo de exigir a nuestros líderes y representantes que superen su desinterés e incomprensión sobre el estratégico papel que juega la educación pública y las instituciones académicas, tecnológicas y científicas.

«El éxito de los países radica en el avance de la ciencia y en la capacidad de sustentar el crecimiento económico en el conocimiento, si se cuenta con un plan de innovación que opere entre los gobiernos, sector productivo, educación superior y centros de investigación», destacó Ruiz.

Agregó que el conocimiento es el punto de partida para lograr un país democrático, equitativo, justo y libre, y sin la ciencia ninguna solución es posible.

«La coyuntura en la que estamos a nivel nacional convoca a los miembros de las comunidades científicas y humanísticas a pensar y plantear proyectos de Estado que articulen a la política económica con los desarrollos sociales y el desarrollo científico y tecnológico propio pues solo así seremos capaces de dar respuesta a problemáticas críticas como el desarrollo sustentable, la salud pública y la justicia social», dijo.

Antonio Lazcano Araujo, miembro de El Colegio Nacional, enfatizó que nos encontramos ante un evento inédito en la historia: «Yo no recuerdo absolutamente ningún caso en la historia que revistas científicas como Science y Nature, que sociedades académicas como la Aaas o la American Chemical Society u organizaciones educativas como las principales universidades estadounidenses se manifiesten de manera tan clara y tan rápida en favor del conocimiento científico y sus aplicaciones. Esta situación se debe de ver como un reclamo a favor de la verdad, a favor de la cultura, a favor de la ciencia».

Explicó que no es casualidad que la marcha coincida con el Día Internacional de la Tierra porque el mundo entero se siente afectado con la negativa del presidente Donald Trump a reconocer el cambio climático.

La marcha es sólo un primer esfuerzo, pero la pregunta que permea es: ¿y qué sigue? «Creo que los mexicanos sí tenemos muy claro que es lo que sigue y es tratar de exigirle no sólo al Estado mexicano, sino también a la sociedad y a sus organismos representativos, que la ciencia sea una parte esencial de la vida cotidiana mexicana, parte de la cultura, de la infraestructura económica y la educación porque no podemos seguir permitiendo que la investigación científica sea un elemento decorativo en los informes sexenales».

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