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El legendario cedro del Líbano es el árbol más antiguo registrado en la historia humana, siendo el primero en ser mencionado hace unos 4,500 años. Los faraones egipcios y otras antiguas civilizaciones del Mediterráneo usaron esa madera para construir palacios, templos y barcos.

Siglos después el cedro del Líbano tiene problemas, pues, debido a la deforestación y la tala ilegal de la madera, quedan pocas y aisladas arboledas.

Pero eso está cambiando. En los últimos seis años más de 600,000 árboles —cedros y otras especies nativas– han sido plantados en todo el país, como parte de la Iniciativa para la Reforestación del Líbano (LRI).

El objetivo de la iniciativa, lanzada en 2010 con ayuda de Usaid, el Servicio Forestal de Estados Unidos, el gobierno libanés y empresas patrocinadoras locales, es ampliar las reservas silvestres existentes y aumentar la cobertura del bosque en un 50 por ciento para el año 2020.

“Lograr que los árboles crezcan en estas tierras gravemente degradadas es un desafío mayor”, dijo Darin Stringer, experto forestal de Oregón y jefe de la consultora Pacific Stewardship, que fue contratada por el Servicio Forestal como asesora de la LRI.

Pero los libaneses “están apasionados con el deseo de recuperar sus bosques”, dice Stringer. La iniciativa ha permitido la introducción de prácticas forestales sostenibles y el control de los incendios forestales en Líbano, en combinación con métodos tradicionales.

Por supuesto, la LRI ha aprovechado el apoyo del público libanés, de todas las líneas sectarias y religiosas. El hecho de que la idea se haya arraigado a nivel local ha sido clave para el éxito, ayudado por las redes sociales para generar interés.

Los resultados han sido drásticos. Apenas cuatro años desde que comenzara, la iniciativa ha transformado las prácticas forestales del Líbano y ha beneficiado enormemente el desarrollo económico rural y los medios de vida locales en diversas comunidades, especialmente en aquellas afectadas por la crisis de los refugiados sirios. La tasa de sobrevivencia de las nuevas plantaciones varía entre el 70 y el 90 por ciento.

“Este proyecto tiene un mensaje de esperanza y de advertencia. La esperanza es de las comunidades y de la nación, de reconstruir los bosques contra grandes dificultades”, dijo Stringer. “La advertencia es para las sociedades con tierras forestales productivas: es mucho más fácil cuidar de un bosque existente que tratar de recuperarlo luego de que haya sido grandemente explotado”.

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