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Akinwumi Adesina, entonces futuro ministro de agricultura nigeriano, conversaba un día con el agrónomo y humanitario Norman Borlaug acerca de una iniciativa para combatir el hambre en África. Mientras caminaban por la Quinta Avenida de Nueva York, Borlaug le preguntó a Adesina si le gustaba jugar al fútbol.

Sí, respondió Adesina, agroeconomista.

“Akin, ve marca algunos goles para la agricultura africana”, dijo Borlaug, premio Nobel de la Paz.

Eso hizo, y Adesina, ahora presidente del Banco Africano de Desarrollo, es el ganador de 2017 del Premio Mundial de Alimentos de 250,000 dólares que Borlaug estableció para rendir homenaje al liderazgo en la alimentación de los hambrientos. A menudo se le llama “el premio Nobel de la alimentación y la agricultura”.

El premio va a este hombre, nieto de un trabajador agrícola que creció en una casa de una sola habitación sin electricidad o plomería. Obtuvo un título universitario en Nigeria y el de maestría y doctorado en agroeconomía en la Universidad de Purdue, una universidad con tierras de concesión en Indiana.

Una beca postdoctoral impulsó su carrera profesional de tres décadas de duración para encontrar maneras de ayudar a los agricultores de Nigeria y de toda África a aumentar el rendimiento de sus cosechas y sus medios de vida. Ayudó a lanzar una revolución agrícola en África y se desempeñó como vicepresidente de la Alianza para la Revolución Verde, que proporcionó préstamos a decenas de miles de agricultores y agronegocios en Kenia, Tanzania, Uganda, Ghana y Mozambique.

Luego, como ministro de Agricultura nigeriano de 2011 a 2015, presentó un sistema de “billetera electrónica” que proporcionaba cupones subsidiados a los agricultores a través de sus teléfonos móviles para comprar semillas y fertilizantes directamente en lugar de a través de un sistema corrupto de distribución de fertilizantes.

Sus políticas son acreditadas por la expansión de la producción de alimentos de Nigeria en 21 millones de toneladas métricas y la atracción de inversiones del sector privado por valor de 5,600 millones de dólares.

El Premio Mundial de Alimentos se presenta el 19 de octubre en Des Moines, Iowa, durante el Simposio internacional anual Norman Borlaug sobre agricultura global que atrae a más de 1,000 participantes de docenas de países.

“Al ser alguien que creció de la pobreza, sé que la pobreza no es agradable”, dijo Adesina en junio al enterarse de que ganaría el premio de este año. “Mi misión en la vida es sacar a millones de personas de la pobreza, especialmente a los agricultores de las zonas rurales de África. Debemos dar esperanza y convertir la agricultura en un negocio en toda África para crear riqueza para las economías africanas”.

El año pasado dos científicos botánicos africanos y dos economistas estadounidenses compartieron el Premio Mundial de Alimentos.

Universidades establecidas con concesión de tierras
Como graduado de la Universidad de Purdue, Akinwumi Adesina recibió titulaciones de una de las muchas universidades establecidas por concesión de tierras en Estados Unidos.

Las universidades con tierras en concesión son escuelas que se establecieron como resultado de un obsequio o “donación” de tierra o efectivo del gobierno federal a los estados donde están ubicadas.

En 1862, el presidente Abraham Lincoln firmó una ley que cambió la agricultura y la educación, transformando así a Estados Unidos. El proyecto de ley dirigía a las universidades establecidas por concesión de tierras a centrarse en la enseñanza de la agricultura práctica, la ciencia, la ciencia militar y la ingeniería (“sin excluir … estudios clásicos”) como respuesta a la revolución industrial y los cambios en la sociedad.

Hay al menos una institución de concesión de tierras en cada estado y territorio de Estados Unidos. Incluyen algunas de las universidades estatales más grandes de Estados Unidos. Con algunas excepciones, como la Universidad de Cornell y el Instituto de Tecnología de Massachusetts, los colegios universitarios establecidos por concesión de tierras son públicos.

El profesorado de las universidades concesionarias de tierras incluye a científicos agrícolas de renombre mundial que a menudo participan activamente en proyectos para mejorar la agricultura en países en desarrollo. Dado que las importaciones y exportaciones de cultivos son una parte muy importante del negocio de la agricultura, los programas actuales de subsidios de tierras se centran en gran medida en planes de estudios internacionales para capacitar a la próxima generación de expertos y líderes agrícolas de Estados Unidos.

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