Olvido y desprecio (Esfuerzo interminable)

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En las páginas 26 y 27, al finalizar el texto correspondiente a su «Altamirano, historiador de la Independencia», a manera de introducción en «Morelos y otras historias» para honrar la memoria y el hacer literario de don Ignacio Manuel  Altamirano 1, don Julio Moguel lamenta los saltos intelectuales en la conformación y justicia para los complejos seres que metemos y sacamos, sobredoramos y  desnudamos a conveniencia en las páginas de la historia. Si bien la queja va en sentido de una invitación para leer atentamente el texto referido  —Morelos en Tixtla— a la vez queda un resabio de pena con respecto a la historia de México en particular y de los hechos de la gran Historia de la Humanidad que, sea por intereses de los hombres en el poder, por repulsa hacia un régimen vencido, por apresurada e innecesaria adquisición de «cultura» cuyos máximos logros son la memorización de dos o tres hechos en toda la vida y los anhelos de los biografiados, por ocultamiento convenenciero o por pereza funcional endémica en el sistema de instrucción. El hacer de un pueblo, de una nación y las influencia de uno en el otro, con sus semejanzas y desigualdades, los constreñimos en el espacio de una estampita escolar (ya también en desuso) o en el bloque reducido obtenido en la internet.

Ya no escuchamos ni un poco —no da buena imagen— en las escuelas técnicas, politécnicos o en las universidades el viejo comentario de que en el salón de clases pulsa sólo lo fundamental de toda disciplina para el conocimiento del desarrollo de la humanidad. Queda la idea de que con la obtención de un certificado el individuo recibe el grado de «lumbrera» cuando el estudio, para entender qué somos, para qué somos, dónde estamos, para qué estamos… jamás culmina, no es un bien logrado tras una serie de ejercicios y pruebas de capacidad, es un imposible nada desdeñable por más años que invirtamos en esfuerzo e instrucción.

Para saber un poco de «algo y de todo» 2 no basta una vida, necesitamos el bagaje individual en el cúmulo de vidas vencidas por el tiempo, aceptarlo con agradecimiento a su esfuerzo y pasión dará libertad y paciencia sin acomodos ni mutilaciones interesadas.

En el texto mencionado, don Julio Moguel rinde otro homenaje con la inclusión de un párrafo de don Ignacio Manuel Altamirano extraído a su Colección de Documentos para la Historia: «La tarea es más colosal aún porque existen plumas muy activas que trabajan afanosamente por desacreditar a los héroes independentistas y distorsionar los hechos básicos de aquella gesta. Pero existe en ese ‘ahora’ de los años ochenta [del siglo XIX] en el que vive y lucha Ignacio Manuel Altamirano un elemento decisivo para dar pelea con los mejores rendimientos, a saber: la labor de Juan [Evaristo] Hernández [y] Dávalos ‘recientemente’ coronada con éxitos de publicación y de reconocimientos, al agrupar y publicar ‘tantos y tan valiosos documentos inéditos o sumamente raros, y casi todos desconocidos antes’, en la Colección de Documentos para la Historia de la Independencia de México. La labor de Hernández [y] Dávalos es tan encomiable que marca, en la consideración de Altamirano, un antes y un después en la posibilidad de hacer historia verdadera sobre la independencia nacional.» 3

El tiempo y las preocupaciones cotidianas aún no desarraigan la pesadumbre del poeta Ramón López Velarde insertada en el texto de don Julio Moguel: «… [pasa] nuestro pueblo […] ante los bustos encogiéndose de hombros, con la indiferencia del que lee una página que no entiende o con el escepticismo del que escucha con oídos de profano una partitura clásica […] Desconsoladora verdad es ésta.» 4, y más al constatar que en los afanes de lucimiento los difusores confunden desacralizar con desacreditar, lo irreverente con lo irrespetuoso, imponiéndole a los reseñados transgresiones habidas más en el jocoso «informador» que en la conducta humana del biografiado. Ellos no fueron prístinos ni angélicas manifestaciones en nuestra tierra, fueron seres humanos con un enorme caudal de defectos e inclinaciones mundanas sublimados en el afán de encontrar una mínima parte del Paraíso negado por los testarudos hombres en el poder de su época.

Y no es el desprecio al divertimento de plumas disciplinadas en la ardua recuperación de un pasado nebuloso —quehacer claramente paralelo a la historia— pero, como en todas las cosas de la vida, algunos pocos poseen talento, otros sólo el ridículo énfasis de su«inventiva» jocosa.

1.- Ignacio Manuel Altamirano. Morelos y otras historias. Notas y ensayo, Julio Moguel. Editado el año del 2013 con el apoyo de la Universidad Autónoma de Guerrero, el Gobierno del Estado de Morelos, el Ayuntamiento de Morelia, el Ayuntamiento de Acapulco, el Congreso del Estado de Michoacán, el Congreso del Estado de Guerrero y Juan Pablos Editor.
2.- «Intenta aprender algo sobre todo y todo sobre algo.» Atribuido a Thomas Henry Huxley (abuelo de Aldous, sir Julian y sir Andrew del mismo apellido) y a lord Henry Peter Brougham que en extenso aparece con el nombre de Blaise Pascal: «Es más hermoso saber algo de todo que saber todo de una cosa; esta universalidad es más bella. Si se pudieran tener las dos, mucho mejor, pero es preciso elegir.»; y en San Juan de la Cruz (Juan de Yepes Álvarez en el siglo) queda: «…Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada…» Versillos del Monte de Perfección. cvc.cervantes.es 24 de septiembre del 2017.
3.- Altamirano, Op. cit. p.p. 19 y 20.
4.- Altamirano, Op. cit. p. 16.

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